Este artículo es un comentario del libro de Juan Soto Ivars Esto No Existe. Se trata de un fenómeno editorial que ha llegado a toda la sociedad y es de sobra conocido de qué trata, así que voy a decir muy poco sobre su contenido. Sólo recomendar que lo leáis, considero que es un libro que hay que leer si queréis saber cuál es la realidad del país en el que vivís y cómo nos miente el feminismo dominante así como todas las instituciones que ha colonizado (partidos políticos, sistema judicial, prensa, medios…). Nos mienten sobre todo lo que Juan revisa en su libro:; la violencia de pareja, las denuncias falsas, la Alienación Parental, los infanticidios, absolutamente todo.
Lo que hace Juan con este libro es un servicio público, es dar voz a tanta gente que está soportando una situación injusta y a la que nadie escucha. Es como si nos estuviera llamando la atención sobre un incendio que nadie ve o no quiere ver. Lo que nos dice es: “¡eh, que hay un incendio ahí!” Sólo por eso creo que toda la sociedad debemos estar agradecidos por su trabajo y su valentía. Es una situación que los políticos deberían haber abordado hace mucho tiempo pero nadie se atreve (con la Iglesia Feminista hemos topado) y por eso creo que es justo agradecer a Juan lo que ha hecho. Ahora es cosa nuestra si apagamos el incendio o dejamos que siga devorando el bosque.
Lo que yo quiero tratar aquí es precisamente ese aspecto de lo que este libro significa: ¿Y ahora qué? ¿Qué hacemos? ¿Qué es lo siguiente? ¿Qué va a pasar ahora? Y para intentar contestar esas preguntas voy a utilizar las ideas del último libro de Steven Pinker, When Everyone Knows That Everyone Knows…: Common Knowledge and the Science of Harmony, Hypocrisy and Outrage. Pero antes quiero señalar sólo una cosa muy breve sobre la violencia de pareja.
Juan se desgañita en varios lugares del libro intentando transmitir al lector que la violencia de pareja por la que se ponen en torno a 200.000 denuncias al año no es el tipo de violencia de extrema gravedad, como el caso de Ana Orantes, sino que son pequeñas peleas por conflictos de la vida cotidiana como que una pareja se insulta y se empujan mutuamente. Voy a intentar explicar yo este aspecto porque efectivamente mucha gente no lo conoce.
Aquí explico los dos tipos de violencia de pareja. Muy resumido, Michael P. Johnson (1995) propone dos tipos de violencia de pareja:
–Terrorismo íntimo / Violencia Coercitiva de Control: una violencia grave, unidireccional (más hombres perpetradores y mujeres víctimas, pero también al revés y en parejas LGTB), motivada por el deseo de control total. Es minoritaria.
–Violencia situacional / común de pareja: leve, bidireccional, surgida de conflictos que se desbordan. Es la inmensa mayoría (≈75 % según el propio Johnson) y es la mayor parte de esas 200.000 denuncias.
Lo importante es que la sociedad y las leyes tratan toda violencia de pareja como si fuera del tipo grave (violencia coercitiva de control), cuando en realidad la inmensa mayoría es situacional o leve. Esto lleva a intervenciones inadecuadas o incluso peligrosas: prohibir terapia de pareja, aplicar siempre el modelo Duluth, órdenes de alejamiento automáticas, etc., cuando en la mayoría de casos lo sensato sería precisamente terapia de pareja o mediación y no judicializar esos pequeños conflictos.
Esta violencia leve no tiene nada que ver con el machismo ni el patriarcado, es tanto violencia del hombre contra la mujer como de la mujer contra el hombre, ocurre en parejas heterosexuales pero también en parejas gais y lesbianas. La convivencia entre seres humanos (parejas, hermanos, padres e hijos, etc.) implica conflictos en la vida cotidiana. En la violencia más grave sí juega un papel el machismo pero es una violencia multifactorial en la que también entran en juego trastornos mentales, consumo de sustancias, trastornos de personalidad, etc. Quería sólo señalar que la mayor parte de la violencia de pareja es una violencia leve, común o situacional. Seguimos.

El Emperador está desnudo
Para mí es bastante claro que Juan Soto Ivars es como el niño del cuento que dice que el emperador está desnudo al denunciar una realidad que estaba ahí pero que nadie quería ver. Se nos intentaba hacer creer que las denuncias falsas no existen de la misma manera que en el cuento nos intentaban convencer de que el emperador estaba vestido. Juan lo que ha conseguido es que la existencia real de las denuncias falsas ahora sea “conocimiento común”.
Pinker distingue varios niveles de conocimiento pero los dos que nos importan aquí son:
1-Conocimiento de primer orden: “Yo sé algo”.
