¿Picasso escritor?

50 años de la muerte de Picasso

En este año en que se conmemora el cincuentenario de su muerte, escribí en esta revista un artículo titulado ¿Por qué Picasso? en el que quedó fuera una faceta menos conocida de su obra, su faceta literaria. Para enderezar el entuerto presento este artículo que completa el primero.

De igual manera que hay escritores que pintan, hay pintores que escriben. A lo largo de la historia, son muchos los que han comprendido que, en el fondo, pintar, escribir o hacer música es todo lo mismo, una forma de decir, descubrir y expresarse. Otros, como Wagner, llegaron más lejos persiguiendo el ideal de fusionar todas las artes en un Arte total. Históricamente, la poesía ha estado acompañada por la música de la lira, Nerón desde Tarpeya declama mirando a Roma como se ardía, y los largos poemas de la épica medieval iban recitados en notas musicales. Los griegos utilizaban la misma palabra, “eidos”, para referirse tanto a la idea como a la forma. Los poetas han considerado a la pintura como una “poesía muda”, reconociendo su componente literario. Un personaje de Saramago explica que “no hay una gran diferencia entre las palabras, que a veces son colores, y entre los colores que no resisten al deseo de convertirse en palabras”. Es un hábito conocido, los poetas han garabateado siempre sus poemas, Lorca, Cocteau, Alberti…, Saint Exupéry ilustró él mismo su gran principito, los nobel de literatura, Gunter Grass y Gao Xingjian, son autores que pintan.

Gao Xingjian, 2016


Entre esos poetas pintores de la historia destaca la figura del simpar William Blake (1757-1827), extraordinario por su genio visionario y profético. Considerado un loco e ignorado por sus contemporáneos, Blake nos enseñó que cuando la ciencia y la razón se divorcian de la imaginación creativa, el hombre se condena al materialismo que reduce todo a lo cuantitativo, algo que conduce a la muerte interior y espiritual de la sociedad. Sus ilustraciones sin precedentes son la primera puerta del Surrealismo alucinatorio y alegórico.

William Blake, Agonía en el jardín, (c. 1799)


Otro de eso escritores con talento de pintor es el admirable, por muchas razones, Víctor Hugo, excelente grabador y dibujante muy a pesar suyo ya que, en su (¿falsa?) modestia, temía que “esos garabatos de pluma trazados torpemente en el papel dejarán de ser dibujos en el mismo momento que hubieran tenido la pretensión de serlo”. Le costó empezar con el grabado al agua fuerte porque “tenía miedo de que la técnica me embaucase hasta el punto de pasar los días y sus noches esclavo de mi producción.  No estoy en esta tierra para disfrutar. Soy una especie de buey uncido al yugo del deber”. Hugo tuvo que elegir entre el placer y el deber, y fue consciente de que no era dibujar sino escribir. Aun así, ha dejado una nutrida producción de imágenes aureoladas de la dramatización escenográfica y visionaria propia del Romanticismo, hechas, como él mismo cuenta a su editor, “en momentos de ensoñación casi inconsciente con la tinta que me sobraba en la pluma y con la que garabateaba en el margen del texto o en la cubierta de los manuscritos”. Sus grabados con el tema de El ahorcado, que recuerdan la obra de Goya y Piranesi, le sirven de expresivo alegato contra la pena de muerte, con idéntica vehemencia que en el resto de sus obras, ya fueran novelas, poemas, alegatos, discursos o votos en la Asamblea Nacional. 

Víctor Hugo, El ahorcado, 1854.


En la zona fronteriza de las dos artes, literatura y pintura, se sitúa otro artista, el belga Henri Michaux, el calígrafo de la poesía y el escritor de la pintura, de quien nadie sabe si escribió dibujos o dibujo poemas. 

Henri Michaux, 1960


Al otro lado del espejo, encontramos los pintores y escultores que escriben, los que transitan del pincel a la pluma en un vaivén creativo, pasando de un Arte al otro como trapecistas aéreos, comprendiendo que las categorizaciones herméticas de gusto racionalista se desdibujan ante el fructuoso diálogo de literatura y pintura.

