Ritos nupciales, galantería y seducción: 1. Tiempos pretéritos

Aborigen de Papua Nueva Guinea
Ritos nupciales, galantería y seducción: una perspectiva histórica

Coautor: Carlos Álvarez San Miguel. Psicólogo Clínico. Centro de Salud Mental Majadahonda. Hospital Universitario Puerta de Hierro, Madrid.

La galantería es el arte de decir cortésmente a las mujeres lo contrario de lo que se piensa de ellas.
Rochebrune

1. Tiempos pretéritos

La atracción de los sexos a través de la historia de la humanidad se ha venido produciendo de forma constante, si bien las formas de llevarla a la práctica se han ido modificando a medida que la cultura iba cambiando las normas, las ideas y las conductas. Hay que aceptar, ya que no hay información escrita anterior al Neolítico que para nuestros remotos antepasados, lo que hoy día llamamos amor no era nada más que la satisfacción rápida y sin consecuencias de un apetito psíquico imperioso que podían solucionar con cualquier mujer, ya que el acto no estaba precedido ni seguido de ninguna relación afectiva, ni siquiera tenían conciencia de la relación causal entre la coyunda y el embarazo. Así, aunque podemos suponer por extrapolación de los estudios de las sociedades primitivas que existen en la actualidad, que en el hombre primitivo predominaban los instintos animales y la fuerza bruta en el acercamiento del macho a la hembra, a lo largo de los años, ha presentado notables cambios gracias a la influencia de hechos culturales tales como la reglamentación de la convivencia en las agrupaciones humanas, el reforzamiento del concepto de familia y de la propiedad, la aparición de diferentes religiones como por ejemplo la católica, que ha sido la más influyente en nuestro medio, etc. En aquel tiempo la mujer significaba para el hombre una hembra y una obrera; cuando le apetecía y tenía necesidad de ella, muy pasajeramente, la poseía y luego, siempre de manera permanente, le hacía trabajar sin testimoniarle jamás amor, aprecio, reconocimiento o deseo. (14)

El contacto entre los sexos se ha venido regulando en un gran número de culturas a través de una separación estricta de los jóvenes, unas veces con la existencia de casas separadas a las que sólo tenían acceso los miembros de uno de los sexos, otras veces con el atento cuidado de los miembros de las respectivas familias para salvaguardar la virginidad de las hijas, entre otras razones porque eso aumentaba su valor y porque a través del mandato de determinadas religiones como la católica, se ha abogado por la estricta separación de los sexos. Ejemplos de esto los vemos en muchos pueblos primitivos repartidos por todo el mundo en los que podemos observar la existencia de toda una serie de tabúes referidos a esta separación sexual haciendo mayor hincapié en algunos casos concretos (como la consanguinidad, el pertenecer al mismo clan, etc.), o en algunas circunstancias especiales (parejas destinadas a casarse, momentos del día o de la noche en que estaban prohibidos los contactos, etc.) En muchos pueblos de España existe todavía hoy día la costumbre de reunirse, de comer o de llevar a cabo cualquier actividad los hombres y las mujeres por separado. Muchas de estas prohibiciones han ido relajándose en los últimos tiempos de forma que, actualmente la mujer, sintiéndose protegida ante la disminución de la violencia del macho primitivo, se exhibe de forma que “hace del traje un escaparate de sus gracias corporales”. (11)

Hombre Nuba por Leni Riefenstahl

En las islas Trobriand, sin embargo, los niños gozan de una libertad bastante completa desde que son separados de sus padres, a los cuatro o cinco años hasta la pubertad y esta libertad también abarca la esfera sexual; los chicos y chicas se instruyen desde una edad muy anterior a su pubertad y se inician unos a otros en todo tipo de juegos y actividades sexuales, siendo el placer sensual uno de los elementos más importantes en las distracciones infantiles. (10)
En otros pueblos primitivos podemos encontrar costumbres más o menos ritualizadas y ceremonias para conseguir el acercamiento necesario que permita llegar a la unión de las parejas, pero si no se cumplían fielmente todos los pasos, la unión no era válida. Para pasar del grupo social de los solteros al de los casados era necesario someterse a ciertos ritos que van a permitir y a representar simbólicamente, tanto la separación del grupo, clan o familia al que pertenecían como la unión al nuevo grupo.

