El caso Imane Khelif: otro combate por la supremacía en la conceptualización del sexo

Sin duda los veranos con Juegos olímpicos son más dulces, traen a la memoria otros veranos de la infancia donde las mañanas y las tardes se deslizaban suavemente pegados al televisor, solo pendientes de las gestas de los héroes que tanto se admiraban aunque no supiéramos pronunciar bien sus nombres o fueran de sitios muy lejanos. Kornelia Ender, Mark Spitz, Nadia Comaneci, Lasse Viren (que ganó los 10.000 metros en que Mariano Haro, que acaba de morir, fue 4º), muchos más desde entonces. Ese hilo intangible que conecta recuerdos y sensaciones  a lo largo el tiempo, que despierta los qualias amables que son un refugio tan importante para seguir conectados a una cierta hedonía vital y todavía asequible con el paso de los años.  Los Juegos Olímpicos de París y el calor de Agosto me devuelven a viejas sensaciones de placidez y me dejo llevar por ir cambiando canales para ver a mujeres y hombres realmente prodigiosos con cuerpos tan vigorosos y tan distintos según las disciplinas o las procedencias. Observo su técnica, sus rituales, sus gestos de determinación, de preocupación, de júbilo, de decepción. Divago sobre las variables que influyen en que alguien en concreto consiga la medalla que lleva soñando tantos años (genética, entrenamiento, determinación, suerte) y en la metáfora que representan para los que los miramos, sobre las posibilidades y los requerimientos que precisamos para conseguir nuestros propios anhelos en diferentes momentos de la vida. Lo que está o no en nuestras manos, lo que depende del trabajo o del azar, lo que puede trizarse en cualquier momento o convertirse en la oportunidad inesperada que necesitamos que para seguir sintiéndonos vivos.

Entonces apareció el escándalo del combate entre la boxeadora argelina Imane Khelif y la italiana Angela Carini (01/08/2024) y el ruido en los medios de comunicación resultaba sofocante si alguien quería informarse un poco. En las redes todo el mundo disparaba desde su trinchera opinando en blanco o negro, descalificando, insultando, pero era difícil enterarse de la realidad de los hechos, de cual era realmente la causa del conflicto. En los periódicos “serios” tampoco era fácil saber lo que realmente había ocurrido más allá de que la boxeadora italiana se quejaba de la fuerza de los puñetazos de la argelina y lo achacaba a que tenía características orgánicas masculinas por lo que no debería estar peleando en esa categoría. La controversia estaba cantada porque a Imane Khelif y a Li-Yu Ting otra boxeadora  de Taiwan, que también participa en estos juegos olímpicos, el año pasado no se les permitió participar por parte de la Asociación Internacional de Boxeo  (IBA) en los campeonatos del mundo. Pero esta asociación y sus criterios de verificación de sexo no son actualmente reconocidos por el COI. Lo que ya me llevaba a preguntarme cuales eran, si existían, los que se habían aplicado (si es que se habían aplicado) en los JJ.OO de Paris 2024 y me di cuenta de que no lo sabía como, también, que casi había olvidado los detalles de los estados intersexuales, a pesar de que me los había estudiado tantas veces. Por tanto me puse a revisar lo ocurrido y los perfiles del debate público en los días siguientes donde ya se han podido leer artículos de mayor calidad. Escribo ya el 10 de agosto cuando ayer Imane Khelif ha ganó con facilidad la medalla de oro de su categoría (también Li-Yu Ting ganó el 10707/2024) y este artículo es un intento de aclarar lo que ha ocurrido y lo que supone en la guerra cultural actualmente abierta en estos tiempos en la conceptualización de la diferenciación sexual.

Li-Yu Ting

La causa del escándalo: ¿qué se achaca a Imane Khelif? ¿de que se quejó Angela Carini?