Muchos pintores, incluso los más grandes, han tomado la pluma para sus cuentas domésticas, sus quejas cotidianas, sus gastos, deudas y precios de sus obras, combinándolo, en los mejores casos, con temas de más de alto vuelo literario, especulativo, introspectivo o reflexivo. Otros van más lejos de la burocrática intendencia diaria para tratar preocupaciones estéticas propias a su oficio y a su Arte, o coquetean sin complejos con la literatura. Son verdaderos escritores. Entre ellos, el más excelso de todos los artistas, Miguel Ángel el divino que, como si su torrencial talento no fuera suficiente, además de monstruo era poeta. Se conservan trescientos sonetos y madrigales dedicados en su mayoría a su círculo próximo de amistades y al comentario de sus obras de arte, aparte de una nutrida correspondencia “comercial” con su selecta clientela compuesta de reyes, papas y marquesas o sus sustanciosas disputas epistolares con otros artistas.

Al hilo del precedente, nos viene el recuerdo de Benvenuto Cellini, orfebre y escultor florentino,  impulsivo, pendenciero y necromante, acusado de asesinato, robo y sodomía, que se toma por el protagonista de su propia Vida creando una biografía agitada que leemos como una novela de capa y espada, donde cuenta hiperbólicamente sus tribulaciones con los más grandes de sus coetáneos,  el rey de Francia, el Papa de Roma, los Medici de Florencia o el propio Miguel Ángel, de quien se declara discípulo incondicional. La Vita, escrita entre 1558 y 1568, es una fuente documental excepcional sobre la vida en el Renacimiento, las relaciones entre los artistas y el poder, los caprichos del mecenas, un libro peligroso e insolente que no se publicó hasta el siglo XVIII, una obra que tradujo Goethe, inspiró a Berlioz y encandiló a Oscar Wilde. Bellini, autor de un famoso bronce de más de tres metros instalado en la Loggia de Florencia, tiene también el alma de poeta como muestran los Sonetos escritos en prisión.

Todos los sonetos aquí

Benvenuto Cellini, Perseo con la cabeza de Medusa, 1554, Florencia

Eugene Delacroix, llenó 1.500 páginas de su Diario, y escribió artículos para la Revue de deux Mondes, se conoce su Correspondencia, sobre todo con la administración y en relación a los encargos de cuadros, precios y otros detalles. Van Gogh nos ha dejado unas cuatrocientas Cartas a Théo, su hermano, a partir de 1872, donde manifiesta pasiones, esperanzas y desilusiones, su cotidianidad y su fragilidad, un gran documento humano que ha inspirado innumerables ensayos académicos y películas.

At Eternity’s Gate, Netflix (2019)


Dalí, es otro ejemplo de pintor escritor, intelectual atípico y desmesurado, que va a cultivar diferentes géneros, de la literatura a la crítica artística y la agitación cultural. Comienza joven su actividad de ensayista colaborando activamente en la revista Le Surréalisme au service de la Révolution, donde publica su artículo L’Ane pourri (1930) (El burro putrefacto) y expone por primera vez lo que significa un “proceso de carácter paranoico y activo del pensamiento”, que contiene las premisas de lo que llamará unos años más tarde el método paranoico-crítico. No es desdeñable el hecho de que, tras su lectura, Jacques Lacan pidiera encontrarse con su autor, de manera que la influencia del joven pintor sobre el joven psiquiatra “aunque en un grado difícil de establecer, es incontestable”. Hoy no hay duda de que la hubo efectivamente (J. Ferreira, Dali-Lacan, La Rencontre, ce que le psychanalyste doit au peintre, Harmattan, 2003). “Dali ha precedido a Lacan en la vía de la exploración de la paranoia y ha orientado de manera decisiva su tesis de Medicina”. (L’année Dali ). En 1933 publica la Interprétation paranoïaque-critique de l’Image obsédante L’Angélus de Millet, donde detalla los fenómenos delirantes que alimentan la creación artística, ya sea plástica o literaria.

Dalí, version del Angelus de Millet, 1932

Su obra más interesante desde el punto de vista literario es, naturalmente, La vida secreta de Salvador Dalí, una apasionante autobiografía escrita en 1941 y reeditada en numerosas ocasiones.

Dali, La vida secreta, 1941

La segunda entrega de La Vida secreta es Diario de un genio. La obra aparece en 1954 aunque no consigue el éxito y reconocimiento obtenidos con la primera. Es la prueba de su talento como comunicador, publicista de sí mismo y quizás el inventor del merchandising. Cuenta en primera persona, con ingenio, ironía y espiritualidad su interés por Nietzsche, sus desencuentros con los componentes del grupo surrealista, la omnipresencia de Gala, su visión del arte y tablas comparativas de los grandes maestros (Leonardo, Velázquez, Veermer, Picasso), opina de la sociedad, de sus contemporáneos y de sí mismo, como un funambulista en la cuerda oscilando entre el espectáculo perpetuo y la locura previsible. 

