Con el inicio del nuevo año y las novedades editoriales a punto de destronar de los escaparates a los reyes de hace unas semanas les ofrezco –y les recomiendo como lector– algunos buenos libros publicados hace unos meses con los que comenzar 2025 con el mejor de los ánimos lectores.
Las huidas. Pilar Adón
Uno de las grandes antologías poéticas de la temporada. La reconocida y veterana autora de nuestras letras hispánicas, Premio Nacional de Narrativa en 2023 por su novela De bestias y aves, ha demostrado ser tan magnífica narradora como espléndida poeta. A sus siete poemarios publicados (algunos destacables como La hija del cazador y Las órdenes suma en este volumen una decena de poemas inéditos bajo el título Atractivo carnal.
Esta antología, que publica La Bella Varsovia, ofrece a los lectores un doble deleite. Por un lado, recoge la totalidad de la obra poética publicada por Adón en un solo volumen permitiendo así una lectura completa, cronológica, donde se vislumbra muy bien la evolución artística de la autora. Y, por otra parte, este libro permite al lector disfrutar de la alta poesía en una obra donde la escritora ofrece una visión claroscura de la existencia: la supervivencia, el dolor, la orfandad y la desilusión contrastan con la alegría, la esperanza y la fuerza de la juventud que impregnan algunos de sus poemas en los que pueden detectarse pinceladas de la sutil influencia de grandes maestras como Emily Dickinson (y su tono realista, aunque apesadumbrado), Anne Carson (con su fuerza, frescura y modernidad) o la mirada serena a la naturaleza y a la vida de Virginia Woolf. Este libro no puede faltar en las manos de los amantes de la poesía.
El arte de la guerra. Sun Tzu
Roca Editorial ofrece una versión renovada, elegante y pulcra, también hermosa, de uno de los clásicos de la literatura china. En Occidente tuvimos a los Pueblos del Mar, que hacia el 1.200 a.C. desbarataron a casi todas las grandes naciones del Mediterráneo oriental (salvo a Egipto, y gracias a algunos faraones, como Ramsés II, conocemos alguna pincelada de su procedencia. Pero en los reinos y principados que hoy conforman China, la civilización había alcanzado un grado de estructuración jerárquica y administrativa muy superiores a las europeas. Las profesiones intelectuales, junto con una clase política y otra militar debidamente entrelazadas, fueron clave para la prosperidad de la dinastía Zhou, que hacia el siglo V a.C. comenzó a desintegrarse debido a algunas invasiones de pueblos nómadas. La figura del emperador, emparentada con el Tian o Cielo –y, anteriormente, el dios de los cielos, con un significado más abstracto que el original Zeus indoeuropeo–, quedó reducida a un símbolo una vez que se esfumó su poder. Cada señor, príncipe o administrador de una serie de tierras o paisanos tuvo que sobrevivir por su cuenta. También el enorme séquito de eruditos-cortesanos que se vieron obligados a reciclarse laboralmente en forma de maestros adivinos, políticos, mercenarios y ascetas.
Entre la barbarie eclosionó la filosofía, la literatura y el refinamiento de numerosas artes. Algunos de estos maestros o zi fueron Confucio, Zhuangzi, Han Feizi y Sun Zi (o Sun Tzu: «maestro Sun»). A Sunzi se le atribuye el compendio El arte de la guerra, un manual destinado a la perfección del combate y de la beligerancia desde el refinamiento mental, práctico y, en buena medida, también espiritual, ya que para los antiguos chinos la justicia no era relativa como lo es para los crédulos occidentales de hoy, que destinamos nuestra suerte al capricho de los legisladores, sino que entendían que los principios éticos que rigen la existencia son inmutables y pueden reconocerse mediante la razón. A Sunzi le importaba más la «guerra limpia», defensiva, capaz de intimidar al enemigo y mantener la paz (el clásico adagio latino si vis pacem para bellum) que estrategias para la masacre y el odio.
