Está visto que vamos a tener que poner al Rosendo en cuarentena, al Josele lejos de las agujas y al Bunbury un heroico cordón sanitario, o pronto la cosecha sin igual (el rock español es y sido tan bueno como el que más, y voy a atreverme a afirmar aquí, en un arranque de entusiasmo, que Rosendo es mucho mejor guitarrista que Eric Clapton, pongamos por caso) de los ochenta sepultada por una fuerte granizada de reguetón-to. Rosalía no es una esperanza real, en mi opinión, primero porque Rosalía tocada de vestal virginal no deja de ser una gym-bro disfrazada, y luego porque si a su edad ya ha hecho cima en el Absoluto… Qué puede venir después? Cuál es ahora su “más difícil todavía”?
En cambio, la relación de Robe con su Creador fue siempre más problemática, más de personaje de Dostoievsky o Graham Greene. Para empezar, Robe ya expresó su deseo de ser “enterrado con la picha por fuera para que se la coma un ratón”, lo cual el inminente nacionalcatolicismo no va a permitir. Luego que, como cantaban los Pabellón psiquiátrico, “en el Cielo no hay alcohol ni hay mujeres ni pastillas de color” (bueno, sin duda mujeres hay, como Aretha Franklin, pero camellos tan sólo los de los Reyes magos..) Y, por último, que el Robe había aparecido en la portada de “Yo, minoría absoluta” como un Cristo con dos pistolas (Jesucristo García, por descontado), y eso resulta blasfemo incluso para mí…
Un alumno mío tocaor de batería me contó que su padre había salido de gira con los Extremoduro (quién no piense que es una banda extraordinaria pida cita al otorrino) de electricista y en una ocasión Robe, puesto hasta las cejas como siempre, le había estampado un pastel de cumpleaños en la cara. El hombre se fue al baño a quitarse el pringue, y, mientras, le daba al coco: “le meto o no le meto?… Le meto no no le meto?…” Salió decidido del aseo y le metió: despedido ipso facto. Y es que debía ser muy difícil convivir con un politoxicómano a diario, sobre todo si además es un tipo sensible tendente a la lírica agreste. Fito Cabrales, que también le pegaba lo suyo a la anfetamina, y el poeta este amigo común de cuyo nombre no puedo acordarme lo sabían muy bien. El propio Robe era consciente, pues confesaba abiertamente no recordar nada de los años noventa, así en bloque. Como dijo Nietzsche, nadie puede juzgar desde fuera cuál debe ser la dieta del genio…
Recuerdo cuando Robe apareció en mitad de confinamiento a dedicarnos una cancioncita de ánimo de minuto y medio compuesta para la ocasión. Era buenísima. Su desaparición va a opacar la de Jorge Ilegal de ayer, porque Robe no componía canciones, sino himnos, himnos que no pueden más que agigantarse con el paso del tiempo. Dios, el nuevo amigo de Rosalía, cuando le vea venir pensará para sus insondables adentros: ‘mira por ahí va el Robe / seguro que ya está pedo”…

Parece que se pusieron de acuerdo los componentes que dieron forma a Extremoduro. A los sesenta y pocos, Luis von Fanta, Salo, Carlos el sucio, Selu y ahora Robe, irse de vacaciones perpetuas. Y eso que el de Plasencia concretó la fecha de su muerte con Satán y le engañó. Pero…
Uoho (61 años) hoy pasaba por el quirófano. Esperemos que todo fuera bien.
Y menudo despropósito poner las banderas a media hasta en señal de duelo. El finado odiaba las banderas (las banderas de su casa eran la ropa tendida) decía de ellas que eran la perversión del color.
El auto proclamado rey de Extremadura ha muerto. Dios salve al rey.