Este artículo va a ser un comentario crítico del libro de David Cerdá Etica para Valientes. David nos propone una ética contemporánea con el honor y la valentía como pilares fundamentales para una vida moral íntegra. Desde su punto de vista, el honor ha evolucionado históricamente desde formas tribales o de excelencia personal hasta una versión “ética” avanzada, que implica asumir libremente deberes hacia uno mismo y los demás, basada en la dignidad humana inviolable. Se trata, por tanto, de un libro de moral prescriptiva, no descriptiva. Es decir, no se estudia la moral humana para aprender cómo funciona o en qué consiste sino que lo que se pretende es dar unas pautas sobre cómo hay que vivir una buena vida desde el punto de vista ético. El libro está lleno de grandes palabras como coraje, valor, honor y heroísmo y el mensaje básico es que hay que ser valientes, unos héroes y actuar con honor. Se defiende, por supuesto, que hay una moral universal que es objetiva y que podemos conocer, y por tanto llevar a la práctica. ¿Algún problema o alguna limitación para conseguir eso? ¿Podría ser que tú o yo fuéramos unos cobardes y que no pudiéramos conseguir este ideal?. En absoluto. Tenemos libre albedrío y todo es cuestión de proponérselo. Si Martin Luther King Jr. o Ghandi fueron valientes, tú también puedes. Para ser valiente lo único que tienes que hacer es actos valientes, repetir y repetir e incorporarlos a tu carácter.
No me interesa la parte descriptiva del libro sino la visión de la moralidad humana que subyace bajo esa concepción de la moral humana. Considero que es una visión radicalmente equivocada y por ello conduce a una ética que está muy bien para ese lugar ficticio que se supone que habitamos llamado Cosmópolis (David defiende que todos los seres humanos vivimos en la misma comunidad moral, el mismo círculo moral), pero no para el mundo en el que realmente vivimos los seres humanos, un mundo fragmentado en comunidades morales. Voy a abordar las tesis del libro que me parecen más erróneas y para ello voy a dividir el comentario en varios apartados.

¿La moral va del individuo o del grupo?
El error más grande del libro es ignorar la naturaleza tribal humana y de nuestra mente moral. El mundo según David consiste en individuos que se preguntan qué hace que la vida sea justa y buena. Y luego hay otros individuos que son el prójimo. En el mundo de David no hay grupos, naciones, religiones, ideologías que dividen, en definitiva no hay tribus con intereses divergentes. La pregunta de qué hace que la vida sea justa y buena no afina a matizar la vida de quién. David asume que lo que hace que la vida sea buena es igual para todos los seres humanos en todas partes. Pero sólo hay que mirar a Ucrania o Israel para observar que lo que hace que la vida de los ucranianos sea buena y justa no es lo mismo que lo que hace que la vida de los rusos lo sea. Entre palestinos e israelíes ocurre lo mismo y así por todos los lugares del mundo.
Esto que dice aquí Steven Sloman en el mundo moral de David no existe:
“Nuestras identidades están ligadas a nuestros grupos sociales mediante valores sagrados compartidos. A menudo, estos son valores absolutos sobre la idoneidad de las acciones. Insistimos en que los miembros de nuestra comunidad también compartan nuestros valores sagrados más fundamentales. Por ejemplo, ¿estarías orgulloso de tener un amigo que se sintiera libre de pinchar a otros con un hierro candente o que salpicara las conversaciones con mentiras descaradas? Los valores sagrados compartidos también son los que llevan a las sociedades por caminos peligrosos que pueden terminar en catástrofes como la guerra.
Cuando un grupo decide que tiranizar o eliminar a otro grupo es un valor sagrado, esto puede derivar rápidamente en violencia. Pero posiciones menos extremas también pueden generar conflictos graves, porque las violaciones de nuestros valores sagrados provocan indignación y enojo, así como una falta de deseo para comprometerse.”