Ejemplo: un juez sabe que ha visto decenas de denuncias falsas en su juzgado. Un abogado sabe que ha defendido a clientes inocentes arruinados por una denuncia instrumental. Un hombre sabe que su ex le denunció falsamente para quedarse con la custodia. Miles y miles de personas sabían que existían denuncias falsas.
2-Conocimiento común (de segundo orden o superior): “Yo sé que tú sabes que yo sé que todos sabemos…”.
Esto es lo que realmente mueve el mundo, porque solo cuando algo llega a este nivel la gente se atreve a hablar en público, a actuar, a desafiar el statu quo sin miedo al ostracismo. En el cuento del emperador todo el mundo ve que el rey está desnudo, esto es un conocimiento de primer orden. Pero nadie se atreve a decirlo porque no sabe que los demás también lo ven, no hay conocimiento común. El niño grita “¡está desnudo!” y de repente todo el mundo se entera de que los demás también lo veían, se crea conocimiento común y todo el hechizo se rompe y la gente empieza a reírse del rey.
Entonces, en términos de Pinker, lo que ha conseguido Juan con este libro es romper la segunda capa del conocimiento común. Antes mucha gente sabía en privado que había denuncias falsas (jueces, abogados, policías, incluso algunas feministas discretas lo reconocían en petit comité). Pero nadie sabía que los demás también lo sabían, así que nadie se atrevía a decirlo en público. Eso es el clásico “secreto a voces” que mantiene el hechizo.
Al publicar el libro (y al resistir el linchamiento que le ha caído encima), Juan ha hecho que esa realidad pase de ser un secreto a voces a ser conocimiento común de segundo orden: ahora todo el mundo sabe que todo el mundo sabe que las denuncias falsas existen y son un problema real y cuantioso. Y eso es lo que rompe el hechizo: cuando ya nadie puede seguir fingiendo que lleva traje sin quedar en ridículo. Antes, si lo decías, te destruían social y profesionalmente. Por tanto, cada uno pensaba: “Yo lo veo, pero seguro que soy de los pocos… mejor me callo”. Resultado: el traje invisible funcionaba perfectamente. La mentira se mantenía. Pero ahora el feminismo hegemónico y las instituciones ya no nos pueden seguir contando el mismo cuento porque sabemos la realidad: el feminismo está desnudo. Exactamente como el niño del cuento.
Ahora mismo, en España, cuando alguien diga “las denuncias falsas son un problema grave”, ya no puede ser ignorado o linchado con la misma facilidad, porque todo el mundo sabe que mucha otra gente también lo piensa. El hechizo está roto o, al menos, muy agrietado. Juan ha convertido un secreto a voces (conocimiento privado masivo pero no público) en conocimiento común real, y eso es lo que permite que, por primera vez desde 2004, se pueda empezar a hablar del tema sin ser automáticamente excomulgado.

¿Y qué pasa ahora?
La cuestión que me interesa tratar es, como os decía: ¿Qué pasa ahora? ¿Cómo va a reaccionar la corte del emperador? ¿Cuál es el futuro de este tema de la violencia de pareja? Os voy a dar dos posibles escenarios, lo que lógicamente tal vez debería ocurrir y lo que yo creo que realmente va a ocurrir.
Escenario Uno: Lo que sería deseable que pasara.
Lo primero que podríamos esperar sería una fase de linchamiento y de resistencia feroz. El feminismo institucional (ministerio, medios, TVE, etc.) se enroca al 100 % y ataca a Juan. Parece que es lo que estamos viviendo: intentos de cancelación, boicot a presentaciones, presión a librerías (ya ha pasado en Valencia y Murcia), ataques y descalificaciones contra Juan y la mayoría por personas que no se han leído el libro. Repetiendo falsedades como que Juan niega la violencia de género, lo cual es directamente mentira.
Pero si el libro se convierte en un best-seller, como ya está ocurriendo, y se lee y se comenta entre todo el mundo (padres divorciados, grupos de abogados, policías y jueces, etc) podría surgir un debate o una conversación alrededor del tema. Podrían aparecer testimonios públicos de hombres (y de mujeres familiares de estos hombres como esposas, hermanas o madres) explicando el terrible daño que las denuncias falsas han supuesto en sus vidas. Poco a poco tal vez jueces y abogados podrían sumarse a la conversación y aparecer diciendo cosas como “llevamos años viendo esto y no podíamos hablar pero hay que hacer algo”. El PP y Vox podrían llevar el tema al Congreso: proposiciones no de ley para revisar la Ley de 2004, para corregir lo relativo a la igualdad ante la ley y la presunción de inocencia así como medidas de protección a los hombres denunciados falsamente, etc. Asumir que las denuncias falsas son un tipo de maltrato y un tipo muy grave: violencia de pareja legal y administrativa. El PSOE probablemente mostraría un rechazo inicial pero, si la ola de cambio sigue, al final aceptaría realizar una reforma y los cambios legislativos. No se derogaría la ley de Violencia de Género pero se introducirían parches principalmente en el sentido de desideologizar todo el problema de la violencia de pareja (mal llamada violencia de género).