Los reproches al COI se desencadenan por haber dejado pelear en categoría femenina a una boxeadora que podría tener cualidades biológicas que la acercan a las de un hombre, lo que le daría notables ventajas competitivas y además generaría riesgos potenciales en un deporte de contacto como es el boxeo. Aparte del aspecto físico el argumento fundamental se sustentaba en que la Asociación Internacional de Boxeo  (IBA) no la había dejado participar en los Campeonatos del mundo de boxeo amateur de 2023 celebrados en Taskent (Uzbekistán) entre el 30 de abril y el 14 de mayo de 2023 por no haber pasado sus pruebas de verificación de sexo. La IBA emitió una declaración oficial el 31/07/2024 en el que dice lo siguiente:

“El 24 de marzo de 2023, la IBA descalificó a las atletas Lin Yu-ting e Imane Khelif del Campeonato Mundial de Boxeo Femenino de la IBA Nueva Delhi 2023. Esta descalificación fue el resultado de no cumplir con los criterios de elegibilidad para participar en la competencia femenina, según lo establecido y establecido en el Reglamento de la IBA. Esta decisión, tomada después de una revisión meticulosa, fue extremadamente importante y necesaria para mantener el nivel de equidad y la máxima integridad de la competencia.

Cabe señalar que los atletas no se sometieron a un examen de testosterona, sino que fueron sometidos a una prueba separada y reconocida, en la que los detalles permanecen confidenciales. Esta prueba indicó de manera concluyente que ambas atletas no cumplían con los criterios de elegibilidad necesarios y se encontró que tenían ventajas competitivas sobre otras competidoras femeninas.

Es decir afirma que tiene pruebas de que Imane Khelif no debe competir en categoría femenina pero no puede decir la causa exacta por motivos de confidencialidad. Por otro lado en diversos artículos se afirma que voces oficiosas del IBA han afirmado que tiene Cariotipo XY y niveles altos (masculinos) de testosterona. Tendría por tanto, si esa información es cierta, una anomalía de la diferenciación sexual (ADS) o como se prefiere denominar ahora un desarrollo sexual diferente (DSD). Sería un caso similar al de la sudafricana Caster Semenya.

Por otro lado el COI no reconoce a la IBA desde hace un año por causa de dudas sobre el juicio y el arbitraje, la estabilidad financiera y la gobernanza y la implicación de su presidente ruso Umar Kremlev, con Gazprom al que hizo el principal patrocinador del organismo. Por tanto el boxeo está controlado en estos JJ.OO por una comisión creada por el propio COI para estos JJ.OO-

El fascinante y complejo asunto de la diferenciación sexual

Animo al lector a que reflexione sobre lo que sabe en este momento sobre la diferenciación sexual y sus implicaciones, sobre el proceso que nos lleva a ser personas sexuadas. Incluso los que nos dedicamos a la medicina o a ciencias afines es posible que hayamos olvidado nuestros conocimientos de fisiología y es fácil que tengamos conceptos confusos desde los que, inevitablemente, nos posicionamos en un debate social tan denso y complejo como el que se produce en la actualidad y en el que se cuestiona la propia existencia del dimorfismo sexual en nuestra especie. Sin embargo tener alguna idea de esta cuestión parecería esencial para poder justificar lo que se opina sobre la cuestión. Curiosamente cuando teóricamente sería más fácil acceder a información verdadera más difícil resulta en la realidad porque la red está saturada de informaciones tendenciosas o directamente falsas.

Creo que la diferenciación sexual está bien resumida aunque de forma un poco técnica en el primer párrafo de la Guía de actuación en las anomalías de la diferenciación sexual (ADS) / desarrollo sexual diferente (DSD de la Asociación Española de Pediatría donde se explica su protocolo actual estudio cuando se sospechan y hay dudas en la asignación de sexo al nacer.

