Esos regalos verdaderos

Los mejores regalos, los más auténticos, los que producen una felicidad más exquisita no suelen ser demasiado caros, ni se encuentran en las tiendas más exclusivas, ni pueden improvisarse con facilidad aunque quizá sí surgen gráciles como un recuerdo, tras un estímulo inesperado que no sólo depende de nosotros.

No siempre nos pertenecemos a nosotros mismos o nunca del todo. A veces tenemos cualidades o gustos que nos son ajenos todavía, que sólo puede despertarnos la relación con algunos de los otros, incluso a través de lo que han creado, aunque no los hayamos conocido nunca de cerca. Todos hemos descubierto por casualidad un libro o una música o un lugar muy concreto que nos son especialmente significativos, que conforman un tesoro al que podemos acudir cuando necesitamos reconciliarnos con el mundo o cuando necesitamos rescatar un ánimo que creíamos desaparecido y que nos permite recuperar una mirada en la que podemos reconocernos.

También cuando queremos regalar algo que tiene que ver íntimamente con cosas que amamos y que por tanto nos pertenecen de alguna manera. No sólo un pequeño objeto investido por un pequeño relato o un libro que abre la posibilidad de viajar a otra realidad, también un rincón de cualquier ciudad, un cuadro en un museo, una película desconocida, un poema.

Algunos regalos verdaderos….

 

 

 

“Hay lugares de la ciudad que uno descubre por sí mismo en sus caminatas solitarias y otros que le son revelados como un regalo generoso de la amistad o el amor. Se puede regalar lo que uno más ama, cierta perspectiva al fondo de una calle, un parque pequeño junto a un puente, un café, un club de música, hasta un instante de la luz. Ese regalo intangible enriquece a quien lo ha hecho y se vuelve un tesoro enaltecido por el agradecimiento para el que lo recibe, en un recuerdo y también en la posibilidad de otro regalo. En el lugar estará siempre quien nos lo descubrió y el momento de nuestra vida en el que gracias a su mediación lo conocimos”

ANTONIO MUÑOZ MOLINA “Ventanas de Manhattan

Cuadro de Raoul Dufy

Etiquetado en
Para seguir disfrutando de Ramón González Correales
“Carol”: la vida que puede vivirse
Cuenta Patricia Highsmith que concibió “Carol” en la Navidad de 1948 (tenía...
Leer más
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *