Quizá el poder, la posibilidad de alcanzar el poder, cualquier poder, o de hacer fortuna de una forma decisiva, resida en la simulación y, en ese momento, en que la ambición gana y deshace todos los frágiles diques que se le oponen en el interior de cada persona. A poco que se contemplen los sucesos históricos, se ve que hay actitudes que se repiten, que a menudo ganan personalidades que se comportan de cierta manera, que esconden ciertas cartas, que no se ponen cortapisas para conseguir un fin que persiguen y que se justifican, sin ninguna duda, lo que hacen.

Pensar esto inquieta sobremanera porque ese juego nos arrastra o puede arrastrarnos en cualquier momento. Porque podemos dudar de en quién confiamos o confiar precisamente en quien menos deberíamos hacerlo. Lo que quizá está ocurriendo de forma dramática en este momento de crisis económica, donde las relaciones políticas se están enturbiando en extremo. Quizá por eso, algunas tardes, hay que acudir a Shakespeare, abrir Macbeth por ejemplo, y tratar de comprender, en medio de la belleza estética de la escritura, lo que puede anidar en el corazón de todos nosotros, quizá para poder intentar modularlo. Lo que puede ayudar quizá, no es tampoco seguro, a hacer la cultura. Shakespeare que ya no se estudia en ningún bachillerato…

“…Pero desconfío de tu naturaleza. Está demasiado cargada de la leche de la ternura humana, para elegir el camino más corto. Te agradaría ser grande, pues no careces de ambición; pero te falta el instinto del mal que debe secundarla. Lo que apeteces ardientemente lo apeteces santamente. No quisieras hacer trampas; pero aceptarías una ganancia ilegítima. ¡Quisieras gran Glamis poseer lo que te grita: “Haz esto para temerme”!, y esto sientes más miedo de hacerlo que deseo de no poderlo hacer. ¡Ven aquí que yo verteré mi coraje en tus oídos y barreré con el brío de mis palabras todos los obstáculos del círculo de oro con que parecen coronarte el destino y las potestades ultraterrenas!…“.

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“MACBETH. Mi caro amor, Duncan llega esta noche

LADY MACBETH. ¿Y cuando parte?

MAC. Mañana…Tal se lo propone

L.MAC. ¡Oh, jamás verá el sol ese mañana!… Vuestro rostro, Thane mío, es un libro donde los hombres pueden leer extrañas cosas… Para engañar al mundo, pareced como el mundo . Llevad la bienvenida en los ojos, en la lengua, en las manos y presentaos como una flor de inocencia; pero sed la serpiente que se esconde bajo esa flor …Ocupémonos del que viene y el gran negocio de esta noche, a todas nuestras noches , a todos nuestros días futuros dará pujanza y dominación soberanas; dejadme a mí el encargo…

MAC. Ya hablaremos luego.

L.MAC. ¡No más que la mirada franca!. La alteración de las facciones es siempre de temer. Lo restante dejadlo a mi cuidado…“.

WILLIAM SHAKESPEARE. MACBETH. ACTO I. ESCENA V

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