No sabía lo que iba a ver cuando me senté en el sillón la otra noche, después de cenar, cuando hay que seleccionar una película con cierta rapidez y, a veces no es tan fácil, si no se tiene pensada de antemano. “Hay una nueva de Di Caprio” dijo alguien y pronto apareció en Neflix con unos títulos de crédito muy coloridos (no sé si “pop” sería la palabra) y una chica joven, Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence),que comienza a mirar rutinariamente las estrellas en ordenadores, con una melena pelirroja y algunos piercings, mientras tarareaba algo que oía por sus casquitos como para entretenerse en su presumiblemente larga jornada laboral de doctoranda. Pura rutina en la gente que se dedica a la astrofísica se supone. Hasta que de pronto apareció algo en la pantalla que no era una estrella, ni debería estar ahí y que pronto sabemos que es un cometa que se aproxima a la tierra y probablemente la destruya en unos seis meses, según calcula el ansioso y un poco derrotado (se nota en su desaliño, en su pelo apelmazado, en su ceño fruncido) profesor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio) que de inmediato, de acuerdo con la chica se plantea que debe hacer algo para evitarlo. Ese es el punto de partida, visto multitud de veces en otras películas, que pretende atrapar al espectador y conducirle a una especie de acertijo, donde se admiten apuestas, y que se supone que sucede en la realidad actual del mundo: ahora. Una calamidad está a punto de ocurrir (es dificil no cambiar el cometa por una pandemia o una posibilidad de un cambio climático catastrófico, por ejemplo) ¿sirve de algo intentar hacer algo tal como funciona el mundo ahora?, ¿tal como son los lideres políticos ahora?, ¿tal como es el mundo de la comunicación , de las redes sociales, ahora?, ¿tal como es el talante moral y la actitud de la mayoría de la gente ahora, incluso , probablemente el del espectador? En definitiva: ¿tenemos capacidad de evitar una catastrofe que sabemos que va producirse si no se hace algo?
Comienza entonces una carrera contra el tiempo para que los poderes reaccionen, para que la opinión pública se entere y presione, para que alguien haga algo eficaz al conocer una noticia que no tiene dudas científicas, que pronto incluso podrá vislumbrarse en el horizonte solo mirando hacia arriba. Hay gente que está en su sitio y aparece a tiempo como el Dr. Clayton “Teddy” Oglethorpe (Rob Morgan), jefe de la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA, una organización gubernamental que parece tener pocos medios, acaso solo poder comunicar directamente, con muchas dificultades, con la presidencia. Esa es quizá la fase más cómica de la película en la que es muy fácil fantasear con concomitancias con los gobiernos que tenemos más cerca. La presidenta narcisista de las gafas rojas ( Meryl Streep) con todos los aspavientos y trucos del mundo para sobrevivir en el poder sin saber de nada. El hijo tonto y arrogante que es su jefe de gabinete (Jonah Hill); el orondo general del Departamento de defensa (Paul Guilfoyle) que es capaz de cobrar los snacks y el agua gratis de La Casa Blanca a los protagonistas que esperan en la puerta del despacho oval sabiendo que inevitablemnte no tardarán en darse cuenta (estupendo el artículo de Jabois sobre ese detalle); Peter Isherwell (Mark Rylance), el millonario, fundador y CEO de la compañía tecnológica Bash, el que realmente cree saber de verdad y mandar y sugiere cosas muy bajito, con voz aflautada en la versión española. Todos se supone que un poco identificables en el mundo norteamericano.
