El día del barro

El 25 de octubre de 2024, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) emitía una nota informativa donde avisaba de “lluvias muy fuertes, y localmente persistentes, más probables durante el martes 29”. Era el prólogo discreto de un drama nacional inesperado que termina con, al menos, 219 muertos y 9 desaparecidos.

El balance hubiera podido ser diferente, como en Polonia, donde tras las inundaciones causadas por la tormenta Boris en septiembre provocaron la muerte de nueve personas. Allí se desplegó el ejército desde el primer día y el gobierno pidió la ayuda internacional. Aquí no. 

El aviso del sábado 26 decía: “Se esperan chubascos muy fuertes sin poder descartar, a día de hoy, que alcancen localmente intensidad torrencial, además de ser persistentes e ir acompañados de rachas de viento muy fuertes”. El domingo se volvía a insistir en la posibilidad de “lluvias torrenciales para el martes”. El aviso del lunes decía: “El martes 29 se prevé el día álgido de este episodio, esperándose la mayor probabilidad de estas precipitaciones y tormentas intensas en el área del Estrecho, Andalucía Oriental, Murcia, este de Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana”. El ayuntamiento de Elche decidió el cierre de centros y oficinas. La Universidad de Valencia anuló las clases de manera preventiva evitando un movimiento de 40.000 estudiantes y de sus funcionarios. El mismo día, el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, calificó la medida de “excesiva”. Muy clarividente no fue. 

El martes 29 se añadía esta coletilla: “Debido a la intensidad y persistencia de las precipitaciones, es probable que en estas zonas se puedan superar de forma local los 150-180 mm en 12-24 horas”.

Yo debo confesar que el contenido de los mensajes no me parece muy preocupante y no merece que cambie mis actividades del día ni el itinerario de mi paseo en bicicleta. Estoy acostumbrado a oír avisos semejantes, dichos sin énfasis particular por el hombre del tiempo en la televisión, a menudo a toda velocidad porque se sale de horario. Quizás lo oyera también aquel fatídico día 29, pero, aunque así fuera, careciendo de las claves para interpretarlos, son mensajes que pasan desapercibidos.

La AEMET emite “avisos” de diferentes colores según la virulencia de las lluvias y el viento: verde, amarillo, naranja y rojo. Al contrario, las administraciones emiten “alertas”. Los primeros son análisis técnicos y las segundas valoraciones político-administrativas. 

Quizás oí también la palabra “Dana” y deduje que se trataba de un neologismo para reemplazar a la anterior “Gota fría”. La Dana, “Depresión Aislada en Niveles Altos”, tiene un movimiento errático que no sigue la circulación general de la atmósfera, es como un electrón libre cuya trayectoria y gravedad son imposibles de prever. A pesar de ello, un especialista francés en fenómenos meteorológicos extremos publicó ese día a las 8h58 en Twitter: “Todas las miradas están puestas en el este de España durante las próximas horas, ya que se espera que una depresión en niveles altos produzca un episodio de lluvias significativo. Es posible que mañana por la tarde se registren precipitaciones torrenciales de más de 400 mm (o L/m²) en algunas zonas de la provincia de Valencia. Las inundaciones repentinas con peligro de muerte son una preocupación importante.


https://x.com/WxNB_/status/1851171706917761136

Aquí el mensaje sí está claro: “inundaciones repentinas con peligro de muerte”, esta transparencia debía de haber definido el aviso de la AEMET española. Hubieran debido hacerlo, aunque luego no hubiera pasado nada. Pero no se atrevieron a un enunciado tan alarmante, prefirieron uno parco y comedido. Y así empezó el origen del drama, con un error de comunicación, multiplicado luego en la cadena de transmisión, por unos y otros, personas e instituciones, de aquí y de allá, por la izquierda y por la derecha, hasta que finalmente a una población ya exangüe bajo las aguas. 

Ese día, a las 7h31, la AEMET publica a  las 10h03 un aviso rojo, podía haber sido el momento para haber activado el sistema ES-ALERT y mandar por prudencia la alerta a la población. 

A las 12h10 anunció que había que “alejarse de ríos y barrancos”. Pero inexplicablemente, a las 13h comparece el presidente de la Generalitat diciendo que todo estaba bajo control y que la Dana amainaría hacia las 18h, trasladando un mensaje de la Delegada del Gobierno. Es evidente que no hay continuidad entre la el discurso técnico y la valoración política. Por eso resulta extraño que, a las 15h, la señora Consellera convoca una reunión con el Centro de Coordinación Operativo Integrado (Cecopi), el organismo que se ocupa de las emergencias de la Comunidad Valenciana, que depende de la Conselleria de Justicia e Interior (Salomé Pradas) y es a quien corresponde en primera instancia la toma de decisiones políticas. La cita es para las 17h, porque se ha recibido información de la AEMET de que hay desbordes importantes.