La diferenciación sexual durante la vida fetal implica una serie de procesos en cuya determinación y regulación intervienen numerosos genes, proteínas y hormonas. La primera etapa del desarrollo gonadal y genital es común a ambos sexos y abarca las primeras 6 semanas posfecundación; en ella, el embrión es pluripotencial. A partir de la 7.a semana comienza la diferenciación gonadal regulada por multitud de genes, entre los cuales la presencia del gen SRY en el cromosoma Y es determinante para el desarrollo del testículo. La diferenciación genital (interna y externa) es regulada por el efecto, en el varón, de las hormonas sintetizadas por el testículo (testosterona y hormona antimülleriana) o, en la mujer, por la ausencia de dichas hormonas. Cualquier alteración, de origen medioambiental o genético, que afecte a cualquiera de estos niveles determina el desarrollo inadecuado de gónadas (disgenesia gonadal), de genitales internos (ausentes o que no deberían estar presentes) y/o externos (insuficientemente o excesivamente virilizados). Tales manifestaciones serían detectables al nacimiento en forma de ambigüedad genital o discordancia entre el genotipo y el fenotipo sexuales, en la pubertad en forma de retraso puberal, amenorrea o virilización insuficiente o excesiva y, más tarde, como infertilidad o menopausia precoz, sin olvidar que pueden asociar anomalías a otros niveles o poner en peligro la vida cuando se asocian a una insuficiencia suprarrenal. Su atención es también crítica en el lactante cuando se necesita una asignación de género. Por todo ello, estas entidades siempre requieren de una atención médica y psicosocial multidisciplinar.

Exceptuando el caso del hipospadias como malformación genital aislada, la forma no clásica de la hiperplasia suprarrenal congénita (HSC) y las anomalías en los cromosomas sexuales, su frecuencia es inferior a 1/2.000, por lo que se clasifican entre las llamadas «enfermedades raras».

Si se quiere profundizar más en este asunto puede comenzarse por la entrada de Wiki o internarse en este artículo mucho más técnico que muestra muy bien las complejidad del proceso.

¿Que tipo de desarrollo sexual diferente podría tener la boxeadora con los datos que tenemos?

Si fuera cierto que su cariotipo es XY y que tiene la testosterona en rango masculino lo más probable es que tuviera de forma congenita un deficit de 5 alfa reductasa (5ARD) una enzima que cataliza el paso de testosterona a dihidrotestosterona (DHT). Otra posibilidad sería el síndrome de insensibilidad parcial a andrógenos (PAIS). En ambos casos los niveles de testosterona serían altos a nivel masculino (“High T”) lo que implicaría una exposición a andrógenos en todo el desarrollo embrionario, la infancia y por supuesto a partir de la pubertad que le daría ventajas competitivas evidentes al participar en categoría femenina. En este articulo (que recomiendo leer y explorar los hipervínculos) se explica con bastante profundidad este caso y puede accederse a este otro donde se explican la relación entre los niveles de testosterona y las diferencias de rendimiento atlético. Parece probado que hay una clara relación dosis respuesta entre la testosterona circulante y la masa muscular, la fuerza y el nivel de hemoglobina lo que explicaría las diferencias de sexo en el rendimiento deportivo (entre un 10 y un 12% superior en el varón). Se ha especulado estos días que hay la testosterona alta es frecuente en muchas mujeres con hiperandrogenismo como las que tienen síndrome de ovario poliquistico (SOP). El rango femenino de testosterona en mujeres premenopausicas (incluyendo el rango alto de las que tienen SOP) es de 0 a 1,7 nmol/L mientras que en los hombres es de 7,7 a 29,4 nmol/L. Se considera que en categorías femeninas no debería competir nadie con testosterona mayor de 5nmol/L.

Cabe decir que este síndrome es muy raro y que las personas con déficit de 5 alfa reductasa tienen al nacer genitales que se asemejan a labios mayores que serían pliegues labioescrotales no fusionados. El pene parece más bien un clítoris lo que hacen que muy a menudo sean asignados al nacer como sexo femenino pero tiene genitales internos masculinos y no femeninos y tiene testículos que pueden estar presentes en el saco inguinal y mas raramente dentro del abdomen. En la pubertad suelen virilizarse, los testículos suelen descender a los pliegues labioescrotales no fusionados y se desarrollan caracteres sexuales secundarios masculinos. Su cerebro expuesto a andrógenos en interacción con factores ambientales y culturales puede explicar que algunos desarrollen una transición de género hacia varón.

No hay pruebas, aunque muchas voces lo han dado por hecho en las redes, que está boxeadora sea transgénero.

