Advertencia: Este relato está basado en hechos y personajes reales… con algunas licencias de tipo personal.
El mago de Oz me hizo escritor
Salman Rushdie
La temperatura primaveral que se respira en Madrid, estamos a 1 de marzo de 1945, hace que Julio (1) decida salir a la calle sin el abrigo de paño y la bufanda que suele utilizar en los fríos días de invierno. Aunque lleva más de 20 años en Argentina, es un asiduo a la capital cuando sus obligaciones laborales, en la Universidad de Buenos Aires, se lo permiten.
El motivo de su visita es la participación en unas jornadas organizadas por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en la que debe impartir una conferencia y, aunque lo realiza con frecuencia a lo largo de todo el mundo, siempre le provoca algo de inquietud y nerviosismo cuando debe hacerlo en su país natal.
Suele huir de los lujos del Palace o del Ritz, pero nunca renuncia a las comodidades y a la buena situación que le ofrece el Hotel Atlántico, en pleno centro, lo que le permite pasear por una de sus calles favoritas, la Gran Vía. Es aquí, en uno de sus múltiples quioscos de prensa, donde adquiere El Alcázar o el ABC, le gusta tener ¿información? de lo que se cuece en un país que presume de “libertad de prensa”. En realidad, lo que le gusta es husmear en la cartelera de espectáculos y, de forma más concreta, en la cartelera del llamado séptimo arte. No debemos olvidar que se encuentra en la calle de los trece cines.
Abre la página de informaciones y noticias teatrales y cinematográficas para consultar lo que se ofrece en el día de hoy. No descubre nada que llame su atención y decide encaminar sus pasos hasta la cafetería Manila, en cuyo piso superior se encuentra una de las vistas más bonitas de la ciudad, divisándose gran parte de la plaza de Callao y toda la calle Gran Vía hasta la Red de San Luis. Debido a su céntrica ubicación, este café era el lugar ideal para celebrar todo tipo de reuniones y para pasar desapercibido, motivo por el cual se encontraba allí.
Como suele ser habitual, busca una mesa apartada del mundanal ruido, escaso pero existente. Unas tortitas con nata (no olvidemos que fueron los introductores de este manjar goloso) acompañadas de una leche manchada hacen que la gélida mañana transcurra mejor.
Un tipo, sentado frente a él, comienza a mirarlo como si se conociesen desde la infancia. Tal vez sea uno de los eruditos que piensan asistir a su conferencia… ¿o tal vez sea uno de sus amigos de la infancia? Sea cual sea el motivo, los dos cruzan sus miradas y creen reconocerse. No obstante, Julio introduce su mano en el bolsillo interior da la chaqueta y saca sus gafas para poder corroborar si algo de lo anterior es cierto.
¡Imposible!
El tipo parece maduro, barba prominente y lo que más me llama la atención es su forma de vestir: toga griega y turbante en la cabeza.
¡No puede ser!
Antes de que pueda reaccionar lo tiene delante y, al presentarse todas sus dudas quedan resueltas, es el mismísimo Pitágoras pidiendo permiso para sentarse y poder conversar. Debe ser un sueño…
Dos horas después, la conversación fluye con una rapidez vertiginosa como si fuesen dos viejos amigos que hace tiempo que no se ven. Siguen charlando sobre sus aportaciones a las Matemáticas, lo cual hace que el tiempo pase sin querer y se haga tarde para los dos. Sin embargo, tienen mucho que contarse aún, les apetece “conocerse” un poco más, aunque realmente son dos viejos conocidos a los que las matemáticas, sin querer, les unen y reúnen en innumerables ocasiones.
En una de las pausas utilizadas para tomar aire y poder seguir con la charla, tira suavemente de su cadena Albert con barra en T y saca su reloj, es un magnífico Omega de plata maciza, adquirido en uno de sus viajes a Friburgo cuando fue invitado a impartir una ponencia sobre metodología de la matemática elemental junto con su colega Pedro (2). Es casi la una del mediodía y se empieza a hacer tarde para un exiliado acostumbrado a tomar el almuerzo sobre las 12:30 del mediodía. Sin embargo, la buena compañía hace que la sensación de confort y las ganas de seguir aprendiendo dejen un poco de lado el ruido de los intestinos pidiendo algo de comer.
