Habíamos quedado a las siete y media de la tarde y llegó solo diez minutos después, en coche, acompañado de Lucas (“Pez Mago”), su pareja en el escenario esa noche. En la puerta del Pachamama, una sala pequeña de Ciudad Real, que recuerda a ciertos cafés de la calle Huertas del Madrid de otros tiempos, lo esperaba también Prado, la dueña, que le trata como un viejo amigo, como a uno de los cantantes de la casa, a los que ha visto crecer musicalmente a lo largo del tiempo.
Marwan entra en el local que, por cierto, hace cierto juego con su perfil de comerciante griego, con desenvoltura. Da un grito y el camarero sube la luz, baja un poco la música y nos prepara una mesa. Saluda cariñosamente a las caras conocidas, y sonríe. Parece sentirse cómodo. El garito parece simbolizar el refugio de los bares pequeños, de luz tamizada, en los que uno encuentra referencias pasadas que le aplacan el miedo a lo indeterminado, que le conectan con recuerdos significativos, plácidos. Por un momento, Marwan quizá rememora el día que llegó allí siendo un desconocido de Aluche que luchaba por abrirse camino, la expectación y el pánico a encontrarse la sala vacía en su primer concierto en esta ciudad. Desde entonces, no ha parado de viajar, de tocar, de moverse en busca de las oportunidades que se le niegan a los que esperan. Ahora, pasado el tiempo, vuelve habiéndose ganado un nombre en los círculos especializados, a pesar del silencio de los medios tradicionales, como él los llama. El local cuelga el cartel de todo vendido y una legión de mujeres con algún novio infiltrado preparan sus gargantas para hacerle los coros. Llegan las cervezas y comenzamos, después de enseñarle la revista en la que va a publicarse la entrevista.
Me ha parecido curioso leyendo tu biografía que los comienzos de Marwan, al contrario de lo que se pudiera pensar, estuvieron muy ligados a la música heavy.
Sí, es cierto. Empecé tocando heavy con mis amigos en el patio del instituto. Tuvimos varios grupos con los que fantaseábamos portadas de maquetas, pero con los que no llegué a hacer ninguna canción. Lo típico: tienes un trozo, parece que vas a hacer algo, pero, al final, nada. Por aquella época escuchaba heavy , death metal, que era más duro, más bestia, más pesado, pero también mucho hip hop, mucho soul, mucho rock duro como era Bon Jovi en esos años. Pero lo que más era Metallica, lo escuchaba a todas horas. Tambien a Fear Factory, que hacía un death metal industrial…
¿Cómo estaba este tipo de música en España en aquel tiempo?
No solía escuchar mucho heavy español. Pero recuerdo grupos de thrash o punk rock, canciones como “Irracional” de Hamlet. También me viene a la memoria Soziedad Alkohólika. Tenían una canción que hablaba sobre Palestina que se llamaba “Nos vimos en Berlín”. Pero, como os he comentado antes, música española escuchaba muy poquita. Era la americana la que ocupaba mi tiempo.
Uno se pregunta después de esta extraña revelación cómo contactaste con los cantautores clásicos, cómo fuiste bajando decibelios a tus gustos.
La verdad es que siempre había escuchado cantautores porque mis padres los ponían en casa, pero nunca les había mostrado especial atención. Con quince años me compré una guitarra y recuerdo que con 16 empezó a seducirme Silvio Rodríguez. Silvio me parece brutal, el cantautor por antonomasia. Estaría él en el mundo latino y Dylan en el anglosajón. Aunque os confieso que no termino de conectar con Dylan. He intentado escucharlo muchas veces, pero no me emociona. Con esto no quiero decir que no sea bueno. Dylan es un genio. Pero me pasa un poco como con las películas clásicas o la música de los setenta, puedo ser consciente de su valor, de su calidad, pero hay algo que impide que la emoción penetre en mí. Quizá es un tema de códigos. Disfruto más con lo contemporáneo.
