Hablando mal del bueno de Lou

Dejando ahora mi profesión,
te pido un deseo de corazón,
quiero meter un pico en la polla
a un cerdo carroza llamado Lou Reed.

 Me gusta ser una zorra, Las Vulpes

 ¿Qué más se puede añadir a este sentido homenaje de aquellas angelicales doncellas, Las Vulpes, el día de la desaparición del bueno de Lou Reed, de ese “cerdo carroza” llamado Lou Reed? Pues mucho, se puede añadir mucho, además de ver vídeos, entrevistas, oír la discografía y llorar por los rincones. Pero para seguir el ejemplo de Las Vulpes -que ande andarán…-, no hay por qué hablar necesariamente bien de él, siempre que se haga con cariño, y yo le tenía mucho, mucho cariño. Un cariño bastante irracional, por otra parte, puesto que Lou era un tipo borde y desabrido que contestaba mal a los periodistas, despreciaba a su público y cancelaba o abandonaba sus conciertos cuando se le antojaba, a poco que las cosas le viniesen mal dadas. Digamos que tenía como varios niveles de acceso, y, cuidado, que los más superficiales o externos estaban ciertamente minados y rodeados de espino. Por supuesto, era muy narcisista y encima cultivaba el malditismo, de manera que se tenía en demasiado valor como para abrirse a cualquiera a la primera de cambio. Pero es que, además, en mi opinión, no era muy listo, aunque sí con las suficientes luces sociales como para saber que podía notársele como cierta lentitud de reflejos, a lo que, por si acaso, reaccionaba cerrándose en banda. Tampoco era un gran músico, con una voz inconfundible (esa tono grave y pastoso que es casi el único acento norteamericano que me agrada) pero sin apenas registros, y como guitarrista tampoco pasaba de eso justito para hacer lo que hacía –en Rock´n´roll Animal el guitarrista virtuoso era otro: esas pijadas siempre para otro…

Sin embargo, el secreto de Lou Reed estribaba en que jugaba con estos limitados elementos con gran maestría, y al servicio exclusivo de lo que a él le daba la real gana. Los cuatro elepés de The Velvet Underground son alucinantes, terribles, y casi parece mentira que el primero, esa obra cumbre de la oscuridad, fuese prácticamente simultáneo al Sargent Pepper´s… de los Beatles, esa obra cumbre de la luminosidad. He oído decir alguna vez que no sólo fue la Velvet… la banda que se adelantó diez años al punk británico, porque también estaban, por ejemplo, los New York Dolls, y encuentro la cosa un poco de risa. Considero, incluso, que la Velvet… es más punk, y punk de mejor calidad musical y emotiva, que nada en absoluto que se haya hecho después, atendiendo a la distorsión, a las letras y, no menos, a la atmósfera creada por los temas. David Bowie debió sentir algo parecido, dado que le produjo el segundo álbum en solitario y hasta se enrolló con él, según dicen, a principios de los setenta. A mi Lou Reed me parece físicamente atractivo, incluso con esa cara de besugo hervido suya que se mantiene inexpresiva durante sus interpretaciones, pero para gustar a ese Adonis futurista de Bowie hay que tener algo más. Ese “algo más” es como una pura impureza o una pulcra suciedad, si se me permite el doble oxímoron. Naturalmente, Bowie y él terminaron peleados hasta hace relativamente poco: Lou se peleaba con todo el mundo, porque aspiraba a ser más auténtico que nadie. Berlín fue el disco de culto que sacó tras esta ruptura, y que a mí siempre me ha aburrido sobremanera. Lou Reed es un provinciano, aunque sea un provinciano nada menos que de Nueva York, como demostró en la película Blue in the face de Paul Auster, donde sólo decía chorradas de la ciudad más cosmopolita y más filmada del globo. Por eso Berlín no me cuadra, mientras que New York, disco con el que resucitó en 1989 después de sucesivas reapariciones y degeneraciones, me parece perfecto, intachable, diamantino…

Y es que Lou Reed era como un anti-Bruce Springsteen, su reverso oscuro, el yang de ese ying, con el que termina confluyendo pero desde presupuestos muy distintos. Cuando tocaba Heroin en directo, se metía un chute en el escenario, delante de todo el mundo, y aunque luego ha afirmado que aquello era un juego y que la jeringuilla no contenía caballo, sigue siendo psicológicamente muy probable que algunos de sus espectadores, según dicen las malas lenguas, le imitasen in situ (a eso se referían, por cierto, Las Vulpes, creo). Springsteen, en cambio, en vivo semeja un telepredicador sanote, un atleta del rock, pese a que se apunte a las mismas causas perdidas. Es imposible, en cualquier caso, quererle tanto, o quererle de la misma manera, porque a Springsteen le estará yendo bien ocurra lo que ocurra y haga lo que haga. Lou, en cambio…