La procelosa cuestión de la verificación de sexo

El hecho es que hay dos categorías en las competiciones deportivas porque se supone que la diferencia de sexo, como se ha explicado antes, confiere ventajas al sexo masculino que son biológicas y no culturales y, por tanto, no pueden ser compensadas por el talento o el entrenamiento. Si esto es así solo en la categoría femenina podrían conseguirse ventajas si alguien tiene cualidades masculinas y las oculta por cualquier motivo. Ya en 1936 el presidente del COI de USA solicitó que se estableciera algún sistema para aclarar las ambigüedades sexuales después de observar la actuación de la corredora checoslovaca Zdeňka Koubková y de la lanzadora de peso y de jabalina Mary Edith Louise Weston que posteriormente hicieron una transición de género. Pero no fue hasta 1950 (Campeonato de Europa de Atletismo de Bélgica), donde la Asociación Internacional de Federaciones de atletismo (IAAF) comenzó a hacer pruebas de verificación del sexo al principio por exploración física. En el contexto de la guerra fría en el Campeonato Europeo de Atletismo de Bucarest de 1966 se sospechó que varias de las atletas de la Europa del este podrían ser hombres. En los JJ.OO de Mexico 1968 se introdujeron las pruebas cromosómicas. Posteriormente se cuestionó este sistema porque podría dejar fuera injustamente a algunas atletas con determinados DSD (por ejemplo cariotipo XY insensibilidad total a andrógenos) y se implantó la determinación de niveles de testosterona cuyo rango se estableció en principio en 10 nmol/L. A partir de los años noventa y sobre todo a partir del siglo XXI estos exámenes fueron duramente criticados basándose en que no eran precisos al 100% y, sobre todo, en que eran discriminatorios, podían afectar a la salud mental y física de las atletas o a los derechos humanos. El auge de la teoría del género y de las corrientes teóricas queer que cuestionan la importancia el dimorfismo sexual biológico humano y abogan porque la identidad de género es un constructo psicosocial voluntario, que puede ser fluido y no binario, ha cuestionado aún mas la verificación de sexo en el deporte sobre todo en el contexto cultural woke donde las opiniones están altamente moralizadas.

El COI en los juegos de Paris de 2024 ha renunciado a hacer pruebas de verificación y ha asumido el discurso construccionista ya desde 2020 cuando publicó una Guía linguistica sobre género de igualdad en el deporte y en 2021 el “Marco del COI sobre Equidad, inclusión y no discriminación sobre la base de identidad de género y las variaciones de sexo” donde aboga en un lenguaje políticamente correcto por acciones que pueden resultar contradictorias y difíciles de aplicar con lo que, en la práctica, aboga porque no se realice ningún examen de verificación de sexo por ser discriminatorio y contrario a los derechos humanos. Esa ha sido su postura en los JJ.OO de Paris:

Este Marco reconoce tanto la necesidad de garantizar que todos, independientemente de su identidad de género o variaciones de sexo, puedan practicar deporte en un entorno seguro y libre de acoso que reconozca y respete sus necesidades e identidades, como el interés de todos, en particular los atletas a nivel de élite, de participar en competiciones justas en las que ningún participante tenga una ventaja injusta y desproporcionada sobre el resto.

Por último, el COI señala que la mayoría de las competiciones deportivas organizadas de alto nivel se organizan con las categorías masculinas y femeninas que compiten por separado. En este contexto, los principios contenidos en el Marco tienen como objetivo garantizar que la competencia en cada una de estas categorías sea justa y segura, y que los atletas no sean excluidos únicamente sobre la base de su identidad transgénero o variaciones de sexo.

Cuando se deben establecer criterios de elegibilidad para regular la participación en las categorías de mujeres y hombres, el establecimiento y la implementación de dichos criterios deben llevarse a cabo como parte de un enfoque integral basado en el respeto de los derechos humanos reconocidos internacionalmente, la evidencia sólida y la consulta de los atletas. Al hacerlo, se deben tomar precauciones para evitar causar daños a la salud y el bienestar de los atletas.

