Cuando la segunda década del S. XXI va agotando sus cartuchos (parece mentira), su música se encuentra en un terreno notablemente distinto al de sus inicios. El trap y todo lo que se le parezca copan las listas de éxitos pero también acaparan el favoritismo de la crítica. Lo que no lleve su sello queda relegado inexplicablemente a un segundo plano. Es preciso rescatar de ese segundo plano a un buen número de grandes trabajos que a buen seguro serán reivindicados cuando la ola del trap haya roto.
RAP, TRAP Y DERIVADOS
Pero centrémonos primero en este género que ha conseguido convertirse en el estandarte comercial de este lustro junto al reggaeton (quién nos lo iba a decir, ahí está J Balvin llevándolo más lejos que nunca en Vibras). La fórmula de su éxito reside en su capacidad para gentrificar la música de los bajos fondos urbanos, es decir, tomar bases presuntamente fuera de lo elitista, a ser posible de amplia diversidad etnográfica, e hiperestilizarlas para hacer con ellas algo exclusivo. A veces, los resultados ciertamente lo son o lo parecen. Otras, no tanto.
Pero lo cierto es que el trap se ha extendido con tanta fuerza que ha acabado por fagocitar en gran parte a su hermano mayor, el rap, ya todo lo combinable con éste: rythm and blues, funk jazz,etc.
La era trap está indisolublemente ligada al single y a la lista de reproducción digital. Esto es, las canciones son más importantes que el disco. Y juntarlas puede hacerse sin ceñirse a ningún estándar mínimo o máximo de duración, que de algún modo imponían el vinilo primero y el CD después. De aquí salen “álbumes” como los nuevos de Drake (Scorpion, 25 pistas), Nicki Minaj (Queen, 20 pistas), o Post Malone (Beerbongs & Bentleys, 18 pistas), en realidad artefactos pensados para funcionar por acumulación,acaparando para sus artistas el mayor número posible de reproducciones. En ellos se amontonan los hits junto a los descartes, da igual, porque todo se publica. Escucharlos de forma unitaria es una tarea pesada y ciertamente aburrida.
En el extremo contrario tenemos “miniálbumes”, que ocupan lo que una cara A de una cinta de cassette. De 46. A esta carta lo ha apostado todo Kanye West, que bajo este formato ha estampado su nombre en hasta 6 títulos este año: como productor en Daytona de Pusha T, Nasir de Nas y K.T.S.E. de Teyana Taylor; como colaborador en KIDSSEE GHOSTS (junto a Kid Cudi) y Good Ass Job (con Chance the Rapper); y como él mismo en Ye. Al final, gran parte de estos miniálbumes son poco más que el relleno para arropar una o dos canciones potentes, pero como concepto es desde luego más interesante que el de acumular todo para reventar las cifras de streaming y la paciencia del oyente.
Y manteniendo el formato de lo que hasta ahora hemos entendido por disco,encontramos trabajos como el debut pelotazo de Cardi B (Invasion of Privacy), Everything is Love de The Carters (nombre enclave de Jay Z y Beyoncé), Room 25 de Noname o Negro Swan de Blood Orange, estos dos últimos ya bastante más alejados del trap pero de concepción netamente moderna y afines en cuanto a sus pretensiones.
POP ELECTRÓNICO
El otro género que más éxitos fabrica en la actualidad es el pop en su vertiente sintética, donde todo es electrónico, la producción es lo más minimalista posible y el artwork parece pensado para quedar estupendo como story de Instagram. En este ámbito se mueven estrellas como Ariana Grande (Sweetener), Robyn (Honey), Christine and the Queens (Chris) o Janelle Monae y su magnífico Dirty Computer, pero también jóvenes emergentes como Jorja Smith (Lost and Found) o Tirzah (Devotion). Aunque las chicas son indiscutibles dominadoras, también algunos artistas masculinos como Troye Sivan (Bloom) toman este camino. A todos ellos les une su vocación por llegar al gran público, lo cual hace que sus discos en mayor o menor medida vengan cortados por el patrón de su posible éxito, aunque es de agradecer que pocos tomen el camino más fácil para conseguirlo e intenten ofrecer siempre un plus de personalidad.
Hay otros músicos que prefieren quedarse en la órbita de lo alternativo pero también cultivan un pop eminentemente electrónico. Es el caso de Agar Agar (The Dog and the Future), L´Impératrice (Dreaming of you), U.S.Girls (Ina Poeam Unlimited) o el dúo Let’s Eat Grandma (I´m all ears). Muy destacable es el etéreo primer largo de la española Mow, llamado Woman.