Ha muerto, en fin, un bicho raro, mezcla de poeta urbano y chulo con ínfulas, estilista impertérrito de sí mismo, que se moría por los experimentalismos y las performances aunque sin pasarse demasiado, y que nunca pensó, ni en sus mejores sueños, vivir tanto tiempo (las causas del fallecimiento bien pueden deberse a una variante de los excesos de siempre). Me quedo, por encima de todo, con el grandísimo disco que elaboró después del New York, en 1990: sin duda estaba en un momento formidable a sus casi cincuenta años -luego degeneró un tanto, como era tristemente habitual. Andy Warhol, en cuya loca y dura Factoría había iniciado sus pasos Lou hace tanto tiempo, había muerto, y, una vez más, no se hablaban desde quién sabe cuándo. El disco evoca, conceptual, temáticamente, la vida de Warhol, y supone una despedida conmovedora desde el arrepentimiento sincero. John Cale, desde el hondón contracultural de la Velvet…, se une a Reed en el recuerdo, y lo que sale de la colaboración de ambos es incienso electrificado. Recomiendo, por favor, atender a las letras, que no tienen desperdicio. Este vinilo, que aquí se ofrece en una sesión en vivo, es uno de los pocos que conservó en ese viejo y entrañable formato, y, como solía decir Charlton Heston, tendrán que arrancármelo de mis dedos fríos y muertos…

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12 Comentarios

  1. says: Alvaro

    Bien evocado Lou Reed. Lo que no acabo de ver claro es lo que dices de que “no era muy listo”. Huidizo, desconfiado, huraño, incluso inseguro. Pero no muy listo? Esta mañana me he cruzado en Doctor Esquerdo con un chico de diecisiete años con la camiseta del plátano del primero de la Velvet. Lo he flipado. Si alguien en 2013 después de 45 años con un grupo underground consigue eso, muy tonto no puede ser. Y si no era muy listo, tampoco me importa mucho la verdad. De listos está lleno el cielo. Prefiero encontrarme con Lou en el infierno. Ah, me ha gustado lo de “incienso electrificado” referido a Song For Drella.

  2. “aunque luego ha afirmado que aquello era un juego y que la jeringuilla no contenía caballo, sigue siendo psicológicamente muy probable que algunos de sus espectadores, según dicen las malas lenguas, le imitasen”

    Serán retrasados mentales (los que tiran de esta absurda relación causa-efecto y los pocos que pudieran hacerlo). Me quedo con lo que decía Roberto Moso, que no hace falta añadir nada más

    “En muchas entrevistas he podido comprobar que a Lou Reed le irritaba que hablaran de “Heroin” y sus posibles influencias nefastas. Es cierto que muchos compañeros de batallas que se aficionaron a la heroína, escuchaban con fervor ese disco, pero también lo es que muchos otros lo escuchábamos, incluso nos molestábamos en conseguir la traducción de la letra y no nos dio por ahí. La especie de simios que somos actúa a menudo por imitación, pero tampoco lo imitamos todo. Si hay alguien que pudo promocionar el morbo por esas temáticas, esos fueron los censores que señalaron con singular torpeza cuales eran las zonas “prohibidas” normalmente sinónimo de “interesantes” y las amputaron de varios de sus discos.”

    zaramatimes: MI VIDA CON LOU – http://zaramatimes.blogspot.com.es/2013/11/mi-vida-con-lou.html

  3. says: Óscar S.

    Ni más ni menos que los retrasados mentales que se suicidaron tras la lectura de Las tribulaciones del joven Werther en el s. XIX, y allí la causa es más remota todavía respecto del efecto, cosas de la psicología de masas, que dicen…

  4. says: las vulpes

    “¿Y el final? Bueno, el final ese del pico en la polla de Lou Reed pensaron en quitarlo, porque no pega con el resto. Fue una broma, una tontería. Por entonces había venido Reed a Madrid y Lupe tuvo que pintárselas de todos los colores para poder reunir dinero para verle: se tuvo que desplazar haciendo dedo, en fin, una movida. Y luego el Lou Reed cogió y cantó sólo siete canciones, el muy guarro, y encima el tío había dicho en una ocasión que a Johnny Rotten había que meterle un pico en la polla, a Johnny Rotten, nada menos, a quien tanto admira Lupe. Así es que ella se calentó y terminaron la canción con esa estrofa, “quiero meter un pico en la polla a un cerdo carroza llamado Lou Reed”, por chorizo. Una tontería, vamos.”

    http://elpais.com/diario/1983/05/04/cultura/420847201_850215.html

    entrevista a las vulpes, nada q ver con lo q pensabas pero esta bien..me gusto el articulo. en espesial eso de pura impuresa o pulcra suciedad

  5. says: las vulpes

    no entendi q qisiste desir, pero parese q esta en una entrevista con el psiquiatra o un monton d idiotas asombrados por el tipo. sin sikiera saber q le estan preguntando, y el chabon nose porq se somete a eso supongo q le haria bien o era alguna forma d provocar, para la epoca lo q cantaba estaba re bueno, nadie mas lo asia asta q aparesio el punk. para mi parese bastante listo el tipo aunqe algo inseguro qisas si ubiera sido ams punki ubiera echo mejores cosas y no rodiarse d idiotas como vi en ese video. tmp se mucho d la vida del chabon ni porq dijo q joni roten tenia q clavarse un piko en la posha

  6. says: Oscar S.

    Después de vamos yo pondría una coma. Pero, sí, menos en el directo de Rock and Roll Animal, la alegría de la huerta, el hombre que menea el escenario, jamás fue… (Hay que quererle con eso, no pese a eso, como por ejemplo lo hizo Manuel Vilas).

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