Casa Árbol en Fregene, de Perugini y Plaisant, 1967

Vista desde hoy la Casa Árbol, o Casa Sperimentale, diseñada por Giuseppe Perugini (1914-1995), Uga de Plaisant su mujer (1917-2004), y el hijo de ambos Raynaldo Perugini (1950), entre 1967 y 1968, no deja de ser una simpática boutade de los excesos del momento en que se diseña; fruto de la excentricidad de unos años de suyo excéntricos. Unos momentos florales y ornamentales, entre la marihuana y la contestación política, que vienen a quebrar los fundamentos del Orden establecido  deducido del final de la Segunda Guerra Mundial, y que comienzan a producir una amalgama de sentidos que buscan cierta Utopía posible desde una Tecnología domesticada  y amable. 

Si en el Reino Unido el magisterio de esta renovación visual más que arquitectónica, se produjo de la mano del primer Brutalismo y luego del grupo Archigram; en Italia los precursores fueron los grupos ArchizoomSuperstudio. Autoría grupal, lejos del individualismo burgués precedente, que se hace visible en todos los casos, como si se trataran de grupos de Pop-rock o de los miembros de una comuna alternativa y contestataria. Capaces para diseñar propuestas del futuro próximo como de crear portadas para discos de grupos igualmente Progresivos y Underground.

Giuseppe Perugini fue profesor de Composición Arquitectónica en la Facultad de Arquitectura de la Universidad La Sapienza de Roma, donde conoció a Uga de Plaisant, y allí realizó una actividad didáctica y de investigación caracterizada por un rigor formal abstracto y un experimentalismo dimensional y constructivo con resultados sorprendentes, pero de escaso arraigo. Por más que algunos lectores de sus obras traten de imputarle maneras de carácter clásico (¿…?) y alusiones de matriz racionalista. Cuando bien a las claras sus evocaciones visuales transitan entre el imaginario de la Arquitectura Metabolista japonesa coetánea y ciertas evocaciones del Utopismo arquitectónico: de Sant’Ellia a Garnier. Por no citar otras fuentes de influencias visuales procedentes del cine de Ciencia-Ficción y de cierta idea compositiva de los comics.  

La Casa Sperimentale como se la conoce en Italia, da cuenta de los excesos de ese experimentalismo de los años sesenta que condujo a un callejón sin salida. Más allá de los ámbitos académicos y de cierta posición intelectual, el legado de esa hibridación de Vanguardismos sesenteros, con gotas de  Contraculturalismo, muestra un envejecimiento acelerado. Y son pocas obras ubicadas en esa rúbrica, las que hoy puedan ser reclamadas con coherencia y con propiedad. De ella se afirma en la revista digital Archidiap que “Es un proyecto experimental tanto en la forma como en el uso de materiales, que se refiere a la arquitectura brutalista caracterizada por el uso de hormigón en bruto en la fachada. El edificio parece casi suspendido entre los árboles altos que lo rodean, evocando al mismo tiempo el arquetipo del ‘nido’ como un lugar seguro para esconderse, estudiar y recuperar fuerzas. La construcción, en marcado contraste con las viviendas tradicionales de los alrededores, destaca por su singular apariencia externa, con el entramado de vigas y pilares visibles que soportan volúmenes prefabricados, la planta  irregular y la valla de la parcela realizada en hormigón visto, con tiras incorporadas de acero de color rojo que reflejan la forma curva de la cerca”. 

Giuseppe Perugini y Uga de Plaisant

Y este carácter entre lo elemental de la casa como un Nido básico o como la Casa de Adán en el paraíso, que representa un refugio básico ante la Naturaleza, y lo sofisticado del atributo tecnológico de un mecanismo aero-espacial y lunar; es lo que le imprime una imagen más surreal que brutalista, más fantástica que futurible. Al menos ese Brutalismo que muestra sin rubor ni reparos, material en bruto y acabados toscos, formulando una visión de una sociedad con muchos problemas en su estructura y en su compartimentación, sin adherencias utópicas.

La otra dimensión, más allá de las elucubraciones que pudieran realizarse de los atributos naturales primigenios y de los sentimientos propiciados por la alta tecnología, tiene que ver con el juego como argumento central del proceso de diseño. Y así se reconoce que: “La casa quiere representar una síntesis de todas las intenciones de diseño de la familia Perugini. Como el hijo de Giuseppe, Raynaldo, nos recuerda: Al ser los tres arquitectos (incluso la madre Uga de Plaisant) [Raynaldo aún era estudiante de arquitectura, no era aún propiamente arquitecto, sólo contaba 17 años] era un juguete familiar, en el momento de la realización, cada uno de nosotros propuso soluciones y comenzó las discusiones… fue una especie de gran laboratorio… imagina una maqueta! Esta era la casa de Fregene, un modelo de plástico en el que cada uno ponía la suya. Una especie de taller global en el que todos trabajamos y para cada problema había un número infinito de soluciones posibles. De hecho, la atención al detalle y la puesta a punto de todas las soluciones que llevaron a la casa como está hoy se han abordado en la implementación”. También, por ello un juego infinito o una tarea interminable, como cierta literatura objetiva del Nouveau Roman, o como las definiciones de Umberto Eco sobre la Obra abierta.

Por ello Paolo Calcaprina ha podido afirmar que “Perugini con su casa, se convierte en un emblema del entorno cultural arquitectónico de la época, en particular del entorno romano: la utopía, la renovación de la sociedad a través de la arquitectura, se desliza en el ejercicio del estilo, en el reflejo culto de la vida”. Pero ocurre que un emblema es más una imagen proyectada que una propuesta real. Y ese es el carácter taciturno de algunas secuencias y paseos, como refleja la escalera / pasarela, como “un detalle de la composición marcada con el color rojo de las barandillas, que conduce a la entrada de la casa y parece un elemento extraño, añadido a la estructura. Se concibe como una pasarela móvil que también se puede levantar, aislando completamente a los habitantes del mundo exterior”.

Ese aislamiento, como contrapartida del Utopismo social idealizado da cuenta “del desapego progresivo de la sociedad de arquitectos, más precisamente en las Universidades de esos años, y ello también, debido a la transfiguración ideológica de la cultura urbana. En este sentido, el artículo autocrítico de Ludovico Quaroni sobre la  ‘rebelión neorrealista descompuesta’ es significativo”. La otra dimensión es el carácter profundamente escolástico del ejercicio, más que propositivo de alternativas para la colectividad. Y así “la casa parece ser un examen de diseño arquitectónico realizado por un profesor que solicita a sus estudiantes una investigación sobre sus consecuencias extremas: el contraste entre la ligereza, sugerido por los volúmenes que cuelgan de la estructura colocada completamente en el exterior, y la masividad expresada por el hormigón”.

Tras la muerte de Perugini y de Uga de Plaisant, se produjo el abandono y la posterior ocupación y destrucción de buenas partes de la Casa. Algo parecido a lo ocurrido con la Casa del Arco de Amancio Williams, ya vista en éstas páginas. Como si las Casas experimentales excesivas, estuvieran condenadas a una suerte de destrucción incomprensible. Tan incomprensibles como lo fueron ellas en vida. Y esta era la denuncia de la revista digital británica Dezeen del pasado mes de febrero.

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