El primer desencuentro que tuve con María Paz Guerrero fue después de una lectura de poesía. La escuché recitar en vivo y, cuando terminó el evento, le dije que entendía su poesía como algo muy visceral. En ese momento no dijo nada, creamos una ilusión de consenso, pero supe que nos habíamos desencontrado cuando retomó el tema días después. María Paz dijo que entendía la poesía visceral como algo adolescente, muy conectado con lo emocional. Me expliqué: para mí, la poesía visceral es aquella que sale bien de adentro, la que se construye desde las vísceras. Lo discutimos, pero no estoy segura de que hayamos reparado el desencuentro. Es difícil olvidar la fractura en un primer intento comunicación.
Me animé a proponerle esta entrevista porque creo en las segundas impresiones; sin embargo, lo que me confirmaron sus respuestas es que seguimos sin encontrarnos. Debo confesar que esto me fascina: no hay nada mejor que aprender y disfrutar del diálogo con alguien que piensa distinto, o mejor aún, con una poeta que piensa totalmente diferente y posee una visión muy particular del mundo.
Les invito a sumergirse en esta conversación, donde fluctuamos entre nuevos desencuentros y las posibilidades de dialogar desde la diferencia y la fragilidad. Les invito a salir de lo dual, a creer en la disonancia. Tal vez la sutileza de los matices haga posible una nueva dimensión de encuentro.
1. Estudiaste literatura en Colombia, luego te fuiste a Francia por tu máster y actualmente estás cursando el doctorado en España, país donde recientemente publicaste Ranura: ¿Crees que estos movimientos migratorios tienen que ver con tu lugar de enunciación como poeta
Me interesa mucho el espacio geográfico de Colombia, los cambios de temperatura cuando viajas en carro, su paisaje desbordado. Mi relación con el español está mediada por haber estudiado desde los 4 años en el liceo francés. Es como si hubiera aprendido a tener un vínculo extranjero con mi lengua materna, que me da una libertad obscena en español. Me atrevo a todo en mi lengua. En francés había que estructurar, en español podía imaginar. Una vez en Francia, mientras hacía mi maestría, seguí leyendo a los poetas en esa lengua, a Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé, Henri Michaux, Francis Ponge y a Antonin Artaud. Todos esos universos estallados, extasiados atraviesan mi poética.
Ahora, en España, me encuentro de nuevo en Europa pero en castellano. “Ranura: antología poética 2018-2022” es un proyecto que reúne poemas de mis tres libros: “Dios también es una perra”, “Los analfabetas” y “Lengua rosa afuera, gata ciega” con una sección al final de poemas inéditos. Tiene un prólogo del poeta Alfredo Saldaña y salió en la editorial de poesía Olifante radicada en Zaragoza.
2. Diana Bellessi, poeta argentina, dice que la poesía es “la pequeña voz del mundo”. Te he oído hablar de la importancia de lo cotidiano y lo plural, dos elementos muy presentes en tu obra: ¿Crees que la oralidad influye en tu poesía?
La poesía me permite captar la intensidad de la vida. Captarla o, más bien, cogerla como si fuera un pedazo de arcilla que puedo amasar. Y untarme. La intensidad de la vida la descubro en la gente y en la manera cómo hablan, los acentos, las expresiones, la ternura, la ira. El ritmo con el que el lenguaje va moldeando los cuerpos y la manera como la vida se cuela en el lenguaje y lo trastoca.
3. Encuentro en tu poesía cierta musicalidad desde la articulación de las palabras, la exploración del espacio, del lenguaje: ¿Qué te pasa con el ritmo y la cadencia? ¿Cuál es el desafío al que te enfrentás a hora de elegir las palabras? ¿Pensás que la puntuación limita el poema?
En “Los analfabetas” sí hay puntuación, por lo que no hago un uso totalizador de esa supresión de la puntuación. En “Dios también es una perra” no hay puntuación porque quiero que el lector arme las frases como él quiera y que el poema se desparrame con un ritmo acelerado.
