Lo definitivos que se vuelven los detalles para reconstruir cualquier mañana. Un banco húmedo; el periódico del día en la barra de un bar; el tapón rojo de una botella de agua que cae al suelo mientras tomamos café; la espera en un sillón Wassily leyendo sobre Monticello, aquella casa memorable que se construyó Jefferson; la cerveza al sol en una plazuela tranquila donde se jugó de niño y donde ahora se pierde en el pasado una mujer muy mayor; el futuro en fantasías de colores que quizá no sucedan o quizá sí, si se tienen las lentes adecuadas y un poco de suerte…
“Guillermo se quedó un momento callado, mientras levantaba hacia la luz la lente que estaba tallando. Después la bajó hacia la mesa y me mostró, a través de dicha lente, un instrumento que había en ella: