CHICHARRO BRIONES 1928-1930
Chicharro Briones 1928-1930

 

Aún reciente los ecos de las fotos de Eduardo Matos, publicadas por Andrés Trapiello en ‘El País Semanal’ el 15 de febrero pasado, sobre la magna cacería de Franco en Santa Cruz de Mudela y que denominaba el texto ‘Retrato de familia’. Un ‘Retrato de familia’, que retoma nombres celebres de conjuntos familiares monárquicos, para dar cuenta tanto del régimen de las cacerías del Franquismo, como de las cacerías del Régimen de Franco. Circunstancias éstas de sobra conocidas y parodiadas en alguna película memorable de García Berlanga, que anteponen la escopeta nacional a la vida de la Nación. Pese a ello, pese a ese esfuerzo de captura venatoria, no puede decirse que Matos fuera un fotógrafo cinegético como Diego González Ragel, sino alguien a quien se avisó y luego, se traslado al campo cinegético, con condiciones muy precisas. No diré que secretas, pero si sigilosas.

De esas capturas a las que se asemeja a caza misma, recupero otra pieza, y nunca mejor dicho, de 1960 en forma de foto. Ejemplar o pieza, de la que ya tuve ocasión de hablar en 1998. En un comentario en el que se alternaban dos raros protagonistas: Gregorio Prieto y Eduardo Matos. Protagonistas de un evento, presidido por otras piezas dibujadas por Prieto, y en donde el fotógrafo de las cacerías es cazado por otra escopeta-cámara, en una extraña posición. Es cazado en su empeño de otras capturas; como si de un cazador cazado se tratara. Porque lo vemos desde el punto de vista del tal Dummy, que no sabemos nada de él, más que su disparo imprevisto que nadie advierte.

En este caso, lo más que llegábamos a saber, de este otro cazador, es que respondía al apodo de Dummy. Sin poder precisar ni su nombre verdadero, ni su paradero habitual. Pero sí que sorprendió a todos. Sobre todo a los dos protagonistas que están asnetados sobre un cuerpo elevado, en forma de estrado raro.

 

CABAÑEROS POR GONZALES RAGEL DIEGO
Cabañeros por Diego González Ragel

 

 

No sé si la foto de Dummy datada en 1960, es una foto elocuente o es una foto muda. La elocuencia de la foto nace de la información que transmite: Prieto y Matas en una exposición del maestro de Valdepeñas, en el mes de diciembre de 1960 en el Casino apacible de Campo de Criptana. La mudez, si es que existe, se produce desde el desbarajuste que capta en un breve espacio y que hace ininteligible ciertas cosas.

La otra mudez, el otro silencio, que teje la imagen no es la referida a su carácter inédito (hasta donde sabemos) sino al silencio que desprenden algunas imágenes tiempo después de haber sido realizadas. La singularidad de la foto nos la proporcionan los dos personajes erguidos sobre los demás, levantados en un estrado o izados en una banca e invirtiendo el campo de la mirada del fotógrafo al describir con sus miradas un espacio invertido al que nosotros observamos. Algo parecido a la inversión de espacio y de miradas que ya realizara Velázquez en el siglo XVII, con ‘Las Meninas’: pintar lo que sólo vemos en el reflejo del fondo desvaído; y mostrarnos lo que el pintor no pinta ni incorpora a su cuadro.

Dummy ha fotografiado lo que vernos, pero no nos muestra lo que ven los dos protagonistas de su retrato. Prieto y Matos, se dedicaban a producir imágenes pictóricas y fotográficas y han sido atrapados por Dummy en otra imagen inexplicable. Gregorio Prieto, con un férreo abrigo en un interior de Campo de Criptana y jarra de vino en su mano izquierda, escruta por encima del objetivo de la cámara del fotógrafo.

 

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Eduardo Matos y Gregorio Prieto fotografiados por Dummy. Criptana 1960

 

 

Tiene intención de dirigir la palabra a los presentes o al menos su boca abierta así nos lo advierte. Deben de ser unas palabras breves y poco solemnes, casi de compromiso o de agradecimiento para los asistentes a una exposición de dibujos suyos que cuelgan por las paredes, en vísperas de la celebración de la fiesta de Inmaculada. Nadie formula un discurso prolongado, ni articula una propuesta formal con una jarra de vino en la mano y con el abrigo puesto, por mucho frío que haga dentro del Casino.