Uno de los más chocantes y comunes es el rito del rapto que, según algunos historiadores, es la más primitiva forma de homenaje a las mujeres ya que este acto resultaba imprescindible para salvaguardar la modestia virginal de una doncella. Podía tener muchas variantes según cada pueblo y destacaremos, de forma resumida, algunos ejemplos de ellas: los esquimales raptan a la novia, pero antes del rapto el hombre ha hablado con los padres de la muchacha y con ella misma y hay que decir en honor a la verdad que las muchachas se prestan con muchísimo gusto a ser raptadas.19 Entre los samoyedos, pueblo del norte de Rusia, las solteras raptan a la novia y la meten en un trineo echándola violentamente de su grupo, facilitando así su salida del mismo. Entre los Garos, pueblo de originario de la India, sin embargo, son los amigos de la novia los que raptan al novio y por la fuerza le llevan a la casa de novia donde lo dejan. En otros pueblos se dan estas mismas conductas aunque con pequeñas variaciones. Por el contrario en otras culturas, como los khonds de la India, los tedas de Indonesia y los araucanos de Chile, cuando el novio va a buscar a la novia todas las amigas de ésta la defienden con barricadas, palos, piedras e insultos al novio que al final tiene que ser ayudado por sus amigos, consiguiendo así llevarse a la novia tras una batalla campal. En otras ocasiones las mujeres insultan a la novia o los invitados se dividen y luchan los solteros contra los casados o impiden que el novio llegue a la casa de la novia, pretendiendo con esto obligar a los novios a esforzarse a la hora de dar el paso definitivo de una familia a otra, etc. En Groenlandia quedan los novios casados por la simple ceremonia de coger el galán por los pelos o por el vestido a la dama y arrastrarla fuera de la casa ante el pueblo reunido; la joven grita y patalea para defenderse y demostrar su pudor de doncella. Hay algunas costumbres aún más agresivas que combinan el rapto con la violación, convirtiéndose ésta en la condición necesaria para que se considere a la pareja como matrimonio o la que llevan a cabo los aborígenes de Sídney que atontan con un mazazo en la cabeza a la muchacha que desean esposar y sin más, ya se la pueden llevar a su choza como esposa; los niños de estas tribus, en sus juegos infantiles, cuando imitan los ritos del matrimonio, aprenden a manejar la maza. (3) No sería aventurado asegurar que la costumbre moderna de que el novio coja en brazos a la recién casada al atravesar el umbral del nuevo hogar, es la supervivencia del matrimonio por rapto. (14)

Mujer Nuba por Leni Riefenstahl

También existen rituales que protegen al novio o a la novia a la hora de llegar y entrar en la casa de la familia en la que van a vivir (como por ejemplo con lavados purificadores, con el uso de prendas protectoras que impiden contactos que pueden trasmitir impurezas, o preparando una cama que luego los novios no utilizarán para engañar y desorientar a los espíritus malignos y no puedan encontrarles, etc.). Otros rituales protectores evitan el contacto con la mujer virgen y su desfloración que, por ejemplo en Camboya es encargada a un sacerdote budista que pasa por el pueblo en una fecha determinada y estupra manualmente a todas las niñas entre los siete y nueve años y a partir de ese momento ya pueden tener trato carnal con quién quieran. En otras ocasiones, bien se le pasaba la responsabilidad a un forastero que llegase al pueblo o bien se recurría a la prostitución sagrada, yéndose la mujer virgen a un templo en el que se entregaba a cualquier visitante que inmediatamente efectuaba el pago a los sacerdotes en el propio templo. En Roma las mujeres utilizaban figuras fálicas de dioses con las que llevaban a cabo la desfloración y a la vez estos mismos dioses las bendecían y protegían (San Agustín llamaba al dios representado en la figurilla utilizada para esta función el dios “Protondo” porque era el que batía o pegaba primero). Por último destacaremos el viejo “ius primae noctis” la conocida costumbre del “derecho de pernada”, también llamada “marqueta” o “prelibación”, o sea el derecho del señor a desflorar a las mujeres de sus vasallos, con todas sus variedades desde la desfloración real a la introducción de una pierna del señor feudal o de algún representante suyo entre los muslos de la desposada. Esta costumbre fue definitivamente abolida por Fernando el Católico en 1486.(16). A pesar de esta abolición, una costumbre semejante ha pervivido hasta fechas muy recientes en ambientes donde imperaba el caciquismo, e incluso hoy día se puede presentar una exigencia análoga a algunas jóvenes por parte de dueños de empresa, jefes superiores o seleccionadores de personal. (15)

