Las claves interpretativas del papel de Manuel de la Calva (Barcelona 1937-Madrid, 2025) como integrante del Dúo Dinámico junto a Ramón Arcusa, en el desarrollo de la historia de la música Pop española, precisan de algunas consideraciones añadidas. Consideraciones que superen lo anotado por Jordi Sierra i Fabra en su –por otra parte–canónica obra, 1962-1072 Historia de la música Pop (1973). Donde en el apartado dedicado a España, apenas suscita aclaraciones al respecto del papel desempeñado por los muchachos barceloneses, a los que no le presta ni una ola fotografía, dentro de tanta abundancia dicharachera. Así establece, entre otras cuestiones, el carácter nuclear y fundacional del Dúo Dinámico: “Ningún grupo al que pudiera considerarse como tal [innovadores], aun cuando los grandes pioneros de la música española fueron dos muchachos que formaron un dúo llamado Dúo Dinámico. Ellos fueron verdaderamente los primeros que conocieron en el valor de las palabras ‘fans’, ‘ídolos’, ‘popularidad’”. Valor seminal, pero con desarrollo titubeante en lo musical y en lo innovador de los años sucesivos. Sin que, con posterioridad, vuelva Sierra i Fabra a referirse al trabajo musical del Dúo Dinámico, en la importante década de los 60, en que trazan y ocupan el imaginario musical de la naciente sensibilidad Pop española. Donde llegan a acaparar un importante listado de canciones con capacidad de permanencia en formatos de Hit-Parade. Piezas que, para algunos comentaristas, componen la banda musical de las vidas de esos años: 15 años tiene mi amor; El final del verano; Quisiera ser; Amor de verano; Esos ojos tristes o Como ayer.
Este hecho –cuantitativamente relevante, por piezas muy conocidas y valoradas por la sensibilidad musical media– merece alguna reflexión sobre la formación y construcción de ese continente sentimental canoro y de sus derivadas socioculturales. La construcción de esa carrera musical se inaugura casi con el Plan de Estabilización de 1959 y se desarrolla en la década de los sesenta, conocida como la de El milagro español. Por más que algunos comentarios incidan en ello de manera improbable, como hace Nacho Serrano en ABC. “El rock and roll aún no había estallado en España, pero ellos se atrevieron a presentárselo de forma dulcificada a los españoles con el ‘Rock de la alegría’ en 1961, y viendo que el término ‘twist’ tenía mejor aceptación, publicaron su legendario ‘Bailando el twist’ en 1962 tras conocer en persona a su mismísimo inventor, Chubby Checker (lo telonearon en el Luna Park de Buenos Aires)”. Por más que el fondo aleteasen sentimientos confusos y propuestas divididas, como cita Serrano: “Manolo había sentido por vez primera el aroma del escenario a los 15 años en el club de jazz Hondo, en la calle Muntaner, donde el mismísimo Tete Montoliú le acompañaba al piano para que practicase en los ratos libres clásicos como Moon indigo o Sweet Georgia Brown”.
Más allá de ello, hay dos características iniciales que condicionan lo afirmado. La relevancia del ‘Nuevo estilo musical’ de los primeros sesenta tiene en España una notable influencia de grupos y solistas cubanos pocos conocidos, –como Los Llopis– y mexicanos –como los Teen Tops y Enrique Guzmán–, autenticas avanzadillas de lo que terminaría ocurriendo tras la avalancha británica posterior, de Beatles-Rollins Stones, más el legado de Bob Dylan. Y, en segundo lugar, el carácter identitario de los fenómenos musicales nacientes, como ocurriría en la Cataluña originaria de De la Calva– con la Nova Cançó, autores coetáneos del trabajo musical del Dúo Dinámico, pero en las antípodas de sus preocupaciones musicales. Ya que el fenómeno de la Nova Cançó y el madrileño Canción del Pueblo vienen a producir una estructura comunicativa musical, politizada por las influencia de las llamadas Canción de autor y también Canción protesta. Y ello –la politización musical–, dice Fernando Neira en El País, esta alejado de los intereses del Dúo Dinámico y de De la Calva: “Y ya por entonces aquel muchacho humilde y vivaz vio clara su hoja de ruta. “Nuestras familias tenían gente en los dos bandos. Mi tío había muerto en un campo de concentración y eso se convirtió para mí en un antídoto contra la política. Por eso, tanto Ramón como yo nos centramos en labrarnos un futuro laboral un poco mejor”.
Todo lo demás es música reciente y asuntos próximos. Así lo confirma Sancho: “Se habían convertido en los primeros ídolos pop de España, pero la segunda mitad de la década, con el surgimiento de una nueva tendencia más orientada a los conjuntos, les pilló un poco a contrapié y sin saber muy bien por dónde tirar. Tanto es así que en 1968, el año en que su composición ‘La, la, la’ arrasó en Eurovisión, se rebautizaron –como reflejo de un cambio o de un abandono– como ‘Manolo y Ramón’, pero sin conseguir mantener el éxito de sus inicios. Cuatro años después, pensando que su momento ya había pasado, se separaron para dedicarse exclusivamente a componer para otros artistas, especialmente para Camilo Sesto, Nino Bravo, Massiel y Julio Iglesias”.