En el mundo de David el tribalismo moral es una cosa del pasado. Hubo un tiempo en el que había tribus y todos íbamos con taparrabos y usábamos cerbatanas pero ahora hay una moral universal y por eso el tribalismo moral es una moral inferior y anticuada. Da igual que el tribalismo esté vivito y coleando y lo veamos en plena forma en todos los lugares del mundo. No vamos a dejar que la realidad nos estropee una bonita historia.
David dedica todo un capítulo a defender que en Occidente hemos pasado de una etapa ancestral más colectivista, en la que lo importante era el grupo, a una era moderna donde lo importante es el individuo. Toda la moral de David va del individuo.
Pero la moral en nuestra época individualista actual sigue yendo del grupo porque la función de la moral no ha cambiado. La función de la moral es someter los intereses egoístas de los individuos al bien del grupo. Si queremos resumir de qué va la moral en una fórmula, ésta sería:
1. Intereses del grupo > Intereses del individuo
Es decir, la moral va de someter los intereses y egoísmos individuales al bien superior del grupo. Y esto sigue siendo tan real ahora como en cualquier otra época. Llega la pandemia Covid y nos encierran en casa y se abolen todos los bonitos derechos humanos de la declaración de la ONU de 1948 porque el grupo está por encima del individuo. Y llega la guerra de Ucrania y se vuelven a abolir los derechos humanos de los hombres ucranianos y no se les deja salir del país y se les manda a las trincheras porque el país necesita que esos hombres den su vida por la patria. Las mujeres sí pueden salir del país. Luego hablaremos más de esto. En Oriente Medio la gente se está masacrando de una forma terrible, exactamente igual que en la prehistoria sólo que con cohetes y drones en vez de con piedras y hachas. Y así es el mundo en el año 2025.
Vuelvo a explicar brevemente mi visión de la moral, el marco teórico que yo manejo para los que estén leyendo esto y no hayan leído mis artículos previos. Mi marco de referencia es el llamado Moral como Cooperación (Oliver Scott Curry y otros). Según este marco la moral humana es una herramienta biológica y cultural para la cooperación humana. Los grupos que generaron un código y unas normas de conducta a lo largo de la evolución desplazaron los que no tenían moral. Somos criaturas sociales y necesitamos someter los egoísmos individuales para cooperar. Si seguimos siendo egoístas el grupo desaparece y nosotros con él.
Pero esta visión tiene una segunda parte, los grupos humanos colaboran para competir con otros grupos. Esta ha sido la historia humana: grupos humanos compitiendo con otros grupos por recursos, comida, territorio, etc. Y esto genera un segundo sistema moral o una segunda moral:
2.Los intereses de mi grupo (endogrupo) > Intereses del grupo externo (exogrupo)
Y así ya tenemos las dos caras de la moral. La moral tiene una cara amable que es la que mira al endogrupo (la del primer sistema moral) y es amable porque dice que no hay que matar, violar, mentir, etc. Pero luego está la otra cara de la moral, la que mira al exogrupo, y esta moral ya no es tan amable porque dice: si matar, mentir, robar o violar beneficia a nuestro grupo, pues entonces todo eso está bien si se hace a los enemigos.
David no maneja este esquema y no distingue estos dos sistemas morales. Para él sólo hay un sistema moral, el que conforman los individuos y la humanidad en su conjunto, Cosmópolis. Creo que sólo hay que abrir los ojos y mirar alrededor para ver qué marco teórico refleja mejor la realidad. Pero, en cualquier caso, es importante dejar bien asentado un primer principio para todo lo que analicemos después. No habitamos todos la misma comunidad moral o el mismo círculo moral. Y desde cada comunidad moral las cosas se ven de forma diferente. No puede haber principios y normas que sean válidas para todas las comunidades. Volveremos sobre ello.