El lector puede explorar el argumentario del artículo de “Verificación de género” en Wikipedia escrito desde una perspectiva construccionista que cuestiona incluso el valor de la testosterona como marcador esencial de las diferencias de las capacidades deportivas de hombres y mujeres y este artículo escrito por una antigua atleta que estuvo implicada en la comisión que analizó el caso Caster Semenya. Lo escribe desde una perspectiva de mujer feminista a la que le parece esencial para la igualdad y el empoderamiento de las mujeres que existan categorías separadas y que no se deje competir a mujeres que no cumplan ciertos requisitos biológicos que puedan darles ventaja. Con respecto a la importancia de la testosterona afirma esto:

Por ejemplo, como mi colega Wickliffe Shreve y yo hemos demostrado, solo en el año 2017, la mejor marca de la vida de la campeona olímpica y mundial Allyson Felix en los 400 metros de 49,26 segundos fue superada más de 15.000 veces por niños y por hombres. Este abrumador dominio de los atletas masculinos sobre los atletas femeninos no es el resultado de la cultura, los recursos, el entrenamiento o la identidad de género. Más bien, es el resultado de tener sexo gonadal masculino, específicamente testículos y testosterona biodisponible en el rango masculino en lugar de femenino. Incluso los atletas masculinos que no son de élite, incluidos los niños, pueden superar y superan rutinariamente a las mejores atletas femeninas. Cuando comparamos los dos últimos grupos, las mejores mujeres de élite contra los niños y hombres que no lo son, la brecha de rendimiento es pequeña pero colectivamente determinante.”

Paisajes después del último combate

Por supuesto nadie sensato está de acuerdo con que una persona sea discriminada por cualquier aspecto de su condición sexual y los ataques que ha sufrido durante estos días Imane Khelif en las redes son injustificables. Ella ha sido una víctima de una guerra cultural e ideológica en un tiempo muy polarizado lo que es tremendamente lamentable. Esto sin duda ha sido lo más triste de este asunto.

Unos abogan por que el sexo biológico tiene un peso determinante en el rendimiento deportivo y justifica las categorías separadas de hombres y mujeres lo que exigiría la verificación de sexo en algunos casos. Otros abogan por la autodeteminación de género y cuestionan las categorías binarias del sexo biológico argumentado que verificar el sexo es algo en sí mismo imposible fuera de la voluntad y los sentimientos de las personas con lo que solo su intento sería inútil, discriminatorio y contrario a los derechos humanos. Por otro lado, también sería un atentado a la confidencialidad publicar el resultado de las pruebas si se hicieran con lo que, por otro lado, tampoco sería fácil hacer estudios científicos ni saber la verdad de lo que ocurre en una situación concreta como ha ocurrido con estas boxeadoras donde todo sea movido por rumores de “fuentes oficiosas”.

Los planteamientos constructivistas abogan por la desaparición total de las categorías actuales o su sustitución por otras con criterios morfológicos como peso, altura u otros. Pero ésta no parece ser actualmente una postura mayoritaria y realista con lo que, por ahora, la mayoría de las federaciones mantienen las categorías separadas por sexos. Esto supone que en algunos casos pueda plantearse para mantener la integridad de las competiciones hacer alguna prueba de verificación de sexo (las federaciones de atletismo y natación las mantienen). Pero ya hemos visto que esta pruebas están actualmente muy cuestionadas con lo cual se plantea un callejón sin salida sobre todo si atletas transgénero de hombre a mujer sin hormonarse deciden competir en categoría femenina cosa que ya se planteó con Lia Thomas aunque en este caso, al parecer, sí se siguieron los protocolos de la National Collegiate Athletic Association (NCAA) de que los atletas transgénero compitan como mujeres si se han sometido a la supresión de testosterona durante un año. Aquí queda pendiente la cuestión si la impregnación puberal mantiene alguna ventaja que no desaparece con el tratamiento.

