Puede que la muerte de Juan Huarte Beaumont (1925-2018) pueda ser interpretada, exclusivamente, en clave empresarial, como un legado más del pasado industrial y económico de una saga familiar navarra.
Pero lo obvio de este recordatorio es el papel de mecenas de las artes de la segunda mitad del siglo XX. Lo que no deja de ser una rareza en la España de los cincuenta: abrir la puerta de la mente y la cartera material a experiencias de arte de vanguardia, no dejaba de ser algo inusual. Como ocurriera tempranamente con los apoyos otorgados al escultor Jorge Oteiza y al arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza.
Interesado en la escultura de Jorge de Oteiza, del que llega a subvencionar sus trabajos de estatuaria en la basílica de Aránzazu (1950-1954), que no olvidemos fue en su momento un laboratorio de integración de las artes, bajo el proyecto desarrollado por Sáenz de Oíza y Luis Laorga. Donde coincidieron en diferentes moemntos y diversas tareas, Oteiza, Chillida, Pascual de Lara, Néstor Basterrechea y Lucio Muñoz. En esos años de los trabajos de Aránzazu, y coincidiendo con una situación económica mala de Oteiza, entre 1956 y 1957, se comprometió a comprarle obras durante un año, para que pudiera preparar la Exposición de Sao Paulo del año 1957.
Con esos contactos preliminares, resulta creíble el trayecto alterado de los años sesenta, donde llega a financiar el proyecto de la revista Forma Nueva-El Inmueble, dirigida entre 1966 y 1968 por Gabino Alejando Carriedo, donde colabora Ángel Crespo como subdirector y una jovencísima Pilar Gómez Bedate. Ya en 1968, la revista cambia de nombre y pasa a ser Nueva Forma, dirigida hasta su extinción por Juan Daniel Fullaondo.
De igual forma que algunas obras levantadas por Sáenz de Oíza cuentan con el apoyo decidido de Huarte. Desde la Ciudad blanca en Mallorca (1961), la casa familiar en Mallorca (1965), hasta Torres Blancas en Madrid (1969). Sin olvidar el trabajo final de la Casa Museo de Oteiza (2003), en Alzuza
Mecenas del Grupo GAUR, donde aparecen Sistiaga, Ruiz Balerdi, Néstor Basterrechea y Pablo Palazuelo. De igual forma que en 1963 da salida a la productora cinematográfica X Films, para dar salida a los proyectos cinematográficos de Oteiza. Pero donde comienzan su andadura gente como José Luís Garci, Antonio Giménez Rico o José Luís García Sánchez.Completando sus acciones el apoyo otorgado al laboratorio musical Alea, comandado por Luís de Pablo; y ya en 1972 como parte activa de los Encuentros de Pamplona que supusieron un punto y aparte en la puesta al día de buen parte de las artes plásticas españolas.
Tras el fallecimiento de Oteiza y de Oíza, Juan Huarte “siempre veló por que el hermoso y valioso legado al pueblo de Navarra de la obra de Oteiza quedase dignamente custodiado en Altzuza”, señala la nota de la Casa Museo de Oteiza. “Los muchos valores de Juan Huarte -hombre de empresa, escritor, filósofo, generoso mecenas- hacen que sea una figura imprescindible para quien quiera que se acerque a conocer lo que fue la vida en España y en Navarra en la segunda mitad del siglo XX”. Autor, además, de Una lectura crítica de `El Capital”, 1981, y de Realidad primaria de lo económico y el sentido de la economía, 1980.