Tras ascender un par de escalones y afinar las bisagras con el gesto batiente de la puerta, quedó inmerso en una atmósfera embriagada de cuero, tinte y cola de contacto. De fondo, la fritura de una vieja radio que no alcanza con precisión el dial, se ofrece como melodía al compás de un certero martelado encargado de fijar el tacón de un botín. O tal vez era un mocasín. Eso no lo recuerdo bien. Pero sin duda puedo afirmar que cuando entré, allí estaba Honorio, pertrechado con su mandil y aparejos como buen zapatero: a sus zapatos.
Y es que en la calle mayor de mi pueblo a finales del siglo pasado aún perduraban oficios tradicionales, pues unos pocos números antes se encontraba la tienda de ultramarinos de Julito, donde la báscula era de saeta y pesas, y el ticket (la cuenta, quiero decir) lo extraía del margen de un periódico.
Pero volvamos a la zapatería de Honorio. Como decía, mi presencia interrumpió en su quehacer al artesano, al que expuse el motivo de mi visita. La recopilación de fotografías antiguas del pueblo. No tuvo que buscar mucho para satisfacerme porque sabía perfectamente en que caja guardaba lo que andaba yo buscando. Las fotografías que conservaba eran magníficas, y además, estaban acompañadas de un pequeño libro centenario: “Nociones diversas adecuadas a los habitantes de Belorado”. (Burgos) ¿Que mas puede pedir alguien atareado en un tema que tiene por repuesta otro mas? Publicarlo también, claro esta.
Así es como nació el proyecto que afortunadamente se hizo facsímil y del que ahora pasaremos a dar eco en este amplificador sociocultural de alta fidelidad, pero no sin antes dedicar unas líneas al Dr. Hipólito López Bernal, beliforano de pro y padre de la criatura.
Atentos los aficionados por los records guines, quizá estemos ante uno. Bernal nació en Belorado, anno Domini 1858, en 1880 se licencia en Valladolid, al año siguiente alcanza el doctorado en Madrid y en 1882 ya era médico-cirujano titular de su villa natal. El destino quiso que sin cumplir 24 años obtuviese la plaza vacante dejada por su difunto padre, fallecido a comienzos de dicho año.
A Hipólito se le puede enmarcar históricamente dentro de la corriente Regeneracionista, pues además de preocuparse y ocuparse de catarros y demás diversas patologías de sus vecinos, velaba por encauzarles hacia un camino de prosperidad o al menos frenar el estado decadente, que lamentablemente, se había fraguado como costumbre. Y para tal fin, escribe la citada obra “Nociones diversas…” en fecha de 1909. Y asi lo expresa en la introducción:
El primer párrafo hace referencia a una impresión particular a nivel estatal, pero queremos traerla por la interesante reflexión que nos deja: personas instruidas igual a responsabilidad de la situación del país. Afortunadamente la población de nuestro tiempo que tiene acceso a la instrucción (media y superior) es cuantitativamente superior a la vivida por Bernal, ahora bien, del resultado ya no me atrevo a entrar en comparaciones… por eso de que son odiosas…
Este opúsculo, como el mismo Bernal define en la dedicatoria, (que a saber cuantos de mis antepaisanos pudieron disfrutar de su lectura) no tiene un origen esporádico. Es un exponente mas de la acción intelectual de los “humildes” médicos rurales que tuvo el antiguo partido judicial de Belorado, señalemos por ejemplo la “Asociación Medico-Farmaceútica” (1882) o los apuntes recogidos por el Dr. J. Clímaco Mingo en 1884 para una primera aproximación de mapa médico, el cual, se llevaría a cabo de manera pormenorizada treinta años después coralmente entre los médicos del partido.
Y sacando los pies del tiesto, permítaseme el inciso. Ha pasado mas de un siglo hasta llegar a nuestros días, y la medicina en estas zonas rurales, dicen que por su despoblación, esta desapareciendo. Grito silencioso de esta realidad son los crespones blancos que cuelgan de árboles y señales al pie de las carreteras, antaño caminos, por donde caminarían sobre sus acémilas Bernal y sus colegas. Gracias, ya regreso al pasado.
Son nueve capítulos los que ordenan la publicación de López Bernal, fundamentados en cuatro áreas: sanidad, infancia, educación y sectores productivos. La sanidad abarca higiene, conductas saludables, urbanismo, nutrición… En el cuidado de los niñas y las niños (inclusión de género/a, por supuesto, que no pretendo discriminar por sexo) pone especial énfasis al ser consciente del valor de futuro de las nuevas generaciones gestantes, lanzando el parangón con la reforestación de sotos y bosques, muy diezmados en su tiempo.
Hace extensible la educación a vertientes morales y académicas, convirtiéndose en formativa al tratar los sectores productivos: agrícola, ganadero, comercial e industrial.
Como leeremos a continuación, este doctor de pueblo parece que era defensor del sentido común, por eso nos podremos encontrar con directrices muy cabales, que salvando las distancias temporales, bien pueden aplicarse al presente e incluso adquieren el don de la ubicuidad, porque estridencias y manías no conocen fronteras.