Aquí reside la belleza de este clásico, que contiene apreciaciones adelantadas muchos siglos en su carga de justicia. Algunas de ellas hacen referencia a apreciaciones más respetuosas con la vida y con lo que nosotros llamamos «derechos humanos» en nuestro tiempo que somos capaces de respetar. Pongo un ejemplo: «sutil, sutil, hasta llegar a ser imperceptible; inescrutable, inescrutable, hasta llegar a ser inaudible, así se logra controlar el destino del enemigo. (…) De este modo, la mejor táctica en la guerra es no tener apariencia; no tener apariencia hace que un espía oculto no pueda espiar y que un estratega inteligente no pueda planificar».
Esta nueva edición, en tapa dura e ilustraciones bien escogidas, permite hacerse con una traducción al castellano de este clásico universal de muy alta calidad.
El libro de las maravillas del mundo. Marco Polo
Otro clásico editado, en esta ocasión, bajo el refinamiento de Nórdica Ediciones. Junto a unas exquisitas ilustraciones obra de Vincenzo del Vecchio, edición de Martín Evelson y contando con la traducción de Mauro Armiño, me ha sorprendido para muy bien esta renovada versión de Il Milione. Hace justicia al célebre texto de Marco Polo, pero va más lejos y eleva su lectura a la experiencia del buen gusto. Cada detalle en esta edición está escrupulosamente estudiado para que el lector se deleite de las crónicas del viajero veneciano. Este es otro clásico que no puede faltar en las manos del buen lector en este comienzo de 2025.
El fruto siempre verde. Manuel Astur
Edita Acantilado, con su impecable buen hacer habitual. En esta nueva propuesta poética de la editorial barcelonesa, Astur ofrece al lector una poesía cruel, dura, sin concesiones, pero dotada de un halo de esperanza y de inteligente viveza que consigue enfocar la mirada en diferentes direcciones: la naturaleza, las acciones humanas, la presencia –siempre efímera, siempre en riesgo– de nuestros seres queridos, nuestras propias certezas, cuando amenazan con derrumbarse. Pienso que bastará un ejemplo para convencer al lector: «Llueve sobre la tierra empapada/ y empapa más allá de las raíces del prado/ donde creció la hierba hace mil años.// Las montañas sostienen el cielo pesado/ el bosque es un pájaro muerto de frío.// ¿Quién llueve?/ No lo sé/ pero querrías echarle la culpa de algo».
La leyenda del santo bebedor. Joseph Roth
De nuevo, Acantilado al rescate. En esta ocasión trayendo un clásico de Roth como es esta pequeña novela (o bien relato, según se desee mirar), sobrio en su estilo y generoso en su prosa, entrega una lectura espléndida, calmada y capaz de reflejar un retrato de una época y de un autor.
Al final del viaje. Javier Sádaba
De la mano de Almuzara, este es uno de los libros más emotivos que he leído en los últimos meses. El reconocido filósofo español y catedrático de Ética en la Universidad Autónoma de Madrid, Javier Sádaba, pone en manos del lector un legado íntimo de sus vivencias personales, sociales e intelectuales a lo largo de su vida. Este ensayo es mirada y es observación; mirada en tanto que lega al destino del futuro un testamento, un reflejo del estar en el mundo de Sádaba, a modo de notas a pie de página sobre los acontecimientos que protagonizó y que vivió. Pero también es observación como producto de un testigo clave de una época de la historia de España, de la sociedad de hace unas década, ya desdibujada, y de una forma de entender la idea de influencia muy diferente de la de hoy en día, cuando importa el dictado del rebaño y no la pragmática de la razón, donde la televisión tiene que reinventarse para sobrevivir y los filósofos –más aún los escritores a secas, aunque les moleste tener que admitirlo– debemos atrincherarnos en nuestra aristocracia intelectual. Porque, en efecto, estamos viviendo una nueva época oscura donde el debate y el conocimiento están siendo desplazados por la ignorancia de una población acostumbrada al ruido y a la comodidad de la insignificante opinión, en contra de entregarse al desvelo por discernir. El último reflejo de aquella época que pudo desembocar en otra más justa y próspera que la nuestra actual lo representa Al final del viaje y la delicadeza con la que está escrito.
