Manel, directo al corazón

Quizás fuera por un tema de difusión, pero no reparé en la existencia de un grupo llamado Manel hasta el año 2011. Sonaba con insistencia Benvolgut, uno de los temas de su segundo disco, en los programas mañaneros de Radio 3. Antes de coger por tercer día consecutivo mi bolsa del gimnasio y salir a la calle, me pregunté: ¿Quiénes cantan esa canción tan pegadiza? Es justo ahí donde comienza mi experiencia musical de la banda catalana, que probablemente se ha reafirmado como mi favorita de toda la Península, sobre todo después de la publicación de su último álbum, Atletes, baixin de l’escenari (2013).

Manel enganchan, siempre apetece escucharlos, aunque no estén de gira, aunque no vayan a dar un concierto. Forman parte de esa calidad musical que no pasa, que hace que no sean un disco “de temporada”. Los datos tampoco mienten. Llegaron al número 1 de ventas en 2011 cantando en catalán con 10 milles per veure una bona armadura (2011), y cada vez actúan en salas más grandes con auténticos llenazos –en Madrid han pasado de la desaparecida sala Nasty a las Naves del Teatro Español en el Matadero-. A ello hay que sumar que es un placer escuchar esta música en directo. Los arreglos en vivo aportan nuevos matices a las canciones, incluyendo coros, cuerdas e instrumentos de viento para las grandes ocasiones. Aunque veamos en Guillem Gisbert -la voz principal- una pose despreocupada, es indudable que está muy concentrado en el escenario, al igual que los otros tres integrantes. Es un hombre solemne, al que parece que nada se le va de las manos ahí arriba. Sin embargo, esta aparente seriedad se rompe en los huecos entre canciones, amenizados siempre por su animada conversación, en la que va hilando las historias de las letras con los propios miembros de la banda como personajes.

Los guiños al público provocan que nadie pueda quedarse indiferente, por eso, como en la canción Teresa Rampell, hay una emoción que se contagia:

 que ve l’Amor, que ve l’Amor,
que ve l’Amor ressonant com un exèrcit de timbals!
L’Amor ja es va propagant com un incendi forestal!
Teresa Rampell, avui l’Amor, per fi, retorna a la ciutat!

(Teresa Rampell)

 Pero tampoco es necesario haber escuchado a Manel en directo para sentir empatía con la música que hacen. Las letras de sus canciones poseen la sencillez radiante del día a día, la de las personas que van a la playa, que pasean las Ramblas, las que preparan café y tostadas. Pla quinquenal quizás sea el ejemplo por antonomasia de esa cotidianidad relatada: I el cinquè ens creuarem per l’Eixample i demanarem taula en un bar de menús. Trauré pit, ensenyant la corbata i llavors, bonica, dependrà de tu /// El quinto (año) nos cruzaremos por el Eixample y pediremos mesa en un bar de menús. Sacaré pecho, enseñando la corbata y, entonces, bonita, dependerá de ti. Para un no hablante de catalán, el esfuerzo por traducir las letras siempre merece la pena, porque nos brinda esas pequeñas perlas que adornan la costumbre.

Aunque los medios insistan en la clásica pregunta idiomática, han repetido en múltiples ocasiones que no existen reivindicaciones en su música, sino que en ésta “lo social es algo tangencial”.  Creo que lo importante de los discos de Manel son las personas, esos héroes románticos, de los que se cuentan historietas: Miguel, Olga, Teresa, Toni, Vanessa, María… Al final, el oyente acaba por sentir que los conoce, que son amigos de amigos a los que les suceden cosas muy parecidas a nosotros.

