Después de cien años expuesto a las extremas condiciones climatológicas de los Alpes, el antiguo Olpererhütte, a 2400 metros de altura sobre el Stausee, no resultaba por más tiempo constructivamente rentable. La cuestión de derribar y sustituir un refugio de montaña es, desde hace relativamente poco tiempo, un debate frecuente dentro del ámbito de la arquitectura alpina. Esta pregunta es interesante, no solamente desde el punto de vista de la industria del turismo, sino también respecto al consumo de recursos del medio ambiente.
El caso del nuevo Olpererhütte reúne temas arquitectónicos, medioambientales y, además, una curiosa historia. La pequeña casita que fue construida en 1881, podía albergar solamente a dieciséis personas, ocho en colchones y otras ocho sobre paja. Naturalmente, los montañeros tenían que llevar a cuestas su propia comida y también la leña, que podían quemar en el horno del que el refugio disponía. Tras varios pequeños añadidos al edificio principal y debido a la siempre creciente afluencia de viajeros, el Olpererhütte fue en 1976 reformado y ampliado, incluyendo por fin instalaciones sanitarias y restaurante. En 1998 un alud acaba casi en tragedia para este refugio, pero, por suerte, alcanzó tan sólo una esquina del mismo. A pesar de que la arquitectura cumpliera su función durante tan largo tiempo y pese a resistir los imprevisibles avatares naturales en la montaña, en 2005 se decidió derribar el edificio y hacer otro totalmente moderno.
Por muchas razones, podría decirse que el nuevo Olpererhütte, proyectado por el arquitecto Hermann Kaufmann—, es un ejercicio perfecto de arquitectura. A nivel formal, el edificio nuevo retoma la idea del tejado a dos aguas de su predecesor, una solución, por otro lado, muy razonable de cara a evitar la acumulación de nieve. El refugio se orienta también de la misma manera frente a la impresionante vista del lago Stausee y la llamada región de Zillertal de los Alpes. La soleada terraza, con sus característicos bancos de madera en los que sentarse a tomar una Weißbier, permanece en el lado Oeste, a fin de disfrutar de los últimos rayos de sol que ponen fin a la jornada de senderismo.
Entre los muchos desafíos que la construcción de un refugio de montaña plantea está el del transporte de los materiales de obra. ¿Cómo pueden llegar tablas y herramientas a más de dos mil metros de altitud?: En este caso, en helicóptero. El proceso constructivo del Olpererhütte es sorprendentemente corto, de apenas un año, ya que la estructura de elementos prefabricados de madera facilita un rápido montaje. A su vez, a fin de evitar el costoso transporte montaña abajo de los restos del derribo, parte de ellos se emplearon en la ejecución del zócalo de piedra sobre el que se alza la estructura de madera y la terraza. Esta economía de recursos se extiende también a otros ámbitos. Por mencionar un ejemplo, los elementos de madera de paredes, suelos y techos proceden de empresas de la región, lo cual abarata considerablemente el presupuesto y agiliza la construcción.
Al evitar el enterramiento del edificio y, gracias al aprovechamiento de la pendiente natural del terreno, se puede propiciar una salida de emergencia –a modo de puente- desde las habitaciones del piso superior al exterior.
El conjunto está estructuralmente sostenido por el basamento de hormigón y demás materiales de derribo. En las plantas superiores, el propio elemento divisorio entre dormitorios funciona también como viga para sostener la cubierta. En total, se emplearon 350 elementos de madera prefabricados que conforman tanto la envolvente, como las divisiones interiores. Cada una de estas piezas se clasificaba por peso a los pies de la montaña y era elevada en helicóptero hasta el emplazamiento del nuevo refugio. El helicóptero no solamente sirvió de transporte, sino también de grúa, hasta que cada pieza quedaba colocada en su lugar.
Se dice que el nuevo Olpererhütte es un refugio Low-Tech, un calificativo un poco engañoso para un edificio de tan efectivas soluciones constructivas. Por su condición de “refugio de verano”, este edificio no cuenta con sistema de calefacción. Al ser habitado solamente de Junio a Septiembre, simplemente no la necesita. Las propias tablillas de la fachada, al ser de madera, proporcionan el aislamiento suficiente para el periodo en el que este Hütte está operativo. Solamente el Winterraum –la habitación de invierno, una pequeña construcción adyacente- está debidamente aislado. Sería algo así como un refugio dentro del refugio –en este caso, dentro del entorno-, cuya función es dar cobijo a posibles montañeros perdidos o sorprendidos por algún imprevisto. El concepto energético del edificio, en lo que a instalaciones se refiere, es también bastante novedoso. Naturalmente, cuenta con paneles solares, que aportan un 14% de la energía necesaria. El resto queda cubierto con una planta de cogeneración capaz de generar calor y electricidad al mismo tiempo. Por definir el funcionamiento en pocas palabras: por cada 1KWh de energía consumida proporciona 2KWh de calor aprovechable para duchas, cocinas, secadero y zonas comunes.
La modernización del turismo de montaña –con mesura- así como la realización de una arquitectura capaz de adaptarse a las condiciones climáticas y a las estaciones, ha de verse como algo positivo. Pero ninguna de estas intenciones implica solamente la máxima tecnificación, sino una arquitectura justa en su presupuesto y en su estética. Por ello, el espartano edificio de Kaufmann puede no resultar espectacular por sí mismo; porque lo que hace es proyectar la espectacularidad de su entorno.
Buenas noches,
Sabes si es recomendable llegar con niños? Cuanto se tarda? Gracias!