Cristales. Ventanas. ¿Cuánto tiempo pasamos mirando la vida a través de un cristal? Escuelas, coches, trenes, aviones, oficinas, hoteles, autobuses, hospitales, bibliotecas, nuestra propia casa. ¿Cuántos segundos, minutos, horas pasamos mirando al otro lado, al exterior, al frío o al calor, a la lluvia o el viento, a la vida inmóvil o a la vida veloz, la vida rauda que casi no llega a percibirse desde nuestro cómodo asiento. ¿Y cuánto tiempo pasamos mirando el cristal mismo, el espacio aparentemente liso y aburrido que nos separa, nos aísla y nos protege. El cristal tiene sus manchas, sus golpes minúsculos, sus surcos deliberados o no. El cristal tiene su historia y nosotros la conocemos, la imaginamos, la compartimos. Y, a veces, hasta formamos parte de ella. ¿Y cuántas veces no somos nosotros los observados, los que son vistos por otros hombres a través de otros cristales? ¿Los que somos interrogados con la mirada muda del paseante, del viajero, del turista? El cristal muestra el mundo en las dos direcciones. El cristal guarda su historia con paciencia. Y mientras el mundo continua su camino.
*Todas las imágenes son de Alfonso Vila Francés
Preciosa metáfora de la vida y el mundo