La premisa cero
David propone que la moral es objetiva y que podemos saber qué es lo bueno y lo malo de una manera “científica”, por así decirlo, aunque con limitaciones que hacen que no sea igual que en otra ciencias; pero sí defiende que es un conocimiento objetivo, fruto de milenios de estudio por parte de filósofos, artistas, antropólogos, psicólogos, etc. Y a la ahora de fundamentar esas afirmaciones apoya todo su edificio en una piedra angular que sustenta toda su visión de la moral. Se trata de la premisa cero o premisa inicial que funda todas las éticas:
“Esa premisa cero tiene dos postulados esenciales: todo sufrimiento evitable es un mal absoluto; y toda vida humana no insoportablemente sufriente es un bien absoluto”.
Para empezar, la segunda parte de la premisa es falsa de toda falsedad, la vida humana no es un bien absoluto. Esta premisa no se cumple por lo que todo el edificio que sustenta la Ética para Valientes tiene los pies de barro. Volvemos a Ucrania: las vidas no insoportablemente sufrientes de los hombres ucranianos no son ningún bien absoluto sino que están al servicio del supuesto bien del grupo y el Gobierno los trinca y los manda a la guerra. Quiero recalcar esto aunque es muy conocido. Ninguna moral que yo conozca dice que no se puede matar y punto. En la ética de David tampoco. Todas tienen condiciones, depende…: en legítima defensa sí se puede matar…, en la guerra, por una causa noble, para evitar un mal mayor, etc. Algo absoluto es algo que no admite condiciones, restricciones o relatividad. Así que cuando la premisa cero dice que la vida no sufriente es un bien absoluto y luego el propio David admite condiciones pues está diciendo algo que no es cierto.
Pero la premisa tiene más problemas. Por ejemplo la palabra “evitable”: ¿qué es un “sufrimiento evitable” y quién lo decide? ¿Qué regla supuestamente objetiva nos responde esta pregunta? ¿El sufrimiento de la guerra de Ucrania era evitable? ¿Quién lo sabe? ¿Se podría haber evitado si la OTAN no se hubiera expandido y con una autodeterminación para la parte pro-rusa del Donbás? ¿Los bombardeos israelíes en Gaza son evitables? ¿Quién lo decide, los israelíes, los palestinos, la comunidad internacional, teniendo como tienen cada uno intereses divergentes?
Según el marco de referencia que yo manejo, se puede dar también una definición de lo que es un acto inmoral. Esa definición sería la siguiente:
Acto inmoral: un daño + intencionado + no justificado
Creo que se acepta de forma prácticamente universal que un daño intencionado no justificado es un acto moralmente malo. Pero el problema a la hora de conseguir una objetividad irrefutable está en lo de “no justificado” de forma similar a lo que ocurre con el “evitable” de David. Ahí está la letra pequeña y la madre del cordero. Dado que hay intereses en conflicto en el mundo (por lo menos en el que yo veo) no va a ser nunca posible de una manera objetiva y universal que nos pongamos de acuerdo. Lo que está justificado para Israel no lo está para los palestinos y viceversa.
Podemos ver esto mismo en el caso de la “violencia ética”, como lo llama David, y que otros han llamado “violencia virtuosa”, es decir aquella violencia que se considera que está justificada moralmente, esto es, que es moralmente bueno perpetrar esa violencia.

La Violencia Ética
Aquí nos vamos a meter en un jardín aunque para David nunca hay jardines ni dudas ni incertidumbres, todo está meridianamente claro. Dice David y pongo varios extractos:
“Pero una persona honorable no puede pensar que toda violencia es mala, porque sabe que a veces el bien la exige. El justo descrédito de la violencia gratuita no puede conllevar el descrédito de la violencia a secas, especialmente cuando toca contrarrestar otra violencia ejercida contra quienes no pueden defenderse, o cuando hay que actuar en defensa propia. La buenista ideología que quiere hacernos creer que todo es negociable no ha hecho más que fabricar cobardes. Nada de esto resta vigencia ni interés humano a quienes, como Mahatma Ghandi o Martin Luther King, han promovido políticas de no violencia cargadas de un enorme coraje moral y también físico, pues ambos hubieron de enfrentarse a castigos corporales y violentamente encontraron la muerte.Sin embargo, en una entrevista concedida a finales de 1955, el propio Martin Luther King afirmaba que por mucho que deplorase la violencia, había un mal que era incluso peor que la violencia, y era la cobardía, añadiendo que un hombre no puede ser libre si teme la muerte. Lo humanitario no es odiar la violencia, sino el tipo equivocado de violencia, la injustificada o abusiva.”