Después de Silvio, llegaron los 17 dónde redescubrí a Serrat, digo redescubrí porque formaba parte de mi infancia. Mi padre lo ponía a todas horas y yo lo aborrecía, solo quería a Bon Jovi y a Michael Jackson, ya sabéis. Pero en aquel año comencé a verlo con otros ojos. Lo empecé a valorar. Luego llegaron los 18 conocí a Ismael Serrano y se acabó, se acabó todo lo demás. Fue por aquella época cuando empecé a componer.
¿Cómo se tomaron tus amigos heavies el cambio? Quiero decir que a simple vista no parece que estos dos mundos compartan una sensibilidad parecida.
(Risas) Oye, que los heavies también escriben canciones de amor. (Risas) Bien, bien, muchos de ellos vienen a mis conciertos y disfrutan. Hay alguno que hasta se sabe los coros. No hubo mucho problema porque el tránsito fue muy natural, yo seguí escuchando heavy, pero claro, me ponía mi disco de Ismael Serrano y es que me moría. Me iba a verle a Libertad 8 a La redacción…
… y uno va entrando en el mundillo. ¿Cómo te introdujiste?
Claro, te cuento. Esto era 1997 y ese ambiente estaba lleno de cantautores, un circuito muy potente, muy talentoso que yo hasta ese momento desconocía y que me empezó fascinar. Estaban Tontxu, Carlos Chaouen, Montxo Otero, Rafa Mora, Bebe antes de pegar el pelotazo, Antonio de Pinto, que me encantaba, César Rodríguez que fue uno de los que más me influenció. Estaban también los que llevaban tres o cuatros años dando guerra y ya habían asomado la cabeza como Rosana, Javier Álvarez y Pedro Guerra. Y, claro, empecé a conocerlos personalmente, porque tocaban en locales pequeños. Estos lugares facilitaban el contacto, el poder hablar con unos y con otros, el poder trabar amistad. Y fue entonces cuando me vi dentro de este fascinante universo musical del que ya no he podido salir.
Entonces, supongo, tarde o temprano te llega la oportunidad de subirte al escenario y ser uno de ellos.
Sí, lo recuerdo bien, fue un año y medio después, nada más cumplir los 20, en un concierto compartido con Carlos Chaouen, César Rodríguez y Israel Jiménez. Canté tres canciones y recuerdo los nervios, la sensación de no estar suelto, pero, al final, salió todo bien, fue fantástico.
¿Cuándo decides dedicarte seriamente a la música? ¿Lo compaginaste con la universidad? Al principio debe ser difícil dar el paso definitivo por toda la incertidumbre y competencia que rodea a la industria.
Sí, la verdad es que sí. Al principio, estuve compaginando mis conciertos con mis estudios. Estuve en la universidad hasta los 23, hasta que me licencié en Educación Física. Fue un tiempo en el que componía mientras estudiaba. Ya al final de todo aquello tenía muchos conciertos, pero decidí compaginarlo con el trabajo de profesor porque, como tu dices, éste es un mundo de mucha incertidumbre. Pero enseguida ví que me podía ir bien, que podía ganarme la vida con la guitarra. El público respondía. Así que hace 5 años decidí dejarlo todo y vivir solo de la música. Y la verdad es que no me arrepiento, me va muy bien. Soy un músico desconocido que no sale en los medios comunicación tradicionales, pero tengo mi público. Vendo discos, vendo mi libro de poemas y doy muchos conciertos.
¿Cuáles son en la actualidad las salas madrileñas en las que un cantautor se deja ver, en las que uno se labra el prestigio?
Hay principalmente cuatro. Libertad 8 y Búho Real, que serían las pequeñas, y luego Clamores y Galileo Galilei. Ésas son las cuatro emblemáticas. Yo también toco en una de mi barrio, pero porque es mi barrio y viene mucha gente (risas). Luego también están las salas más grandes para algún concierto especial o alguna presentación. Mi último disco, por ejemplo, lo presenté en Joy Eslava, que es una sala para 1.000 personas. También he tocado alguna vez en La Riviera.