Es mirado por otro personaje atento que también lleva abrigo y porta la jarra de vino en la mano derecha, componiendo una prolongación de la pose del Prieto, y que a su vez es mirado con fijeza por alguien que desde su derecha oculta su mano bajo la solapa de la chaqueta, como si fuera a extraer una pluma o una cartera. Y que se muestra descortés respecto a Prieto, al ignorar sus palabras y darle ostensiblemente la espalda.

Al fondo y sobre el ángulo inferior izquierdo del dibujo de la Virgen de la Consolación, patrona de Valdepeñas, otro asistente, en mangas de camisa o con chaqueta blanca -pero nadie utiliza chaqueta blanca en el mes de diciembre en La Mancha salvo que sea un camarero, ni nadie circula en camisa con la temperatura que obliga a dos asistentes a permanecer con su gabán o abrigo cálido y pesado- mira a Prieto con tanta curiosidad como el personaje del abrigo y la corbata negra.

 

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Franco de cacería. Eduardo Matos 1959

 

 

Dicho dibujo nos descubre la imposibilidad de la esquina y su precipitación. El dibujo de la Virgen parece estar inclinado excesivamente, de forma que su parte superior llega a interferir el dibujo más próximo en la pared perpendicular. Tampoco se entiende cómo se ha colgado un dibujo de gran formato junto a una puerta y en un tramo de pared insuficiente a todas luces: apenas unos centímetros sobran sobre el marco de la imagen. El fondo que recorta la figura de Prieto también induce a error.

Parece una puerta, cerrada en sus bajos como vemos a través de los pantalones y abierta en su parte superior. Pero tales puertas fragmentadas sólo se utilizan en el exterior y en el medio rural, nunca en el interior de un Casino burgués de provincias. Una mirada atenta nos permite reconocer que la parte superior de la puerta es acristalada y la cabeza del pintor tapa la rotulación grabado al ácido sobre el vidrio. ¿Una A y una C? -de Asociación criptanense-, o ¿una R y una C? alusivo al Circulo Recreativo.

Mientras ocurre todo esto, Eduardo Matos se esfuerza -como revela su postura forzada que se arquea hacia el lado izquierdo tratando de rectificar el centro visual de sus ojos- en fotografiar lo que Dummy omite, porque está fuera de su campo fotográfico. Este nos muestra tres dibujos y la foto que realiza Matos, debe descubrir los restantes elementos de la exposición.

 

 

MATOS 1959 OCTUBRE
Franco de cacería. Eduardo Matos 1959

 

 

Tampoco la mirada de Matos, con sus cámara Leika o Rollei-flex y su estuche sobre el pecho, se cruza con la de Dummy, ni acusa su presencia. La inversión que fotografía Matos no sólo es de campos visuales, sino de puntos de vista. Dummy retrata de abajo hacia arriba, mientras que Matos lo hace desde arriba hacia abajo. ¿Porqué se ha subido Matos al estrado y omite el momento del discurso de Prieto? Más aún, la actitud del fotógrafo fotografiada introduce un elemento de perturbación y de distracción en el parlamento de Prieto. De suyo bastante alterado ya, sólo dos de los asistentes capturados parecen escuchar las palabras del pintor. Algún asistente observará antes las evoluciones del fotógrafo que las palabras del pintor. Otros, incluso se desentienden con una mano fláccida y un bolígrafo en el bolsillo alto de la chaqueta.

De la misma forma que nosotros observamos, cincuenta y cinco años después, el cruce las miradas que siguen rebotando por las paredes del provinciano casino criptanense, en una tarde fría que sólo puede calentar la jarra de vino, con una inscripción en el borde. ¿La bodega?, ¿el Casino recreativo? o ¿la marca del vino?

 

MATOS
Franco Cacería. Eduardo mMatos 1959

 

 

MATOS CRIPTANA 1974
Campo de Criptana 1974. Eduardo Matos

 

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