Recordemos que la AEMET se ocupa del agua que va a caer, la lluvia del cielo, y la CHJ (Confederación Hidrográfica del Júcar) del agua caída, la que discurre por la tierra.

A las 16h55h, la CHJ envía un mensaje técnico que no habla de la exigencia imperiosa de evacuar a la población ribereña, cuyas vidas pone en peligro el torrente masivo de agua que va a ser liberada de la presa de Forata, ubicada sobre el río Magro, que está llenandose. Su redacción (ver infra) podemos calificarla de ambigua, al hablar de que algunas poblaciones “se pueden ver significativamente afectadas”. ¿Por qué aparece el verbo “poder”, como si se tratara de una contingencia, de una posibilidad, cuando se anuncian caudales superiores a más del doble del caudal medio del Ebro?  En este momento ya se habría podido enviar un aviso de evacuación de zonas inundables, como se hizo luego en Jerez, y reducir los desplazamientos por carretera.

A las 17h30, se confirma el esperado aumento del caudal del río Magro a 1000 m³/s aguas abajo del embalse, con desbordamientos desde Algemesí hasta Cullera. Una hora más tarde el caudal ha duplicado ese volumen. La Consellera de Interior, Salomé Pradas, se queja ante las cámaras de que la única información que le había estado llegando era, – “incomprensiblemente” dice ella-, por email (¿No merecía la situación una llamada telefónica directa entre responsables de una misión tan estratégica como la seguridad ciudadana?). También declara que la notificación del desbordamiento del río Magro y de que el barranco de Poyo va a desbordarse la recibe cuando ya se han desbordado. Sin embargo, la Consellera no activa la ES-Alert. Según reconoce ella misma no está al corriente de la existencia de este elemental mecanismo de alerta a la población. Al parecer no ha tenido tiempo de mirárselo desde su nombramiento en julio de 2024.

Los avisos y las alertas de la parte técnica se dieron a tiempo, pero por un mal conducto a la vista del drama: el email en vez de la comunicación verbal directa. Es evidente el desajuste.  El Cecopi  (la Protección Civil) transmitió una alerta a los alcaldes a las 17h30, informando que los municipios podrían verse afectados por el aumento del caudal. Este es el texto: “Se recibe de la Confederación Hidrográfica del Júcar aviso de aumento de caudal que podría alcanzar los 1.000 m³/s […] Se activa la alerta hidrológica y se notifica a todos los municipios ribereños del río Magro y del río Júcar desde Algemesí hasta la desembocadura en Cullera”. Observemos que se notifica simplemente “aumento de caudal” pero nada se dice del desembalse masivo que según el alcalde de Algemesí provocó el tsunami de su pueblo. La comunicación debió de fallar en algún momento puesto que el alcalde ha declarado con irritación, rabia y tristeza que a él nadie le avisó.

He leído que esta presa de Forata vierte de forma automática cuando el agua alcanza el umbral del aliviadero. El pico de la cantidad de agua liberada esa tarde fue brutal, pasando de 30 m³/s a las 17h a 1.111 m³/s a las 20h. En el mismo minuto, el Secretario de Estado de Medio Ambiente comunica por teléfono a la Consellera, desde Colombia, que la presa de Forata puede romperse. Ese miedo, y no lo la brutalidad de Poyo es lo que finalmente decide por fin a la Consellera, con el beneplácito de Mazón, a lanzar la ES-Alert a las 20h11: “Alerta de Protección Civil, por las fuertes lluvias y como medida preventiva se debe evitar cualquier tipo de desplazamiento en la provincia de Valencia. Estén atentos a futuros avisos a través de este canal y fuentes oficiales, en 112 y Á Punt” (la televisión valenciana). El mensaje no es muy alarmante que digamos, o al menos no está a la altura del peligro real. 


La línea ascendente indica el aumento vertiginoso de las precipitaciones y la subida del nivel del agua.  El pico marca el momento del desembalse.

Pero no es este desembalse lo que provoca el grueso de la catástrofe. El embalse de Forata está situado en un río independiente de la rambla de Poyo. El Magro y el barranco de Poyo no tienen cursos de agua en común, por lo que una liberación de aguas en el uno no afecta al caudal del otro.

El barranco de Poyo

A las 18h viene la crecida del barranco de Poyo, la más mortífera. Es patente la imprevisión. Todavía no hay ninguna gestión integral de las crisis, no se informa ni se movilizan los municipios, ni al sector privado, ni al comercio a la hora de las compras, ni al sector sanitario, ni al personal militar, ni a Protección Civil en previsión de los daños. 