¿La palabra ‘cantautor’ es un palabra que te pones cómodamente?
Sí, sin ningún tipo de complejo. Nunca lo he rechazado. Es verdad que en España el concepto de cantautor esta muy asociado a la lucha social, a una ideología de izquierdas, a un tono que termina sonando un poco “paliza” y muchos cantantes huyen de esta etiqueta. Pero yo no, yo tengo canción social. Además creo que no a todo el mundo se le puede catalogar como cantautor. Acabo de venir de un encuentro de cantautores en Ecuador y estuvimos debatiendo sobre lo que es canción de autor y qué no lo es. Y analizando finamente yo creo que la figura del cantautor se diferencia mucho de otro tipo de música aunque haya gente que componga sus propias canciones y sean compositores. Yo creo que un cantautor persigue la belleza tanto en la forma como en el fondo, persigue dar un mensaje poético y profundo. Una canción no solo tiene que ser bonita, sino que además tiene que ser capaz de atravesar la superficie de los temas.
En esta época, parece entonces que esa figura de cantautor que tú describes tiene más responsabilidad que nunca en nuestra sociedad. Las canciones tienen que llevar implícitas un cierto grado de empatía con lo que esta pasando. Algo así como darle voz a aquellos que están sufriendo una crisis que ellos no han creado.
Sí, creo que los cantautores tenemos una deuda con la problemática social que se puede ver ahora mismo en el mundo occidental y también fuera de él. Los cantautores tenemos que componer, tenemos que denunciar las injusticias que están pasando. La música es un gran vehículo para intentar cambiar las cosas. En el próximo disco tengo una canción que se llama “Propuestas para un mundo dormido”, que habla de la crisis que para mí es una crisis de valores. Pero es verdad que tenemos que cambiar un poco el chip. Debo reconocer que tanto yo como los cantautores de mi generación estamos muy metidos en la canción de amor. Hemos debido de tener todos los desengaños amorosos en la misma época. Yo antes hacia más canción social. Ahora lo estoy retomando, pero lo reflejo más en mis poemas que en mis canciones. Porque para la canción social hay que ser muy fino, si no suena a panfleto. Y creo que la verdadera canción social hoy en día la hacen los raperos, como Nach. En el rap se puede ser panfletario y no suena mal, pero en la canción de autor no es lo mismo. No se puede caer en eso. Y es difícil.
He leído en tu biografía que tu padre es palestino. ¿Cómo viviste el contraste de culturas?
Para mí es una verdadera riqueza. Tener una madre española y un padre palestino te da dos puntos de vista, te hace más amplio el mundo. Además son los dos de orígenes muy humildes y eso te hace valorar las cosas. Mi padre nació en un campo de refugiados palestino, ha vivido mucha parte de su vida en una situación de absoluta miseria. Ha sido un luchador, estuvo en la guerra, en la ocupación de los territorios por parte de Israel. Eso es duro. Mi madre nació en la posguerra, en Soria, una ciudad muy pequeña, muy golpeada por la guerra y muy pobre. Tener dos padres que vengan de familias tan humildes pone las cosas en contexto. Hace que uno tenga una cierta sensibilidad social.
¿Has tocado allí en Palestina? ¿Cómo te sientes?
Sí, he tocado un par de veces. A ver, yo soy de Madrid, he nacido aquí, he vivido toda mi vida aquí, y tengo un carácter español muy marcado. Pero, cuando voy allí, siento mis raíces, conozco la problemática y sufro. Allí nacieron mi abuelo, mi padre, mi familia. Alguno de mis tíos, incluso, siguen viviendo por aquella zona y, claro, uno no puede evitar que le afecte la situación que se vive en un lugar que en mayor o menor medida forma parte de él.
¿Cómo es el Marwan compositor? ¿Tiene algunos rituales, alguna manía?