Si se piensa, este es un nuevo episodio del eterno debate sobre el peso de la naturaleza y la cultura en el desarrollo humano que trasciende, con mucho, el campo del deporte. Históricamente los códigos que se asuman socialmente sobre ello ha determinado muchas cosas, entre otras el destino social de las personas. En algunos momentos apelar a la naturaleza de forma pseudocientífica para justificar roles sociales era como apelar a los dioses, cosa que se hizo y se sigue haciendo en muchas sociedades para mantener un determinado status quo que puede ser injusto y sin fundamento y daña a personas o colectivos. Cuestionar el peso de la naturaleza y subrayar el de la cultura abre posibilidades de cambio para colectivos que se sienten agraviados y posibilita una lucha cultural y política. Esta dinámica forma parte del desarrollo político de las sociedades y es comprensible.

Pero en una cuestión como ésta es importante apelar a los hechos y a la ciencia para verificarlos con todas las dificultades que esto pueda tener porque si no todo se convierte en lucha de ideologías, vividas de forma moralista, lo que hace imposible el debate porque se niega cualquier referencia que apele a los hechos y puedan convertirse en referencias. Está bien que existan diversas perspectivas sobre un tema como éste y que puedan discutirse las ideas y sus fundamentos. Pero el problema es que, en occidente, el ambiente de guerra cultural que existe en los últimos años hace muy difícil el debate porque las ideas están moralizadas y ni siquiera pueden cuestionarse porque cualquiera que lo haga se convierte en un enemigo al que si es posible hay que cancelar.

Algo que constituye un peligro para las sociedades abiertas, para el conocimiento y la libertad.

Lia Thomas

La testosterona circulante como base hormonal de las diferencias sexuales en el rendimiento  deportivo (Fragmento: puede leerse artículo entero desde el hipervínculo)

David J Handelsman, Angelica L Hirschberg, Stephane Bermon, Circulating Testosterone as the Hormonal Basis of Sex Differences in Athletic Performance, Endocrine Reviews, Volume 39, Issue 5, October 2018, Pages 803–829, https://doi.org/10.1210/er.2018-00020

Resumen

Las competiciones de atletismo de élite tienen eventos masculinos y femeninos separados debido a las ventajas físicas de los hombres en fuerza, velocidad y resistencia, por lo que se requiere una categoría femenina protegida con criterios de entrada objetivos. Antes de la pubertad, no hay diferencia de sexo en las concentraciones de testosterona circulante o en el rendimiento deportivo, pero a partir de la pubertad surge una clara diferencia de sexo en el rendimiento deportivo a medida que las concentraciones de testosterona circulante aumentan en los hombres porque los testículos producen 30 veces más testosterona que antes de la pubertad, con una testosterona circulante que supera 15 veces la de las mujeres a cualquier edad. Existe una gran diferencia de sexo en las concentraciones circulantes de testosterona y una relación dosis-respuesta reproducible entre la testosterona circulante y la masa muscular y la fuerza, así como la hemoglobina circulante tanto en hombres como en mujeres. Estas dicotomías explican en gran medida las diferencias de sexo en la masa muscular y la fuerza y los niveles de hemoglobina circulante que dan como resultado una ventaja ergogénica de al menos 8% a 12% en los hombres. La supresión de la testosterona circulante elevada de los atletas hiperandrogénicos produce efectos negativos en el rendimiento, que se revierten cuando cesa la supresión. Sobre la base de la distribución bimodal no superpuesta de la concentración de testosterona circulante (medida por cromatografía líquida-espectrometría de masas), y teniendo en cuenta a las mujeres con hiperandrogenismo leve, en particular las mujeres con síndrome de ovario poliquístico (que están sobrerrepresentadas en el atletismo de élite), el criterio de elegibilidad apropiado para los eventos deportivos femeninos debería ser una testosterona circulante de <5,0 nmol/L. Esto incluiría a todas las mujeres, excepto a aquellas con trastornos hiperandrogénicos del desarrollo sexual no tratados y transgénero de hombre a mujer que no cumplen, así como a las transgénero de mujer a hombre tratadas con testosterona o a las personas con dopaje de andrógenos.

