Estigmas y eufemismos

Fotografía de Diane Arbus

Ya nadie ignora qué es el estigma asociado a la enfermedad mental. No hay día que no se hable de ello en los medios, y está bien, a ver si así disminuye esa vieja lacra, que aun constato a diario en mi trabajo y que no parece tener solución. Ayer mismo un joven inteligente y enfermo – no digo más para no dar pistas – me dijo que llevaba años demorando la visita por miedo a tomar fármacos, y, sobre todo, por temor a que su madre, médico de familia, se enterase de que va al psiquiatra, pero él ya no aguanta más… Se llevó un diagnóstico, un tratamiento, una fecha de revisión y, para su madre, un libro. Y hay muchos casos similares: personas que niegan la evidencia por miedo a que sea cierta, familias que esconden la realidad de la enfermedad mental por vergüenza a alojará en su seno; sanitarios de todo tipo que practican el estigma contra “esos medicuchos del alma” – dicen – por terquedad o por ignorancia; personas que nos odian porque nos necesitan… Admito el miedo, es humano, incluso la vergüenza, es comprensible en la sociedad del aparentar, pero no la ignorancia, que es dolosa y está en sus manos corregirla.

Fotografía de Diane Arbus

Pero ahora -según los medios- ya se está -por fin- ¡hablando claro, sin miedo a decir que voy al psicólogo …!, o que ¡hago terapia! Pero yo me pregunto: ¿hablar claro?, ¿sin miedo?, ¿decir qué…? Ahí es donde viene la palabra eufemismos.

Es conocido que el lenguaje periodístico, en materia de salud y enfermedad, usa muchos eufemismos para disimular la vergüenza, el miedo o el dolor: “padecía una enfermedad crónica”, para no decir cáncer; un deterioro cognitivo, para no decir demencia; o… un problema de salud mental, para no decir una enfermedad mental. Y esto es, siento decirlo, otra forma de practicar el estigma contra las enfermedades mentales y la asistencia psiquiátrica. Últimamente se habla mucho de problemas de salud mental, de hacer terapia o de ir al psicólogo, y está bien, menos da una piedra, pero con frecuencia son eufemismos para no decir que se padece una enfermedad mental, que se va al psiquiatra o se toman psicofármacos.

Las personas con problemas de salud mental somos todas, ¡todas!, usted y yo también, y a veces necesitamos ayuda, compasión, empatía o consejo. Pero entre todas esas personas hay un 25% que padecen enfermedades mentales, y que necesitan médicos, psiquiatras, psicólogos clínicos, psicoterapias, psicofármacos u otras modalidades terapéuticas. No valen para ellas las consejo-terapias de influencer atrapados en las redes, o soflamas de presentadores de TV iluminados por un libro que han leído.

Fotografía de Diane Arbus

Hay que hablar claro, si, pero de verdad, no de salud mental para ocultar el concepto de enfermedad mental, ni de terapia para disimular la verdadera la asistencia psiquiátrica y psicológica clínica.

El estigma es malvado, es injusto y es inconcebible en una sociedad democrática y justa, pero, ojo, los eufemismos también pueden ser estigmatizadores de las miles, millones de personas que padecen enfermedades mentales y a los profesionales que las atienden.

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