Mayo 2025

Diario de un Savonarola

Dice el sabio Pavese que “la creación nace de la innumerable repetición de un acto, que a fuerza de ‘routine’ se hace molesto. Luego viene un periodo de extravío, de tedio. Entonces, el acto olvidado por su trivialidad, resurge como milagro, como revelación, y he aquí el impulso creador”. El genio de Cesare traía este pensamiento en relación al sentimiento del pasado de los pueblos, pero cambiando el contexto a la literatura, a la poesía, también sirve, y mucho…, y además cambia razonablemente el sentido creativo que la crítica y los escritores le aportan a las nuevas presentaciones.

No es tan importante la creación como percibir que es fruto de una repetición agotadora de realidades y sentimientos, y no es tan importante el puñetero creador –quizás nada importante– sino que la importancia la suman quienes le procuraron los recursos creativos.

Valorando esto, sabremos que la literatura es más de todos que de quienes la pronuncian, que ser epígono de un buen creador no es tan grave [puede hasta que sea bueno] y que la mejor creación es la que alcanza el valor de trivial.


Frank Palmer tenía como miserable a Tolstói, pero sin embargo abogaba porque el arte en todos sus caminos debería convertirnos en mejores personas, y el tipo se preguntaba admirado y desconcertado “cómo un hombre de refinada sensibilidad artística puede seguir siendo un miserable en otros aspectos”. Pues porque somos plurales en la percepción y en la reacción… Y la moralidad no tiene que ver con el gusto estético, es más, se encuentran y se repelen con excesiva frecuencia, porque el arte verdadero es crítica feroz al sistema que lo alimenta, como la moral es hija irrefutable de su tiempo.

En otras épocas, cualquier refinamiento novedoso o cualquier intento de cambio en las coordenadas del conocimiento humano resultaba fuera de la moral… Cuando el tenedor llegó a la corte francesa se consideró pecaminoso, cuando un genial musulmán llegó a la conclusión de que la luz se desplazaba en línea recta y provenía del Sol y no de los ojos, lo encerraron de por vida; cuando se descubrió el heliocentrismo, se excomulgo a los que lo contaban… La ciencia y/o el arte y la moral nunca han corrido parejos hasta ahora y no lo podrán hacer jamás, pues la moral es conservadora de valores establecidos por naturaleza y la ciencia y el arte intentan siempre abrir puertas y romper conceptos admitidos como certezas.

¿Cómo actuar cuando la moral es el patrimonio que esgrimen los poderosos para mantenerse en su statu? Vaya pregunta… ¿Siendo inmorales?, ¿amorales, quizás?

No sé.


Lo poético aflora de lo común, pero solo lo hace si el tipo que poetiza ha sido capaz de levantar los ojos de sus ocupaciones para mirar lo que sucede a su alrededor. Es tan sencillo como eso… Y tan difícil.

Es ésta una de las causas de mi sensación última de vejez, que las ocupaciones y las preocupaciones apenas me permiten levantar la mirada para enredar un poema. Tendré que tomar medidas, buscar evasión de la anonadante normalidad [de norma] diaria y empezar a rejuvenecer de nuevo.


Ya no hay héroes ni irremediables tragedias que nos hagan sentirnos románticos, vivimos en un mundo que se divide en sísifos [con su ridícula tragedia de llevar la piedra a cuestas hasta la eternidad] perfectamente conscientes de que el fracaso personal es el fracaso de toda la humanidad y en sísifos que no saben aún que lo son.

Si vamos a morir irremediablemente, todo puede resumirse en un absurdo lleno de desconsideración hacia los hombres que lo sufrimos: Matas aunque sabes que vas a morir, sojuzgas aunque sabes que vas a morir, te sacrificas aunque sabes que vas a morir, te privas de lo deseado aunque sabes que vas a morir… Y de ahí el fracaso como hombre y como parte de la humanidad, que erramos intentado creernos que estamos en un camino de búsqueda mientras que tenemos la absoluta seguridad de que somos fruto de desaparición.

Sinceramente, no entiendo nada. No entiendo cómo no salgo ahora mismo a la calle y le digo a cada uno de los que se crucen conmigo justo lo que pienso, o cómo no mando todo a la mierda [el trabajo, la familia, los lazos, las obligaciones…] y me tiro al barro hedonista hasta que llegue el final o yo me atreva a forzarlo.

El absurdo nos hace ser criaturas pacatas, miedosas, acumuladoras de posesiones sin futuro… Y el absurdo es fundamentalmente la moral y sus usos, la ética y sus babas… Yo prefiero una estética, una forma de estar hasta que llegue la sucia muerte, la que nos deja feos y terriblemente reales.

Pero no sé salir, no sé rebelarme, no sé decir.

Es muy triste.


La tranquilidad y la satisfacción son quizás las dos metas hacia las que corren los sistemas sociales como enloquecidos. ¿Tranquilidad para qué?, ¿satisfacción de qué o por qué? Es patente que llegar a ambos estados es poco menos que imposible, por lo que los grandes hacedores que ostentan el poder se mueven como locos para que consigamos ambas sensaciones [aunque no ambos estados]. Y todo se basa en la virtualidad y en un ciclo que se devora a sí mismo en el que se crean breves intranquilidades e insatisfacciones que pueden ser colmadas a corto plazo [te plantean la necesidad de tener un teléfono con conexión de vídeo y sufres por no poseerlo, te sientes insatisfecho e intranquilo por su falta. Al cabo de unos meses, tu compañía telefónica te lo propicia a cambio de unos puñeteros puntos por consumo… Entonces te sientes satisfecho, colmado y tranquilo mientras nacen otras mil pequeñas intranquilidades que se irán solventando hasta la muerte]… Todo con el fin de adormecernos en un falso estado del bienestar que le viene muy bien a los planteamientos consumistas del capital.


¿Existe lo abstracto? Si entendemos por existencia todo lo que se considera material, debemos decir que lo abstracto no existe más que como vehículo de presentación, es decir, un cuadro, un texto… Pero no creo que la existencia se cierre solo en eso. Idealizar, crear en la mente, elucubrar ya es en sí mismo una forma de existencia… Y también es una forma de existencia lo aún no pensado. Existe cualquier mancha posible sobre un lienzo como existe cualquier pensamiento posible independientemente de que aún no hayan tenido efecto.

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