Nacimos hace tres años, en un 2012 bisiesto. Un 29 de febrero que hoy no existe. Ese accidente de fechas no nos impedirá celebrar todo lo que hemos disfrutado este pequeño bocado de tiempo quienes hacemos Hypérbole, un tiempo vivido, sin embargo, a una velocidad mayor de la que marcan los relojes e intensa por lo mucho aprendido, escrito y leído día tras día.
Casi cien colaboradores han ido llegando hasta nuestras playas, firmas con su propia mirada que nos han hecho posible gozar con esta revista tanto o más que aquel 29 de febrero. Diferentes edades, sensibilidades y países han encontrado un espacio en estas páginas. No podemos agradecérselo más.
Justo en estas últimas fechas, habréis apreciado cambios en la portada de Hypérbole. En su mismo corazón hemos abierto un pequeño baúl, ‘Miscelánea’, dentro del que es posible encontrar artículos distintos cada vez que nos asomamos dentro. En total, más de 600 textos que sorprenden, incluso, a quienes los hemos escrito. A veces están tan alejados de nosotros, que esa relectura refrescante permite descubrir cada frase como si la hubiese escrito otro.
Un poco más abajo, en ese corazón que no para de crecer, hay otra sección con pocos meses de vida, ‘Las palabras invisibles’, un espacio que nos gusta mucho y al que nunca hemos dedicado unas líneas. Hoy parece un buen día para hacerlo.
Las palabras invisibles son para nosotros todas aquellas que están ahí pero aún no hemos escrito. Todas tienen ya su hueco, pero no encontramos la manera de empujarlas al papel. También son invisibles todas aquellas que quisimos decir y no salieron de nuestra boca y que aún dan vueltas y vueltas en la memoria. Las palabras invisibles pugnan por poner los pies en la línea, por inventar un espacio en el que no están si no pueden ser leídas o escuchadas. Sólo salen si nos olvidamos de que pueden hacerlo, si las dejamos que corran de la memoria a los dedos, si no les colocamos argollas en los tobillos en forma de corrección. Es una sección sobre la pasión por la escritura, para aquellos que son escritores, aunque no hayan completado ni una sola frase. Para los que disfrutamos como lectores y sufrimos a veces al teclado, aunque a veces sea tan patético hacerlo.
Podríamos completar hoy una visita guiada por esta revista que sigue haciéndonos regalos cada día, pero, tal vez, es mejor que cada lector se asome a ella y salte de puntillas de texto a texto, siguiendo su gusto, su intuición y, por qué no, el azar. Como dice el escritor Antonio Muñoz Molina, “casi todo lo valioso en la vida es consecuencia de un azar improbable”.
Pues eso. Supone un enorme placer seguir haciendo esta revista y percibir con nitidez que os seguís asomando a ella cada día. Muchas gracias.
*La imagen es de otro de nuestros colaboradores hyperbólicos, Guillermo González Granda.
Me autofelicito por formar parte de esta iniciativa, pero sobre todo felicito a los que la haceis posible, y a los que la haceis crecer…
La buena vida se elimenta de emociones y belleza.
Sigamos.