Ja sabem com t’agrada aixecar el braç i calcular el pol d’on ve el vent,
ja hem gaudit de l’estil que exhibeixes quan marxes corrents.
Ja hem entès que ets una ànima errant que abandona les cases quan tothom dorm,
que t’agrada menjar quan hi ha gana i dormir si ve son.
Però pensa’t-ho bé que després, tard o d’hora, sempre arriba el moment
quan s’obre com una flor rara el penediment

(Flor Groga)

 Arnau Vallvé, Martí Maymó, Roger Padilla y Guillem Gisbert, los cuatro visten de vaqueros y camisas indies, pero no parece motivo suficiente para colocarles la etiqueta de “urbanos” y otras cosas similares que se pueden leer por ahí. Proceder de Barcelona no significa llevar escritos los adjetivos moderno y cosmopolita por defecto. En Manel son evidentes las raíces rítmicas y sonoras del mundo del folk, de la rica cultura popular catalana; y lo mejor de todo es, precisamente, su falta de estilística. Han sido capaces de absorber de aquí y de allá sin caer en el eclecticismo. A veces son acústicos, otras sinfónicos, lo mismo suena la armónica que las guitarras eléctricas, nunca dejan de lado la batería. Lo dijeron ellos mismos en una entrevista, <<la gracia es evolucionar>>. Para los incrédulos o los que busquen estos contrastes en su discografía, recomiendo la pequeña playlist Nit freda per ser AbrilAniversariMort d´un heroi romàntic.

El próximo viernes 11 de octubre el cuarteto catalán repite Madrid, esta vez en un entorno un poco distinto, los Teatros de Canal. La combinación de butacas y música pop-rock o folk-pop –como se prefiera- es algo siempre inesperado, aunque no me quedan dudas de que levantarán a su público más entregado en algún u otro momento. Salvando las distancias arquitectónicas, en el mítico concierto en el Palau de la Música Catalana en 2010, el resultado fue espectacular desde la platea a los palcos. A estas alturas, Manel pueden decir con orgullo que solo suenan a Manel, en el mejor de los sentidos. Al estilo de The Decemberists o Fleet Foxes, la expresividad de su música se ha hecho un hueco entre los oyentes del panorama independiente. Así Els millors professors europeus (2008) no es sólo el disco de las sillitas dibujadas por Roger Padilla, sino el primer álbum de un grupo que aún tiene mucho que aportarnos. Y sonaran las canciones en el concierto, un domingo de buena mañana, al ir en el autobús o una noche junto al mar. Como dice uno de sus temas: Sabeu el meu futur? Avui li he disparat amb munició de plata apuntant directe al cor. Sí, la música de Manel nos dispara y siempre va directa al corazón.

 

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1 Comentarios

  1. says: Dj Tini

    Felicitats per l’article i gràcies, Alicia. Os puedo contar de primera mano…
    En febrero de 2009 tuve la fortuna de “telonear” a Manel (vamos, pinché la música que sonó antes de su concierto) en el “Let’s Festival”. Pude conocerlos en el backstage y charlar con ellos. Les puse a Sisa justo cuando salían al escenario y antes hice una sesión con temas de Antònia Font, Mishima, Sanjosex…
    En ese momento estaban empezando a ser muy populares y todo el público sentimos como una sensación de liberación, de relevo generacional, de verdadera normalización de la canción en catalán, absolutamente alejada de la utilización política y vergonzante de la previa escena chusca subvencionada por la “normalització convergent”. Los grupos de la escena independiente catalana habían pasado años utilizando el inglés o el castellano, también para alejarse de el “establishment”. Y al fin, y a través de la calidad y la apolítica, surgía una nueva escena y una liberación por cantar en catalán sin prejuicios
    En aquel instante Manel aparecía como un grupo que cosía un pop-folk que recordaba a grupos como Herman Dune y The Magnetic Fields, con unas letras de tierno y cercano costumbrismo y un aire mediterráneo que nos resonaban a la buena época (no la de ahora, claro) de Serrat, Pau Riba y Sisa. Ahora están evolucionando hacia paisajes más eléctricos (gracias, porque su fórmula exitosa ya está siendo demasiado copiada por aquí) pero conservan su autenticidad.
    Que bonic!

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