En esta vida lo más importante es no ser el muerto…
Políticos, historiadores, periodistas y novelistas han terciado estos días en la controversia histórica suscitada por la salida del tiesto del señor López Obrador, el recientemente electo presidente de México. Tan enervados están los ánimos que se ha llegado hasta el punto de acusarle a él, personalmente, como descendiente de criollos, de los mismos crímenes que por otra parte se están negando, en una divertida contradicción que no hace más que subrayar lo disparatado de la querella. Yo soy desde hace muchos años un admirador de las formidables gestas de Hernán Cortés, cuyos quinientos años de arribada a México se celebran estos días, y que es la efeméride que ha dado ocasión de lamentarse a López Obrador.
Naturalmente, a nadie se le puede ocultar que Cortés fue tan descomunal personaje histórico como inescrupuloso criminal, pero es que entonces una cosa era indistinguible de la otra, y digamos que el mundo entero aceptaba unas reglas de juego según las cuales el más afortunado, o el más bestia, se llevaba todo el pastel con la aquiescencia de todos y sin el concurso de algo tan peregrino entonces como una formulación universal de los Derechos Humanos. Cortés está, así, a la altura de Alejandro Magno, Julio César o Aníbal Barca, e incluso su peripecia personal es, a mi juicio, más interesante y aventurera que la de cualquiera de ellos1. Un hombre de origen más bien humilde, que en su mocedad ya está saltando tapias para huir de maridos cornudos, que llega al Caribe a buscarse la vida y lo primero que hace es saltarse a la torera las ordenes de sus jefes directos, que pisa América e inmediatamente quema las naves, que liga con una indígena muy lista que le sirve de intérprete, que se burla del rey de los aztecas y lo maneja como un pelele, que triunfa espectacularmente en un mundo desconocido, y que finalmente consigue retornar vivo a España y morir con un título nobiliario y un buen puñado de hijos, haciendo buena como nadie la frase de Luciano que puede leerse en epígrafe… eso no parece un hombre, eso es el Macho Alfa, el empotrador de civilizaciones, el Demolition man o el tío con más habilidad y más redaños del que tiene memoria la historia universal. Y todo eso siendo español, lo cual es hasta sorprendente…
Sin embargo, eso no quita, en mi opinión, para que nuestro país se disculpe por haber engendrado semejante bicho, que, efectivamente, puso de rodillas un imperio sin reparar en la limpieza de sus medios. Los desmanes de Cortés no son como los desmanes de Hitler, por ejemplo, habida cuenta que Hitler es seguramente el hombre más estigmatizado y aborrecido del planeta. Hitler, en el fondo, era bastante inútil, mal estratega, se metió en una guerra colosal que sus propios generales sabían que no se podía ganar, y perpetró sus genocidios apoyándose en una maquinaria atroz que funcionaba automáticamente y para operar la cual emponzoñó las conciencias de varias generaciones de su propia nación. Cortés no hizo nada de eso, Cortés se limitó a intrigar, crear alianzas, dar golpes de mano audaces y ponerse al frente de sus propias batallas, y todo ello en condiciones iniciales de inferioridad numérica y de ningún conocimiento geográfico del medio. Si algún día la Tierra necesitara ser defendida de los alienígenas, o incursionar en mundos habitados de otros sistemas planetarios, tendríamos que resucitar a un hideputa tan grande como Hernán Cortés, y saber de esa desproporción, de esa estatura histórica y humana que se diría más allá del bien y del mal, es quizá lo que corroe la honrilla nacional de López Obrador. No obstante… ¿por qué no pedir perdón, aún a sabiendas de que es anacrónico y de que supondría una concesión al multiculturalismo antropológico o la mala conciencia posmoderna actual? Otras naciones de Europa tan orgullosas como la nuestra han pedido disculpas por fechorías insignes similares, en aras de la concordia global, sin que se les hayan caído los anillos. Y aún hay más: estoy convencido de que el propio Cortés, ese conquistador sobrehumano, si hoy estuviera vivo y pudiese sacar algo de ello, pediría también perdón humildemente ante el mundo en la propia sede de la ONU sin despeinarse ni descomponer el gesto…
1
Contada mil y una veces, pero que en su versión más novelera y
emocionante la narra Jean Babelón y en su análisis más erudito y rico se
amplía, puntualiza y profundiza en la excelente biografía polifónica
del mejicano Juan Miralles…
…
Buen artículo y buena frase inicial. Es importante no ser el muerto.
Solo que no veo el beneficio en satisfacer a quien no tiene razon, por eso discrepo con que Cortés fuera a ser tan cortés como propones
A medias si tienen razón: hubo escabechina humana y cultural. El beneficio sería ayudar a hacer la globalizacion más fácil y amable, al revés que Trump. Cortes se prestaría a ello, creo, siempre que sacará algo y si el rey se lo pidiese, pero, claro también es verdad que Felipe VI, aunque alto y aparente, no es Carlos V…
Oscar. Me alegro de tu postura. Pero es tan difícil argumentar y discernir contra tantos odios y sorderas, tantas ignorancias y quimeras… Por ese mismo motivo hace años abordé el tema en un libro breve, a modo de relato sobre la relación entre Cortés y la Malinche. Si te interesa dímelo…
Malinche. Ed. Dossoles. Burgos 2012.http://www.editorialdossoles.es/C_08_09.htm
Sí que estoy interesado en el tema, sí, o por lo menos lo estuve….