No menos importantes son los ritos de compra, intercambio y concertación, que pueden ser considerados como una evolución de los ritos del rapto, pero de una forma más civilizada y tranquila, y a través de los cuales generalmente la novia es comprada y/o, intercambiada con una mujer del clan que la recibe, o existe un compromiso entre las familias, desde que son muy pequeños los novios, para casarles cuando lleguen a determinada edad; a veces el compromiso se lleva a cabo entre un adulto y la familia de una niña recién nacida que se casará con él cuando tenga la edad suficiente, generalmente tras el pago completo del precio acordado. La razón de este pago viene dada porque toda mujer es imprescindible como mano de obra y cuando se casa, el grupo familiar se debilita y por ello se reclama una indemnización. De la misma manera este dinero pagado servía para asegurar la posición de la mujer y la duración del matrimonio: si la mujer resulta estéril o infiel a su marido puede devolverla a sus padres y exigir la devolución del precio pagado; si él la trata mal o le es infiel repetidas veces, ella se puede volver con los padres y éstos no tienen que devolver el precio que habían recibido por la novia, y como esto sería algo muy gravoso para el marido, éste controla su comportamiento con ella.

Hombre Nuba por Leni Riefenstahl

El precio de la muchacha varía enormemente de unos pueblos a otros y así, en África oscila de una a seis vacas, (si bien hay casos descritos por algunos autores en que el novio pagó más por su amada, como es el caso del que entregó veinticinco cabras, un macho cabrío y tres cabezas de ganado vacuno19), entre los amerindios del norte de diez a quince cabras y en la India, según las posibilidades del peticionario, desde un cerdo a veinte bueyes. Los turcomongoles solo consideran terminados los ritos matrimoniales cuando se ha pagado hasta el último céntimo de la dote, alargándose los esponsales tantos años como el novio tarde en reunir y concluir el pago. También en el sur de Arabia se paga dinero por la novia y, tratándose de mujeres de distinguidas familias de beduinos, puede llegar a ser asombrosamente elevado. Un vestigio de estos ritos en la actualidad sería la ceremonia de las arras que eran las monedas que el marido entregaba a su mujer “in honorem virginitatis”, rezando en el contrato matrimonial una cláusula que decía: “Item, el contrayente reconoce a la contrayente por su loable virginidad en diez libras”. Esto además se simbolizaba por el uso de un anillo nupcial que representaba la pertenencia de la mujer al marido y por ello en Inglaterra solo lo lleva la mujer; en España lo llevan los dos como recuerdo de la pérdida de su libertad. (3, 14)

Un caso especial del rito de concertación lo constituye el matrimonio de hijos de reyes que eran casados para llevar a cabo alianzas entre familias reales de distintos países, normalmente con el pago de una gran dote que aportaba, en estos casos la mujer que iba a casarse para ser reina de un país, dándose el caso de existir una gran diferencia de edad entre la pareja, o de un matrimonio entre dos niños impúberes. Era imprescindible que estas uniones fuesen certificadas por obispos, senescales y otros nobles de la corte que, para ello, debían presenciar la coyunda para dar fe de que el matrimonio se consumaba. Nunca se tenían en cuenta los sentimientos o sensaciones de abandono que las protagonistas podían tener debido al hecho de haber sido apartadas de su familia muchas veces a una muy corta edad, ni tampoco la diferencia de cultura que había entre los países, ni el desconocimiento por parte de la novia elegida del idioma del futuro marido, etc. porque lo verdaderamente importante era los logros políticos conseguidos con estas alianzas entre familias reales.

Hombres Nuba por Leni Riefenstahl

Existen pocos pueblos en los que es la mujer la que toma la iniciativa en la petición de mano, como es el caso de los bigdogos, de las islas Bisagos, en África Occidental, que mantienen una cultura que presenta muchos rasgos de matriarcado. En cuanto las niñas alcanzan su madurez sexual y son admitidas solemnemente por la tribu, obtienen su mayoría de edad y con ella la posibilidad de solicitar oficialmente al hombre que han elegido. Para ello la muchacha coloca un plato lleno de arroz ante la choza de su amado y si éste acepta esta petición de mano, lo hace saber comiéndose el plato de arroz y pasando tras ello una noche de prueba con la muchacha; si el compañero es del gusto de la chica, se repite la ceremonia del plato de arroz, que si es aceptado de nuevo por el pretendido, pasa a la casa de la muchacha y se considera ya casada a la pareja. Esto, que parece muy bonito y muy sencillo, tiene un pequeño problema: si un hombre rechaza una petición de mano de una enamorada, tiene solidariamente en su contra a todo el sexo femenino de la isla… y si rechaza dos invitaciones, se ve obligado a emigrar de la isla porque le será imposible casarse en ella con ninguna otra mujer. (19)