“Hay una violencia ética que comporta impedir un mal y restituir una dignidad dañada; no tiene nada que ver con un pago, sino con defender a los débiles e impedir que el ser humano se denigre…”
“Esta violencia ética es clásica, en sentido no ancestral, sino elevado. En La Grecia antigua contra la violencia, Jacqueline de Romily explica que “la cultura griega se define como una búsqueda apasionada de todo lo que pueda poner fin a la violencia considerada brutal e indigna del ser humano”, es decir, todo lo que ponga fin a la que es inadecuada.”
“El honor, en ocasiones, obliga a alzar los puños, dar patadas o tomar las armas”.
“La causa noble (el sentido) es la condición suficiente para que nuestra actuación sea ética, lo cual nos conduce a la fundamental relación que existe entre el bien y el coraje”.
Todo el texto del libro en este apartado sobre la violencia ética está plagado de minas como los conceptos que he puesto en negrita aunque parece que David no las ve, su detector de minas lógicas no funciona desde luego como el mío. Aquí tenemos un montón de problemas formidables. ¿Qué es una causa noble y quien lo decide? ¿quién decide lo que es autodefensa? ¿Es autodefensa la conducta de Israel? ¿se defiende Putin de la OTAN? ¿Es una causa noble la de Hamas o la de ETA? Porque ETA o muchos otros grupos terroristas pueden hacer suya la frase de que a veces hay que tomar las armas… Según esos grupos y las franjas de población que los apoya existe un daño intencionado y no justificado contra sus valores sagrados y consideran que cambiar esa situación requiere una violencia ética o moralista. ¿Quién decide quién es un terrorista y quién es un luchador por la libertad o un miembro de un movimiento de liberación nacional, o un mártir?¿Quiénes son los débiles o los que no pueden defenderse?¿Dónde está la linea entre lo que es autodefensa o una causa noble o la que no lo es? ¿Quién lo dice?¿Bombardear indiscriminadamente y causar la muerte de inocentes es autodefensa? ¿Torturar y violar civiles como hizo Hamas es violencia del oprimido y es aceptable? ¿Tomar rehenes y mantener incluso los cadáveres de los rehenes retenidos es violencia aceptable?. ¿Cuál es la violencia adecuada? ¿Cómo podemos orientarnos en este laberinto moral? Ningún problema con todo esto en el mundo de David. Porque plantearnos que hay problemas e incertidumbres es caer en el relativismo moral y no hay mayor demonio en la cabeza de David que el relativismo moral. Todo tiene que estar claro y diáfano.
Creo que no hay respuestas objetivas a todas estas preguntas. David no tiene respuesta, tiene su opinión -muy respetable- pero con las opiniones pasa como con los culos, que todo el mundo tiene uno. Y no hay una respuesta a todas estas preguntas por una razón muy clara: porque no vivimos todos los seres humanos en el mismo círculo moral (que es lo que David se cree). La gente que recibe como héroes a los miembros de ETA en su pueblo no habita en el mismo círculo moral que los que consideran a ETA un grupo terrorista que ejerció una violencia no justificada. Los israelíes y Hamas no habitan en el mismo círculo moral. Ucranianos y rusos tampoco, han separado incluso sus religiones. No vivimos todos en el misma comunidad moral. Me parece muy bien aspirar a que eso ocurra algún día pero no es la realidad actual en el mundo.