Normalmente hago primero la música y sobre la melodía pongo la letra. Lo suelo hacer todo solo, aunque hay veces que lo hago con algún amigo como Luis Ramiro o Lucas. Hago primero la música porque me parece que es lo principal. Una vez que la música es bonita trato de meter la letra. Eso no quiere decir que descuide la letra, pero creo que en una canción si la música es bonita y la letra fea es una canción bonita, pero no viceversa. Hay veces que he leído una letra sublime, y joder, no he podido evitar sentir que la canción es fea por la melodía.
Sobre temas, ya hemos hablado antes un poco de la canción social, pero al fin y al cabo es el amor lo que mueve el mundo. Quizá es con lo que más se sufre y lo que más incita a componer.
Sí, ya te he contado lo que nos pasa a los de mi generación. En mi último disco hablo un poco de todo esto. Es un disco más íntimo, más desengañado. Hablo sobre la ruptura con la inocencia, el paso a la madurez. Lo cuento en un tono de estupor, de sorpresa, de toparme a través del desamor con un conocimiento más íntimo de mí mismo, de las situaciones cotidianas. De ver que las relaciones amorosas no son tan complacientes como uno esperaba.
Suena a que tuviste problemas con alguna mujer.
(Risas) Bueno, ya sabes, algo de eso hay. Hubo una ruptura muy larga, con muchos vaivenes, recaídas y reconciliaciones. Y eso deja huella. ¿Quién no compone acerca de cosas relacionadas en cierta medida consigo mismo? Es imposible desligarse. Pero más allá de esto, es sobre todo la constancia de ver cómo se maneja la gente. El ver que no se está en un mundo tan inocente como parece es lo que me ha hecho escribir el disco. A pesar de todo, quiero que la gente escuche la ultima canción, “París”, en la que hablo desde un punto de vista optimista. Al fin y al cabo, son los golpes los que te hacen sacar cosas en claro y evolucionar. Los golpes son llaves que te hacen abrir otras puertas. Sé que el resto del disco parece muy desengañado. Lo sé. Es inevitable porque estas ahí, componiendo con los sentimientos a flor de piel, y la tristeza y el rencor se dejan ver. Por eso quiero que la gente escuche también París porque habla sobre mi fantasma, pero también habla sobre mi esperanza.
¿El ser músico te posibilita relaciones o te pasa un poco como a Janis Joplin que te vas a casa solo después de haber notado como hacías el amor con 25.000 personas?
Cantando se conoce mucha gente y se liga mucho más. El que diga que no, miente, pero es cierto que se siente mucho la soledad de los hoteles, la falta de una persona en el viaje. Tengo una canción que habla de eso. Hay mucha gente que quiere conocer al personaje y luego se va, porque a todo el mundo le apetece conocer al músico que canta la canción que ama. Pero reconozco que tengo muchos amigos del gremio y de fuera de él gracias a subirme al escenario, gente que de ir a verte 10 veces en concierto terminas conociendo y compartiendo cosas bonitas. No todo se queda en la superficie.
He leído que te autoproduces, que te alejas de las discográficas. ¿Cómo funciona esta manera de hacer las cosas?
Exactamente. Te explico como funciona. Yo me hago los discos. Consigo un productor al que pago: él consigue los músicos y el estudio. Luego grabamos, llevo el disco a una fábrica y lo doy de alta en la SGAE. El último paso es que el disco físico llegue a tu público. Yo lo vendo en los conciertos, en alguna pequeña tienda y en iTunes. Y luego ya depende, hay conciertos en los que vendes 5 o 6 discos y luego situaciones como en la presentación, en los que vendes 500. Me gasto una pasta haciendo mis discos, pero si consigo vender alrededor de 1.000 lo equilibro, recupero el dinero y lo demás para mí. Al final, todo depende de que gustes o no gustes. Yo, por ahora, no me quejo.
¿Como ve Marwan el fenómeno internet y todo lo relacionado con las descargas ilegales? ¿Cómo le ha afectado?
