Brexit: el comienzo de las nuevas reglas de juego

“Lo más importante es no engañarse a sí mismo y usted es la persona más fácil de engañar”. Richard Feynman

No es fácil saber lo que realmente ocurrió en un determinado acontecimiento histórico si no se estuvo allí e incluso,  si se estuvo, nunca es posible estar en todas las conversaciones, en las cabezas de la gente, en cada núcleo de conspiración, tener todos los datos, sobre todo los fundamentales. Además necesitamos un relato para comprenderlo todo. Causas y efectos a través del tiempo, acciones de personas, pruebas de qué fue lo que verdaderamente hizo cambiar la forma de pensar de la gente. Necesitamos concretar en personas y lo que hicieron en ese momento y de donde venían para saber lo que sabían y ser capaces de hacer lo que hicieron. 

Dominic Cummings y Benedict Cumberbatch

No sé cuanta gente repara en la figura de Dominic Cummings (interpretado en la película por un magnífico Benedict Cumberbatch) cuando piensa en el Brexit y qué sabe del papel que tuvo. Todo el mundo recuerda la imagen demagógica de Nigel Farage o la melena rubia de Boris Johnson. Sin embargo la película que, sobre ese referéndum de 2016, ha hecho Toby Haynes sobre un guión de James Graham fija el foco sobre este hombre excéntrico, inicialmente graduado en Historia en Oxford pero aparentemente autodidacta en sus múltiples y operativos saberes, idealista a su manera, antiguo asesor del conservador Michael Gove (que luego sería su oponente en la campaña) y capaz de aprender de sus experiencias: de la campaña en contra del euro de 1999 (que también ganó), de lo que había visto (y no le gustaba) cuando estuvo de asesor especial en el Departamento de Educación en el gobierno de conservador de Cameron. Capaz también de escribirlo con cierta elocuencia en su blog, lo que hace posible leerlo de primera mano, ponderar sus argumentos, cosa nada frecuente y que resulta sumamente interesante porque expone otra visión de la política, ligada a no solo a la ideología sino a sofisticados conceptos de psicología social, a las matemáticas o a la física. Y por supuesto a las posibilidades de acceso directo al votante que han abierto las redes sociales.

Y es que los mecanismos de cognición social por los que votamos, o no, a un candidato o, si o no, en un referéndum se nos escapan a nosotros mismos aunque estemos muy seguros de los contrario. Generalmente nos convencemos de que votamos la opción mas evidentemente racional, la mejor para los intereses del país (que, por supuesto, coinciden misteriosamente con los nuestros), la más moral (porque los otros esconden oscuras motivaciones aunque presenten buenas propuestas y en el fondo mienten y ocultan lo que “auténticamente” han sido siempre), la más fundamentada en hechos que hemos creído ver con nuestros ojos a los largo del tiempo. Sin embargo bastaría con que nos obligáramos a escribir nuestras motivaciones en un folio en blanco para darnos cuenta de hasta que punto los fundamentos de lo que creemos tener tan claro son asombrosamente inconsistentes. Y muy probablemente al final solo encontraremos “emociones”, “intuiciones” junto con ideología más o menos camuflada. Y muchas veces, según nos vaya la vida, miedo a perder algo que tenemos, ira por lo que hemos perdido y creemos que alguien nos ha quitado, resentimiento por no ser reconocidos socialmente en nuestra identidad, algo a lo que dedica Fukuyama su último ensayo y que ayuda a entender algunas cosas que se están produciendo.