Culturas superiores e inferiores moralmente
Según David, existen niveles en cuanto al progreso moral de las sociedades y los individuos. Igual que hay progreso material y social, hay progreso ético. Dentro de su postura prescriptiva, David defiende que hay culturas moralmente superiores a otras, culturas más avanzadas y culturas más atrasadas moralmente. Dice por ejemplo David:
“Así, tras el análisis global comparado de lo que proponen la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Sharia, podemos concluir que este último corpus es moralmente inferior al primero, por contribuir en mayor grado a que exista sufrimiento evitable y a que se sieguen vidas no sufrientes. No es este el lugar para un estudio pormenorizado, pero serviría alguna muestra. La Sharia, por ejemplo, instituye la pena de lapidación para el adulterio. Quitar la vida a alguien que no sufre es un mal absoluto, por no hablar de la indignidad y el tormento asociados a morir apedreado. Nada indica, de suyo, que el adulterio cause sufrimiento a los que incurren en él, y en lo que hace a la parte o partes que se sientan despechadas, dejando a un lado la desproporción de los dolores infligidos, la ciencia psicológica ya ha explicado que, a la larga, la venganza no tiene un valor compensatorio para quien pasa por semejante trago. Añádase el nefasto ejemplo de mostrar que la forma óptima de resolver un conflicto es recurrir a la violencia. Podríamos aportar muchos otros ejemplos. En conjunto, y siempre partiendo de lo que sabemos sobre el ser humano, la inmensa mayoría de las personas capaces de emitir un veredicto imparcial concluirían que la la Sharia es éticamente inferior a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta es una conclusión justa que se alcanza no por votación, sino por razonamiento y en base a conocimientos, es decir, de manera objetiva…”
Nada de lo expuesto impide que determinadas líneas de comportamiento de la Sharia sean superiores a algunas otras de la Declaración Universal. Sin ir más lejos, la Sharia es más activa y precisa en cuanto a la asistencia a los pobres, y en la medida en que la pobreza es una fuente de sufrimiento evitable, un comportamiento dirigido a paliar la indigencia es mejor -universal y suficientemente- que uno que se limita a declarar lo que resulta intolerable. Por lo tanto, el juicio sobre disposiciones aisladas puede diferir del correspondiente al conjunto. No obstante, cada uno de estos conjuntos es mucho más que un sumatorio de preceptos: sabemos que el ser humano se atiene con mucha frecuencia a dichos bloques como un todo, de modo que los juicios globales sobre esto siguen siendo pertinentes.”
Me parece que esta mentalidad de ranking es una forma equivocada de plantear la cuestión moral. Luego voy a volver sobre este ejemplo concreto pero me parece muy importante explicar antes las diferencias en normas morales entre culturas desde el punto de vista evolucionista porque creo que ayuda a entender mejor la realidad moral del mundo.
Si partimos de la base de que la moral es una herramienta para la cooperación de los grupos humanos nos damos cuenta de que las normas y principios morales son respuestas a problemas de cooperación. Las normas o principios morales no salen (habitualmente) de la nada, de que un filósofo se sienta a pensar y se le ocurre un principio moral que es más bonito que el que se le ha ocurrido al filósofo del sillón de al lado. Voy a poner un ejemplo para ilustrar este punto.
Anke Becker muestra en este artículo (.PDF disponible aquí) que las sociedades pastoralistas tienen unas normas más restrictivas con respecto a las libertades sexuales femeninas. Dice el abstract:
“Este artículo estudia los orígenes y la función de las costumbres y normas que pretenden evitar la promiscuidad de las mujeres. Utilizando datos de encuestas a gran escala de más de 100 países, compruebo la teoría antropológica de que una forma particular de subsistencia preindustrial, el pastoreo, favoreció la adopción de tales costumbres y normas. El pastoreo se caracterizaba por períodos frecuentes y a menudo prolongados de ausencia de los hombres del asentamiento, lo que implicaba dificultades para controlar el comportamiento de las mujeres y mayores incentivos para imponer restricciones a la promiscuidad femenina. El artículo muestra que las mujeres de sociedades históricamente más pastorales (i) están sujetas a actitudes más contrarias al aborto; (ii) son más propensas a haber sido sometidas a la infibulación, la forma más invasiva de mutilación genital femenina; (iii) tienen más restricciones en su libertad de movimiento; y (iv) se adhieren a normas más restrictivas sobre la promiscuidad de las mujeres. A nivel de la sociedad histórica, el pastoreo predice la patrilocalidad, la costumbre de vivir cerca de la familia del marido después del matrimonio, lo que les permite controlar a la novia. Las estimaciones de variables instrumentales que utilizan los determinantes ecológicos del pastoreo respaldan una interpretación causal de los resultados. También aporto pruebas de que el mecanismo que subyace a estos patrones es la ausencia de los hombres, más que el dominio masculino en sí mismo o el desarrollo económico histórico.”