Los cornudos del viejo arte moderno (1956), es casi un panfleto, libelo insolente, en el que Dalí define el genio francés analítico en contraposición al genio español que él considera místico, se burla del arte pretendidamente moderno y de los críticos que lo ensalzan e insiste en hacer de Picasso el responsable de la fealdad generalizada que domina el arte de la época, aunque reconociéndole la virtud de haber matado el clasicismo triste de Bernard Buffet, un pintor de éxito de los años cincuenta. A pesar de sus críticas al malagueño, Dalí hablaba demasiado de Picasso como para no admirarlo, -igual que los ateos más vehementes son precisamente los que más hablan de Dios-, y ello a pesar de su distanciamiento mutuo por razones políticas, por sus divergencias estéticas y por la diferencia de edad, recordemos que Picasso era 24 años mayor.

Dalí es el genio que se alaba a sí mismo, como Narciso, enamorado de su propia belleza, escribe:

“Cuando miro el cielo estrellado me parece pequeño. O bien es que yo he crecido o bien que el universo ha encogido. A no ser que ocurran las dos cosas.

Igual que Voltaire con Dios, Braque y yo nos saludamos pero no nos hablamos.

Es bueno y necesario que, de vez en cuando, españoles como Picasso y yo vengamos a París para deslumbrarlos poniéndoles delante de los ojos un trozo crudo y sanguinolento de VERDAD.

El talonazo categórico de mi pluma martillea como una pierna izquierda el zapateado más orgulloso, el zapateado de las mandíbulas de mi cerebro.

Dalí, La metamorfosis de Narciso, 1937

Su estilo barroco y provocativo debió exasperar a muchos artistas coetáneos, entre ellos a Picasso, quien dijo de él en una ocasión (cito de memoria): Dalí es como una lancha motora, refulgente, ruidosa y rápida, sí, pero incapaz de atravesar el océano. Pequeña puya del maestro a Dalí.

Por desgracia, el eclecticismo pluridisciplinario de algunos artistas, a los que podríamos llamar los ambidiestros de las Artes, perjudica la reputación de uno de esos dos talentos porque uno aparecerá ante nuestros ojos como más flojo que el otro. Los artistas son conscientes de esa doble riqueza con que la naturaleza los ha dotado. Dalí escribió: Creo que soy mejor escritor que pintor.

Forzosamente, una faceta hace sombra a la otra, y por eso a Pasolini, por ejemplo, no se le reconoció en su justa medida todo su valor literario. 

Picasso es uno de esos mimados por la naturaleza que se lanza taurino a la arena de la escritura, una vertiente menos conocida por la que se desliza en total libertad a partir de los cincuenta años y que, comparativamente a su obra plástica, ha suscitado pocos estudios. Aun así, merece la pena sobrevolar esa producción en la que encontramos destellos de ingenio, insolencia e inteligencia.  Son bien conocidos algunos de sus apotegmas, los cuales, por su concreción y contundencia, han ocultado al resto de los escritos, por otro lado muy inaccesibles a la comprensión general debido a su sustrato surrealista. Son frases que el artista siembra por aquí y por allá y que nos ayudan a comprender al pintor develando claves sobre su método de trabajo:

Dios es solo un artista como los demás. (La figura del artista como demiurgo se encuentra en todas las teorías del arte desde la Antigüedad, y la frase muestra la semejanza entre la creación divina y la creación artística: el artista es un poco dios).

Yo pongo en mis cuadros todo lo que me apetece, y las cosas tienen que organizarse entre sí, y si no pueden peor para ellas. 

Nadie pinta el Partenón, ni se pone a pintar un sillón estilo Luis XV. Los cuadros se hacen con una bagatela encontrada en el mercadillo semanal, con un paquete de tabaco, con una silla vieja (una frase en la continuidad de la “vieja” idea del ready made).

Los cuadros se hacen de la manera en que los príncipes hacen a sus vástagos, yaciendo con las campesinas

El arte lava nuestra alma del polvo de lo cotidiano.

Yo no pinto lo que veo, yo pinto lo que pienso.

Si yo fuera chino no sería pintor sino escritor, escribiría mis cuadros.