A las 18h43, la Consellera recibe un e-mail: “Para su conocimiento, la crecida está siendo muy rápida”, es decir que una situación crítica, de vida o de muerte, se despacha con nueve palabras. Más lacónico imposible. Pero esta no se atreve a mandar la alerta a los móviles sin la autorización de su presidente, que está desaparecido. La Consellera hubiera podido enviarlo a esa hora, por prudencia, y arriesgarse a soportar luego la bronca de su presidente si no hubiera pasado nada, pero el mensaje no se envió hasta las 20h11, por suerte algunos municipios tomaron la iniciativa de avisar de antemano a sus vecinos. La Consellera Pradas no supo tomar la iniciativa, no se atrevió, quedó sumergida por el desconocimiento de su cargo.

A las 19h30 la Generalitat aprueba el Nivel de emergencia 2 cuando ya se han desbordado Carlet y Algemesí. El presidente Mazón llega por fin a la reunión. Pese a todo la ES-ALERT se activa solo a las 20h11, cuando se conocían los primeros muertos desde las 3 de la tarde en Utiel y la situación estaba completamente descontrolada. Los responsables pierden 40 minutos que son preciosos para que muchas personas hubieran podido ponerse a salvo en lugares altos, evacuando la zona o abandonando sus coches.  Cuando mi primo Carlos que vive en Paiporta recibe el mensaje en su móvil, ya lleva cinco horas encaramado en lo alto de un árbol. Carlos vio como las procelosas aguas arrastraban los cuerpos de sus convecinos. Luego compartirá su historia en las redes sociales, y por su manera brava de contar las cosas saltó a una efímera fama al ser invitado en un programa especial de televisión española dedicado a la Dana y otro día entrevistado en directo por Antena 3.  

La gestión de la emergencia o “aquí no ha llegado nadie”

Me preguntas quién es el responsable de toda esta tragedia. En todos los accidentes hay una secuencia, no falla un elemento único, sino que la catástrofe es el resultado fatal de la confluencia de fallos sucesivos o simultáneos. El primer responsable es la persona o el equipo de la AEMET que no ha previsto el volumen de agua caída, porque no ha evaluado bien el alto riesgo anunciado por otros organismos meteorológicos desde las 9 de la mañana del ese martes 29. Recordemos: “Todas las miradas están puestas en el este de España durante las próximas horas”.  Los primeros mensajes no hablan de riesgo de muerte y se limitan a una redacción técnica y seca que pasa desapercibida no solo para la población sino también para los responsables subsiguientes. El primero de ellos, la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), organismo estatal, no regional, responsable del embalse del río Magro, que avisó con un maldito e-mail a las autoridades de Protección Civil de Valencia de que habían procedido a un desembalse en la presa de Forata ante el riesgo de ruptura de la misma. Este embalse pertenece a la Confederación Hidrográfica del Júcar, por lo tanto su titulares el Estado, y depende del Ministerio para la Transición Ecológica, antes del Medio Ambiente, cuya responsable es la ministra Teresa Ribera.

Cuando hay una emergencia declarada que afecta a 150.000 personas, 77.000 viviendas y 50 municipios, los efectivos de socorro, militares y civiles, tiene que calcularse de acuerdo a estas cifras ¿cómo es posible entonces que se soliciten por la Generalitat solo 500 militares de la Unidad Militar de Emergencias(UME) el primer día y otros 500 al siguiente? En una situación similar se hace como Polonia, 15.000 soldados de inmediato y ayuda de países vecinos. Pero los españoles, más chulos que un ocho, desprecian la ayuda exterior, como confirmó el primer día el ministro francés de Interior y días después el presidente de El Salvador, que termino por enviar el avión con ayuda humanitaria que había preparado para los valencianos a Costa Rica, otro país hermano azotado por lluvias torrenciales. Paralelamente las autoridades municipales pusieron trabas inaceptables a la llegada de los primeros voluntarios, esa juventud admirable que se había movilizado generosamente desde el primer momento, avanzando en prietas columnas por el puente que, de ahora en adelante, debería llamarse de la Solidaridad, armados con sus pobres medios, rasquetas de goma, cubos y una mochila. Solo el pueblo ayuda al pueblo.

El Estado no moviliza a tiempo los medios con los que cuenta. El alcalde de Utiel llama a la Unidad Militar de Emergencia (UME) a las 14h, y a las 16h30 se insurge en la radio para denunciar que todavía no ha llegado nadie. Al cuarto día, el alcalde de Aldaia clama, desesperado, que allí no llega nadie, mi vecina, desde Catarroja, denuncia entre estupor y rabia contenida que a su pueblo martirizado aún no ha llegado nadie cuatro días después de la riada, ni vieron al ejército hasta seis días después. Los vecinos se quejan en cientos de videos e informan de las carencias de la respuesta. Inexistente. La sensación de abandono y de irreal alucinación sonambulizan a los damnificados, debilitados en sus carnes: no tenemos agua para beber ni lavarnos, no tenemos comida, no tenemos electricidad ni en las casas ni en las calles, en las aceras se amontonan miles de enseres embarrados, maderos, escombros, canas, coches, y aquí no llega nadie.