Aunque lo mejor de la cosecha viene de la mano de dos formaciones consagradas: por un lado, Beach House se han sacudido la rémora de la monotonía y han entregado su trabajo más brillante, 7 (como su propio nombre indica, su séptimo disco de estudio). Y volando a un nivel muy alto, MGMT, quienes en Little Dark Age han retomado el espíritu de su segundo disco con sus personalísimas canciones psicodélicas que resultan siempre escurridizas a primera vista, altamente seductoras después y clásicos rotundos al final.
SOLISTAS
Estamos en un curioso momento en el que muchas bandas se muestran dubitativas en cuanto al camino que deben seguir, mientras que los solistas cambian poco de tercio pero profundizan sus virtudes y consiguen parir canciones, cuando no discos enteros, de considerable peso propio y entidad.
Del lado de las mujeres encontramos High as Hope, donde la renombrada Florence + The Machine ha madurado en lo sonoro quitándose la épica que le sobraba pero sin perder fuerza expresiva, el íntimo y frágil Bethe cowboy, de Mitski, la sencillez indie de Frankie Cosmos en Vessel, la intensidad de Anna Calvi en Hunter y unas cuantas continuadoras de la mejor tradición americana donde destacan Marissa Nadler (For mycrimes), Cat Power (Wanderer), Anna Burch (Quitthe curse) y sobre todo Lucy Dacus, que ha rematado un disco soberbio en Historian.
En cuanto a los hombres, pervive en gran medida el espíritu del cantautor de los 70, esto es, canciones de estructura clásica enriquecidas por sólidos arreglos de banda que las completan, aunque siempre haya quienes van por libre, léase Ty Segall (Freedom’s Goblin). Junto a valores seguros, ya sean de esencia renovadora como Phosphorescent (Cést la vie), Villagers (The Art of pretending to swim) y King Tuff (The Other) otradicional como Damien Jurado (The horizont just laughed), Israel Nash (Lifted) y Father John Misty (de nuevo compacto y accesible en God’s favourite costumer), hay gratas sorpresas como el emotivo debut de Isaac Gracie, llamado igual que él y plagado de melodías sensacionales, el meritorio legado post-Strokes de Albert Hammond Jr. en Francis Trouble o el enorme salto cualitativo de Marlon Williams para su segundo LP (Make Way for love), que recoge el romanticismo melódico de los 50 y primeros 60 (tipo Roy Orbison) para ponerlo al servicio de la sensibilidad del crooner moderno (tipo Richard Hawley) en un disco conmovedor.
En España, Nacho Vegas revalida su solvencia en Violética. Y por cierto, Paul McCartney ha sacado el agradable Egypt Station y Paul Simon la refinada regrabación de algunas de sus joyas ocultas llamada In the blue light.
¿Y QUÉ HAY DE LOS GRUPOS?
Aunque parezca que el contexto actual favorece más el buen hacer en los proyectos solistas, hay, por supuesto, bandas del más diverso pelaje que rematan grandes discos.
Por ejemplo, Parquet Courts, una de esas formaciones post-punk hiperproductivas que aun con irregularidades mantienen un considerable nivel, y esta vez han hecho diana en todos y cada uno de los 15 temas de su nuevo disco, el inmaculado Wide Awake!. De similar sonido (como una especie de LCD Soundsystem destartalados) es el debut de BODEGA, Endless scroll, y un punto más oscuros tenemos a Iceage (Beyondless) ya Preoccupations (New Material).
Los navarros Kokoshca se han desmarcado con un espléndido álbum a medio camino entre lo oscuro y lo inocente llamado El Mal, donde pop,rock, post-punk, psicodelia y hasta cumbia se dan la mano con total naturalidad.
El rock sin aditivos siempre nos da alegrías como las de The Vaccines (Combat Sports) o los debuts de las bandas femeninas Dream Wife (homónimo) y The Beths (Future me hates me), al igual que el power-pop de Salad Boys en This Is Glue; la psicodelia de White Denim (Performance), Hookworms (Microshift), Spiritualized (And Nothing hurts), Rufus T. Firefly (Loto), TheDodos (Certainty Waves) o Woods, de la mano de Dungen en Myths003; o el funk/soul como el que practican St. Paul & The Broken Bones en el electrizante Young Sick Camelia o Nathaniel Rateliff & The Night Sweats en Tearing at the seams.
Algunos veteranos optan por seguir haciendo al pie de la letra lo que les ha caracterizado toda la vida, cosa que rara vez da malos resultados, como demuestran Always Ascending de Franz Ferdinand, The Deconstruction de Eels, How to solve our human problems de Belle and Sebastian o The thread that keeps us de Calexico.