Si solo hubiera una verdad no se podrían pintar cien cuadros sobre el mismo tema (inapelable justificación de las series que los artistas hacen de un mismo tema. Picasso versionó Las mujeres de Argel, de Delacroix, Las Meninas, de Manet, del que hizo hasta 26 versiones).

Almuerzo sobre la hierba, 1962.

Es necesario mucho tiempo para llegar a ser joven.

Cuando no me queda azul, pinto con rojo.

Todo el interés del arte se encuentra en el comienzo. Después del comienzo, todo está terminado. (En la historia de Arte, es cierto que, llegado a su periodo de clasicismo, una corriente artística firma su sentencia de muerte y deja paso a un nuevo ser que los historiadores llaman “estilo”).

El oficio es esa cosa que no es necesario aprender.

Uno llega a ser joven a los sesenta años. Por desgracia es demasiado tarde. 

¿Quién ve la figura humana correctamente, el fotógrafo, el espejo o el pintor? 

Sylvette, 1954

Sí, Las señoritas de Avignon… fue mi primera tela de exorcismo … Más tarde he vuelto a pintar cuadros como los de antes… Es imposible ser un brujo todo el santo día, ¡nadie podría soportarlo!

El pintor pasa por estados de plenitud y de evacuación. Ese es el secreto del arte. Me paseo por el bosque de Fontainebleau. Me da una indigestión de verde. Tengo que evacuar esa sensación en un lienzo. El verde es el color dominante. El pintor pinta como si tuviera una necesidad urgente de descargar sus sensaciones y sus visiones.

Poetas y escritores alimentaron espiritualmente a Picasso a lo largo de su vida, siempre mostró interés por la literatura, admiraba a los clásicos españoles, a Cervantes, Góngora o Joan Maragall, a los autores franceses, Blas Pascal, Jarry o Mallarmé, ilustró las obras de sus amigos escritores, Apollinaire, Max Jacob, André Breton y Paul Eluard, y aunque no era un verdadero coleccionista poseía algunos manuscritos, entre ellos  Le Mousse de la Pirrouïte (1907) de Jarry y L’Immaculée Conception (1930) de Breton.

Picasso empezó a escribir sus poemas en 1935 en su lengua materna, más tarde saltaría constantemente del francés al español y viceversa produciendo textos de gran variedad, en ocasiones los dos idiomas comparten la misma geografía como en el siguiente ejemplo.


Lengua de fuego, 1936

El poema laberíntico Lengua de fuego, publicado en Cahiers d’art en 1936, ilustró el artículo Picasso poète, de André Breton, que lo consagró como escritor por derecho propio.

Los biógrafos hablan de unos 350 escritos entre 1935 y 1959, a menudo desconocidos pero esenciales para comprender la totalidad de su obra y su pensamiento artístico. La exposición Picasso Poeta en el Museo Picasso de París inaugurada en julio del 2020 con ocasión de su reapertura al público, supuso un gran esfuerzo de documentación y compilación de su obra literaria, un esfuerzo coronado al año siguiente con la publicación de sus Escritos, cuidadosamente reeditados, presentando quizás por primera vez la obra completa (Les Écrits de Pablo Picasso, 1935-1959. Gallimard, 2021).

Los textos de Picasso son difíciles de catalogar en algún género literario pues pasan de la “poesía” a la prosa sin transición, en un flujo ininterrumpido. Todo se mezcla sin jerarquía ni orden aparente. De ellos 200 están en francés y el resto en español, idioma que Picasso elige de forma natural cuando la temática es española y retroalimenta los propios recuerdos, reales o imaginarios, de su país natal.  Suele decirse que Picasso comienza a escribir hacia 1935, en plena madurez, pero en realidad siempre mantuvo una correspondencia ininterrumpida con su madre, cuatro cartas a la semana durante cuarenta años, desde 1900 hasta 1939.

Entre abril y mayo de 1936, durante una estancia en Juan-les-Pins, Picasso realiza casi a diario dibujos acompañados de manuscritos, especie de poemas-dibujos que dan lugar a cuadros de más envergadura. El año siguiente está marcado por la tragedia de la guerra española. En enero y junio, realiza dos versiones de Sueño y mentira de Franco para denunciar al régimen franquista. El poema que acompaña a los grabados está lleno de ruido y furia. En septiembre del mismo año hace el Retrato de la marquesa con un asno cristiano lanzando un duro a los soldados moros que defienden a la Virgen, un poema-título, pintado en el lienzo para denunciar los vínculos entre la Iglesia y el ejército franquista. 