En definitiva, es un escenario en el que la sociedad reacciona poco a poco y se realizan poco a poco los cambios que la situación demanda. El tabú está roto irreversiblemente.
Al principio se intentaría matar al mensajero pero el mensaje ya está en la calle y no hay forma de volver a meterlo en la botella.

Escenario Dos: Lo que yo creo que va a pasar
Yo creo que todo esto, ese cambio gradual que sería deseable no va a ocurrir y explico las dos razones por las que lo creo. La primera es que opino que no hay una narración o relato alternativo emocionalmente atractivo. El fondo de este problema es la teoría de la violencia de pareja que maneja la sociedad. Tendríamos que cambiar la visión teórica o el marco con el que entendemos la violencia de pareja. Me explico. Hay, resumiendo mucho, dos visiones fundamentales en el problema de la violencia de pareja. Una es la visión sensata, la visión criminalista y psicológica basada en datos y estudios. La otra es la visión feminista que es una visión ideologizada que gira alrededor del patriarcado y que lleva 50 años dominando el relato tanto a nivel nacional como internacional. Es la visión que se ha traducido en leyes como nuestra ley de Violencia de Género con los problemas que Juan trata en su libro. La propia terminología “violencia de género” es un concepto feminista y sesgado, en realidad la literatura científica maneja el concepto de violencia de pareja y es algo que ocurre también en parejas homosexuales y perpetrado por la mujer hacia el hombre. Pero el relato feminista se ha impuesto, la sociedad lo ha comprado. Los hombres oprimen a las mujeres y la causa de la violencia de pareja es sólo el machismo. No hay enfermedades mentales, consumo de drogas, trastornos de personalidad, ni otros factores; no existe la violencia de pareja común de baja intensidad que es bilateral y recíproca, etc. Todo es machismo. Punto.
Si abandonamos el relato feminista llegaríamos a ver la violencia de pareja como otros delitos, la convivencia humana es conflictiva y sobre todo la de pareja, y ocurre lo mismo en parejas de lesbianas y gais. Y supone aceptar que no se va a erradicar la violencia de pareja ni los homicidios de pareja como no se van a erradicar los homicidios en general o los robos y atracos. Quiero decir que esta visión es mucho menos glamurosa que la otra Y sobre todo le falta una cosa muy importante que señala Eric Hoffer en su libro True Believer: tú puedes hacer un movimiento de masas o una revolución sin un dios pero no sin un demonio. La narrativa feminista tiene un demonio fantástico: el patriarcado y los hombres. Pero la narrativa real, según la criminología, no tiene ese elemento, todo se reduce la naturaleza humana y eso es muy prosaico (“la violencia de pareja es multifactorial, bidireccional, afecta a todos los sexos y orientaciones, y nunca se erradicará del todo”). Por eso creo que como no hay un discurso alternativo atractivo que abrazar, el libro de Juan se olvidará y esta rebelión contra la dictadura feminista se quedará en un conato sin mucho recorrido.
Hay una segunda razón, aunque relacionada con lo anterior. Ya he hablado otras veces de la Teoría Diádica de la Moral. Esta teoría dice que la moral humana funciona con una plantilla muy básica donde hay un actor o perpetrador y una víctima. El perpetrador tiene agencia y responsabilidad y la víctima no tiene ninguna de esas cosas y sólo tiene capacidad de sufrir. Una derivación de la teoría es el llamado Encasillamiento Moral: el perpetrador sólo puede ser perpetrador y la víctima sólo puede ser víctima. ¿En qué se traduce esto? Lo explico en dos partes:
Por el lado de la mujer – la víctima-, ocurre que la mujer no puede ser perpetradora de violencia aunque la realidad diga que sí lo es. Las mujeres cometen violencia contra su pareja en parejas hetero y homosexuales y las mujeres cometen neonaticidios, infanticidios y filicidios. Pero esto no existe, lo borramos de la realidad y no tenemos por ejemplo datos de filicidio en España ni de homicidios de pareja donde los hombres son la víctima. Por eso las mujeres no ponen denuncias falsas (sólo el 0.001%) porque las denuncias falsas, como muy bien señala Juan, son una forma de maltrato –La violencia legal y administrativa– y las mujeres no pueden ser maltratadoras, por definición, sólo pueden ser víctimas.