Internet, en general, es una bendición para gente como yo. Sé que me piratean, que me copian, pero internet me ha dado mucho más de lo que me ha quitado. Me ha permitido tener una plataforma de difusión. Internet ha democratizado la música, ha permitido que corra aire nuevo. Ahora cualquiera puede tener su música en internet, y gente como yo, al que nunca sacarían los medios tradicionales, podemos dejarnos oír y promocionarnos a través de las redes sociales y el boca a boca cibernético. Plataformas como Youtube son fantásticas. Alguien se puede poner un vídeo de Michael Jackson y al instante siguiente llegar a uno mío. La gente te ve por Internet y, claro, eso te da un cierto peso, una cierta reputación. Lucas y yo, por ejemplo, hemos hecho ya varias giras por Argentina y, si no hubiera sido por internet, los conciertos hubieran estado casi vacíos, pero no ha sido el caso y ha habido cientos de personas que nos conocían.
¿Cómo te reciben en Latinoamérica? ¿Notas diferencias entre el público argentino, latino, y el español?
Tuve la suerte de que Ismael grabara una canción conmigo en mi disco. Ismael Serrano en Argentina es dios, le va de muerte. Y a Serrat y Sabina ya ni te cuento. Y, gracias a eso, en Latinoamerica me ha conocido muchísima gente. Además, contratamos un manager en Argentina para desarrollar ese mercado y he tocado ya varias veces y se va corriendo la voz. Disfruto mucho tocando allí. El público argentino es especialmente cálido, eso no quiere decir que aquí, en España, te quieran menos. Pero sí que es verdad que allí yo tengo la sensación de que valoran más el arte o, por lo menos, la música. En España, la música le gusta mucho a la gente, pero tiene un cierto carácter de ocio. No tiene ese aura cultural. El primero que no la valora aquí con respeto es el Gobierno. Ya hemos visto que los recortes en este aspecto han sido brutales. Allí, en Latinoamérica, la música está muy ligada a la gente. Se gastan una pasta increíble en las entradas y en los discos porque tiene que ver con ellos, le dan mucha significación.
Ya que lo has comentado, ¿cómo afectan las ultimas subidas del IVA a un músico como Marwan?.
Pues mira, te lo voy a explicar para que la gente se entere bien. No me gusta la corriente de pensamiento actual que sugiere que los músicos no trabajamos lo suficiente, que debemos dar más conciertos. Me encanta dar conciertos, disfruto con ello. El gran problema de haber subido el IVA es que no solo han subido el IVA, es que han subido también el IRPF. Ahora mismo hago un concierto y, de los 10 euros de la entrada, le doy 2 o 3 a la sala y, de ese 70 % que me queda para mí, tengo que devolver el 52 %. El 10 %, a SGAE, que luego me devuelve una parte, pero, claro dentro de un año; un 21 % de IVA y un 21 % de IRPF. Vamos, que si yo cobro 7 euros por la entrada y vienen, por ejemplo, 100 personas, me dice la gente: “Joder, es que has cobrado 700 eurazos”. Pero no. Lo que la gente no sabe es que me ha quitado el 52 % Hacienda. Y con esos 300 y pico euros que me quedan tengo que pagar el viaje, el hotel, los músicos… es una ruina. Tienes que tener mucho público para compensar este tema un poco. Si no, no te compensa.
¿Cómo le gustaría verse a Marwan dentro de 10 años? ¿Cómo le gustaría que evolucionara su música?
Sinceramente, me da igual cómo se vea mi música. Solo me gustaría que la gente disfrutara con ella. Me quedaría como estoy ahora. Haría un pacto con el diablo. Vaya donde vaya viene gente a verme y es muy gratificante. Lo más importante es tener tu público, cultivarlo. Creo que no llevaría bien tener mucha fama, me gusta demasiado caminar por la calle. Con teatros de 300, 400 personas me conformo, me parece una pasada. Con poder vivir de esto toda la vida es suficiente.