El darse cuenta de lo dificil que es hacer creer la verdad en la época en que todo se suponen fake news y se trafica con ellas y se bromea y se dan por descontadas o se juega en los medios de comunicación con mucha distancia y bromas enlatadas. El programa de máxima audiencia donde la chica pierde los nervios, el Xanax (alprazolam) al que tiene que recurrir Randall, cada vez con más frecuencia, ante el fracaso de sus gestiones incluso cuando el cometa aparece en el cielo y todo el mundo mira ya arriba aunque la presidenta niegue la evidencia y pida a sus seguidores que miren hacia delante y la voten de nuevo a ella y se haya puesto en marcha todo un juego de intereses económicos y geoestratégicos ante una opinión pública fragmentada. La resignación ante lo que parece inevitable. La busqueda de los refugios que se suponen profundos, (el amor, la familia) aunque parezcan tener ya muy poco brillo, aunque sean cutres y la chica haga el ultimo amor con Yule (Timothée Chalamet), un patinador algo colgado al que encuentra por casualidad en un supermercado, sin demasiado entusiasmo y Randall se reconcilie con su familia evanescente, a la que se une Kate, Teddy y Yule, en una presumiblemente ultima cena donde se habla de cosas tan profundas como las diferencias de las tartas de manzana, naturales o de supermercado, y los afectos sean tan etéreos como para que Randall solo sea capaz de tocar el hombro a un hijo para tratar de decirle algo que no se sabe o terminar musitando: “En realidad lo teniamos todo…bueno si lo piensas bien”. Y que solo Yule sea capaz de decir una oración que a todos les parece extrañamente reconfortante como si hubieran vuelto a un origen del que no debieron nunca salir, lo cual lo dice todo del grado de nihilismo que desprende la película.
Querido Padre y todopoderoso creador
Danos tu gracia esta noche a pesar de nuestro orgullo; tu perdón a pesar de nuestra duda. sobre todo Señor te pedimos que tu amor nos ayude en estos momentos oscuros según tu divina voluntad con valor y aceptación sincera. Amén
Debo decir que a partir de un determinado momento que no llegó ni a la media hora tenía de continuo la irritación de estar viendo una pelicula incomprensiblemente mala desde muchos puntos de vista, con todos los actores y los recursos que tenía. Y, además, con un director como Adam McKay que había hecho películas como “La gran apuesta” y “El vicio del poder” o provenía de Saturday Night Live. Había situaciones graciosas, pero todas parecían gastadas, de segunda mano, demasiado previsibles, dejando fuera muchas cosas que podían haber sido pertinetes pero que quizá era peligroso tratar. Podía tomarse como una parodia de cierto cine quizá tipo “Aterriza como puedas” pero se movía en un nivel intermedio que no dejaba deslizarse del todo a lo estrafalario. Algo esencial fallaba en el guión que incluso sepultaba los posibles aciertos y quizá hasta la pertinencia actual de la pregunta, visto lo visto durante los últimos años en el mundo occidental. ¿Tenemos salvación con la tropa que nos dirige? ¿tenemos salvación tal como percibimos que es la mayoría de la gente según nos la devuelven o las conforman los medios de comunicación o las redes sociales (“rezar, o follar: prefiero beber y rajar de la gente” dice la periodista interpretada por Cate Blanchett cuando cree de verdad que todo se acaba? Y luego la pregunta individual: ¿Merece la pena que intentemos hacer algo en un mundo así, donde parece que estamos rodeados de gente así?
Quizá, pasado el tiempo, esta película irrelevante contenga la evidencia del nihilismo que recorre occidente, del olvido de todos los valores que le dieron sentido y por los que alguna vez mucha gente supo luchar y ganar. En medio de una pandemia evidentemente muy mal gestionada y de la posibilidad de un cambio climático se hace precisamente esta pelicula. En otros tiempos, donde se cernía también un cataclismo, Hollywood hizo peliculas como “Casablanca” o “Forja de corazones” que, cosas del azar, apareción al día siguiente, como para mostrarme lo que han cambiado los tiempos y la fe en la condición humana. Casi tuve que refugiarme en fantasear en la verosimilitud de esos 36 hombres justos que dicen que cada generacion sostienen, a pesar de todo, el mundo, aunque luego lleguen al cielo tan helados por el esfuerzo, que Dios tiene que calentarlos con los dedos durante más de mil años para que su alma se abra al paraiso. !Que tiempos tan locos!
Yo vi dis cosas. En primer lugar una pelicula malisima y aburrida.
Y luego me pregunte si el guionista u fitevtor McKay no habría pretendido hacer un guiño quijotesco para burlarse de las películas del mismo tipo o similares catastrofismos y caballerías espaciales, que las hay a cientos, y todas malas. Pero claro, McKay no es Cervantes. No se, es solo una idea.
Suelo. Nada más
Suelo. Nada menos.
Y que te baste con eso.
Porque en el suelo los pies hincados,
en los pies torso derecho,
en el torso la testa firme,
y allá, al socaire de la frente,
la idea pura, y en la idea pura
el mañana, la llave
—mañana— de lo eterno.
Suelo. Ni más ni menos.
Y que te baste con eso.
(Pedro Salinas)