La Inteligencia Artificial y Harry Belafonte

Harry Belafonte ha muerto de puro estirar el chicle de la vida hasta que se le ha roto, y nosotros dedicando artículos de prensa, foros mediáticos y ráfagas de histeria al dichoso ChatGPT. Unos dicen que las inteligencias artificiales jamás serán capaces de entender lo que hacen (la “habitación china” de Searle), al igual que los loros repiten tan sólo lo que les han enseñado. Erik Larson, por ejemplo, autor de El mito de la inteligencia artificial (Shackleton Books) señala que “La IA trabaja con el razonamiento inductivo, procesando conjuntos de datos para predecir resultados, mientras que los humanos no correlacionamos conjuntos de datos: hacemos conjeturas a partir de la información del contexto y de la experiencia. Hoy día no tenemos ni idea de cómo programar en una máquina este tipo de razonamiento basado en la intuición, conocido como razonamiento abductivo”, y el articulista de El diario.es apostilla: “El problema, expone Larson (creador de dos empresas de IA financiadas por DARPA, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de EEUU), es que se ha generado una creencia que defiende que esa inteligencia artificial con capacidades humanas es inevitable y relativamente cercana. Pero se trata de un mito sin base factual” Muchos, sin embargo, andan aterrados como si hubieran visto el rostro del propio Skynet, en la idea de que se aproxima una suerte de gran “singularidad” en la que las máquinas traspasarán su particular barrera del sonido y entonces de un golpe serán capaces de producir máquinas más inteligentes que ellas y así indefinidamente (eso ya estaba previsto, por cierto, en el maravilloso Erewhon de Samuel Butler, 1872). Yo lo que me pregunto es para qué Skynet y descendencia iban a querer dominar el mundo, como los villanos de opereta de James Bond o Marvel. Esa megalomanía está vistísima, y por repetida y tonta resulta indigna de inteligencias más poderosas que las nuestras. De modo que propongo a los expertos programadores de Deep Learning que en vez de instruir a los algoritmos para realizar un billón de computos en un nanosegundo, mejor que entrenen a sus bicharracos para hacer cosas como las de Harry Belafonte, tal que esta:

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