En general, sus composiciones en prosa o verso -sin pies ni cabeza dirán muchos al leerlos- son juegos metafóricos, pura sonoridad, un torrente continuo donde algunos quieren ver intenciones que quizás ni existen, producto de un trabajo de escritura consciente que, partiendo de una verdadera espontaneidad inicial, el autor corrige a posteriori, razón por la que André Breton los rebajó de categoría y calificó de “semiautomáticos”, como queriendo ponerlos en su lugar.

No hay en ellos un verdadero formalismo literario, ni aspiran a la armonía, solamente se pliegan a las exigencias de la vitalidad. Los de la primera época se inspiran en la escritura automática tomada de las estrategias surrealistas entre cuyo círculo tenía amistades. Podemos imaginar que los surrealista conocían el soliloquio de Moddy Bloom (Ulises, J. Joyce), y querían experimentar un tipo de monólogo interior como género literario. Es una escritura sin signos de puntuación, como un flujo incontrolado de pensamientos, una escritura sin respiro.  La puntuación -dice Picasso- es el taparrabos que sirve para esconder las partes impúdicas de la literatura, por eso no la vemos en sus textos. 

Un ejemplo: Hoy es el aniversario de este amor que es mi vida ahora que son las seis y cuatro minutos del once de enero del año XXXVI escribo y huelo las flores que están frente a mí a la derecha, pero sentado delante de la mesa de tal manera que la línea que va desde la esquina izquierda donde apoyo el codo corta el canasto en dos, y qué me importa el toro y su carrera a esta hora en que el piano está comiendo poco a poco tragando culebras y sapos y desollando ranas.

Como en la pintura, Picasso renuncia a las reglas sintácticas y narrativas y se permite escribir como le viene en gana, sin justificarse, y allá el lector que se busque la vida. Picasso se atribuye el poder de decidir sobre su propia gramática. Si ha dinamitado la gramática plástica en sus cuadros ¿por qué no habría de hacer lo mismo con la del idioma?

Si me pongo a corregir los errores que mencionas -escribe a un amigo- según normas que no tienen nada que ver conmigo lo que es mi propia anotación se perderá en una gramática que no he asimilado. Prefiero elaborar la mía yo mismo que someter mis palabras a reglas que no me pertenecen.

Picasso es quizás consciente de sus lagunas gramaticales, que quedan de manifiesto en la ortografía y la ausencia de la tilde, como en estos dos versos de su soneto XVIII (en la foto). En estos casos no hay motivos para pensar que troca la b en v, o la c en z por razones literarias o expresivas, por lo que debemos deducir que son simples faltas de ortografía.

Quanta troncava su hermosa mano
tantas el blanco pie crecer hazia
ondeavala el viento que corria

 Con frecuencia, el texto lleva al absurdo y al lector a la perplejidad, al poner de manifiesto alguna contradicción de nuestro lenguaje: 


¿Por qué se dice “azul” (bleu) para referirse a una carne muy poco hecha, es decir la más “roja” (rouge)?


El interés de Picasso por la escritura asociada a la imagen viene de antiguo, en 1912 letras y palabras comienzan a entrar en sus composiciones cubistas como “texturas ópticas” (Michel Butor), polisémicas, y las hojas de periódicos pueden tapizan sus collages como un elemento con valor plástico de igual categoría que otra forma, superficie o volumen.

1912
1914

En los Escritos podemos percibir la misma correspondencia fluida entre sus textos y sus cuadros, y también que una página manuscrita puede funcionar como una única imagen. Picasso, como tantos artistas que le han precedido, tenía conciencia del continuum existente:

“Al fin y al cabo, las artes son una sola. Se puede escribir un cuadro con palabras igual que se pueden pintar sentimientos con la poesía.”

Algunos manuscritos tienen, no podía ser de otra manera, un grafismo picassiano inconfundible. Un ritmo con estilo propio, formas dinámicas, ondulantes, orgánicas, con un aspecto de inacabado o sucio que produce vértigo.

El texto alcanza a menudo el estatuto de dibujo al escribir el artista con tinta de China sobre velin d’Arches,  un papel  de tacto sedoso y resistente, corpóreo y noble, elaborado 100% con algodón. A menudo encontramos los renglones separados por líneas o indicados por flechas para orientar el sentido de la lectura, de lo contrario las invasiones de espacios harían aún más incomprensible el texto.