La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), siempre eficiente en el extranjero, está desaparecida. La gente pregunta donde están los de la Cruz Roja que reparten solícitos mantitas térmicas a los inmigrantes en Canarias. ¿Por qué siendo tan obvio, no se lanza desde el aire, con helicópteros del ejército, la ayuda esencial desde el primer día? “Esto parece Gaza”. ¿Es que nadie ha pensado en los ancianos, residencias, niños, embarazadas y enfermos crónicos que necesitan asistencia médica? Aquí no han puesto ni un urinario público, ni puntos de descontaminación para que los voluntarios puedan desinfectarse del lodo lleno de microorganismos y químicos. Es imposible entender tanta desidia y tanto silencio ante la llamada desesperanzada de la gente cuando sabemos que Paiporta y Catarroja están a 10 km de Valencia. ¿Y los desaparecidos? Los bomberos franceses han estado bloqueados dos semanas. Si aun al tercer día se han encontrado personas vivas, es lógico pensar que se hubieran encontrado algunas más durante los primeros días. Si la búsqueda de víctimas y retirada de cadáveres, de hombres y de animales no hubiera estado ralentizada, si el Estado no se hubiera quedado mirando como un cruel y embobado espectador, si hubiera tomado con coraje las riendas de la crisis se hubiera podido paliar el dolor de muchas familias y neutralizar también problemas subsiguientes como el de la salubridad y otros aspectos de la seguridad ciudadana, evitando saqueos vergonzantes. Hoy seguimos en el Nivel de emergencia 2. Qué debe ocurrir en un país para que se declare el Nivel de emergencia 3 y el control de la situación pase al gobierno central. ¿Qué hubiera tenido que ver el presidente Sánchez para declarar el estado de alarma, como hizo de un plumazo en la pandemia, ¿la llegada de misiles rusos?, ¿el incendio de Roma como un nuevo Nerón? El presidente Sánchez ha tomado la decisión de quedarse en su segundo plano, y algunos lo tachan de calculador.  

“El último viaje” Tinta sobre papel de Carlos Muñoz Mendoza, 1987

Protocolos decorativos 

Me preguntas otra vez quien es el responsable. Admitimos que las culpas están muy bien repartidas, Tan bien repartidas que los límites son confusos y las culpas se diluyen. Queda tanto por aclarar y tantos criterios que barajar que solo los jueces podrán establecer las penas eventuales correspondientes. Las nuevas informaciones y los bulos, los desmentidos y las acusaciones están a la orden del día. La idea de que estamos en manos de ineptos nombrados no por currículo, ni experiencia, ni conocimientos técnicos sino por fidelidad política se consolida. La oposición cainita impide que los partidos avancen en pro de un bien colectivo.

Miremos la historia. Con el gobierno del PP se aprobó un Plan Hidrológico Nacional (PNH) en 2001, después de una importante sequía que sufrió España en la década de los 90.  La sequía afectó principalmente al sureste de la península y forzó restricciones en el uso del agua para 12 millones de personas, y para el sector agrario, que apoyó siempre el proyecto. El siguiente gobierno, del PSOE, suprimió en 2005 la parte que afectaba al trasvase del Ebro, de manera que, aunque no derogó el PHN por completo lo paralizo por razones medioambientales, económicas y técnicas, acudiendo a informes de expertos y al Protocolo de Kioto, y por la enorme oposición social que suscitaba según las regiones, de manera que en lugar de las obras de trasvases fomentó las plantas desaladoras. Según el PP, lo hizo por razones ideológicas.

En este cuadro general del PEN, en la cuenca del Júcar, ya estaba prevista desde 2001 la construcción de una presa en el río Magro, que no se hizo por problemas geológicos en la zona.

