Titulitis

La titulitis es un mal tan español que lo hemos incorporado al diccionario de la RAE: Valoración desmesurada de los títulos y certificados de estudios como garantía de los conocimientos de alguien.

En medicina, si le ponemos el sufijo “itis” a algo significa que es una inflamación, en sociología, que es un culebrón. En España, ya teníamos varias, como las famositis y las triunfitis. Ahora tenemos una nueva, la titulitis, de la cual hay varios subtipos, como la masteritis, la doctoritis, la enchufitis, etc.

 

Fotografía: Mimmo Jodice

Las titulitis de los políticos se han convertido en un culebrón interminable que empezó con la Cenicienta de las Fuentes, pasó por el Príncipe Veloz y la Sanadora de los Montes, y, de momento, va por el Rey de la Mociones, pero no sabemos dónde ni cuándo acabará.

Pero ¿realmente padecen titulitis de acuerdo con la DRAE? Parece que sí, pero de un subtipo raro, ya que la valoración de sus títulos es claramente desmesurada, pero no los usan como garantía de conocimientos para su trabajo, luego, lo que padecen es una egotitis, una inflamación del ego.

 

Fotografía: Mimmo Jodice

Los síntomas de la egotitis son la necesidad de estimación y reconocimiento social, la adhesión a la fama y el poder y el ejercicio del poderío público, que conlleva uso y abuso de momios y prebendas. Nada de eso supone nada bueno para los demás, pero, ojo, tampoco para ellos, porque esas inflamaciones siempre acaban cronificándose en las listas de espera judiciales, e implican ostracismo y repudio social.

 

Fotografía: Mimmo Jodice

Ahora bien, si el diagnóstico es titulitis con inflamación del ego, ¿cuál es el tratamiento? Sencillo, lo mismo que cualquier inflamación. Lo primero y fundamental, es el reposo, que significa que se queden en sus casas, como ha hecho la Cenicienta, sin hacer nada. Pero además hay que darles antiinflamatorios para bajarles los humos. ¿Cuáles son los mejores? Sencillo, bolsas de hielo en la cabeza para que se les desinflamen, si son agudas, o pañitos calientes, para que no les duelan, si son crónicas. Y para eso, lo esencial es tener tiempo y reposo, es decir que cojan una baja laboral, como cualquier españolito de a pie, no sea que por querer esforzarse empeoren. Así ellos se libran de sus titulitis y nosotros nos libramos del culebrón. Y todos tan contentos.

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