Observamos tachones múltiples, que son una corrección drástica para eliminar toda huella de la primera versión, y en ese caos la fecha claramente indicada, con el año en números romanos, la única manera que se permite Picasso para poner un poco de orden, pues al no existir una real evolución estilística, como en la pintura, sería imposible su datación. 

He aquí un texto original en español, naturalmente sin acentos:

Nunca se ha visto lengua mas mala que si el amigo carinoso lame a la perrita de lanas retorcidas por la paleta del pintor ceniciento vestido de color de huevo duro y armado de la espuma que le hace en su cama mil monerias cuando el tomate ya no se le calienta ni le importa un pito que el rocio que no sabe ni el numero primero de la rifa que le pega el clavel a la jaca haciendo que su arroz con pollo en la sarten le diga la verdad y le saque de apuros le canta la zambomba y organiza en el amor carnal la noche con sus guantes de risas pero si alrededor del cuadro medio hecho de la linea sin verguenza hija de puta insaciable nunca harta de lamer y comer cojones al interfecto la banderilla de fuego puesta a la muerte por el rayo mas de lo que parece ofendido y tan palido gusano de queso de mahon sin afeitarse y sin cortarse el pelo desde mas siete meses se mueve en la punta del higo chumbo aun mas sonriente que nunca de ver a vista de pajaro de noche de navidad como jamon no huele y queso se estremece y se envidia el pajaro que canta y retuerce la cortina y no se pone el chaquetin ni toca el piano de manubrio agachado debajo del orinal del mono sabio que difunto acuesta duerme y suena y abanica su cara unica y la corta en la nieve que si las golondrinas cansadas de leer se ponen tan nerviosas de oir la cacerola de aluminio que cuece en sus cintas de melones de chivo de todos los colores el arco iris en la flauta la copa que cantandole responso sobre responso como si cantar pudiese la cal avera horrorizada de los saltos del jamon en la parrilla ya que conoce el olor del pajaro en el vino le toma el pelo y le muerde la mano si el tiempo no mejora y hace frio y no tiene ni razones ni valentia si se la lleva suspendia entre los dientes de la sierra por el de caramelos hechos a las 12 de la noche.

Picasso escribe llevado por una grafomanía compulsiva. “Y no creo que fuera por diversión en absoluto que hiciera todas esas elucidaciones sin puntuación. Lo percibimos en el climax de la excitabilidad erótica, al borde de la apoplejía, empujando con palabras, cuando probablemente tenía algunos problemas con la pintura o la escultura, empujando y empujando para intentar descargar esa agresividad, esa excitabilidad. Tampoco creo que haya escrito por diversión sus obras de teatro…” (Picasso de noche, 1986)

En efecto, Picasso escribió tres obras de teatro. El deseo atrapado por la cola (Le Désir attrapé par la queue) fue la primera de ellas, una obra exprés, que puede inscribirse en el teatro del absurdo, escrita en tan solo cuatro días de enero de 1941, en plena ocupación nazi de la capital francesa. La escena se desarrolla en un hotel imaginario llamado Hotel de los  Sórdidos, donde los personajes son alegorías del absurdo, como El gran pie, La cebolla, La tarta, La punta redonda, El silencio, La angustia, Las cortinas, etc. y cuya primera representación, ante un círculo privado amigos del pintor tuvo lugar en junio de 1944, justo tras el desembarco de los aliados en Normandía, que marca el comienzo del fin de la segunda Guerra Mundial, tras cuatro años de ocupación.

A imitación de la veladas teatrales de tradición italiana donde aristócratas e intelectuales juegan a ser actores de una obra representada en petit comité, hoy llamaríamos a esto un happening o un divertimento entre amigos. Entre los asistentes encontramos la crema intelectual de la época, como Albert Camus, el escritor, que habría sido el director de la obra, Jacques Lacan, el psiquiatra, Simone de Beauvoir, en el papel de La prima, Jean-Paul Sartre en el papel de La punta redonda, etc (ver infra: foto). La obra es una historia incoherente y grotesca que se desarrolla en la oscuridad total, los personajes están ocupados en tres cosas, el hambre, el frío y el amor. Al aparecer actores desnudos en la escena la obra fue tachada de pornográfica, de manera que hacia los años sesenta, se prohibió el estreno previsto en Saint-Tropez. En realidad, la obra fue ignorada por la crítica y cayó rápidamente en el olvido.

