Toda familia tiene su oveja negra; en la nuestra era el tío Petros. Sus dos hermanos menores, mi padre y el tío Anargyros, se aseguraron de que mis primos y yo heredáramos sin cuestionar la opinión que tenían de él. El inútil de mi hermano Petros es uno de los fiascos de la vida – decía mi padre cada vez que se le presentaba la ocasión. Quizás no sea la forma más adecuada de presentar a un familiar, pero se puede tratar de entender esta exposición, tal vez gratuita, de tan directos improperios.
¿Qué habría pensado alguno de ustedes si le dicen que se va a consagrar toda una vida a estudiar un problema y fracasa en el intento? ¿Qué habrían pensado de usted sus hermanos si abandona el trabajo en la empresa familiar? Peor aún, si abandona el trabajo en la empresa familiar, pero recibe su parte de las ganancias.
Pues ese es Petros Papachristos, un anciano apartado de la vida social y familiar, un anciano con dos aficiones: el ajedrez y la jardinería. Sin embargo, perdonen que haga de abogado defensor. Tal vez lo haga por deformación profesional, ya que ambos compartimos el gusto por las matemáticas, aunque él fue un niño prodigio y un eminente profesor e investigador. Yo me quedé en profesor “a secas”. Procedo con el alegato para su defensa…
El problema al que dedicó toda su vida el señor Papachristos, sin obtener resultados satisfactorios, es la famosa Conjetura de Goldbach, aún pendiente de resolución. ¿Conjetura? ¿De quién? Perdonen si no estoy siendo claro, trataré de explicarme un poco mejor… Los matemáticos llaman/llamamos conjetura a un resultado que se supone cierto pero que nadie lo ha podido demostrar. En caso de que se demuestre, aumenta su “categoría” y pasa a denominarse Teorema. Por otra parte, Goldbach, Christian Goldbach (1690-1764) es un matemático nacido en la ciudad prusa de Königsberg (cuyo nombre actual es Kaliningrado, perteneciente a Rusia). Tal vez les suene el nombre, por lo de los puentes, digo. Perdón, me estoy desviando del tema.
¿Qué dice esta conjetura? Para el caso que nos ocupa, probablemente no sea de vital importancia, pero tampoco difícil de entender… todo número par mayor que dos puede escribirse como suma de dos números primos. Hasta aquí, supongo que seguirán sin encontrar el porqué de una dedicación íntegra, a algo de lo que no se ha podido hallar solución. Pero si investigan, si navegan, si leen (tal vez cosas más interesantes que estas líneas), llegarán a descubrir que lo que tienen entre manos es, con seguridad, uno de los problemas más importantes de las matemáticas en la actualidad.
¿Y?…También está la parte económica, las malas lenguas cuentan que, un par de editoriales (una inglesa y otra americana) ofrecieron un premio de un millón de dólares para la persona que la resolviera antes del año 2002. Esas malas lenguas, también cuentan que nadie reclamó el premio hasta la fecha. ¿Qué hay de cierto? No lo sé, pero si me llego a enterar, lo habría intentado.
Bueno, voy acabando mi defensa, entiendo que estén empezando a cansarse. Sólo me queda justificar eso de que se quedó con las ganancias… Tengan en cuenta que era soltero, todo el dinero estaba en el banco (en esa época en la que tener el dinero en el banco era una buena inversión) y que en el testamento dejaba todo a sus hermanos y sobrinos.
¿Entienden ahora al tío Petros?
Yo, sí. ¿Siguen sin entenderlo?
Pues… yo no puedo hacer nada más, y como el verbo no es una de mis mayores virtudes, les recomiendo que lean la novela cuyo nombre da título a estas líneas, escrita por el griego Apóstolos Doxiadis.
¿Les siguen quedando fuerzas o ganas? ¿Siguen sintiendo curiosidad?
Si es así, otra recomendación, “El rescoldo” de Joaquín Leguina. Una curiosa obra en la que el autor adopta el personaje de Papachristos para rehacerlo e introducirlo en la trama.
Y, para terminar, ¿quieren cine? “La habitación de Fermat” (Rodrigo Sopeña y Luis Piedrahita, 2007) o “La Verdad Oculta” (John Madden, 2005).
El de la imagen no es Christian Goldbach, es Hermann Grassman.
Muchas gracias. Corregido. Esta sí es.