Contrariamente a lo que suele pensarse es más consolador de lo que parece poder decir que no hacemos algo porque nos faltan recursos o talentos, porque creemos que no podemos en definitiva. Y eso, no pocas veces, nos produce un cierto alivio, el burladero para no poner a prueba los que creemos que pueden ser nuestros deseos.

 En los viejos cuentos orientales siempre aparecía una lámpara de la que salía un genio que podía conceder cualquier deseo. Pero eso siempre desencadenaba un conflicto. ¿Qué es lo más valioso de todo lo que deseamos?, ¿qué podemos perder con lo que ganamos?, ¿que pasa si nos equivocamos en la elección?.

En “La pata del mono” W.W. Jacobs explora este dilema, pero de una forma muy extraña, en una atmósfera que asfixia porque es sólo aparentemente simple y de pronto la aparición de lo inesperado desencadena un estruendo sorprendente, como la erupción de la lava de lo reprimido que siempre puede latir peligrosamente al fondo en todo lo cotidiano.

Y todo esta ya contenido en ese inicio, en la partida de ajedrez. No es extraño que Jorge Luis BorgesSilvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares lo incluyeran en aquella Antología de la literatura fantástica ….
 
“The chess player” de Isidor Kaufmann
 

La noche era fría y húmeda, pero en la pequeña sala de Laburnum Villa los postigos estaban cerrados y el fuego ardía vivamente. Padre e hijo jugaban al ajedrez. El primero tenía ideas personales sobre el juego y ponía al rey en tan desesperados e inútiles peligros que provocaba el comentario de la vieja señora que tejía plácidamente junto a la chimenea.

-Oigan el viento -dijo el señor White; había cometido un error fatal y trataba de que su hijo no lo advirtiera.

-Lo oigo -dijo éste moviendo implacablemente la reina-. Jaque. -No creo que venga esta noche -dijo el padre con la mano sobre el tablero. -Mate -contestó el hijo.

-Esto es lo malo de vivir tan lejos -vociferó el señor White con imprevista y repentina violencia-. De todos los suburbios, este es el peor. El camino es un pantano. No se qué piensa la gente. Como hay sólo dos casas alquiladas, no les importa.

-No te aflijas, querido -dijo suavemente su mujer-, ganarás la próxima vez.

El señor White alzó la vista y sorprendió una mirada de complicidad entre madre e hijo. Las palabras murieron en sus labios y disimuló un gesto de fastidio.”

W.W. JACOBS. “La pata de mono”, 1902 (Seguir leyendo …  )

“La partida de ajedrez” de Paul Ackermann
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