En “Lengua rosa afuera, gata ciega” las sílabas alalale lalale aparecen repetidas, a lo largo del libro, como uno de los coros que le dan unidad a la obra. Estas sílabas son fragmentos sonoros que los cantantes de salsa suelen entonar. Es como el origen del lenguaje en unas sílabas que no configuran un sentido.
La sonoridad me permite volatilizar el lenguaje, darle aire. En “Lengua rosa afuera, gata ciega” hay versos que se repiten a lo largo del libro, como los derviches giróvagos. En realidad, busco una danza. Pero desestructurada. Una danza rota en la que los huesos se parten y craquean.
Desde las sílabas sonoras, hasta la totalidad de la obra hay una búsqueda rítmica que no apunta a la armonía. Es, más bien, chirriante. Las palabras se quedan pegadas entre sí. Si lees el libro en voz alta vas a encontrar que su sentido se da por asociación sonora, por los coros, las repeticiones, las variaciones y la diseminación de las imágenes. Es una composición eminentemente sonora.
4. En otra entrevista decís que tu poesía es “una apuesta por habitar la deconstrucción” y, al hablar de la visión inculcada desde la tradición, afirmás: “Abandono la noción de que el poema tiene imágenes que significan algo. Abandono la redondez del sentido y de la totalidad de la estructura”. Partiendo de esas afirmaciones: ¿Cuál es el papel del juego en la creación poética?
Quiero capturar la presencia de la vida y no su significado. En esa presencia no hay lenguaje articulado, hay otra manera de configurar el sentido. Esto supone poder ver nacer esa forma en que aparece un orden singular mientras se escribe. Es estar descerebrado, pero con espíritu, es tener un pensamiento desde las células, o componer a punta de respiraciones. Para mí es devenir.
5. Durante la presentación de Lengua rosa afuera, gata ciega dijiste que pensás tus libros como un todo y no como poemas separados, comentaste que preferís establecer un hilo al cual vas convirtiendo en un tejido al “ir engordando las partes del libro”. El universo del libro estallando en medio del caos. Yuyito Noé, artista plástico argentino, dice que “el caos es la dinámica de los cambios permanentes, es lo imprevisible, la lógica de lo que se quiebra constantemente y no nos damos cuenta”: ¿pensás que tu búsqueda poética puede estar en relación con esa noción de caos?
Cuando digo que “Lengua rosa afuera, gata ciega” lo pensé como un libro y no como poemas sueltos es porque me interesa la estructura coral y polifónica que se desencadena en la totalidad de la obra. Es importante que esas repeticiones -que funcionan como un refrán- se instalen en el cuerpo del lector.
No me interesa el caos. Me interesa componer un orden con herramientas no lineales. De la cita que propones me quedo con el cambio y lo imprevisible. En “Lengua rosa afuera, gata ciega” utilicé el montaje con letras de canciones de salsa y de música llanera que se cuelan en el poema. También me interesa cortar el poema en el lugar justo donde se va a redondear el sentido. Antes de que se coagule.
6. En esa misma presentación decís que tu poesía es “una investigación sobre las posibilidades de la violencia” y afirmás: “los movimientos brutales me importan, tal vez porque vivimos en un país muy violento, estamos rodeados de esa violencia permanentemente”. Cuando hablaste de Los Analfabetas dijiste que tu intención fue abordar “la violencia de las jerarquías” y no puedo dejar de pensar en que también vemos esa violencia representada en la figura de Dios en Dios también es una perra. Alfredo Saldaña reflexiona sobre tu trabajo en el prólogo de Ranura y dice que tu voz es “una voz dotada de una formidable potencia crítica”: ¿Te interesa el acto creador como forma de militancia? ¿Crees que la poesía tiene un papel o función dentro de la literatura?
