Presidencialia: proxémica y kinésica.

Conferencia de Presidentes Autonómicos 2024

La proxémica es el estudio de la comunicación no verbal –como parte de la Semiótica–relacionada con el uso que hacemos del espacio y de las distancias en él obrantes. Es un campo fascinante y problemático, que proporciona información directa y añadida, sobre cómo las personas actúan y se desenvuelven en el espacio bajo pautas culturales, históricas y antropológicas; por ello, se mueven expresando pasiones ocultas y gesticulan, pensando en que no son vistas. También, se comunican e interactúan entre sí, sin siquiera decir una palabra, pero produciendo todo un discurso invisible y oculto que no siempre se desvela. Pero que a veces, conviene desentrañar, en la medida de lo posible. Junto a ello, tendríamos que anotar su paralela: la Kinésica. Que estudia todo lo referente al Lenguaje no verbal –estudiado, entre otros, por Flora Davies– o lenguaje corporal. Desde los gestos varios, a la expresión facial, para concluir con los movimientos de manos y pies, que acaban expresando todo un caudal de datos e informaciones. 

Por ello, en la política actual, tan vacía de ideas y de discursos coherentes y solo disponible algún dato, en los comunicados de prensa de los correspondientes Gabinetes de Información e Imagen, conviene recurrir al análisis de estas conductas para desentrañar ecos ocultos y pasiones soterradas. Viene todo ello a cuento, a raíz del posado presidencial –posado de todos los Presidentes Autonómicos, en la llamada XXVII Conferencia de Presidentes, celebrada el pasado día 13 de diciembre en el Palacio de la Magdalena, en Santander. El posado presidencial en la escalera palaciega, está formado por tres filas de participantes –6 mujeres: cinco Presidentas más la Presidenta del Congreso de Diputados; el resto varones, Presidentes autonómicos, incrementados en el Jefe del Estado, en el Presidente del Gobierno y el del Senado–, rodeados por las diferentes banderas regionales. Con clara presidencia y preeminencia, visible al fondo y en el tramo más alto de la escalinata de granito gris, de la bandera española y de la valenciana –en homenaje a la comunidad que ha padecido la catástrofe de la DANA del 29 de octubre–. Donde, obviamente, el recargo máximo o la posición privilegiada es la de los primeros ocupantes.  Donde –como era previsible– aparecen preferentemente, el Jefe del Estado, del Gobierno y de las dos cámaras. Flanqueados, por la Presidenta de Cantabria, Saéz de Buruaga, al ser la anfitriona del acto y por ello, comparece junto a Francina Armingol, presidente del Congreso de los Diputados. La pregunta que surge en primer lugar es por qué, en esa composición escalada, ocupan el primer tramo los Presidentes de Cataluña y País Vasco. Hay quien ya ha respondido a esa disposición de presidentes en la escalinata y en el imaginario de las prevalencias políticas, que deben reflejar un carácter jerárquico establecido por norma protocolaria. Que desconocemos. Mas allá de ello, otros aseveran que la colocación presidencial y su orden preferente, responde a la antigüedad em la vigencia y aprobación de los respectivos Estatutos de Autonomía. Y eso es lo que posibilita la proximidad preferente de los presidentes gallegos y andaluz en la segunda fila, bien centrados. Fila en la que se desempeñan –de izquierda a derecha, y ese sería otro rango de colocaciones– Castilla-La Mancha, Murcia, Asturias, los citados antes, La Rioja, Valencia y Canarias. Otras cosa será concluir la formación de la última fila, flanqueada por los representantes de la ciudades autónomas de Ceuta y melilla y donde revolotea, como un verso suelto e incómodo, la presidenta de Madrid, postergada a la irrelevancia de la última fila.

Francesco Di Giorgio Martini
(b. 1439, Siena, d. 1502, Siena) “Natividad” 1490-95
San Domenico, Siena


Ni hay, por ello, razones de relevancia política ni argumental en esa extraña ordenación de poderes territoriales dispuestos sobre la escalinata granítica del santanderino Palacio de la Magdalena, cual misterio prenavideño. Tan extraña la disposición presidencial comentada, como se nos antoja otro asunto de orden espacial controvertido, similar al sostenido por Juan Benet en la mesa de la Marquesa y la situación de Alonso Quijano ¿a la derecha o a la izquierda? Asunto tan distinto a la territorialidad presidencial del comentado, pero de enorme vigencia en estos días navideños. 

Piero de la Francesca. “Natividad”,1466


Me refiero al orden desplegado por la Natividad de Cristo en el llamado Portal de Belén. Orden que sólo podemos rastrear desde las representaciones pictóricas disponibles. Toda vez que los relatos evangélicos apenas dan cuenta de la disposición de los agrupados por la frialdad de la noche belenita. Y esa confusión sostenida en el orden del espacio ocupado por los padres responsables, la cuna del recién nacido y la yunta de animales de labor que proporciona la tibieza de su aliento áspero, supone otro controvertido debate no solo pictórico ni exclusivamente protocolario, sino más complejo. El Giotto de 1330, verifica el equilibrio conjunto de los padres (María a la derecha del espectador, pero a la izquierda de la escena sostiene al niño en el centro). Mientras que el Anónimo de Austria de 1400, ya invertida la posición de los padres: ahora José se sitúa en la izquierda de la escena y la derecha del espectador y donde emerge un atributo de largo recorrido en las representaciones, como será el bastón, cayado o vara de apoyo del caminante. Hay, por otra parte, otra secuencia de Natividades –como la de Piero della Francesca de 1466– que multiplica la presencia del Santo José, al hacerlo comparecer a la derecha del cuadro reflejado en un grupo de tres figuras: la próxima sentado de forma irreverente y las dos del fondo, de pie, donde solo atisbamos la identidad del padre a través de la vara que porta y señala. Si María, genuflexa, en el centro de la composición no presenta dudas de su significado en postración adorante llena de azules –ella misma, el asiento del Niño y el grupo de ángeles cantores, muestran azules tan puros como triunfales– las dudas se trasladan al emblema de la paternidad compartida. También la rareza de la pieza de Francesco di Giorgio Martini de 1495, restableciendo el orden espacial de María –a la derecha del espectador y a la izquierda del grupo–, José restituido en su lugar, con cayado y un extraño arco del triunfo, medio arruinado, en el fondo que sirve de cobijo al buey y la mula –bien distintos de los dispuestos por Piero della Francesca–, cuyo aliento tibio, apenas servirá como alivio del clima frio decembrino.

Con todo ello, con todo el desorden manifestado en los casos citados, podríamos concluir el engaño de la proxémica y de la kinésica. Aún en asuntos tan rigurosos como estas historias sagradas. 

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