Sexo, equidad y segregación en el deporte

Si los deportes se definen como el juego organizado de juegos competitivos de acuerdo con reglas (1), las reglas fijas son fundamentales para representar los límites de la competencia deportiva justa. El incumplimiento de las reglas, ya sea infringiendo las reglas de elegibilidad o competencia, como el uso de drogas prohibidas, equipos ilegales o el arreglo de partidos, crea ventajas competitivas injustas que violan el juego limpio. Las trampas constituyen un fraude no solo contra los competidores, sino también contra los espectadores, los patrocinadores, el deporte y el público. En ausencia de una verdadera competencia justa, los deportes de élite perderían su amplio atractivo popular y su capacidad de cautivar e inspirar con la auténtica atracción de una competencia genuina entre atletas altamente entrenados.

Sin embargo, la equidad es un concepto elusivo y subjetivo con límites maleables que pueden cambiar con el tiempo a medida que evolucionan los conceptos sociales de justicia. Por ejemplo, hasta finales del siglo XIX, cuando surgieron los entrenadores deportivos organizados, el entrenamiento en sí mismo se consideraba una violación de la equidad porque la competencia se concebía en ese momento como una competencia basada únicamente en dotes naturales. Del mismo modo, los deportes alguna vez distinguieron entre aficionados y profesionales. El concepto de equidad tiene raíces filosóficas profundas y complejas, centradas principalmente en las nociones de justicia distributiva. Estas consideraciones afectan al deporte mediante la aplicación universal de la legislación contra la discriminación y de derechos humanos. Se presta menos atención a las bases filosóficas de la competencia leal en los deportes de élite, donde los objetivos no son igualitarios, sino que apuntan a descubrir una jerarquía de logros derivada de una mezcla de talento natural desigual y esfuerzo de entrenamiento individual. Un excelente y perspicaz análisis de las complejidades legales y morales del sexo y la competencia justa en los deportes de élite por parte de un jurista y ex atleta femenino de élite (2).

Los términos sexo y género a menudo se confunden y se usan como si fueran intercambiables. El sexo es un estado biológico objetivo y específico, un término con facetas distintas y fijas, en particular el sexo genético, cromosómico, gonadal, hormonal y fenotípico (incluido el genital), cada uno de los cuales tiene una forma binaria definida característica. Mientras que todas las facetas del sexo biológico están casi siempre alineadas de manera que la asignación del sexo al nacer es sencilla, son raros los casos en los que dos o más facetas del conflicto sexual biológico constituyen un estado intersexual, ahora referido como trastornos (o diferencias) del desarrollo sexual (DSD) (3). Por el contrario, el género es una construcción social subjetiva, maleable y autoidentificada que define el papel y la orientación de género individual de una persona. Impulsada por factores biológicos, personales y sociales, la expresión volitiva de género puede tomar prácticamente cualquier forma limitada solo por la imaginación, con algunos individuos que afirman que no tienen un solo género natal, sino dos géneros, ninguno, un tercer género distinto o un género que varía (fluidamente) de vez en cuando. Por lo tanto, mientras que el género suele ser coherente con el sexo biológico asignado al nacer, en unos pocos puede diferir a lo largo de la vida. Por ejemplo, si el género fuera la base para la elegibilidad para los deportes femeninos, un atleta podría ser elegible para competir en los mismos Juegos Olímpicos en eventos femeninos y masculinos. Estas características hacen que la afirmación personal inexpugnable de la identidad de género sea incapaz de formar una clasificación sexual justa y coherente en los deportes de élite.

https://www.youtube.com/watch?v=QcGxllHYySc

La justificación más fuerte para la clasificación por sexo en los deportes de élite es que después de la pubertad los hombres producen 20 veces más testosterona que las mujeres (4-7), lo que resulta en concentraciones de testosterona circulante 15 veces más altas que en niños o mujeres de cualquier edad. Los registros deportivos competitivos por edad no muestran diferencias de sexo antes de la pubertad, mientras que a partir de la pubertad masculina hay una ventaja masculina fuerte y continua (8). El sorprendente aumento postpuberal masculino de la testosterona circulante proporciona una ventaja física importante, continua, acumulativa y duradera en las competiciones deportivas al crear huesos más grandes y fuertes, mayor masa muscular y fuerza, y mayor hemoglobina circulante, así como posibles diferencias psicológicas (conductuales). En conjunto, esto hace que las mujeres, en promedio, sean incapaces de competir eficazmente contra los hombres en deportes basados en la potencia o la resistencia.

