La segunda hija

Desde la primera vez que vi Chef’s table pienso que es increíble. Es un programa de comida, sí, que usa la comida como excusa. Cada capítulo cuenta la relación de un chef y su restaurante, pero en el medio va tejiendo la pasión y los giros de la vida. Todos los episodios tienen en común el peso de su propia historia.

La escena principal es como un aperitivo, puntual y con fuerzas, suele sembrar una duda de cuándo va a explicarse. La luz, los planos, las frases, los colores de los platos, la música, la fragilidad del protagonista, la pequeña victoria. La gran victoria. Siempre que termino de verlo respiro para procesar lo que acaba de pasar. Pero con ninguno me sentí como con el episodio 3 de la 6ta temporada, el de Asma Khan.

Empieza y aparece un tren: el Darjeeling Express, que solía pasar por las laderas del Himalaya. Su recorrido deja atrás el vapor de Calcuta abriendo paso al aire puro. La silueta de una mujer también aparece en un tren, otro tren, recordando que de niña sacaba la cabeza por la ventana y decía su nombre.

“Ese era mi momento de libertad”.

Asma vive en Inglaterra, pero es de Calcuta, India. “En India, cuando nace una niña no hay celebraciones, no hay fuegos artificiales, es un momento de oscuridad en la familia. Y cuando tienes la mala suerte de tener otra hija, ya no es como una vida, es como una muerte. Mi madre lloró en mi nacimiento. Yo era la segunda hija”.

Su voz sigue narrando tradiciones culturales, vivencias de tristeza, rechazo y frustración: la mujer atada al concepto de debilidad. Todo el capítulo tiene un aura de insatisfacción. Eventualmente se va disolviendo hasta encontrarse cómoda en ella misma, es cierto, pero no es un camino que muestra fácil. Asma habla de la soledad de vivir en otro país, no tener amigos al principio, ser de una cultura diferente y sentir que ni siquiera encaja en la suya por ser una desgracia, una mujer. Durante años ha llevado la culpa de encarnar la desilusión de su madre con el primer aliento.

“Yo quería hacer cosas que la hiciera sentir orgullosa. Ahora está orgullosa de mí, se lo dice a todo el mundo. Y, sin embargo, siento que quiero hacer algo más”.

Darjeeling Express.

Asma es chef, abogada y dueña de un conocido restaurante, el Darjeeling Express. En sus palabras retumba el alivio de que, ahora sí, su madre se lo dice a todo el mundo. Ahora habla de ella. Lo que aterra es pensar en lo que hubo antes de ese ahora. Que el hacer haya sido su camino para ser no sólo hija, sino mujer y visible.

Para esta parte del capítulo yo ya estaba con el cuerpo comprimido, preguntándome sobre la aprobación constante que buscamos en nuestros padres, en lo frágil nos vuelve si no existe. Me hizo pensar en las veces que fui tanteando zonas minadas, haciéndome distintas preguntas para asegurarme una y mil veces de que la respuesta seguía siendo la misma: no había nada malo conmigo. No hay nada malo conmigo. Y aunque mi cultura no es fielmente el retrato de la suya, fue inevitable escucharla y sentirme igual, oprimida, saturada, esforzándome tres veces más que el resto.

Si crees que no eres querida, que no eres igual, traerás luz. Puedes hacer lo que sea”, dice Asma Khan al final.

Yo también soy la segunda hija.

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