El problema de cooperación que ocurre en estas sociedades es que los hombres están ausentes de casa durante meses porque necesitan alimentar al ganado por lo que aumenta el problema de la certeza de paternidad. Por otro lado, los hombres son los principales proveedores económicos de la familia. Las costumbres descritas que restringen la sexualidad femenina son una respuesta a ese problema. Si no se resuelve ese problema de cooperación, hombres y mujeres no van a cooperar y cada uno iría por su lado -los hombres no se comprometerían o no aportarían económicamente al no estar seguros de que sus hijos fueran sus hijos- con lo que el funcionamiento de la sociedad se pone en grave riesgo.

El tema es más complejo y tiene muchas derivaciones. Las personas con una historia ancestral de pastoreo tienen normas más restrictivas en torno a la sexualidad femenina incluso si los antepasados de esas personas abandonaron su modo de vida pastoral hace muchos años. Las normas se mantienen incluso después de que el estímulo que las indujo haya dejado de ser relevante. La cultura moral es «pegajosa» en este sentido, o tiene una inercia. Las normas culturales pueden ejercer sus efectos durante mucho tiempo después de que el estímulo que las evocó haya dejado de ser relevante. Por ello puede producirse un desajuste (mismatch) entre el ambiente actual y el ambiente originario en el que aparecieron dichas normas. Puede pasar algo parecido con la prohibición de comer carne de cerdo en la tradición judía y musulmana si es verdad que su origen fue inicialmente prevenir la transmisión de enfermedades.
Es más, es posible que algunas normas surjan de una manera totalmente desadaptativa y no respondan a problemas de cooperación sino a ideas totalmente arbitrarias de un líder religioso o de una comunidad en su conjunto. Pero esto no invalida el punto que intento transmitir. Es por tanto absurdo comparar en un vacío normas de sociedades que tienen diferentes problemas ecológicos o de cooperación. Las costumbres sexuales pueden ser muy diferentes en sociedades de cazadores recolectores donde los hombres aportan menos y hacer comparaciones o rankings es bastante inadecuado. Este es el punto que quiero destacar.
Tratado este aspecto volvemos al ejemplo de la comparación que hace David entre Declaración de Derechos Humanos y Sharia. Para empezar, el Islam procede de sociedades pastoralistas y nómadas, lo que enlaza con lo que acabamos de tratar. Gran parte de la población árabe vivía en tribus beduinas dedicadas al pastoreo de camellos, cabras y ovejas, adaptadas a un entorno desértico.
Por otro lado, la Sharía no es un código único: es un marco interpretativo derivado del Corán y hadices, con escuelas (madhabs) variadas (hanafí, malikí, etc.) y evoluciones modernas. En algunos países musulmanes (e.g., Turquía, Indonesia, Túnez), se aplica de forma limitada o secularizada, enfocada en derecho familiar sin penas capitales extremas. En la actualidad, la lapidación es extremadamente rara, pero sigue siendo legal o practicada en algunos países o regiones. Por tanto, meter todo en el mismo saco sería como juzgar el derecho occidental solo por la pena de muerte en los países que todavía la tienen en su código penal, como EE.UU. que utiliza métodos controvertidos como la hipoxia por nitrógeno.