Se le ocurre una magnifica idea y decide invitar a su interlocutor al cine. Ha visto en el diario que, hoy en el Cine Coliseum, se estrena una película llamada “El Mago de Oz” protagonizada por una jovencita y prometedora actriz llamada Judy Garland y los ya consagrados Frank Morgan (candidato a los Óscar en 1934 y 1942), Ray Bolger, Jack Haley, Bert Lahr, Billie Burke (nominada a los Óscar en 1939) y Margaret Hamilton. Además, según lo que ha leído, debe ser buena o eso piensan los que la nominaron por 6 veces a los Óscar en 1940. Sea como sea, es una buena excusa para seguir charlando con alguien al que nunca creyó que podría encontrar.
Con un fuerte apretón de manos se emplazan a las 15:00 horas en el Café Varela y, aunque un poco pronto para la sesión de las 5 de la tarde, les permitirá disfrutar de un buen café y un no menos placentero paseo que les encamine a disfrutar de una película que, según cuentan, está rodada en “Technicolor”.
(Ahorraremos las casi dos horas de charla matemática, puede que el lector se aburra con tantos tecnicismos de dos eruditos en la materia, y nos situaremos en la cola de la taquilla).Son seis cincuenta, por favor.
Don Julio saca su billetera, extiende dos billetes de 5 pesetas y, mientras observa la cara de perplejidad de su acompañante, recibe como cambio tres con cincuenta. En ese momento, al acceder a la sala, el hombre de la linterna (como lo llamó Pitágoras), se encargó de colocar a los dos espectadores en sus asientos.
-Gracias, dijo aquel señor con uniforme y gorro en la cabeza, cuando cerró la mano en la que su acompañante depositó una moneda.
No habían transcurrido ni cinco minutos desde que se acomodaron en aquellas sillas tan blandas y confortables, cuando oyó tres pequeños estruendos que estuvieron a punto de hacerle salir corriendo de allí. Según pudo entender, era el aviso de que, poco a poco, las luces se iban a apagar y se abriría el telón para dar comienzo a la película.
Su sorpresa fue mayúscula y creyó haberse equivocado, pues lo que se suponía iba a ser un espectáculo de color, música y personajes poco habituales, fue precedido por algo llamado NO-DO, casi 30 minutos de aburrimiento que le provocaron más de un bostezo.
¡Por fin!
Comienza el espectáculo…
Según el programa de mano, serían más de dos horas de diversión, entretenimiento, aprendizaje, efectos visuales, personajes fantásticos y jamás vistos (la verdad es que a Pitágoras todo y todos le parecían fantásticos y raros). Lo mejor sería olvidarse de todo y prepararse para disfrutar.
Todo iba a pedir de boca hasta que, hacia la mitad de la película, Pitágoras sufrió un infarto. No se pudo hacer nada por él y, aunque en la sala se encontraba un médico del Hospital Provincial, fueron inútiles las maniobras de reanimación.
D.E.P.
El informe pericial (3)
HOSPITAL PROVINCIAL DE MADRID
Mateo Abraham Groening, con Cédula Personal nº 00325341, Doctor en Medicina por el Evergreen State College de Olympia de Washington, emite el siguiente informe pericial a solicitud de la Real Sociedad Matemática Española con relación a la causa y circunstancias del fallecimiento de PITÁGORAS.
Antecedentes
Con fecha 1 de marzo de 1945 se practica la autopsia de un cadáver identificado como perteneciente a Pitágoras el de Samos, fallecido horas antes de forma repentina.
Operaciones practicadas y resultados obtenidos
El presente Informe Pericial se basa en las siguientes acciones realizadas por el médico que lo suscribe:
Análisis de los informes generados por el médico que asistió al fallecido en el Cine Coliseum.
Análisis de las declaraciones tomadas al ciudadano Don Julio Rey Pastor.
Conclusiones
a) Análisis de los informes del médico
A la vista de la información recogida por el médico que asistió al fallecido, se puede establecer que Don Pitágoras falleció a consecuencia de un infarto agudo de miocardio.
b) Análisis de las declaraciones
Una vez analizadas las declaraciones de Don Julio Rey Pastor, se llega a la conclusión de que dicho infarto fue producido por una escena de la película “El mago de Oz”. En concreto, la situada entre 1:25:25 y 1:28:25 y de la cual se hace una transcripción.