En lo que concierne al barranco de Poyo, ya se planteaba desde los años noventa la necesidad de intervenir. Hubo que esperar hasta 2006 para que se presentara un plan de drenaje del barranco mediante un canal de derivación de las aguas hacia el cauce nuevo del Turia, a la altura de Paiporta, financieramente asequible, por sólo 150 millones de euros, (se calcula que la DANA ha dejado daños por valor de 12.000 millones de euros), un plan perfecto según los estudios, pero que quedó en el cajón durante tres años, hasta que en 2009 la CHJ lo saco y lo declaró “prioritario”. Pero los trámites son lentos y pasan dos años hasta que el Ministerio pida, y la Generalitat apruebe, el informe medioambiental preceptivo. Teóricamente las obras podían haber dado comienzo entonces. Pero la obra no se ejecuta y llegamos al 2017 en que ese informe caducó ante la falta de tramitación. Pasan cuatro años más, estamos en 2018 y aparece la nueva ley de la Comunidad Valenciana sobre la protección de la región del Horta, que obligaba a adaptar el proyecto existente. Tras la interrupción debido a la pandemia por COVID, todo queda estancado y el ministerio de Medio Ambiente, hoy llamado de Transición Ecológica, en manos de la vicepresidenta Teresa Ribera, frenó el proyecto por considerar que las obras no eran rentables.

 Vemos que de 2006 al 2024 han pasado tres presidentes de Gobierno (Zapatero-PSOE, Rajoy-PP y Sánchez-PSOE) y cuatro presidentes en la Generalitat, Camps, Fabra, Puig (PSOE) y Mazón, pero en dieciocho años nadie ha puesto una piedra.

La responsabilidad de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ)

La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) es la responsable de mantener limpios los cauces y las obras hidráulicas. Hoy los expertos señalan que si las obras de conexión Poyo-Turia se hubieran ejecutado la tragedia habría sido tres veces menor. En este apartado de seguridad hidrológica hay muchas obras presupuestadas en la región, pero en la realidad ninguna ejecutada desde 2018.

Parece ser que el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, que participaba en la reunión del CECOPI de las 17 h no recibía información de lo que estaba ocurriendo en la Rambla de Poyo porque toda la atención estaba concentrada en la prensa de Forata que iba subiendo de nivel, lo que explica que este organismo no hiciera alusión alguna a la situación de Poyo hasta las 18:43, siendo en esta rambla donde se han producido los mayores estragos y muertos: Paiporta 45 y Catarroja 25.

También, según las informaciones que van apareciendo en los últimos días, la CHJ no detectó el peligro cuando a las 18h04 notificó a Emergencias de la Generalitat, a través de su sistema automático, que la presa de Forata tardaría 13 horas en desbordar, pero se llenó en 89 minutos.

A la CHJ se le puede criticar que los mensajes no han sido lo bastante alarmantes como para preocupar al nivel político, es decir al CECOPI de la Consejería de la señora Pradas. El propio envío de mensajes es puesto en tela de juicio por el alcalde de Algemesí, uno de los pueblos con mayor nivel de devastación, que permaneció aislado durante más de un día, lo que impidió labores inmediatas de rescate y donde la Dana se ha cobrado cuatro vidas.

Se levantan de nuevo con fuerza, las voces que defienden la necesidad de limpiar cauces de ríos y barrancos y de abandonar la destrucción sistemática de presas y azudes. Si tales labores no se han ejecutado no es tanto por problemas presupuestarios como por la presión medioambiental contraria de una gran parte de la opinión pública, la de los “ecologistas que prefieren salvar a los peces y condenar a los ribereños”. La falta de limpieza por la acumulación de residuos sólidos, vegetación, cañas, maleza y sedimentos ha reducido la capacidad de desagüe del Magro y del Poyo, una situación que denuncian ganaderos y agricultores con vehemencia y acusan a un ecologismo “ultra”, ignorante y pacato que impone ciegamente una normativa procedente de la Unión Europea sin reflexionar en las consecuencias negativas para el sector y para las poblaciones ribereñas. La culpa la tendrían los gobiernos socialistas que, con su fundamentalismo proteccionistas del medio ambiente y del clima, dejan que los barrancos se ensucien, postergando o peor impidiendo labores de limpieza que antes hacían naturalmente los campesinos y los ganaderos con sus animales, pero que hoy son multados si toman esa iniciativa. 

La responsabilidad de la Consejería de Justicia e Interior de la Generalitat

La Consejería, está dirigida por la Consellera Pradas que, según ella confiesa, no conocía el sistema de alertas móviles Es-Alert para mandar directamente un mensaje a los ciudadanos. Esta mujer se enteró de su existencia durante la reunión de crisis esa misma tarde. No ha tenido la decencia de presentar sus disculpas y menos aún su dimisión, aunque hubiera sido simplemente “por la forma”. Será la primera cabeza en caer a la hora de depurar responsabilidades. Se ha limitado a reconocer “errores”. Desde mi punto de vista no tomó la decisión cuando hubiera podido hacerlo ya desde la 17h30, incluso sin esperar la llegada del presidente de la Generalitat al gabinete de crisis, porque según el reglamento su presencia no es imprescindible para declarar una alerta hidrológica.