Y otros introducen un factor de riesgo que les lleva a volverse locos y caer de pie (como Julian Casablancas con su proyecto The Voidz en Virtue olos Low más intrincados en Double Negative) o a explorar con mesura nuevas posibilidades sin traicionar sus señas de identidad, como Gorillaz en The Now Now o los siempre fabulosos The Decemberists en I’ll be your girl. Después de 11 años, el super grupo gourmet The Good, the Bad and the Queen ha sacado un segundo disco tan refinado como el primero y extremadamente británico, Merrie Land.
Lo de Muse ya no sabemos cómo catalogarlo, pero lo cierto es que adoptando el horterismo ochentero post-Stranger Things han recuperado mucho terreno perdido. Simulation Theory es su disco mejor planteado desde The Resistance, y por mucho que atesore un buen número de cortes sonrojantes, resulta notablemente más divertido y adictivo que sus aparatosas dos anteriores referencias.
Quienes aún no han torcido su trayectoria (y esperemos que no lo hagan nunca) son Arctic Monkeys, agigantándose disco a disco, madurando en lo sonoro y lo conceptual, huyendo de las fórmulas fáciles en canciones de largo recorrido que no dejan ningún hueco sin cubrir, que son un derroche de estilo e inteligencia. Con el fascinante Tranquility Base Hotel and Casino se han creado un nuevo techo que amenazan con superar. El tema titular podría haberlo firmado el mismísimo Bowie.
DE AQUÍ Y DE ALLÁ
La era digital y las redes sociales permiten derribar todas las fronteras y llegar a descubrir tesoros procedentes de todas partes del mundo. Gracias a ello puedo citar aquí cosas como la maravillosa psicodelia portuguesa de Hercules en Tarefas modernas, la fusión turco holandesa(también psicodélica) de Atin Gün en On, o la deslumbrante actualización de los sonidos tradicionales latinoamericanos que han logrado Sonido Gallo Negro en Mambo Cósmico.
El influjo de la world music se deja sentir en propuestas como la de Here Lies Man (You´ll never know nothing), el afrobeat de Seun Kuti en Black Times, Sons of Kemet y el jazz africanizado de Your Queen Is a Reptile, o el combo brasileño Bixiga 70, lleno de potencia y vitalidad en Quebra Cabeça.
Si hay un género capaz de crear paisajes desconocidos es la electrónica. Aunque está perdiendo peso e influencia en el panorama global, siempre se mantiene viva y en constante transformación, tendiendo con cada vez mayor frecuencia a un hermanamiento con la neoclásica dentro de su amplio abanico de sonoridades, como demuestran los discos de Jon Hopkins (Immunity), NilsFrahm (All Melody), Jlin (Autobiography), A.A.L.(que no es otro que Nicolas Jaar en una especie de sesión a lo Avalanchesen 2012-2017) o Tim Hecker, embarcado en un particular viaje a Japón en Konoyo.
HA NACIDO UNA ESTRELLA
A Lady Gaga y Bradley Cooper les ha ido muy bien con lo suyo, pero no es a ellos a quienes va dedicado este apartado sino, como no podía ser de otro modo,a Rosalía Vila Tobella. 2018 ha sido un año incomparable en cuanto a la visibilidad del flamenco para los no neófitos, también una demostración de su permanente voluntad de evolución y de maridaje con otros estilos. Basta con tomar 3 ejemplos que no se parecen nada entre sí, como lo que adelanta Mala Rodríguez en el single Gitanas, el ecléctico y decididamente pop Ole Lorelei de Soleá Morente o el no del todo lo grado tour de force del Niño de Elche deconstruyendo cualquier palo que se le ponga por delante en Antología del Cante Flamenco Heterodoxo.
A todos ellos, que habrían dado de por sí bastante que hablar, se los ha merendado un huracán como no habíamos visto en mucho, mucho tiempo. Aupada por una campaña de promoción avasalladora (anuncios en Times Square, omnipresencia en los medios, concierto gratuito en Colón), el de Rosalía es uno de esos lujos que rara vez se permiten las grandes compañías, pero cuando lo hacen ganamos todos. Poner los mejores medios de producción al servicio de un proyecto artístico que está muy por encima de los estándares comerciales habituales suele redundar en disco fundamental. Que encima ese disco acceda a una difusión internacional (5 estrellas en The Guardian, 8’8 en Pitchfork) de la que no gozan otros de valía comparable, es lo que da la idea de lo excepcional de su situación.
Comencemos por lo obvio: El Mal Querer es pura esencia española. Los principales responsables del álbum son la propia Rosalía (catalana), El Guincho (canario) y C. Tangana (madrileño), su columna vertebral es el flamenco. De todos es sabido que por todo el globo hay repartidos numerosos devotos del cante, pero no es a ellos (que también) a quienes busca conquistar el disco sino a aquellos de fuera de nuestras fronteras para quienes el género no pasa de cliché folclórico. Es en su inteligente sazonado de trap, pop y rythm and blues donde el disco se gana su capacidad de ser exportable en condiciones de medirse de tú a tú a los éxitos del momento, y no como souvenir cañí, que es el producto español que había triunfado hasta ahora.
