La pasión no se finge, se disfruta.

La pasión surge individual, íntima, pero no hay nada como verla en otros ojos, en otras pieles.

La pasión esconde la búsqueda, el misterio que origina la curiosidad, la energía que provoca el cambio, la evolución, el dinamismo.

La pasión se contagia cuando convergen los mismos anhelos, las mismas respuestas frágiles a unas preguntas que siempre permanecerán presas de la incertidumbre.

La pasión entrelaza el deseo, relativiza el tiempo, despereza el arte.

La pasión adormece los miedos, desata el impulso, frena la duda.

La pasión esboza el destino, libera el presente.

La pasión se ambiciona o se envidia, se percibe o se ignora, crea o destruye.

Pero no, la pasión nunca se finge o se enseña. Se conquista.

*Fotografía: Flickr e instAntes 

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