Si lo pensamos bien estamos más aislados de lo que podría parecer a primera vista, perdidos en un bosque en el que podría estar toda la información fiable que necesitamos pero que, en la práctica es muy difícil encontrar. La idea del mundo, lo que creemos saber sobre las cosas, nos la producen sobre todo las noticias que aparecen en los los medios de comunicación y la experiencia directa que nos aporta nuestro entorno de trabajo o nuestras relaciones sociales próximas que, en general, puede ser bastante limitadas. Sin embargo mucha gente se ve capaz de opinar con seguridad sobre cualquier cuestión u organizar el mundo entero en cualquier conversación de café, cuando quizá no se ha parado demasiado tiempo a reflexionar sobre la más nimia de las cuestiones de las que habla, ni ha leído sobre ellas nada mínimamente serio en su vida. Pero incluso, los que han leído, pueden tener problemas para evaluar la calidad de los datos que leen o tener sesgos que los alejan radicalmente de lo que es realmente verdadero, de lo que está ocurriendo a su alrededor y es tan cambiante. O se dan cuenta de que no tienen vidas para evaluar ni una mínima parte de la información de la que están rodeados.

Es en ese escenario donde existe una oportunidad para cierto tipo de personalidades y de inteligencias, para gente como Cummings, que pueden ser capaces de percibir intuitivamente claves que podrían ser determinantes para hacer que la gente varíe su voto o, sobre todo, que vuelva a votar cuando ha dejado de hacerlo hacía mucho tiempo. En concreto, en la Gran Bretaña del Brexit unos tres millones de personas, a los que no era fácil llegar, de los que no se sabía casi nada y era difícil saberlo. Hasta que llegó la nueva tecnología social y empresas como Cambridge análitics y Aggregate IQ, lo que permitían identificarlos, saber lo que pensaban, mandarles memes personalizados directos a su corazón, justo lo que necesitaban oír aunque no fuera verdad.

Nigel Farage

Mensajes dirigidos a esos pozos de resentimiento existentes en las clases medias empobrecidas de los barrios periféricos o de las zonas rurales, gente con la que nadie cuenta, harta de sentir que no son nada, que no saben nada, que no tienen futuro; que tienen miedo a los emigrantes que ven crecer a su alrededor y que creen que les están quitando lo que es suyo, que tienen la sensación de que no pueden ni quejarse porque de inmediato se sienten descalificados por la cultura que sienten dominante.

Una historia que sigue en Gran Bretaña donde la comisión electoral halló a los responsables de la campaña Vote Leave culpables de vulnerar la ley cosa de la que Cummins se sigue defendiendo con su arrogante estilo. Unos métodos que ya no pueden dejar de utilizarse en ninguna campaña electoral por ningún partido y que pueden ser especialmente determinantes en las elecciones europeas del día 26, donde se espera una baja participación que, sin embargo, puede dar lugar a resultados que cambien radicalmente el proyecto de la CEE. Donde pueden crecer los populismos con tentación totalitaria.

Todo lo que da que pensar una película que es rápida, irónica, incluso cómica, que establece complicidades con el espectador y trata de describir el juego del poder y también la función determinante que están adquiriendo los asesores, la tecnología y saberes de los que los votantes no saben absolutamente nada. Saberes de los que deberíamos ser al menos conscientes para tratar al menos de mitigar los daños, la contaminación del lenguaje que sobre todo ahora se ha convertido en una nueva tecnología conscientemente utilizada. Algo que por otro lado viene de lejos.

Aquello que dejó escrito George Orwell (“Politics an the English language”, 1946) cuando pensaba en 1984 y que cita George Steiner en “Matar el tiempo” el artículo que escribión en 1983 para The New Yorker

El lenguaje político (…) está concebido para hacer que las mentiras parezcan verdad y el asesinato parezca respetable, y para dar una apariencia de solidez al puro viento. Uno no puede cambiar esto en un momento, pero puede al menos cambiar sus propios hábitos, y de vez en cuando puede incluso, si se burla de una manera lo bastante clamorosa, mandar alguna expresión gastada e inútil —algún «bajo el yugo de…», «talón de Aquiles», «caldo de cultivo», «crisol de…», «prueba de fuego», «verdadero infierno» u otro desperdicio verbal— al cubo de basura, que es donde debe estar.”