A medida que la humanidad se alejaba de sus orígenes y fue evolucionando, el amor se fue complicando, pasando de una cópula simple de tipo instintivo que se acompañaba de cierta brutalidad y sin ningún aditamento afectivo, a otras formas de unión más complejas en la medida que empezaron a aparecer los sentimientos. La representación del hombre cavernícola arrastrando a una mujer por el suelo tirando de sus cabellos dio pie a una viñeta en la que dos mujeres prehistóricas conversan entre sí, mientras contemplan el brutal paseo al que se ve sometida una de sus congéneres; “no comprendo muy bien –dice una de ellas- el encanto que ella encuentra en él”.

Si el hombre primitivo hubiera podido elegir entre más de una mujer, seguramente no lo habría hecho sólo por estética sino que se decantaría por la que más posibilidades tuviera de tener más hijos, por su capacidad de trabajo o por alguna señal mágica con que los dioses la hubieran adornado o los hechiceros le hubieran hecho ver en ella.(15) A partir de estos momentos surgen las dificultades y las dilaciones para la unión material de los cuerpos, iniciándose la complicada “búsqueda amorosa”, un trabajo de aproximación a una compañera, que se debía aderezar con alguna dosis de ternura y una cierta voluptuosidad para ganarse su voluntad. Y hay que esperar muchos siglos de evolución en las relaciones entre las parejas hasta que, como veremos más adelante, los italianos, ya en pleno Renacimiento, nos enseñaran a “fare l´amore”, a conquistar a la mujer y no tomarla al asalto. Esta conquista se llevaba a cabo con muchas técnicas que componían lo que llegó a ser la ciencia de la galantería y que en ocasiones se ayudaba con métodos no tan caballerosos como el engaño, la hechicería, el chantaje y otras lindezas por el estilo.

Mujer Jirafa en Myamar

Para intentar acelerar el proceso de la conquista se utilizaron y aún hoy se utilizan afrodisiacos, alcohol y otros desinhibidores de la voluntad, muchos de ellos con un efecto únicamente placebo pero, teniendo una buena predisposición, en muchas ocasiones pueden ser muy efectivos: en África se usaba la corteza del árbol yohimbe (que contenía la yohimbina), el aceite de coco, (del que se decía que echando unas gotas de este aceite en la nariz de la mujer, ésta quedaba totalmente unida al que había efectuado la instilación), las hojas de menta, polvo de corazón de murciélago y las glándulas sexuales de cocodrilo, en Asia el ginseng, testículos de tigre y el polvo de cuerno de rinoceronte (lo que ha llevado al rinoceronte negro a casi la extinción y al rinoceronte blanco a ver reducido su número a aproximadamente siete mil en todo el mundo, lo que indica la importancia que tienen estas ayudas en el mundo), en América del Sur y en la India plantas con efectos afrodisiacos o estupefacientes, etc. (11)

No debe olvidarse que las galanterías, juegos de amor, preludios, caricias y combates no son privativos de la especie humana sino que los vemos en casi todos los animales ya sean mamíferos, aves, anfibios, insectos, etc. y seguramente de ellos aprendió el hombre parte de sus ritos galantes. Según algunos autores, en los pueblos primitivos la galantería aparece cuando se inicia la vida sedentaria y agrícola ya que entonces los agrupamientos de la población, también llamadas hordas primitivas, se empezaron a centrar en la mujer, que pasó a ser el elemento estabilizador de los mismos. Lo cierto es que el hombre primitivo no tuvo más remedio que ir buscando la manera de conquistar a la mujer, desterrando la fuerza, aunque esto nunca lo consiguió totalmente, de acuerdo a la adquisición de conocimientos y experiencias y utilizando todos los medios a su alcance para conseguir su propósito de copulación y de formación de una familia. (14) Con la galantería parece que es verdad que se ha dignificado a la mujer elevándola a la categoría de ser humano y no de simple posesión, aunque no se sabe muy bien si fue antes el huevo o la gallina, es decir, si en realidad la galantería fue una necesidad para acercarse a una mujer que poseía ya una mayor importancia social y sería por tanto la galantería una consecuencia de la mejora del estatus social de la mujer.