La responsabilidad del presidente de la Generalitat

Mazón es la incógnita de la ecuación. Hasta las siete y media no aparece en el gabinete de crisis, había estado desaparecido y desconectado, ignorando tal vez lo que le ocurría a sus administrados. La vicepresidenta Ribera, ministra de Transición Ecológica y responsable de la política hidrográfica, declara que le llamó infructuosamente hasta cuatro veces. O bien el presidente pasó de móvil o hay que creerle cuando dice que no respondió porque carecía de cobertura. Qué mala suerte. 

Yo creo que Mazón no estaba donde debía. No hay razón para que siga guardando en secreto su paradero. Algún día lo sabremos, pero si entretanto J.A. Bayona decide hacer la película El Día del Barro, como hizo con Lo imposible y La sociedad de la nieve, yo le propongo un guión que explique por qué Mazón llegó con hora y media de retraso al Centro de Emergencias. Su versión de los atascos es poco convincente. Si su larga sobremesa terminó a las seis de la tarde y el restaurante se encontraba cerca del Palacio de la Generalitat, en el centro de la ciudad, no se explica que necesitara una hora y media para llegar, excepto que se encontrara a hora y media de Valencia. 

El presidente lanzó la alerta a las 20h11 y diez minutos después recibió un maldito SMS de la ministra Ribera que concluía así: «Dime cualquier cosa en la que podamos ayudar», el equivalente de la “Puesta a disposición” de Sánchez.  Hacia las 21h, habla (o escribe) por fin con la vicepresidenta Ribera para decirle que la situación tenía “muy mala pinta” (¡menudo nivel narrativo!), y pidió que los efectivos de Interior y Defensa estuvieran «movilizados para intervenir»

Esto no es una comunicación seria, donde debe haber diálogo, mensajes de ida y de vuelta. No es una información seria ni suficiente si no habla de catástrofe, ni de muertos. En este momento hubiera podido mostrar su intención de declarar el Nivel de emergencia 3, que pasa el mando de la situación al gobierno central. Al no hacerlo muestra su deseo de seguir al frente de la crisis, creyendo ingenuamente que tiene la capacidad y los medios para hacerlo, no es realista porque ignora la magnitud de la catástrofe en ese momento y lo que está por descubrir aún. Habría que tenido que pasar la mano después. Seguramente el presidente tiene un círculo de asesores que fueron incapaces de convencerlo. También es licito preguntarse qué hizo Feijó al día siguiente, porque obligatoriamente debieron de “hablar” entre sí ¿o bien echaron también mano del WhatsApp?.

El presidente de Gobierno, informado de la decisión, envía un maldito WhatsApp al presidente valenciano desde Omán, punto de escala de su vuelta a Madrid desde la India para decirle que está siguiendo la evolución de la Dana y que está “a su disposición”. Sánchez ha decidido mantenerse en segunda línea de combate porque piensa, dice a su público, que Mazón “conoce mejor el terreno”, o quizás a sabiendas de que está enviando a un contrincante político al matadero electoral.  Un buen general habría tomado sin dudarlo un segundo el mando de las tropas. Otros piensan que, si la Generalitat hubiera estado en manos del Partido Socialista, Sánchez habría actuado de otra manera tomando las riendas de la crisis. 

Parece que a Mazón le ha venido grande el cargo de presidente de la Generalitat. Pecando de vanidad, ha sobrevalorado su propia capacidad. En su cerrazón, el presidente valenciano ha mantenido el nivel de emergencia 2 que le da la gestión de la crisis. Un poco de humildad y buen juicio habría salvado quizás muchas vidas. Los efectivos de la Unidad Militar de Emergencia (UME), mil soldados, han estado a las puertas de la región esperando permiso para entrar a ayudar. Hoy por hoy el presidente de la Generalitat es un cadáver político y aunque su partido haya evitado denunciar su gestión, es plenamente consciente de que no podrá presentarse a ninguna reelección nunca más, está completamente amortizado, y Feijó puede hundirse con él por exonerarlo.

En el Pleno de las Cortes Valencianas, Mazón se ha mostrado frío, sin empatía, sin hacer autocrítica ni dar las explicaciones de su ausencia, un discurso poco adecuado para un país de luto. En su comparecencia admite la comisión de “algunos errores” y anuncia la creación de dos nuevas Consejerías. No es lo que va a cerrar el dossier de su irresponsabilidad manifiesta.

Después de todo lo que ha pasado es imposible imaginarlo presidiendo un homenaje nacional a las víctimas de la inundación. Y lo mismo pensamos del presidente Sánchez. Las familias no estarán dispuestas a recibir ese pésame. El pueblo ya ha hablado y condenado a los dos, ha expresado su sensación de desamparo, la rabia y la indignación por su falta de respeto y de compasión. 