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2 Comentarios

  1. says: Óscar S.

    Mis preguntas: ¿no estamos todos siendo demasiado sociologos aficionados y futuristas de pacotilla tragándonos el cuento de las “nuevas reglas de juego”, de que es que “este es el nuevo modelo de negocio” y todo ese discurso del miedo a quedar obsoletos? ¿no es más sencillo decir, bajo las viejas reglas de juego, que ya sabemos (que hasta esta película lo prueba) que esto ha sido trampa, manipulación, fraude, y que se haga un nuevo referendum inmediamente?

    A favor de una Inglaterra europea, y no de Trump.

  2. says: Ramón González Correales

    Había olvidado a Cummings a pesar de que escribí hace no mucho sobre “Brexit”, una pelicula donde él era el protagonista. Si embargo esta mañana me entero (https://elpais.com/internacional/2019/08/09/actualidad/1565353737_900792.html) que ha sido nombrado jefe de asesores de Boris Jhonson, un puesto realmente importante en un momento crítico. Recordé que tenía un blog (https://dominiccummings.com) e imaginé que no habría escrito desde hacía tiempo. Pero su última entrada es del 26/06/2019 y va de las nuevas posibilidades (aprovechando los trabajos de Michael Nielsen sobre tecnologías cognitivas y de Bret Victor, sobre la creación de herramientas dinámicas para ayudar a comprender sistemas complejos y ‘discutir con evidencia’, con ‘ herramientas para crear documentos dinámicos’) para crear una intersección entre la toma de decisiones, la tecnología, los equipos de alto rendimiento y el gobierno.

    Es fascinante poder leer directamente lo que piensa sobre eso alguien, que parece muy inteligente, con gran determinación y bien informado, justo antes de tener las posibilidades de llevarlo a cabo. Veremos si puede crear los equipos de alto rendimiento que tiene en la cabeza y si consigue poner en marcha de forma operativa las tecnologías dinámicas de las que habla. Pero si lo consigue quizá la CEE pueda encontrarse con un Brexit duro planteado de una manera muy correosa.

    También es arrogante. Dice en la introducción en la entrada del blog que es profunda y larga, con multitud de hipervínculos (traducción de Google):

    “Es de esperar que este blog sea útil para algunos de los que piensan en a) mejorar el gobierno en todo el mundo y/o b) ‘¿qué viene después del colapso y la remodelación de los partidos británicos, y cómo mejorar drásticamente el desempeño de las instituciones críticas?’

    Algunos viejos colegas han dicho: ‘No pongas estas cosas en Internet, no queremos que los que piden el segundo referéndum lo miren’. No te preocupes! Ideas como esta tienen que ser forzadas por la garganta de las personas prácticamente a punta de pistola. El propio Silicon Valley apenas ha absorbido las ideas de Bret Victor, entonces, ¿qué probabilidad hay de que haya prisa por adoptarlas por el mundo de Blair y Grieve? Estos tipos no pueden distinguir la diferencia entre cortesanos y personas con modelos para una acción verdaderamente efectiva como General Groves (AQUÍ) . Ninguno de cada mil leerá un blog de 10.000 palabras sobre la intersección de la gestión y la tecnología, y los pocos que lo hagan lo descartarán como el balbuceo de un tonto engañado, no aprenderán más de lo que aprendieron del referéndum de 2004 o de Vote Leave. ¿Y si me equivoco? Excelente. Las cosas mejorarán rápidamente y un segundo referéndum basado en que ambas partes apliquen las lecciones de Bret Victor sería dinamita.”

    https://dominiccummings.com/2019/06/26/on-the-referendum-33-high-performance-government-cognitive-technologies-michael-nielsen-bret-victor-seeing-rooms/

    Una lectura realmente interesante para intuir por donde va a transcurrir a partir de ahora la política, sobre todo si las nuevas técnicas demuestran eficacia.

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