Por otro lado, igual habría sido más justo comparar la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU de 1948 con la Declaración de El Cairo de los Derechos Humanos en el Islam ya que son documentos teóricos y de principios generales ambos. En la Declaración de el Cairo no aparece la lapidación. Y aunque sea desviarme del tema aprovecho para traer aquí que el Artículo 2 de la Declaración de El Cairo establece que “está prohibido privar a un hombre de su vida o causarle daño, salvo por un motivo prescrito por la Sharía”. Es decir, volvemos al tema de la justificación del daño intencionado. Nada en moral es absoluto, las normas morales tienen letra pequeña. La propia moral nos puede dar una justificación para hacer un daño.
Por último, David minimiza el daño que el adulterio supone para una sociedad, no sólo para las personas implicadas en un caso concreto. La lapidación tenía un carácter tanto punitivo como disuasorio. Al ser un castigo público, buscaba reforzar las normas sociales o religiosas y servir como advertencia a la comunidad. Una sociedad promiscua supone un problema para la estabilidad de las familias y la crianza de los hijos. Por eso hay normas contra ella en casi todas las culturas, como en los Diez Mandamientos o incluso en el código de Hammurabi, porque supone un problema de cooperación. Por otro lado, puestos a hacer comparaciones, igual la pregunta es qué sociedad está más cohesionada y unida, la occidental o la islámica, y cuál tiene mayores probabilidades de sobrevivir en el futuro.
Conclusiones
David ha realizado un trabajo impresionante en este libro. Está muy bien escrito, David escribe muy bien, y ha desarrollado una labor ingente integrando filosofía clásica (Aristóteles, Kant), ciencia (psicología sobre emociones morales), literatura, cine y ejemplos históricos. El problema es que no entiende la moral humana, -su origen y función- por no incorporar todo lo que hemos aprendido de psicología y filosofía moral en épocas recientes basándonos en la teoría de la evolución. Por ello, todo su edificio tiene cimientos de cartón. Considero que Darwin supone un antes y un después en muchas cosas en nuestra cultura pero especialmente en el campo de la moral.
Y esta carencia creo que tiene implicaciones muy graves para su propuesta de una ética del honor y la valentía. Hay propuestas que me parecen claramente un brindis al sol y voy a poner un ejemplo. En su visión de que todos los seres humanos vivimos en una misma comunidad moral, Cosmópolis, David habla de la empatía para con el otro pero aquí estamos errando el tiro. Sabemos que la empatía es parroquiana, sabemos que si administramos oxitocina a sujetos en el laboratorio aumenta la empatía por los individuos de su grupo pero aumenta también la aversión y el rechazo a los miembros del exogrupo. No podemos sentir empatía por el enemigo o por el malvado. Pero no sólo eso, que no empaticemos con el sufrimiento del enemigo o el malvado, sino que disfrutamos de su dolor(shadenfreude) y acabamos de tener un ejemplo del mundo real hace unos días con las respuestas de cientos de miles de personas tras el asesinato de Charlie Kirk.
Esta visión idealizada de Etica para Valientes ignora que los humanos priorizan a menudo lealtades tribales, emociones como la venganza o el placer por el sufrimiento del exogrupo. Ocurre un poco lo mismo cuando David plantea ideales éticos incompatibles con la mente moral tribal humana. Dice hacia el final del libro:
“El humanismo, para ser verdadero, exige projimidad; como dice Unamuno en su ensayo Del Sentimiento Trágico de la Vida, conlleva no poder considerar a ningún otro humano un extraño.”
Pues va a ser que no y a la realidad me remito. Esos ideales servirán tal vez muy bien para Homo cosmopolitensis si alguna vez llegamos allí, pero son inalcanzables para Homo sapiens. Tener empatía con el enemigo y poner la otra mejilla se nos da bastante mal a los humanos, y sólo hay que mirar alrededor. En definitiva, un mal diagnóstico de la moralidad humana que conduce a una propuesta irreal para nuestra especie.
Que ser valiente no salga tan caro /
Que ser cobarde no vaaaaaaalga la pena.
J. Sabina.