Poesia y erotismo

A veces las palabras acarician un lugar secreto que quizá se ignora y evocan sensaciones que no creíamos tener o que pensábamos desaparecidas. Son palabras que utilizamos normalmente para nombrar cosas o para contar aconteceres a la gente pero, de pronto, aparecen en un cierto orden o a un ritmo especial y es entonces cuando funcionan como una clave cifrada y abren puertas especiales que pueden llevar a lugares bañados de aquel Orgón azul que el viejo Reich imaginó como la energía esencial que ilumina la vida.

El lenguaje poético desnuda una magia secreta de nuestro cerebro. Las palabras, algunas veces, van más allá de lo que expresan, crean realidades que no existían hasta entonces, despiertan músicas ocultas cuando solo deberían evocar nombres o cosas y se sienten en la piel en vez quedarse flotando en abstracciones o en significados del mundo que ya conocemos.

La poesía crea un relieve esencial para sentir el mundo de otra manera, para trascender lo aparentemente cotidiano y llenarlo de un significado que sentimos en el cuerpo en una forma emocional inmediata y que constituye una certeza en la que reconocerse o impulsarse. Lo que lleva a la conexión entre poesía y erotismo que tan bien describió Octavio Paz casi al final de su vida. Caricias sobre caricias. La intensidad escondida del azul de la llama doble.

“La relación entre erotismo y poesía es tal que puede decirse, sin afectación, que el primero es una poética corporal y que la segunda, es una erótica verbal. Ambos están constituidos por una oposición complementaria. El lenguaje- sonido que emite sentidos, trazo material que emite ideas incorpóreas- es capaz de dar nombre a lo más fugitivo y evanescente: la sensación; a su vez el erotismo no es mera sexualidad animal: es ceremonia, representación. El erotismo es sexualidad transfigurada, metáfora. El agente que mueve lo mismo al acto erótico que al poético es la imaginación. Es la potencia que transfigura el sexo en ceremonia y rito, al lenguaje en ritmo y metáfora. La imagen poética es abrazo de realidades opuestas y la rima es cópula de sonidos; la poesía erotiza al lenguaje y al mundo porque ella misma, en su modo de operación, es ya erotismo. Y del mismo modo: el erotismo es una metáfora de la sexualidad animal. ¿Qué dice esa metáfora? Como todas las metáforas designa algo nuevo que está más a allá de la realidad que la origina, algo nuevo y distinto de los términos que la componen. Si Góngora dice “púrpura nevada”, inventa y descubre una realidad que, aunque hecha de ambas, no es púrpura ni nieve. Lo mismo sucede con el erotismo, dice o, más bien: es, algo diferente a la mera sexualidad.”

OCTAVIO PAZ. “La llama doble”

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