Contra los filósofos (sorpresas te da la muerte, la muerte te da sorpresas, ¡ay!…)

1) La pretensión (que, de ser sincera, mejor sería denominarla obsesión…) de los llamados filósofos parece ser la de dejar bien cerrada y para siempre una cartografía de la “experiencia posible” asumible por el hombre en general, por tanto su horizonte máximo de comprensión resulta siempre pretérito, puesto que hoy, mientras el filósofo define, cataloga, analiza, los científicos,  políticos, artistas, incluso la misma gente común, ya se están adelantando hacia un mañana que parecía “imposible” desde nuestros actuales esquemas conceptuales.


2) La inquietud que mueve a los filósofos es o bien la de alcanzar finalmente la Verdad para poder descansar o bien no acabar nunca de alcanzarla y en consecuencia no permitir que nadie descanse jamás…        

 

Fotografía Mimmo Jodice

3) De hecho, ¡qué inmenso, qué terrible drama espera a la humanidad si no les seguimos! La filosofía es así, imaginería milenarista y chantaje moral en una sola pieza, en un solo discurso.

4) Los filósofos nos explican, condescendientemente, nuestro error, señalan la herida que ha producido y, por último, nos enseñan cómo corregirlo. Son como médicos que te sugestionan acerca de una enfermedad para mejor recetarte el fármaco que casualmente ellos mismos venden en sus grotescas boticas puramente especulativas.        

5) En el plano personal, el filósofo se consagra al sufrimiento, las drogas y la pedantería, convirtiendo su tonta santurronería en un mal sucedáneo de la belleza interior que dicen buscar.

 

Fotografía Mimmo Jodice

6) Toda Alta Cultura no es más que brillo para unos y locura para el resto… La filosofía también se dedica a su grandilocuente divulgación, partiendo de escasos datos y siempre obtenidos por otros, ya que su verdadero empeño es mantener a todo trance su absurdo reinado cultural.       

7) Los filósofos se alimentan de libros y regurgitan libros, que siempre son vitalmente menos intensos que la más sencilla de las experiencias estéticas espontáneas (como, por ejemplo, oír una canción interpretada en la calle).

8) No obstante, la filosofía nada sabe de lo que realmente sucede fuera de los libros, de la infinidad de batallas que se libran en los negocios, en los laboratorios, en los lobbies, en las redacciones de los periódicos, en la creación, etc. Lo suyo son las “ideas”, grandes y sublimes sólo para los demás ignorantes como ellos que les adoran.

 

Mimmo Jodice

9) En puridad, la realidad nunca ha necesitado de “ideas”, de “reflexión”, de “examen”: la realidad consiste en la libre circulación de las cosas y los seres en-sí, entre los que se cuentan los hombres, y cuyo necesario entrecruzamiento da lugar a roces, absorciones y choques que constituyen todo el “para-sí”, toda la apariencia de autoconciencia, siempre cambiante, que nos es necesaria para vivir, para seguir… 

10) Contra la arrogancia de la filosofía, hay que señalar una y otra vez que la variedad y pluralidad real y posible del mundo no puede ser resumida en una sola cabeza, ni tan siquiera en un millón. Lo Mismo no es más que el doble ideológico de lo que ya sabemos, y en cuanto a lo Otro, no está de más recordar que el Otro de eso Otro vuelvo a ser simplemente Yo, que tampoco es para tanto…

 

Fdo.: El Sócrates Auténtico.

 

Fotografía Mimmo Jodice
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