El papel de los ministerios 

Para contentar políticamente las vanidades regionales, la nación y las regiones ya no se llaman así sino el Estado y los “territorios”. Obsérvenlo en los discursos, declaraciones y televisiones. Los nombres cambian y los nombres de las carteras ministeriales también.

El Ministerio responsable es el antiguo ministerio de Medio Ambiente, ahora llamado de Transición Ecológica, creado por el gobierno de Sánchez en 2018 en cumplimiento de los compromisos de España con el Acuerdo del Clima de París. El día de la Dana, la ministra estaba fuera de España preparando su examen de Comisaria del ramo en Bruselas.

Por el Real Decreto 503/2024, a este Ministerio le corresponde la coordinación sobre previsiones hidrológicas, el control de la seguridad de presas y embalses, su conservación, la coordinación de la gestión de riesgos de inundaciones y la cartografía de las zonas inundables. La responsabilidad de este Ministerio es palmaria, pero a pesar de eso la ministra no ha dado, o yo no la he visto, ni una explicación, ni una entrevista en ningún medio de comunicación. Es otro de los responsables ausentes que, junto con el presidente de la nación, el secretario de Estado, y el presidente de la región ha estado desaparecida y silenciosa hasta el punto que podemos preguntarnos si se enteraba en tiempo real de lo que ocurría, de ocupada que estaba empollando su examen de Comisaria en Bruselas. Tras lo ocurrido va a tener difícil el aprobado, salvo que sea moneda política en la Comisión Europea entre populares y socialistas.

La actuación de la ministra del Ejército tampoco ha sido muy gloriosa. La primera en enviar la ayuda del ejército tras el terremoto de Marruecos (sept. 2023) a parecido poco empática a los ojos de los valencianos. Altos mandos del Ejército se han visto frustrados en su deseo de ayudar desde el primer momento, y ver impotentes, por su deber de obediencia a la autoridad civil, como 1000 soldados asistían a la agonía de un pueblo desde la puerta de la comunidad autónoma, y soportando mal “que un bombero de órdenes a un general”. Cuando prima la obligación de socorrer, el retraso en el envío del Ejército, con todo tipo de medios y experiencia sobrada, no tiene explicación ni justificación, la población se ha sentido abandonada con razón. Muchos guardias y soldados han decidido quitarse el uniforme para poder estar ayudando en las calles llenas de barro como simples civiles voluntarios.

Pedro Sánchez, el cambio climático mata, la ineficacia del Estado remata

También parece clara la responsabilidad del gobierno que ha recibido las críticas de los militares por su reacción al ralentí y su negativa calculada a tomar las riendas de la gestión de la crisis, no sabemos por qué razón aunque algunos analistas avanzaron en su día que era por bajos cálculos políticos, previendo que Mazón sería incapaz de hacer frente, con sus pocos medios materiales y mediana capacidad, a una catástrofe de esa magnitud, en resumen, esperaba que se rompiera los dientes, que no tuviera más remedio que implorar de rodillas y él llegaría como El Salvador. La frase “si necesitan más recursos que los pidan” es analizada por algunos juristas. Ellos nos explican que condicionar la ayuda a una petición expresa, no tiene por qué ser necesariamente delictivo, pero pone en cuestión una responsabilidad directa del Estado al agravar las consecuencias de lo ya ocurrido. Las condenas por negligencia existen en la vía contencioso-administrativa, y al parecer este tipo de denuncia tiene más recorrido legal que una querella ante el Supremo, que tiene pocos visos de prosperar como ya sucedió con la pandemia. Lo que ha habido aquí “gira en torno al concepto de la omisión del deber de actuar que afecta a la administración en ejercicio de sus competencias. La constatación de una pasividad, dejación de funciones públicas y el hecho de que la administración no diera una respuesta inmediata a una situación urgente y extraordinaria puede ser causa de denuncia”.

Luego, el gobierno ha caído descaradamente en una contradicción. No se entiende que se hable ahora de “emergencia nacional” para aprobar un decreto de ayudas publicado en el BOE en beneficio de los afectados por la Dana, cuando no se hizo en los días posteriores a la riada y cuando, en buena lógica, la emergencia no es más urgente hoy que el día 30 de octubre. 

“Campo de batalla” Tinta sobre papel de Carlos Muñoz Mendoza, 1987

¿La comunicación?, ¡ni hablar!

Gracias a los malditos WhatsApp enviados y a los malditos mails recibidos, los responsables de gestionar una crisis climática y sus consecuencias dramáticas para la población no han podido comunicarse correctamente. Era lo que se pretendía. ¡Nueve palabras por aquí tres líneas por allá …y tirando! En otras ocasiones los políticos hablan durante una hora para no decir nada, aquí se han mandado mensajitos para evitar todo.