Por lo tanto, la clasificación por sexo en los deportes requiere una prueba de elegibilidad para competir en la categoría protegida (femenina). Este requisito engañosamente simple de equidad es dado por sentado por las competidoras femeninas que consideran injusta la participación de hombres o atletas con características físicas muy parecidas a las de los hombres. Esto hace que la vigilancia de la elegibilidad sea ineludible para los deportes, para evitar la participación injusta de los hombres en eventos femeninos. Sin embargo, este tipo de actuación policial se inmiscuye inevitablemente en asuntos muy personales, por lo que debe lograrse con respeto a la dignidad y la privacidad, exigiendo el uso de los medios menos invasivos y científicamente fiables. Como era de esperar, este dilema siempre ha sido muy polémico desde que entró por primera vez en los deportes de élite internacionales a principios del siglo XX, y se ha vuelto cada vez más prominente y polémico en las últimas décadas; Sin embargo, el requisito de mantener el juego limpio en las pruebas femeninas no desaparecerá mientras existan competiciones femeninas separadas. Durante las últimas décadas, ha habido una comprensión progresivamente mejor de la compleja biología de la determinación genética del sexo y el impacto de la maduración sexual puberal en el establecimiento de la dicotomía sexual fenotípica en las capacidades físicas. Estas características físicas dicotómicas por el sexo forman la base de los roles y la identidad de género de los adultos, pero siguen siendo muy distintos de ellos. Durante el último siglo, a medida que crecía el conocimiento, los intentos de formalizar una base científica para la necesidad inevitable de vigilar la elegibilidad para la categoría femenina han sido continuamente desafiados. Más recientemente, la creciente afirmación de la autoidentificación de género como criterio social ha desafiado aún más la hegemonía de la biología para determinar el “sexo deportivo”, el término adecuado de Coleman (2). Permitir que la autoidentificación subjetiva de género se convierta en el único criterio del sexo deportivo permitiría que crezcan los juegos y las percepciones de injusticia sistemática. El argumento a favor de que los deportes femeninos se definan por el sexo en lugar del género, incluidas las consecuencias de acceder a la clasificación basada en el género, se ha esbozado (9) al argumentar la importancia de un tratamiento médico adecuado de las atletas que tienen la intención de competir en eventos femeninos.

Los eventos separados masculinos y femeninos en los deportes son una forma dominante de clasificación que se superpone a otros grupos de edad graduados y clasificaciones de peso (por ejemplo, en levantamiento de pesas, levantamiento de potencia, lucha, boxeo, remo), que reflejan diferencias en fuerza, potencia y velocidad para garantizar la equidad en términos de oportunidad de ganar y, además, seguridad en los deportes de contacto. Las clasificaciones de edad y peso se basan en criterios objetivos (fecha de nacimiento, peso al pesar) para la elegibilidad, al igual que la clasificación por sexo. Sin embargo, algunos deportes de potencia que dependen de la fuerza explosiva y la potencia (por ejemplo, eventos de lanzamiento, carreras de velocidad) no segregan las clases de peso, mientras que otros deportes donde la altura es una ventaja (por ejemplo, baloncesto, jinetes) no tienen clasificaciones de altura. Estos deportes atraen desproporcionadamente a atletas con mayor peso y/o relación potencia-peso o estatura ventajosa, respectivamente. Si se eliminara la clasificación por sexo, estas competiciones abiertas o mixtas estarían dominadas casi exclusivamente por hombres. Por lo tanto, parece muy poco probable que la clasificación por sexo se descarte alguna vez, a pesar de los llamamientos por motivos filosóficos o sociológicos para poner fin a la clasificación de “género” en el deporte (10). (seguir leyendo)

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