¿Acaso hablar de violencia supone militar? Pienso que la potencia crítica no tiene que ver con escribir una poesía que toma partido por un bando de manera directa y construye una estética panfletaria. Mi pregunta apunta a las condiciones de posibilidad de representación de la injusticia hoy. Me interesa hablar de la exclusión, del racismo, de la fragilidad, del clasismo, de la pobreza, ¿eso es militar? Me interesa pensar desde la fragilidad, con un lenguaje tembloroso, que duda y se detiene, con una gata ciega que se da totazos y se la quiere.
7. Existen diversas maestrías en escritura creativa; sin embargo, hace poco me dijiste que la Universidad Central de Colombia es pionera en proponer un pregrado de creación literaria. Como docente de este pregrado: ¿Qué percibís que pasa con los estudiantes en estos espacios donde la literatura está enfocada en la creación y no necesariamente en la investigación o la crítica?
A lo largo de su formación, los estudiantes de creación literaria se preguntan por la manera en que se configura su voz literaria, cómo se elabora un universo estético y qué sucede con el pensamiento durante la creación. Escribir es, entonces, una manera de investigar. Yo noto que cuando están en tesis los estudiantes quieren -verdaderamente- hacer un texto literario. Trabajar con estudiantes que desean es una forma de felicidad.
8. Dijiste que “la poesía nos permite investigar la realidad”, pero creo que hay algo de esa realidad que siempre se nos escapará, aún con la intención de acercarnos a investigarla de manera minuciosa o “hiperrealista”, como dijo Juliana Muñoz Toro sobre tu mirada poética: ¿Crees que existe una diferencia entre lo no dicho y lo indecible?
Afortunadamente dije investigar la realidad para dejar el campo abierto porque si hubiera dicho dar cuenta de la realidad entonces estaría hablando de realismo y referencialidad que, además, nada tienen que ver con los asuntos del caos por los que me preguntaste más arriba. No sé si soy minuciosa en mi investigación, es decir que no creo que en mi poesía haya una intención de minuciosidad realista. Creo que cuando Juliana Muñoz Toro habla de hiperrealismo se refiere a una exageración realista, a una especie de insistencia en los asuntos de la materia.
¿Todo poema que utilice un lenguaje oral o que nombre objetos de la vida cotidiana o, incluso, escenas que se pueden ver como fotos, es realista? ¿Es posible entonces un caos realista?
La poesía tiene que ver con lo indecible, aquello que existe, pero no pasa por el lenguaje. Ahora bien, ¿lo no dicho es lo que se omite? No creo que me haya interesado en mi obra por lo escondido o lo censurado.
9. Hay unos versos de Bellessi que dicen: “He construido un jardín como quien hace / los gestos correctos en el lugar errado. / Errado, no de error, sino de lugar otro, / como hablar con el reflejo del espejo / y no con quien se mira en él”. Entendiendo el error como lugar otro: ¿Qué papel juega la corrección en tu proceso creativo?
La corrección es la escritura. Trabajo de una manera muy aguda en esa fase. Cada palabra de cada poema ha sido sopesada varias veces: leo en voz alta, me grabo, escucho los poemas, los cuelgo en la pared para mirarlos. Los dejo descansar. Cambio, tacho, borro, reescribo. Ellos crecen.
10. Habitás la lectura desde pequeña. Creciste rodeada de libros, entre la biblioteca de tu papá y de tu mamá. Te has dedicado a las letras como docente e investigadora. Sobre la manera de encarar esa voracidad, dijiste: “Creo que leer cavando en los textos, hasta llegar al centro de la tierra, es la mejor manera de ser escritor”: ¿Cuál es la importancia de la lectura en tu manera de concebir la poesía?
Leo intensísimo. Me fascinan los moluscos porque avanzan lento, dejan esa huella y, sobre todo, van prendidos a la cosa. Soy una babosa que lee poemas y no se desprende de la página del todo. Es que es eso: poder leer y devorar, leer y revolcarse en el poema, chupar las médulas de las palabras.