El paraíso y su entorno. Mario Liverani
Cuando les fallen las lecturas, queridos lectores, la editorial madrileña Trotta estará ahí para salvarles de lecturas superficiales o de la última entrevista ruidosa de la televisión. Ya que estamos en una era en la que todo el mundo quiere ir de reaccionario, pero lo único verdaderamente reaccionario es ir de nada, Trotta sigue enriqueciendo el acervo hispanohablante de nuevos libros con su trabajo impecable y su compromiso intachable con la cultura en idioma español.
Fruto de este buen hacer redentor se encuentra esta lectura, El paraíso y su entorno, de Mario Liverani. Tiene por subtítulo Paisaje rural del Próximo Oriente Antiguo. Con «Próximo Oriente Antiguo» el autor quiere decir Mesopotamia, la región que siempre ha de salvar la cordura y la imaginación. Al leer sobre Mesopotamia, fuente todavía de descubrimientos y de desafíos para la arqueología, uno no puede dejar de pensar que las serenas y metódicas labores de los estudiosos sobre el campo tienen algo de Indiana Jones, al menos en referencia al misterio que siguen encerrando algunos entresijos de la cultura, el desarrollo y la estructura de las civilizaciones que ocuparon el área entre los ríos Tigris y Eúfrates.
En una lectura académica, aunque muy enriquecedora, Liverani expone una síntesis de los nuevos descubrimientos sobre cómo era el paisaje agrícola de hace seis mil años en adelante. Además de agitar la curiosidad y ofrecer gratos conocimientos, este libro permite relacionar dos cuestiones que siguen estando veladas, incluso en la actualidad. La primera, el paso de la aldea a la ciudad o, mejor dicho, la transformación de un estado tribal a uno ciudadano, organizado, con sus jerarquías bien definidas, sus sistemas de pesos y medidas. Invito a pensar al lector que en Mesopotamia se inventaron el cálculo, las medidas, los primeros grandes lenguajes escritos complejos (en silabarios cuneiformes), las primeras obras literarias, que fueron religiosas a causa del inmenso poder que tuvieron la muy compleja casta sacerdotal o shanga en el desarrollo de las ciudades-estado. Pero también hubo lugar para el nacimiento de los primeros códigos legales, como el de Hammurabi, de las técnicas agrícolas, el desarrollo acelerado de artesanías, nuevos inventos y herramientas, el nacimiento de los primeros calendarios y la observación, con un acierto fascinante, de los astros, al menos del movimiento relativo en los cielos de nuestros planetas vecinos. Ahora que seguimos forcejeando entre el medio rural y el medio urbano conviene preguntarse cómo surgió el milagro de la urbanidad, ese mismo desvelo de aquellas comunidades humanas que quebró el trabajo como motor de vida (que no hace libre a nadie, sino esclavo de la nada cuando hay que trabajar en demasía) y permitió que los ciudadanos más despiertos pudieran ser escribas, reyes, médicos, astrónomos, matemáticos, filósofos –los mismos que hoy se desprecian en un retorno al aldeanismo–, arquitectos o sacerdotes en vez de eternos campesinos que imploran cada año a los vientos áridos del desierto en busca de su favor y de una cosecha que les permita sobrevivir un año más.
De pequeño frecuentaba el escaparate de una librería pequeña donde quizá no había más de 10 o 15 libros pero siempre, algunos, eran estupendos. Ahora que es tan fácil perderse en el bosque de la red o de las grandes superficies, una selección como la tuya es algo que me gusta mucho encontrar. Algunos libros los conocía y quizá los vuelva a leer; otros no sabia nada de ellos y trataré de buscarlos.
Muchas gracias David