Por el lado del hombre -el agresor-, el hombre no puede ser víctima, no puede ocurrir que los hombres tengan desventajas o discriminaciones, y si las sufren es por su propia culpa y responsabilidad, ellos nunca son víctima de la sociedad o de las circunstancias. Los hombres son las principales víctimas del suicidio, accidentes laborales, sinhogarismo, fracaso escolar, etc. pero todo eso se niega y se borra porque no encaja con la visión del hombre como agente opresor. Todo eso no existe o, si existe, es culpa de los propios hombres.
Un resultado de este funcionamiento dicotómico de la mente moral humana es muy importante para el tema que estamos tratando: la brecha de empatía que tiene la sociedad entre hombres y mujeres, es decir, la sociedad tiene una gran empatía para los problemas de las mujeres y ninguna para los problemas de los hombres. El problema de las denuncias falsas afecta fundamentalmente a los hombres, a los padres que se quedan por ejemplo sin ver a sus hijos. Como muy bien dice Juan, también afecta a las mujeres porque los hombres tienen madres, hermanas, esposas e hijas, pero la primera víctima son los hombres (que se merecen lo que les pase) y las mujeres son víctimas secundarias menos importantes en este caso. Lo dijo Quico Alsedo en una entrevista en el Purgatorio (un programa de The Objective): “Y aquí estuvo Quico Alsedo en verano y hablamos sobre Algunos Hombres Buenos, (un libro de Quico). Y él me decía una cosa, un poco apesadumbrado, pero es así: «Creo que he llegado a la conclusión de que a la gente no le interesa escuchar historias de hombres que lo pasan mal». Así es, hoy por hoy los problemas de los hombres no interesan igual que los de las mujeres. Hay una brecha de empatía y la sociedad no muestra ninguna empatía hacia los problemas de los hombres.
La sociedad otorga un status especial a la víctima. La mujer esta reconocida como la víctima y sus representantes (el feminismo) tiene un alto estatus moral. Ir contra él supone ser el malo de la película y nadie va a tener por ahora el valor de enfrentarse a esa narración. El hombre, por contra, es el opresor y no tiene ningún estatus. Toda acción de hombres contra el feminismo está condenada al fracaso. En el libro cuenta Juan que un entrevistado le dice que de esta situación nos van a sacar las mujeres, porque ellas también están afectadas como madres, hermanas, hijas y esposas por el tema de las denuncias falsas. No lo creo. Cualquiera que vaya contra la doctrina feminista se auto-excluye del grupo de buenas personas, pasa a ser malo moralmente, un traidor, alguien con “falsa conciencia”, como decía el marxismo…aunque sea mujer.

Conclusion
Mi conclusión, después de todo lo que hemos tratado, es que el libro de Juan es de obligada lectura, difícil de rebatir porque lo que relata son hechos y de momento no he leído a nadie refutar absolutamente nada de lo que dice. Y, como os decía, es un gran servicio a la sociedad -al igual que el libro de Quico Alsedo y algunos otros libros que espero que me perdonen si no los cito- por el que todos tenemos que estar agradecidos. Pero opino que no es suficiente para producir un cambio y que no va a hacer mella en el poder del feminismo institucional. Van a seguir ocurriendo cosas como éstas:
-No se va a modificar la ley de Violencia de Género ni la normativa relativa a las denuncias falsas.
-Se va a seguir negando y prohibiendo la Alienación Parental, a pesar de que es de sentido común que los padres (tanto hombres como mujeres) instrumentalizan y manipulan a sus hijos en contra del otro miembro de la pareja, porque sencillamente es la naturaleza humana y las mujeres, que sepamos, son también seres humanos y no ángeles. El argumento del feminismo dominante es de cartón: que la Alienación Parental no está en el DSM-5. Eso es una disculpa incongruente porque tampoco está la Violencia Vicaria y no tienen ningún reparo en usar y potenciar este falso concepto. Porque la llamada Violencia Vicaria es en realidad Filicidio por Venganza y lo cometen en la misma proporción hombres y mujeres como muestra este estudio.
-Seguiremos sin tener datos de violencia cometida por las mujeres, como en el caso de los filicidios. Estos datos muestran que mujeres y hombres cometen este delito por lo menos en proporción similar y eso no viene bien al discurso feminista. La mujer aparecería como perpetradora de violencia y encima contra criaturas inocentes…demasiado difícil de digerir para el discurso dominante. No podemos dejar que la realidad nos estropee una buena teoría.
En definitiva, aunque Juan ha conseguido que el maltrato producido por las denuncias falsas sea conocimiento común en terminología de Pinker, como dice el refrán, donde manda capitán, no manda marinero.
PS- Hace unos años revisé la literatura sobre violencia de pareja y escribí al respecto en el blog. Os dejo algunos artículos por si queréis leer sobre ello:

–Hallazgos acerca de la violencia de pareja del estudio Dunedin
–El feminismo y la violencia en parejas homosexuales
–Homicidio de pareja íntima. La salud mental de los homicidas de pareja