11. En dos entrevistas afirmaste que “la poesía colombiana está en ebullición”: ¿Qué nombres podrías destacás dentro del panorama contemporáneo? ¿Qué voces te llaman la atención? ¿Qué papel crees que juegan las editoriales independientes en este movimiento de ebullición?
Hay una antología que se llama “Pájaros de sombra” editada por Vaso Roto, ahí encuentras un panorama de poesía escrita por mujeres muy rotunda. A ver: no están todas las voces que hay en la actualidad. Es que son muchas y muy buenas. Pero es un gran punto de partida.
Las editoriales independientes nos han abierto espacio a muchas de nosotras. Antes era más difícil, había que ganar un premio o que un poeta consagrado te recomendara con una editorial. Ahora los editores independientes se la juegan por voces desconocidas. Tenemos que seguir trabajando para que haya lectores de poesía.
12. En una entrevista de radio tu papá contó que, cuando tenías 4 años, viste un payaso y le preguntaste si era un payaso de verdad o si estaba disfrazado de payaso: ¿Qué diferencia al poeta de verdad de aquel que se disfraza de poeta?
Todos los días nos disfrazamos. El de verdad habría que imaginarlo porque no existe.
Algunos poemas de María Paz Guerrero
Adivinaba pinturas de reyes
con pelucas
capas abullonadas
polvos blancos en los pómulos
boca rosa
manitas delicadas
tacones de señora
manicure con esmalte transparente
piernas flacas
medias veladas
Los campesinos comían pan de corteza dura
ojos atosigados de
hambrunas, peste
ratas, virus,
muerte a los 30
Así nacía una razón: el nuevo sol
un orden: pinos simétricos
una claridad: la galería de los espejos
una revolución: más trigo para todos
un rigor: cortar cabezas
otro rigor: alimentar los cerebros
un último rigor:
dudar
la síntesis del rigor: masticar
No y bullir.
No y burbujear. Bramar.
No y caer.
Al cañón del Chicamocha. Brumar.
Tan solita. Tan arrancadita.
Vaciada. Sucia. Despelucada. Rastrera.
No y tener los dientes manchados. Amarillos. Rubios.
No y desconocer el sonido.
Decir no. Y querer acompañarse en la madrugada.
No y sostenerse.
En el no.
Diga no, mija. No más.
Decir no y empacar todos los corotos. Irse al desierto.
No y la reputa soledad del desierto.
Diga no y cargue con el muerto. Entre el pecho.
Pero entiérrelo.
Pero no. No hay tierra en el desierto.
No y se paranoiquea.
Se a c u l i l l a.
No, y me quedé solita.
Pero te pones bien buena.
No y me jodí. Jueputa. Hijueputas todos.
No y dos segundos después: poner cara de necesitar hombre.
No para desaforar Facebook.
Drásticamente.
No y leer a Guálter.
Para superarse.
No pero sí, papi, sí.
No para que me digas que sí, mi amor.
A ver.
Si vas a terapia.
No, para que cambies.
No porque me quiero, dice Guálter.
Un poquito. No. Mejor no.