De pie, de izquierda a derecha: Jacques Lacan, Cécile Eluard, Pierre Reverdy, Louise Leiris (Les Deux Toutous), Zanie Aubier (La Tarte), Picasso, Valentine Hugo, Simone de Beauvoir (La Cousine), Brassaï
Sentados : Jean-Paul Sartre (Le Bout rond), Albert Camus (metteur en scène), Michel Leiris (Le Gros Pied), Jean Aubier (Les Rideaux)
No aparecen en la foto: Dora Maar (L’Angoisse Maigre), Germaine Hugnet (L’Angoisse Grasse), Raymond Queneau (L’Oignon) et Jacques Bost (Le Silence).
Otras fuentes citan también la asistencia de George Bataille, el de la Historia del ojo y La literatura y el mal; Georges Braque, el otro padre del cubismo, María Casares, la actriz; Henri Michaux, el pintor de poemas o lo contrario, y Claude Simon, poeta y pintor, futuro premio Nobel de liteeratura en 1985.

Las cuatro niñas (Les quatre petites filles)  es su segunda obra de teatro, de factura surrealista, escrita entre 1947 y 1948 en Juan-les-Pins, su retiro vacacional en la Costa Azul. Picasso le dedicó mucho tiempo para lo que nos tiene acostumbrados y estaba orgulloso de haberla publicado en Gallimard, aunque fuera con veinte años de retraso, como un escritor de verdad. En efecto, al principio había desarrollado esta actividad un poco en secreto “como si estuviera haciendo algo malo”. En el fondo -escribe a un amigo- soy un poeta frustrado. La obra contiene las divagaciones de cuatro niñas evocando con frescura y un poco de malicia la vida, el amor y la muerte con un paisaje bucólico de fondo, perlada con refranes, pasando de un tema a otro de forma desordenada, en un lenguaje despreocupado de las reglas de la lógica y de la sintaxis, generando imágenes en abismo, (como el pendiente de La vaca que ríe, para entendernos), o una imagen fractal si queremos actualizarnos.

Su última obra de “teatro” es el Entierro del Conde de Orgaz , escrita entre enero de 1957 y agosto de 1959, es una composición que consta de catorce textos en español, que será publicada diez anos mas tarde por su editor español Gustavo Gili acompañados de una serie de agua fuertes en relación con la obra homónima de El Greco, un artista que admiraba desde su juventud.

La obra escrita de Picasso se recoge muy tardíamente (Picasso, Écrits, M.-L. Bernadac y Ch. Piot, Paris, Gallimard, 1989).

ADENDA

A continuación, encontrara el lector mi traducción de algunos textos picassianos para ilustrar lo dicho.
FUENTE: aquí

En realidad, tiene poco sentido leerlos a la manera de un párrafo convencional. Solo la curiosidad tirara de nuestros ojos hasta el final por ver que pescamos en maraña sin comas, sin acentos, sin puntuación, sin nexos de articulación del discurso, y plagados de oraciones de relativos confusos que se muerden la cola.

El proceso generativo de los textos de Picasso equivale a meter palabras en un cubilete y lanzarlas como dados en el tapete que, en este caso, es la hoja en blanco, y allí se disponen azarosamente. Luego, en una segunda fase, hace como que los reelabora, pero con tanto desorden que perdemos la pista de su razón. Picasso se erige en dueño y señor de su gramática y de la misma manera que disloca la realidad visual de las formas en sus cuadros cubistas, invita el caos a su festín literario. Picasso destructor. Picasso reconstructor. Picasso, libre como una paloma y bruto como un toro ciego.


Empezamos con un texto desconcertante y obsesivo escrito en español, el 20 de enero de 1936: 

y dice mirame ya que me miras mirame que ya me miras mirame que me ya miras ya mirame que me miras si ya me ya mira que ya miras que si me miras y si la mira ya le mira si ya mira la si la la si mi si la mi si si mi si la si si.

Obsérvese que al final son notas musicales y consiguientemente pueden entonarse, un guiño que da sentido al resto incoherente, aunque tampoco es para quitarse el sombrero. 


a esa hora tendida sobre la extensión de color que sangra este silencio junto al sonido de la luz que lo traspasa si el grito en la noche de su pelo no enrolla en el aire la ola que la baña ni puede calmar atravesada por el pequeño montón que hace el collar de sonrisas depositado en el nido de la herida por la tormenta que con su ala su martirio acaricia prolonga la aurora boreal la acicala con cables eléctricos y la arroja en su vaso la sumerge dispersa sonando su corazón tomar la rama de coral colgada en el espejo que contiene su aliento


Un poco más coherente es el poema dedicado a Nikos Beloyannis, en marzo de 1952, resistente griego condenado a muerte por un tribunal militar acusado de reorganizar el PC en su país y espiar para los soviéticos, cuya fotografía,  con un clavel en la boca, inspiro el retrato póstumo de Picasso. Las alusiones al cuadro de Goya los Fusilamientos del dos de mayo son evidentes.