La música muchas veces tiene el efecto mágico de la magdalena de Proust, ¿no? La escuchas y rememoras otra época, te vienen recuerdos a la cabeza. ¿Tienes canciones significativas, que te hayan acompañado siempre?
Todo músico por muy pequeño o grande que sea tiene sus clásicos. Los míos serían “Meninos da rua”, “Paracaídas”, “Ángeles”, “Canción a mi padre” y luego, más actuales, “Las cosas que no pude responder” y “Carita de tonto”.
Me refería más bien a los clasicazos que han acompañado a Marwan hasta aquí. Con los que él disfruta. Tus canciones de referencia.
Hombre, los clasicazos-clasicazos serían “Ojalá” de Silvio, “When she believes” de Ben Harper, “The blower’s daughter” de Damien Rice, “Vértigo” de Ismael Serrano, y “Mediterráneo” de Serrat. También hay canciones de amigos míos que me encantan, como de Luis Ramiro, “Relocos y Recuerdos”, de Carlos Chaoen “Vente”, “Semilla en la Tierra”, y “Pintando en el Cielo”. Ahora te puedo decir que escucho muchísimo a Nach.
¿Beatles o Rolling?
Beatles, sin duda. Aunque nunca he sido súper fan. Pero me vuelven loco canciones como “Across the Universe”.
Ahora te voy a decir cuatro cantautores de los que hemos hablado y tú me dices las canciones que me recomendarías si no los conociera.
Ismael Serrano
“Vértigo”, “Regresa” y “Déjate convencer”.
Serrat
“Mediterráneo” y “El romance de Curro el Palmo”.
Sabina
“Y sin embargo”, “Tan joven y tan viejo” y la versión del directo de “Nos sobran los motivos”.
Silvio Rodríguez
“Ojalá”, “La maza” y luego alguna más desconocida como “Nuestro tema”.
¿Qué te parece, ahora que han vuelto de gira, Extremoduro?
Pues mira, si te digo la verdad, nunca me había parado a escucharlos mucho, pero cayó en mis manos “La ley innata” y me pareció descomunal. Una pasada. Me parece canción de autor de primer nivel, pero con guitarras eléctricas. El Robe es un verdadero poeta.
Cambiemos de tercio. ¿Te gusta la literatura? ¿Qué estas leyendo en estos momentos?
Sí, leo bastante en general. Ahora mismo estoy leyendo “Ébano” de Ryszard Kapuscinski. Y, a ratitos, dos libros de poemas, uno de Bukowski, “Poemas de la ultima noche de la Tierra”, y otro de Fernando Pessoa.
Ya que hemos entrado en poesía, parece que este genero está ligado a la música de autor más que a cualquier otro tipo de música. Me gustaría preguntarte ¿qué poetas españoles te interesan?
Mi poeta favorito es Benjamín Prado, tengo uno de sus poemas en mi página web. También disfruto mucho con Luis García Montero, Vicente Gallego y Javier Canaves.
¿Y de narrativa?
Lo último es “Libertad”, de Jonathan Franzen, que creo que es el mejor libro que he leído en mi vida. Me parece que habla de todo y de todos, y tan profundamente como jamás había leído. Lo recomiendo, aunque reconozco que no he leído a Tolstoi ni a Dostoievski, que dicen que es lo máximo. Aparte de esto me encanta Alessandro Baricco, Juan Jose Millás, Murakami, y John Fante.
Llegado este punto, Marwan parece oír el sonido de las guitarras. Mira a Lucas, su amigo, y le hace un guiño. Es hora de calentar los dedos con algún arpegio. Se va, no sin antes darnos una recomendación: escuchar y descubrir a Damien Rice, del que dice ser fan devoto. “Pero si os lo cruzáis, no le digáis que he sido yo quien le ha recomendado, porque tengo oído que no le gusta que le conozcan en España. Parece que disfruta veraneando aquí, y no quiere que se corra la voz.”