Historia 1. Por un error de la agencia, una persona pierde su vuelo a Buenos Aires.

Fotografía de Marina Sersale

Por un error de la agencia, una persona pierde su vuelo a Buenos Aires. La persona llora, la agencia no responde, la aerolínea no hace nada. Esa misma noche la persona compra un nuevo pasaje para el día siguiente, descompleta sus ahorros. Sus ahorros no son muchos, después de trabajar 4 años sin vacaciones ni beneficios, tampoco tuvo liquidación, pero la persona no está sola, tiene una madre, un amigo que es como un hermano, una prima que es como otra hermana, una mujer que la espera en su destino. Al día siguiente la madre, el amigo, la prima llevan a la persona hasta el aeropuerto. La persona pesa sus maletas, que exceden dos o tres kilos, para remediarlo saca un pantalón y una chaqueta, no saca sus libros, ni siquiera lo considera, porque son los libros de su escritora favorita y los lleva a todas partes. La mujer de la aerolínea imprime el pasabordo, entonces la persona y sus tres acompañantes caminan hacia migración para despedirse. Hoy sí volará. Primero adiós a la madre con un abrazo que más parece un escudo espartano, la persona llora como un bebé que nunca se ha alejado de su madre. La madre le seca las lágrimas, le dice: “todo va a estar bien” y la persona le cree porque su madre nunca miente. Después la persona abraza a su amigo que es como su hermano, él dice: “así como estuviste cuando me fui, así voy a estar yo“, la persona rompe en llanto porque después de siete años de esperar a que su amigo volviera al país, ahora es la persona quien debe irse a otro lugar en el mundo, él amigo abraza a la persona y la persona se aferra a su amistad incondicional, pero se dejan ir porque así tiene que ser. El último abrazo que recibe la persona es el de su prima, es como su hermana y ella le dice: “yo voy a cuidar a tu mamá mientras tú regresas” y la persona dice: “gracias, vuelvo pronto”, pero en realidad no tiene un pasaje de regreso, de todas maneras se dejan ir como tiene que ser. La persona camina hasta los filtros de seguridad y antes de cruzar agita los brazos para despedirse, pero se aleja como tiene que ser. La persona llega hasta la sala 51, cuando llega allí la pantalla anuncia que la sala para el abordaje ha cambiado; ahora es la 38. La persona da media vuelta y se cruza con una mujer de avanzada edad que pregunta por el vuelo hacia Buenos Aires y entonces caminan hasta la sala 51. La mujer de avanzada edad le cuenta que ese es su último viaje sola, que ya no da más, que está cansada, viene desde México de ver a su nieto y ahora va hasta Córdoba. En la sala 51, la mujer de avanzada edad se sienta a la espera del abordaje, mientras tanto la persona se quita su chaqueta y busca sus audífonos en la maleta, se da cuenta que no tienen batería y que será una locura viajar 6 horas y media sin escuchar nada. La persona camina por el Duty Free buscando unos audífonos, por fin los consigue y los compra, regresa a la sala 51, pero hay un problema los audífonos no sirven, la persona tiene que devolverse y cambiarlos, por suerte en el lugar la jóven que la atendió se los cambia. Por fin la persona puede poner música mientras espera, pero lo que sucede es que elige el podcast de su escritora favorita, pequeños audios que salvan su vida, su momento trascendental, mientras escucha se sienta frente a la sala, se pide un café y cuando escucha la voz de su escritora favorita, la persona ve a una mujer leyendo un libro grueso y aunque intenta leer su título, por la distancia no lo consigue, así que cuando termina su café se acerca un poco para ver qué lee la mujer y se da cuenta que la mujer que lee es su escritora favorita. La persona no piensa mucho, se acerca a la escritora, la llama por su nombre y la escritora se sorprende, dice: “sí, ¿de dónde nos conocemos?”. La persona le dice que conocen a alguien en común, pero justo ahora estaba escuchando el último capítulo de su podcast. La escritora que lee le dice: “¿ah, sí? El que salió ayer” y la persona le dice que sí, que ese y se disculpa por interrumpir su lectura. La escritora que lee le dice que no hay lío, le pregunta que sí viaja a Buenos Aires y la persona le dice que sí, que justo va para allá. La escritora le desea un buen viaje. La aerolínea llama a la escritora para abordar y ella aborda en clase alta, la persona espera a que llamen a una veintena de personas por delante hasta que puede abordar y llega a su puesto, la silla 14 A al lado de la ventana, el avión no tarda en llenarse junto a su silla no viaja nadie. La persona escucha las indicaciones de la azafata y pone el celular en modo avión. El avión despega y la persona ve como despuntan, se alejan las luces de su ciudad, llora un poco de emoción, de tristeza. Por fin vivirá en Buenos Aires, por fin podrá dedicarse a la literatura y quizá un día llegué a convertirse en una escritora a la altura de su escritora favorita. Esa persona saca sus audífonos nuevos, pone el disco Music for silence de Nick Murphy, abre la app de notas de su celular y escribe: Historia 1. Por un error de la agencia, una persona pierde su vuelo a Buenos Aires.

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