Mago: Honoris Causa
Mago: Quiere decir doctor en eruditología.
Espantapájaros (llevándose la mano a la cabeza): La suma de la raíz cuadrada de cada uno de los lados de un triángulo isósceles es igual a la raíz cuadrada del otro lado. ¡Oh, Victoria!¡Al fin!¡Tengo cerebro!
c) Conclusiones
Teniendo en cuenta todo lo anteriormente expuesto, podemos plantear las siguientes conclusiones:
- La muerte de Pitágoras se produjo debido al atentando que los directores de la película, consciente o inconscientemente, cometieron contra el Teorema de su mismo nombre.(4)
- Todo lo anterior desembocará en una maldición que afectará a todos los que tuvieron algo que ver con este asesinato matemático.
- La única forma de que la maldición cese es que dicho error sea subsanado de forma cinematográfica o televisiva.
Todo lo cual es cuanto a bien puedo manifestar en el cumplimiento de la misión que se ha encomendado.
Fdo. Dr. Mateo Abraham Groening (5)
Médico Especialista en Medicina Legal y Matemática.
Madrid, 01 de marzo de 1945
La prensa
Año XVIII · Núm. 894 · Madrid, 22 de junio de 1969 · Precio: 4 pesetas
Sombras al otro lado del arcoíris
”EL MAGO DE OZ”: 30 AÑOS DE MALDICIÓN
Encontrado el cadáver de Judy Garland en el baño de su apartamento de Chelsea (Londres). La actriz, de 47 años, muere de una sobredosis de barbitúricos
Tal vez se halla cerrado el ciclo maldito que comenzó durante el rodaje de la película “El mago de Oz” con el abandono de Buddy Ebsen (el hombre de hojalata original) debido a una alergia que le afectó gravemente a los pulmones y que continuó con la hospitalización de Margaret Hamilton (bruja del oeste) a causa de las múltiples quemaduras que le produjo el maquillaje verde que cubría su rostro. Sobre el resto de los detalles publicamos un interesante reportaje en página 3 y siguientes.
Con un retraso de 50 años, Los Simpson corrigen el error del “espantapájaros”
El cerebro matemático de Homer recibe un impulso inesperado al recuperar las gafas perdidas de Henry Kissinger, durante una visita a la Central Nuclear de Springfield. Demasiado tímido para cogerlas y demasiado avergonzado para hablarle a nadie de sus gafas perdidas, Kissinger murmuró: “Nadie debe saber que se le han caído las gafas en el váter al hombre que redactó los acuerdos de paz de París”. Poco después Homer visitó el aseo y descubrió las gafas en al váter. Las cogió, se las puso y, parecieron dotarle con los mismos poderes del cerebro de Kissinger. Mientras estaba todavía en el lavabo, Homer empezó a repetir como un loro: “La suma de la raíz cuadrada de dos lados cualesquiera de un “triángulo isósceles es igual a la raíz cuadrada del otro lado”.
Al principio pareció una formulación sencilla del teorema de Pitágoras, pero una voz de fondo dice: “en un triángulo rectángulo”. Con lo que, más de 50 años después, queda saldada la deuda del famoso teorema. Páginas 41 a 45
Notas
(1) Julio Rey Pastor (Logroño, España, 14 de agosto de 1888 – Buenos Aires, Argentina, 21 de febrero de 1962) ha sido uno de los matemáticos españoles más importantes.
(2)Pedro Puig Adam (Barcelona, 12 de mayo de 1900 – Madrid, 12 de enero de 1960) contribuyó con una treintena de obras a la renovación de la enseñanza de las Matemáticas en España.
(3)Disculpas por el informe. Soy profano en la materia y sólo adapté algunos que me gustaron
(4)El célebre Teorema de Pitágoras nos dice que la suma de los cuadrados de los catetos de un triángulo rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa
(5)Mateo Abraham Groening es en realidad Matthew Abraham Groening) más conocido como Matt Groening) es el creador de Los Simpson.