De Los analfabetas, 2020
dios come jamón
y le va a dar cáncer
a dios le gusta la salchicha
es adicto al hojaldre
dios ha intentado ser vegano ir a meditar no comer animales respetarlos no juzgar saber que todo es ideología el sistema te divide pero hay una verdad y es cuántica nosotros tenemos a dios adentro somos caníbales pero lo hemos olvidado al nacer hemos olvidado que éramos un todo éramos luz éramos algo que no sufría éramos algo que flotaba hemos olvidado
ahora queremos ayudar contribuir hacer servicio amar a un gurú somos depresivos y somos latinoamericanos pero vivimos en Australia cuando vamos a un restaurante ordenamos comida sin productos animales conocemos nuestros traumas de infancia sabemos que tenemos dos ejes la carencia y la culpa sabemos que llamamos la atención somos víctimas muchos tenemos anorexia somos frágiles hemos sabido no querer la vida no querer nuestra vida
dios es débil come sánduche con mayonesa
dios no pide pan integral pide pan blanco
dios no cuida su figura
es fofo
dios tiene 53 años
arrugas
dios está menopáusico
le da rabia
odia su cuerpo que se ensancha
dios ahora es una nevera con espalda ancha
dios ha perdido sus curvas
dios es temporal y el tiempo ataca su figura
dios sale a bailar
con su nuevo cuerpo
y su cara ajada
se sienta en la mesa del bar de salsa
porque dios además
es latinoamericano
De Dios también es una perra, 2018
Nos recostamos, aburridos, encorvamos la
espalda, la cervical se mete entre la
médula bajamos actualizamos el feed
pero no refresca el feed mientras la
columna se eriza se desencaja todo tan
parejo y suave
tanteando la
forma del subsuelo
todo dice algo que no se parece y
se multiplica en una superficie semejante a un
ya tarde un ya distante de filtros, una llave
que abra la cascada repleta de
lloros
un llanto que nos transporte en
trueno
Queremos nosotros con
un ya algo afanoso
rascar rascar
un poco de pelo que recubre un estómago
que se infla
queremos rascar nosotros
que todo el día deslizamos los dedos
pulgar a la derecha
queremos rasguñar hacer fisioterapia
tres veces por semana
calor, frío en los músculos tiesos
que nos masajeen lo que llaman
el glúteo
que nos amasen esas barras de hierro que son el muslo
que nos cojan andrajoso
y nos simplifiquen, trenzados
soberbios como somos
desde un horizonte finito,
que nos hagan sentir que
sí
somos un poco de carne que
sí
tenemos una poca de gracia que
sí
hemos hecho un ula ula de intentos que
sí
mantenemos
una labia.
Nosotros
pregonamos
ese grito de vaca
esa leche tibia, recién ordeñada
ese ternero que hace aspaviento
de carne tierna
ese reflujo gastroesofágico dos, tres veces
que nos toquen unas manos
esa vaquería dura
dos manos
No cazas tus ratones no desplumas tus pájaros no afilas tus garras
te echas en el piso. Hueles, hocico diligente,
te pasan la mano y tú te dejas
te entregas a la mano que desconoces, toda
te detienen, y no rasguñas
te bajas, apenas ronroneas y dejas que te entequen
te hipnotizan
Que todo te sea dado tantas veces
Y no te comes las que podrían ser tus presas
no te defiendes:
porque lengua rosa afuera
Hay cosas que se aglutinan con el tiempo y se vuelven, por ejemplo, piedras
después ladrillos y paredes hasta llegar a casas todas esas
horas arrejuntadas con cemento que sostienen
edificios contra los que la gata
se aporrea,
ciega
De Lengua rosa afuera, gata ciega, 2021
MARÍA PAZ GUERRERO nació en Bogotá, Colombia. Es autora de los poemarios Los analfabetas (La jaula publicaciones, 2020) y Dios también es una perra (Cajón de Sastre, 2018), de la selección y prólogo de La generación sin nombre. Una antología (Universidad Central, 2019) y del ensayo: “El dolor de estar vivo en Los poemas póstumos de César Vallejo” (Universidad de los Andes, 2006). Sus poemas aparecen en las antologías Pájaros de sombra. Diecisiete poetas colombianas, 1989-1964 (Vaso Roto, 2019) y Moradas interiores. Cuatro poetas colombianas (Universidad Javeriana, colección de poesía, 2016). Su poemario Dios también es una perra está traducido al inglés como God is a Bitch Too (Ugly Duckling Press, Nueva York , 2020). María Paz es literata de la Universidad de los Andes, Máster en Literatura Comparada de la Universidad de la Sorbona Nueva, París, y actualmente cursa un doctorado en Teoría de la Literatura en la Universidad de Zaragoza. Trabaja como profesora de tiempo completo en el departamento de Creación Literaria en la Universidad Central en Bogotá.