Mujeres Massai

Como ejemplo de los medios habitualmente usados para el acercamiento y la seducción destacaremos sobre todos los posibles, dos de ellos. Uno, la danza, cuya existencia desde los tiempos más remotos ha sido una constante en todos los pueblos y que tenía diversas funciones y finalidades tanto religiosas como de fomento de la unión del pueblo, favoreciendo la vida social y el contacto de sus habitantes. En el caso de los jóvenes había danzas específicas para la diversión o el acercamiento de los dos sexos, los chicos haciendo gala de sus hazañas generalmente con bailes que representaban su habilidad para la caza o la agricultura y las mujeres mostrando sus encantos y su capacidad de seducción y de provocación. El otro, el adorno personal, que en casi todos los pueblos primitivos es mucho mayor en los hombres que en las mujeres, ya que son los que podían permitirse el lujo de pasarse muchas horas acicalándose y adornándose con peinados, depilaciones integrales, pinturas, tatuajes y cicatrices, así como con un gran número de plumas, collares y abalorios. Esto les servía unas veces para infundir miedo al enemigo en la guerra y otras para resultar lo más atractivos posible ante las mujeres. Éstas, a diario, se arreglaban mucho menos porque pasaban todo el día trabajando y solamente en África se permiten complicados tocados, gracias a que les hacen durar varios días, utilizando un fijador hecho a base de barro mezclado a dosis variables con estiércol de vaca, que alarga la vida del peinado. El agrandamiento de los lóbulos o de los labios es otra táctica utilizada para hacerse más atractivas. Sólo cuando la mujer adquiere un estatus de una mayor independencia es cuando empieza a emplear, no solo las mañas innatas de su sexo para la natural atracción del macho, sino al adorno corporal, que antes era privativo del hombre, como un método más para llamar su atención y seducirlo. Un ejemplo extremo de adorno personal de la mujer lo tenemos en China con la costumbre, hoy prohibida, de deformar los pies de las niñas, reduciéndolos a base de continuos y muy tempranos fajados de los pies y del uso de zapatos metálicos, que las producían un gran dolor, a un tamaño que cuando se hacían mayores, puestos los zapatos de vestir, sus pies parecían las pezuñas de algunos animales, porque esto hacía a las mujeres, entre las clases sociales más elevadas, muy atractivas a los hombres. La razón de esta atracción era que se atrofiaban los músculos de la pierna y esto llevaba consigo el engrosamiento del muslo y de sus vecindades superiores, “particularidad que parece agradar mucho a los chinos”. (11)

Bibliografía


1.- Amable, A. (1987). “Manual de las buenas maneras”. Ed. Versal, S. A. Barcelona.
2.- Calvo Carilla, J. L. (2000). “La palabra inflamada”. Ed. PENÍNSULA, S. A. Barcelona.
3.- Casas, E. (1931). “Las ceremonias nupciales”. Ed. Páez. Madrid.
4.- Castellanos de Losada, B. S. (1999). “La galantería española”. Reedición del libro de 1848 por Librerías Paris-Valencia S. L. Valencia.
5.- Ferrándiz, A. y Verdú, V. (2004). “Noviazgo y matrimonio en la vida española 1974-2004”. Santillana Ediciones Generales, S. L. Madrid.
6.- Gregersen, E. (1988). “Costumbres sexuales”. Ed. Folio, S. A. Barcelona.
7.- Haddon, A. C. Dir. (1955). “Costumbres del Universo” Tomos 1 y 2. Montaner y Simón, S. A. Barcelona.
8.- Junquera, C. (1991). “Aspectos sociales de una comunidad primitiva: los indios Harakmbet de la amazonia peruana”. Ed. Mitre. Barcelona.
9.- López del Arco, A. (1903). “Enciclopedia del amor”. López del Arco Editor. Madrid.
10.- Malinowski, B. (1929). “La vida sexual de los salvajes del noroeste de la Melanesia”. Ediciones Morata, S. A. Madrid.
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12.- McKay, B. y K. Peyró, I. (2010). “El gran libro de los hombres”. Ciudadela Libros, S. L. Madrid.
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14.- Repollés Aguilar, J. (1973). “El amor en los pueblos primitivos”. Ed. de Gassó Hnos. Barcelona.
15.- Revilla, F. (1973). “Sexo y cierra España”. Ed. 29. Barcelona.
16.- Revilla, F. (1975). “El sexo en la historia de España”. Ed. PLAZA & JANES, S. A. Barcelona.
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18.- Sue W. y Liz S. (1994). “El acoso sexual en la vida cotidiana”. Ed. Altaya S. A. Barcelona.
19.- Tullmann, A. (1963). “Vida amorosa de los pueblos naturales”. Ed. Corona. Barcelona.
20.- Turner, E. S. (1966). “Historia de la galantería”. Luis de Caralt, Editor. Barcelona.

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