Ser un hombre del tiempo en que se vive. Es decir, acercarse al mundo con una mirada enriquecida por los conocimientos de la época que ha tocado vivir y también por todo lo que se ha aprendido de la experiencia histórica. Y desde ahí intentar comprenderse, encontrar sentidos, delimitar verdades, analizar contextos, esquivar errores que pueden cantar como sirenas muy seductoras, gozar de la incertidumbre de la vida y también definir un proyecto y un estilo propio para habitar en ella.
Conseguir ese conocimiento, inevitablemente generalista e interdisciplinar, debería ser el objetivo de la educación. Al menos de la educación superior. Pero vivimos tiempos superespecializados en los que paradójicamente, se puede dar en una persona, un conocimiento muy profundo sobre algún aspecto concreto de una materia, y a la vez una gran ignorancia de conocimientos básicos de otras que, sin embargo, podrían ser esenciales para afrontar o descubrir aspectos significativos de la propia vida personal o social.
Las universidades occidentales están cada vez más fragmentadas, exigen cada vez más esfuerzos a sus estudiantes (que consumen todo el tiempo y la energía) para adquirir los conocimientos de una disciplina concreta y apenas ofrecen posibilidades para acercarse a otros saberes que serían necesarios, incluso para plantearse. en un contexto más amplio y quizá más inteligente, las preguntas pertinentes del saber concreto que aprenden. De tal forma que es posible que a veces no existan puentes para compartir esfuerzos de comprensión en asuntos que no pueden ser afrontados desde una sola disciplina. Y no solo eso. También está en juego el placer, el divertimento, el abanico de posibilidades que puede dar una cultura amplia e interdiciplinar a la vida cotidiana de todos nosotros.
Esta es la idea que intentó desarrollar Charles Percy Snow en 1959 “Las dos culturas” cuando se dio cuenta de que la profunda divergencia que se estaba produciendo entre las ciencias y las humanidades afectaba a la propia posibilidad de interlocución entre unos y otros y al propio abordaje y posibilidad de solución de los algunos problemas mundiales.
“Un buen número de veces he estado presente en reuniones de personas que, por las normas de la cultura tradicional, se creen muy educadas y que con mucho gusto han expresado su incredulidad por el analfabetismo de los científicos. Una o dos veces me han provocado y he pedido a los interlocutores cuántos de ellos podrían describir la Segunda Ley de la Termodinámica, la ley de entropía. La respuesta fue fría y negativa. Sin embargo, yo estaba pidiendo algo que para los científicos sería equivalente a preguntar: «¿Has leído una obra de Shakespeare?».
Ahora creo que si yo hubiera hecho una pregunta aún más simple como ¿Qué entiende usted por masa, o aceleración, que es el equivalente científico de decir «¿Puedes leer?» no más de uno de cada diez habrían sentido que yo estaba hablando el mismo idioma. Por lo tanto, mientras el gran edificio de la física moderna crece, la mayoría de la gente inteligente en Occidente tiene el mismo conocimiento científico que habría tenido su antepasado del neolítico.”
John Brockman ,un empresario americano atípico ha tratado de contribuir a la solución de este problema creando EDGE, una plataforma que podría considerarse una “Tercera Cultura” , donde puedan encontrarse, y colaborar juntos, pensadores provenientes de las ciencias naturales y sociales. Lo mejor del sitio es que pueden verse videos de tertulias temáticas o artículos en los que participa gente como Richard Dawskins, Daniel Dennet, Steve Pinker, Napoleon Chagnon, David Haig, Richard Wrangham, Nassin Taleb o muchos más. Cada año plantean una pregunta que responden muchas de las mejores cabezas del mundo. La de este año es ¿Qué debería preocuparnos?. Aquí pueden verse algunas de las respuestas traducidas al castellano. Es un autentico placer recorrer las respuestas de los distintos años, pensarlas, analizarlas, buscar hechos que las apoyen o las descarten.
En España se creó en 2008 Cultura 3.0 con el mismo espíritu que el proyecto americano. Está liderado por Teresa Jimenez Barbat y por Eduardo Robredo, un filósofo joven y tremendamente activo, en sí mismo un exponente de lo que significa la tercera cultura. Participa tambien gente como Fernando Savater o Arcadi Espada. Recorrer su fondo de artículos es también un ejercicio sumamente interesante e instructivo. Quizá un punto de partida para conocer otras ideas, confrontarlas y “hacer guantes”con ellas. Lo que no es un mal punto de partida para mantenerse en forma y afinar la mirada de un pensamiento más libre.
http://www.lacavernadeplaton.com/articulosbis/dosculturas0910.htm
Meritoria iniciativa educativa contra las mentes deformes.