A las diferentes carencias en la gestión de crisis de los intervinientes, la incompetencia para comunicarse entre sí es una de ellas y no la menos importante. No ha habido voluntad sincera de escucharse, ni dialogar porque la realidad última es que se detestan. Como si el teléfono quemara. “Para su conocimiento, la crecida está siendo muy rápida”, ¿cómo puede considerarse eso el anuncio de un peligro mortal inminente para cientos de personas? Una ministra avisa a una Consellera autonómica con nueve palabras para referirse a lo que es una catástrofe humana. 

Hace días, preparando este artículo, yo había escrito lo siguiente: “¿Cómo es posible que, según Mazón, la llamada que recibió del presidente de Gobierno “duró unos segundos”?  ¡Los dos cargos más importantes de la Administración del Estado en ese momento están en línea … y hablan durante unos segundos!, es francamente delirante.  Yo no puedo imaginar algo parecido en un país avanzado. No es una comunicación leal. O bien el presidente Sánchez no ha querido escuchar a Mazón o bien es Mazón quien no quiere escuchar al presidente. Choque de orgullos y cuestión de estrategia política, seguramente, cuestión de egoísmos personales por encima de sufrimientos ajenos, cada uno piensa como no hundirse en el barro en ese día. Y a Sánchez le conviene pasar la patata caliente siendo consciente de que toda crisis desgasta al gobierno que la gestiona”.

Pero la información cambia cada día, y descubro que en realidad no fue así, no hubo conversación, oralidad, aunque Mazón así declaró y yo recogí en mis notas.  El presidente Sánchez ha tardado más de una semana en admitir que ni siquiera llamó a Mazón durante todo el día y que se limitó a mandarle un maldito WhatsApp desde Omán, …a las 10h50. 

Dos semanas después de la riada, los representantes de la Nación han debatido en el Congreso de Diputados. Han hablado con mucha certeza, pero todos han venido al areópago con las ideas preconcebidas. Las preguntas más pertinentes nunca son contestadas, todos vienen con el guión prescrito, escrito, diálogo de sordos, cruzadas. Pero tantas críticas y acusaciones cruzadas que entre ellas se neutralizan, cada una aporta una vigueta a la estructura que va a seguir sosteniendo el statu quo tradicional, no habrá purgas, ceses ni dimisiones de los responsables, solo saltará algún fusible Intermedio. 

En el debate de las Cortes valencianas, la ultra derecha, en un discurso anafórico del tipo J’accuse, de Zola, habla de “incompetencia y negligencia irresponsable” de Mazón, y carga las tintas sobre el “gobierno criminal” de Sánchez, sirviéndose del sufrimiento para disparar plomo sobre el Estado de las autonomías, la duplicidad de las instituciones, el autogobierno y las luchas competenciales, un sistema que genera la confusión descrita en el dicho popular “El uno por el otro la casa sin barrer”. Pero no pide su dimisión.

Compromís enumera perfectamente todos los fallos de la gestión de la crisis y pide la dimisión del presidente, desea verlo ante los tribunales, pero exculpa a Sánchez al que ni siquiera nombra. Parece que la oposición socialista se ha puesto de acuerdo o siguen instrucciones superiores para no citar su nombre. Es extraño. Como si se hubiera corrido una orden celestial. No era normal.

Sorprende también que, tras la crítica, el partido socialista no haya pedido la dimisión de Mazón, aunque fuera “por la forma”, han sido más creativos, emplazando a sus acólitos a que lo destituyan ellos mismos y nombren a un presidente de transición, a un técnico y superada la reconstrucción ir a elecciones en 2025. Por supuesto ninguna crítica a Sánchez, al que ni siquiera nombran tampoco. Como si no existiera. Seguramente han recibido instrucciones de la Moncloa.

El PP por su parte, no ha pedido la dimisión de ningún responsable del gobierno central.

Hoy, dos semanas después, los ciudadanos siguen condenados a elegir entre el cólera y la peste, sabiendo que en ambos casos el horizonte es el mismo. Yo espero que los dos presidentes, acompañados de algún ministro del gobierno y algún consejero de la Generalitat hagan las maletas cuanto antes y no vuelvan a tener nunca más responsabilidades políticas, que la vergüenza los persiga, que se alejen de nuestra vista porque los ciudadanos tenemos todo el derecho a defendernos de gente tan peligrosa. Como dice un vídeo en TikTok que muestra a un regimiento de voluntarios empujando al unísono el agua embarrada de una calle “!Limpiemos las instituciones de una vez!


ANEXO ESPECIAL 

Las colas de la vergüenza. Ver el video de mi vecina de Catarroja y leer sobre todo su comentario sobre la situación el día 20 de noviembre, tres semanas después de la Dana. Estoy llorando.

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