Bastaría haber firmado solo dos bandas sonoras como Carros de fuego (Hugh Hudson, 1981) y Blade runner (Ridley Scott, 1982), por encima –en la ceremonia de los Óscar del año– de John Williams– y por encima de Jerry Goldsmith, –contratado inicialmente por Scott para musicar la película– para dejar constancia del sitio referencial ocupado por Evángelos Odysséas Papathanassíou (Volos, 1943-Paris, 2022). Conocido popularmente como Vangelis, teclista y compositor tan exuberante como innovador desde el uso de los teclados y sintetizadores, que le confieren un lugar destacado en el universo de la música electrónica y del New Age. Justo ahora que hace un año, otro innovador de la música electrónica como Franco Battiato, emprendía el camino de vuelta.
Por más que la apariencia física de Vangelis, generosa en lo capilar y en lo carnal, le haya llevado a más de uno a confundirlo interesadamente con algún cantante español, que prefiero silenciar por evitar las odiosas comparaciones. La dificultad de ubicar su música envolvente y, a veces, estratosférica, hace que se le designe como uno de los integrantes de las llamadas Nuevas músicas o, también, como Clásicos contemporáneos, aunque sus orígenes sean otros diferentes.
Y ello sin olvidar esos inicios más poperos que acústicos, con el grupo Afrodite’s Child, junto a Demis Roussos y Lucas Sideras. Grupo que llegó a obtener éxitos fulminantes como It’s Five O’Clock, Spring Summer Winter and Fall, Rain and Tears, o I want to live entre 1968 y 1970. Y el más complejo y controvertido 666 Apocalipsis según San Juan, a caballo del rock sinfónico y de la Música conceptual que levantó muchas suspicacias desde la colaboración con Irene Papas y su intervención cantada o entonada levantando ampollas y pesares. A partir de 1970 y disuelto el grupo, Vangelis inicia su trayectoria individual como compositor y colaborando con grupos de jazz-rock, donde resulta destacable su colaboración con John Anderson, procedente del grupo Yes.
Y es a partir de estos años, cuando se dispara la creatividad en la composición de bandas de películas, sin olvidar la pieza sinfónica Fais que ton rêve soit plus long que la nuit (1972) que, en apariencia, quiso ser un homenaje personal a las revueltas parisinas de mayo de 1968. Sus colaboraciones para musicar películas siguen creciendo –a pesar de las reticencias de Vangelis a ser encasillado sólo como músico de cine– con colaboraciones con directores como Costa Gavras, Liliana Cavani o Roman Polanski.
De 2001 es la composición del considerado himno de la NASA, agencia espacial de los Estados Unidos –que le supuso algún reproche de americanismo, frente a gestos anteriores más a la izquierda–, Mythodea. En 2002 realiza la composición del himno del mundial de fútbol de Corea-Japón, utilizado de nuevo en 2016 en el campeonato americano de futbol. En 2004 compone la banda de la película de Oliver Stone, Alejandro Magno. Ya de 2007 es la banda sonora de El Greco, coproducción hispano-griega dirigida por Yannis Smaragdis. Lo demás es un proceso de conmemoraciones y reediciones de composiciones anteriores, como si el pasado persiguiera a Vangelis en un presente empinado y aristado. Por más que lo que hoy llamen música actual no sea sino una mélange de rapeo de baja estrofa y muchachas nacaradas de marcados glúteos silabeando naderías. Como una demostración elevada de que, todo es empeorable.