La cosa podría haberse reducido a eso, a fundir flamenco y músicas urbanas, pero afortunadamente, El Mal Querer es mucho más. Es un disco conceptual que adquiere todo su brillo escuchado de principio a fin pero no descuida que estamos en la era del single, y los que tiene son artillería pesada. Cada corte propone un concepto sonoro diferente (hay cuerdas, motos, loops, autotune, a capella, samplers, mezcla de ritmos, spoken word y por supuesto palmas) pero todos se unifican en torno a la muy templada voz cantante, que hereda de Los Ángeles (primer disco de Rosalía) su querencia por el cante más primitivo. Una vez alterado por la producción, ese cante acaba recordando desde a un madrigal medieval a lo más vanguardista de Bjork o Bon Iver, sin dejar de sonar por ello plenamente flamenco.
En solo media hora, El mal querer concentra múltiples aristas sonoras que pueden convencer tanto a quien busque el hit inmediato como a quien exija complejidad, tanto a quienes gozan del flamenco tradicional como a los que lo prefieren modernizado. Es uno de esos hitos (como La Leyenda del Tiempo, como Omega) que aparecen una vez cada muchos años, y cuando lo hacen, no podemos sino celebrarlo.
Esperemos que la excesiva publicidad y el estatus de estrellato internacional que Rosalía ha buscado deliberadamente no den al traste con un talento capaz de situar la escena musical española en lo más alto de la cúspide internacional.
Los 50 mejores discos del año
50. L’IMPERATRICE- DREAMING OF YOU
49. ANNA BURCH – QUIT THE CURSE
48. JON HOPKINS – IMMUNITY
47. CAT POWER – WANDERER
46. PUSHA T – DAYTONA
45. SONS OF KEMET – YOUR QUEEN IS A REPTILE
44. PREOCCUPATIONS- NEW MATERIAL
43. DUNGEN, WOODS – MYTHS 003
42. TY SEGALL – FREDOM’S GOBLIN
41. SPIRITUALIZED- AND NOTHING HURT
40. EELS – THE DECONSTRUCTION
39. MARISSA NADLER – FOR MY CRIMES
38. ANNA CALVI – HUNTER
37. THE BETHS – FUTURE ME HATES ME
36. ALTIN GÜN- ON
35. NACHO VEGAS – VIOLÉTICA
34. BLOOD ORANGE – NEGRO SWAN
33. ALBERT HAMMOND JR. – FRANCIS TROUBLE
32. CALEXICO – THE THREAT THAT KEEPS US
31. A.A.L – 2012-2017
30. KING GIZZARD AND THE LIZARD WIZARD – GUMBOOT SOUP(publicado el 30.12.2017)
29. DREAM WIFE – DREAM WIFE
28. THE VOIDZ- VIRTUE
27. BIXIGA 70 – QUEBRA CABEÇA
26. U.S.GIRLS- IN A POEM UNLIMITED
25. SALAD BOYS – THIS IS GLUE
24. HOOKWORMS – MICROSHIFT
23. HERCULES – TAREFAS MODERNAS
22. LOW – DOUBLE NEGATIVE
21. ISRAEL NASH – LIFTED
20. MITSKI – BE THE COWBOY
19. BEACH HOUSE – 7
18. KING TUFF – THE OTHER
17. WHITE DENIM – PERFORMANCE
16. ST. PAUL AND THE BROKEN BONES – YOUNG SICK CAMELIA
15. THE VACCINES – COMBAT SPORTS
14. FATHER JOHN MISTY – GOD’S FAVOURITE COSTUMER
13. THE DECEMBERISTS – I’LL BE YOUR GIRL/TRAVELING ON
12. VILLAGERS – THE ART OF PRETENDING TO SWIM
11. FLORENCE + THE MACHINE –
HIGH AS HOPE
10. SONIDO GALLO NEGRO – MAMBO CÓSMICO
9. JANELLE MONAE – DIRTY COMPUTER
8. PARQUET COURTS – WIDE AWAKE!
7. ISAAC GRACIE – ISAAC GRACIE
6. KOKOSHCA – EL MAL
5. MARLON WILLIAMS – MAKE WAY FOR LOVE
4. LUCY DACUS – HISTORIAN
3. MGMT- LITTLE DARK AGE
2. ARCTIC MONKEYS – TRANQUILITY BASE HOTEL + CASINO
1. ROSALÍA – EL MAL QUERER
La de Lucy Dacus me atrapo por la portada, es un gran inicio