Gertrude Vanderbild Whitney: el retrato de una mujer moderna

Gertrude Vanderbild Whitney por Robert Henri
Evocar un cuadro

A veces conviene tener preparado un plan de fuga eficaz y evadirse muy lejos, cuando se presiente un aire social muy cargado y los memes falaces zumban como enjambres de avispas a nuestro alrededor, compitiendo entre ellos en su irracionalidad, tan pertinaces que amenazan con agotarnos si consiguen que fijemos demasiado nuestra atención en ellos, porque entonces pueden poseernos como algunos virus lentos de esos que entran en los cuerpos y persisten allí mucho tiempo, mientras los van destruyendo poco a poco o simplemente los convierten  en otros que no controlamos. Se puede intentar coger un avión y viajar a cualquier isla tropical o también buscar un cuadro bello al azar y comenzar a mirarlo muy minuciosamente, mucho tiempo.

Reparé en esa mujer reclinada como una Venus de Tiziano primero por sus colores: el contraste entre el azul ultramar o el púrpura y los distintos tonos del verde agua. Luego por la posición de sus manos que parecían querer expresar algo vagamente sofisticado, aéreo, como el pie que parece flotar al final de su pierna cruzada. Por fin sus ojos que parecen mirarnos muy en serio, enmarcados en una melena de “flapper”, en un rostro que parece incendiado por algunas pasiones verdaderas.  Parece que navega por algún mar muy tranquilo, con un horizonte de palmeras, pero también trasmite cierta tensión, como si estuviera muy alerta, dispuesta a conquistar algo que presiente que no es fácil y que casi llena de nubes el azul del cielo.

Gertrude Vanderbilt Whitney

En 1916 Gertrude Vanderbild Whitney, cuando fue pintada por Robert Henri,  tenía 41 años y ya había conseguido ser reconocida como artista a pesar de ser una mujer muy rica. También en ese momento estaba dedicando mucho esfuerzo y dinero para socorrer a los soldados que luchaban en la Primera Guerra Mundial a la vez que trataba de plasmarlos en dibujos y esculturas pequeñas. Había nacido en Nueva York en 1875 en una familia patricia americana (era hija de Cornelius Vanderbild II que había heredado la presidencia de la New York Central Railroad ) con una casa magnífica en la Quinta Avenida y otra en Newport, en Rhode Island, para pasar los veranos. Fue educada por tutores privados antes de ingresar en la exclusiva Escuela Brearley de señoritas donde comenzó a interesarse por el arte. Se casó a los 21 años, en 1896, con Harry Payne Whitney un banquero  y hombre de negocios muy adinerado lo que consolidó su fortuna para siempre. Fue a partir de entonces cuando decidió dedicarse, con todos esos medios, a sus aficiones artísticas cosa no demasiado bien vista en su medio social en ese momento.

Gertrude Vanderbild Whitney. Pintura de Howard G. Cushing, 1902.  Photo: Whitney Museum of American Art, New York

Primero comenzó a estudiar en la Art Students League of New York donde se interesó sobre todo por la escultura y luego en París donde viajó en 1906. Allí estudió escultura y conoció a Rodin y a Robert Henri del que sería buen amigo toda la vida. En 1908, al volver a Nueva York, abrió un estudio y una galería de arte (Whitney Studio Gallery) en Greenwich Village, que en 1914 amplió al Whitney Studio Club, un sitio de reunión de jóvenes artistas donde además podían exhibir sus obras y recibir ayudas de diverso tipo. En 1929 Gertrude ofreció al MET su colección de casi 700 obras además de hacerse cargo de la construcción de un ala para exponerlas pero no llegaron a un acuerdo por lo que en 1930 fundó su propio museo, el Whitney Museum of American que aún persiste en la actualidad, regentado todavía por las mujeres de su familia. A esas alturas ya era muy conocida y, curiosamente, realizó una obra en Huelva, el Monumento a Colón. En 1934 estuvo involucrada en una batalla judicial que tuvo mucho eco en la prensa de la época con la viuda de su hermano, por la custodia de su sobrina Gloria Vanderbilt que finalmente consiguió. Con el tiempo esa niña, que la prensa había etiquetado como “pobre niña rica” se convertiría en una mujer famosa que fue también artista, escritora, actriz y diseñadora de moda (diseñó unos famosos vaqueros que fueron icónicos) capaz de vivir una vida muy intensa y muy larga (95 años).

Gloria Vanderbilt

Robert Henry (1965-1929) fue un pintor americano que viajó a París, para formarse, en 1888 y se vio influenciado por el impresionismo pero que al volver a Filadelfia en 1981 impulsó el “Charcoal club” un lugar de reunión donde un grupo de artistas promovían el dibujo artístico y la lectura de autores con cierta filosofía social como Emerson, Whitman, Zola o Thoreau. Les parecía muy importante preservar la primera impresión de los objetos dibujados. Después de conocer a James Wilson Morrice comenzó a utilizar una técnica de bosquejo rápido llamada “pochade” que se realizaba en pequeñas superficies de madera que cabían en el bolsillo del abrigo junto a un pequeño juego de pinceles y óleos. Esto permitía pintar en cualquier momento todo tipo de escenas urbanas. En 1902 fue contratado por la New York School of Art donde tuvo alumnos como Edward Hooper. En 1906 fue elegido miembro de la National Academy of Design pero cuando algunos artistas de su círculo fueron excluidos de la exposición de 1907 renunció a su puesto en el jurado y organizó su propia exposición con ellos, en la “Macbeth Gallery”. Fueron denominados como “The Eigh” y ese fue el germen de la Escuela de Ascan integrada por artistas que estaban interesados en representar de forma realista la vida urbana cotidiana. Al parecer el retrato que le hizo a Gertrude Vanderbilt no gustó demasiado a su marido que se negó a colgarlo en su casa porque no quería que su amigos vieran a su mujer “en pantalones”. Robert Henri había pintado a una Venus moderna llena de proyectos que anticipaba a las mujeres que, poco a poco, irían tomando las riendas de la vida que realmente anhelaban. Es imposible no pensar en esos personajes que interpretaba Katharine Hepburn en “Historias de Filadelfia” o en “Vivir y gozar“, por cierto, unas recomendables películas para el verano.

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