Incluso las materias más inertes pueden ocultar manifestaciones de la belleza.
De eso se trata en esta exposición, de revelar las manifestaciones ocultas en hierros viejos, que retornan de sus herrumbres para configurar estructuras simbólicas.
Todo lo que verás son elementos desterrados en el campo, despreciados entre los escombros de la construcción o tirados en cualquier albañal. El autor ha desarrollado una vista de lince para detectar hierros arrumbados. Donde nadie los ve, él los descubre; los lleva a casa, los acoge en su sótano y espera, espera…, hasta que una noche, entre las brumas del sueño y las inquietudes del insomnio, acontece la epifanía que revela una posible composición. Luego vienen las tareas de ensamblarlos -la más fatigosa-, y de exponerlos -la más atrevida-, pues el resultado no siempre cosecha la aprobación de su exigente crítica.
Como ves el proceso es sencillo, solo se necesita un poco de atención -para encontrarlos-, de imaginación -para acomodarlos- y de habilidad -para manipularlos-. Cualquiera puede hacerlo, ¡anímate!
Además, ahora que está de moda la salud mental, te aseguro que es una auténtica ferro-terapia, pues te obliga a mover los pies, entrenar las manos y activar la mente.
PS: Todas las piezas pueden ser tocadas, y algunas movidas, ten cuidado, pero no te cortes.