La vida ligera

Dicen que vivimos en un mundo superficial, voluble y hedonista, en el que lo lúdico, humorístico y lujoso se identifica con lo interesante, apetecible y comerciable. Los filósofos de la posmodernidad lo han denotado de manera diversa. Primero fue la vida liquida de Zymut Bauman, luego el dominio de lo pulido y terso de Byung-Chul Han y ahora es la ligereza de Gilles Lipovetsky. Según éste la búsqueda de la ligereza ha sido una constante en la vida humana desde que somos cultos, y, aunque ha estado sometida a fluctuaciones acordes con los gustos y opciones  de las eras pretéritas, ha llegado a la nuestra plenamente vigente, constituyendo en la actualidad una de las máximas aspiraciones humanas en muchos aspectos de la vida, como la comida, el cuerpo, las relaciones, el arte, la moda, el comercio o las comunicaciones.

Fotografía: Martin Munkacsi

Ligero equivale a fluido, fino, pulido, suave, sencillo, fácil, ameno, brillante, lúcido, silente, veloz, libre, delgado, leve… Esos adjetivos son acordes con el estilo de vida actual. No es ligera la seriedad, la obesidad, la lentitud ni el colesterol. Menos aún la arruga, la flacidez, la barriga y las ojeras. La risa y la alegría aligeran, el llanto y la tristeza cargan. Volar velozmente es la máxima expresión de ligereza y su pleonasmo es volar en ultraligero. El traqueteo del tren no es ligero, lo es el deslizamiento de un tren bala sobre raíles magnéticos. Ya ni siquiera son ligeros Facebook o el blog, son demasiado densos, ligeros son Twitter o Instagram, y aún más lo es enviar misivas de amor por WhatsApp que llegan a su destino antes que el suspiro que las motiva. Pero nada es tan ligero como la publicidad, la mercadotecnia del deseo y la belleza, sobre todo la asociada a las navidades. ¡Qué levedad tan atractiva y tentadora hay en todo lo que ofrece!

Fotografía: Martin Munkacsi

Pero la cuestión de fondo es si debemos elogiar o criticar la ligereza. Este escribiente ni siquiera sabe si lo que está haciendo es denostarla o más bien ensalzarla y promoverla. ¿Usted qué opina, es bueno eliminar de la vida todo lo pesado, severo y lento, y quedarnos con lo ligero, ameno y veloz?

Esa pregunta puede parecer tan etérea como la misma ligereza, pero en realidad tiene mucha enjundia, sobre todo, insisto, en estas fechas, en las que los modelos de felicidad comerciales nos impulsan a actuar con ligereza insustancial.

Fotografía: Martin Munkacsi

Lo sencillo sería ser críticos con la vida ligera, y supongo que es lo que más conecta con el espíritu fustigador de los que nos las damos de observadores y comentadores de la sociedad. Pero, en mi opinión, insisto, lo difícil, y lo más correcto, sería asumirla como un rasgo humano fluctuante a lo largo de los siglos, y muy acentuado en la actualidad, y hacerlo compatible con los principios de ética, mesura y autonomía, que a la postre son los pilares del bienestar, la convivencia y la felicidad.

No obstante, por si acaso ese objetivo tan ambicioso no fuese posible, pues allá cada cual con sus ligerezas, siempre y cuando disfrute de ellas sin comprometer las ligerezas ajenas.

Fotografía: Martin Munkacsi

Una versión menor de este escrito fue publicada en el Diario de Burgos el día 10-12-16

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3 Comentarios

  1. says: JOSÉ RIVERO

    Igual que hay un aspecto agradable en la ligereza, también existe algo frágil en ella. Todo lo ligero acaba resultando quebradizo, y a la postre, olvidadizo, una vez roto. La otra recurrencia de la ligereza es la estética del soufle como impronta, apariencia de gozo externo, oquedad interior de aire ligero. Todo ello, pese a nuestro deseo de ser banales en algunas ocasiones. Banalidad como propuesta de desaparición,

  2. says: Óscar S.

    Esos autores que mencionas se consideran más bien ultramodernos que posmodernos. Ligereza, pesantez… como todos los miembros de los pares pitagóricos, se necesitan mutuamente, determinándose recíprocamente en su contraste. Yo diría que la pesantez en la vida de los países ricos está en nuestros trabajos, que son de una rutina aplastante en la mayor parte de los casos y que a menudo no sirven para nada…

  3. says: Ramón González Correales

    Rechazad la fragmentación del conocimiento, pensad globalmente, no os dejéis sofocar por el crecimiento de las informaciones, rechazad el desencanto de occidente y el pesimismo histórico, ¡ya que tenéis la suerte de vivir al principio del siglo XXI!. No caigáis víctimas de la nada, ni del terrorismo intelectual, ni de las modas, ni del dinero, ni del poder.¡Aprended a distinguir siempre y en todas partes lo verdadero de lo falso!

    KARL POPPER

    Incluso seamos livianos, a veces…

    jajajjajajajajaj

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