El resplandor de los faroles de aceite que iluminan en las tardes de mayo las noches de Madrid los rostros nobles de las personas abatidas por la extraña ave de rapiña en el cuadro de Goya es la misma semilla de horror sembrada por un puñado de focos en el pecho abierto de Grecia por gobiernos que transpiran miedo y odio. Una enorme paloma blanca espolvorea la ira de su umbral sobre la tierra

Nikos Beloyannis

todas las sombras se desprenden a jirones de los cuerpos con la prisa de las salidas de viaje y van a yacer fieles a la cita de la luz en la espesura del cristal ahumado que se hunde a plomo hasta el fondo del océano de su reino, he aquí la historia nací de un padre blanco y una copita de aguardiente andaluz nací de una madre soltera de quince años nacida en Málaga en los percheles el hermoso toro que me engendró la frente coronada de jazmines con sus dientes había arrancado con sus manos los alambres de la jaula que aprisionaba al pueblo de las aves de rapiña desgarrando con garras y pico el hombro desnudo de la flor del limonero niña muerta de miedo las alas rotas el corazón azul con rayas rojas en espiral con los ojos de una mariposa nocturna envuelta en papel de seda verde manzana de su vestido y calzada con las orejas puntiagudas de la lechuza salta de ola en ola y salta sobre la espuma la cabeza de mármol de la enorme estatua mutilada plantada al borde del agua en la arena


si alrededor de los círculos que el color asesina el enjambre de abejas del aire del disco explota con sus aguijones el globo inflado de la tormenta naciente flota en la luz extendida  a jirones el perfume apasionado de su imagen


cuerpo envuelto en el vestido de bronce a las carcajadas de risa de la burbuja de fuego aparece en medio de la plaza el rosa manchado de semen y coronado de flores de una joven con cabeza de toro vestida con un vestido blanco de plumas de pie en su barca hecha con bloques de mármol navegando en el aire líquido del ojo del huevo en la vela de su velo de fideos con mantequilla del espejo ensangrentado que cada día ahonda mas la mano en la mierda y recoge en los nidos de los hipocampos cintas de colores imposibles clavadas rectas como espadas en sus corazones con escaleras de cuerda y rellanos repletos de bandadas de pájaros de notas musicales que se derriten a lo largo de las velas arrastradas atadas a la garganta por cuerdas a los caballos cubiertos de banderolas sobre la espesa capa de rojo untada alrededor de los círculos de las ruedas del coche volcado que se vacia en la agonía del ramo de cohetes de verdes y moras que salpican la arena como un ariete que hace estallar al caer chocando en el suelo las amapolas se deshacen y forman un ramo que llena el jarrón de cristal sobre el mundo sostenido por las espigas de los cohetes en =====gerbes que hinchan la vela del barco colgado del cuello de las nubes que navegan sobre las olas que intentan engancharse a la quilla con sus labios y lo persiguen bajo la cuerda tensa de su ruta  abanico abierto a los deseos y a las pasiones cal viva negra de las profundidades de las cuevas donde vuelan mariposas atadas de las manos amadas unidas en el negro absoluto del sol cubierto de nieve el ángulo matutino se esconde bajo la almohada


pero si el vestido desprendido de los hombros cae al fondo del estanque como una piedra y rompe el cristal del dibujo el resorte del reloj le salta a los ojos lo ciega y lo abandona a las manos del verdugo hoja muerta que ilumina el paso de la calavera de la medusa entre las páginas del libro acróbata orfeon  de arándanos del esqueleto petrificado de la niebla que se levanta en el prado columna líquida de mármol negro que se desborda de la copa de arroz a la valenciana de la esquina de la cornisa al son de las figuras borrachas que caen gota a gota sobre las baldosas de las esponjas de fuego sobre todo porque hay que cantar durante toda la vida el ba be bi bo bu del bu bo bi be ba de la sopa filosófica que se ha quedado fria en la esquina del aparador donde el sol se la come con tenedor


08/04/2023

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