Steiner, un genio que se queda en mis libros

Hay personas que pasan por tu vida de manera fugaz y dejan una huella que permanece para siempre, con un espacio propio que parecía diseñado para ellas. Y lo cierto es que, con el paso del tiempo, me doy cuenta de que algunas han llegado a ser muy importantes para mí, aunque realmente no haya intercambiado ni una sola palabra con ellas. También pueden habernos hablado desde un libro, o desde dos, o haber disfrutado de toda su creación como si fueran conversaciones sucesivas y eso es lo que me ocurre con George Steiner. He experimentado su muerte como la desaparición de alguien muy próximo, porque empezó a formar parte de mi círculo de amigos cuando me convenció, desde la atalaya de una frase, de que somos unos invitados en esta vida y que cada día tenemos un billete intacto para disfrutar de todo lo que ella puede ofrecernos.

Gracias a él he podido meter la nariz en la mecánica de los días con todos los engranajes que los componen: la música, la lectura, la conversación, la contemplación de todas las maravillas que se han ido pintando a lo largo de la historia, o el buen cine, que no se agota en cuatro visionados, como decía él. Tengo mis cuadernos llenos de notas sobre sus libros y pese a compartir con él tantas cosas en su mirada del mundo, me resulta curioso que haya disfrutado tanto de los avances que han permitido a la música llegar más lejos gracias a las grabaciones de calidad , pero que no haya descubierto los libros electrónicos, por ejemplo. Pero es cierto que uno no puede abarcarlo todo ni de manera perfecta. Hay espacios en los que podemos dominar muy bien el terreno que pisamos. En otros, somos meros aficionados, con el placer que supone, por qué no, dejar el análisis de lado y concentrarnos en disfrutar. Sólo eso.

Me costaba entender que apostara por la ciencia, desterrando la superstición, y que se considerase volteriano, cuando, sin embargo, tenía la Biblia o los libros sagrados judíos como lecturas fundamentales. Pero, pese sus contradicciones, me ha inspirado siempre su capacidad para volver a comenzar una y otra vez o esa confianza en que es posible hacer siempre mejor las cosas.

Y no puede gustarme más que haya centrado sus energías en el lenguaje, en buscar sus conexiones con la vida y con las sensaciones. Estar seguro de que cada lengua abre un mundo nuevo o saber que un orgasmo se corresponde con la traducción simultánea…y a la inversa.

Buscar lo cierto a través del lenguaje, porque la verdad ya está instalada en las matemáticas y en la música. Seguro. Y tomar lo bueno de cada uno, lo mejor de lo que puede aportar. Como hizo con Celine o Heidegger. Para él unos titanes, aunque como personas sus actitudes fueran absolutamente crueles e injustificables. Pedir a cada uno lo que puede dar. Todo un ejemplo de vida que trato de aplicar. Gracias por tanto, señor Steiner. Nos seguiremos viendo en sus libros.

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