Creencias socialmente adaptativas

Fotografía Leonard Freed

No puedes disuadir con razones a nadie de algo de lo que no fue convencido por razones.

Jonathan Swift

“Creencia socialmente adaptativa: la formación de creencias es sensible a las recompensas y castigos sociales”

Daniel Williams


En este artículo voy a volver sobre un tema que ya he tratado por ejemplo en Creencias Funcionales y Creencias Sociales, o las Creencias Falsas como dispositivos de compromiso con el grupo– porque es un concepto que nos puede ayudar a entender mejor el mundo que nos rodea y, curiosamente, ha recibido escasa atención por parte de la psicología y la filosofía hasta hace poco. En este caso es un filósofo, Daniel Williams, el que aborda el fenómeno de que la formación de nuestras creencias es sensible a castigos y recompensas sociales y, aún a riesgo de que va a repetir ideas muy parecidas a las de otras entradas, creo que analiza el fenómeno desde distintos ángulos o perspectivas y esto nos puede ayudar a comprenderlo mejor.

Williams analiza lo que él llama Creencias Socialmente Adaptativas (CSA) y la hipótesis que defiende es que la formación de creencias en los humanos es sensible a las recompensas y castigos sociales, de forma que las creencias se forman a menudo sobre la base de las expectativas inconscientes de sus probables efectos sobre los demás, agentes que frecuentemente nos recompensan cuando tenemos creencias sin fundamento y nos castigan cuando tenemos creencias razonables. Somos una especie donde existe un escrutinio social importante de las creencias y, por tanto, formar creencias de una manera que sea sensible a los probables efectos de esas creencias sobre otros agentes conduce a un éxito práctico en la vida. Vamos a ver con algo más de detenimiento su planteamiento.

Fotografía Leonard Freed

Muchos animales navegan el entorno usando representaciones internas. La utilidad de estas representaciones depende de su exactitud. Por ejemplo, las ratas tienen que tener representaciones internas que reflejen bien el mundo en el que se mueven para encontrar comida o su nido. Por lo tanto, es adaptativo que esos mapas cognitivos representen de forma fiable el espacio a su alrededor. En el caso de chimpancés que viven unas vidas sociales más complejas también es importante tener una buena representación del lugar que ocupa uno, por ejemplo, en la jerarquía social de dominancia. En el caso de los humanos, cuando realizamos actividades que tienen que ver con el mundo físico real, también es importante manejar información fiable y creencias que reflejan o se corresponden con el mundo real. Por ejemplo, si vamos a ir de vacaciones, necesitamos información fiable de destinos, lugares, precios, climas, tiempos de viaje, etc. Nuestras representaciones internas y creencias son como mapas por los que nos guiamos y es fácil entender que necesitamos que reflejen con seguridad el mundo exterior. Esto ha llevado a muchos filósofos a concluir que la principal función de la cognición es formar creencias verdaderas acerca del mundo. Como vamos a ver, esto es lo que un número creciente de autores está poniendo en cuestión. La pregunta es por qué tenemos los humanos con tanta frecuencia creencias irracionales y por qué la evolución ha dado lugar a un organismo que es sistemáticamente irracional.

Fotografía Leonard Freed

Lo que hasta ahora no se había tenido en cuenta es que en nuestra especie nuestras creencias son objeto de un intenso escrutinio. Otros agentes tienen acceso a lo que creemos y frecuentemente nos recompensan por creencias sin fundamento real y nos castigan cuando tenemos creencias razonables. Esto crea poderosos incentivos para que individuos que por lo demás son razonables formen creencias de manera que sean sensibles a esas recompensas y castigos. Muchas veces capitulamos ante estos incentivos sociales pero hay que tener en cuenta que el alejamiento de la racionalidad no se debe a una irracionalidad lógica sino a una búsqueda muy bien calibrada de nuestro propio interés. Esto es importante porque, como veremos, para combatir las creencias irracionales no nos va a servir de mucho dar razones…los tiros no van por ahí, lo esencial es tener en cuenta la función social que tienen esas creencias irracionales.

Simplificando mucho, habría dos mecanismos por los que podemos llegar a creencias irracionales. Uno de ellos es por limitaciones de tiempo, de recursos, de poder computacional, en definitiva. Llegar a una creencia correcta sobre el mundo requiere esfuerzo, tiempo y dedicación y muchas veces hay que decidir antes de poder estudiar con todo detenimiento un problema. Aplicamos un heurístico o una regla general que funciona bien la mayoría de las veces y seguimos adelante.

Fotografía Leonard Freed

La segunda fuente de creencias irracionales sería por influencias motivacionales, las cuales surgen cuando los individuos eligen y procesan información para llegar a conclusiones a las que quieren llegar por razones independientes de la verdad. A estas influencias motivacionales se les ha llamado “cognición motivada” en psicología o “utilidad basada en la creencia” en ciencia sociales. ¿Por qué iban los individuos a asignar valor a las creencias por razones independientes de la verdad? La respuesta más simple es que las creencias generan efectos que Williams llama “no-epistémicos”. Efectos epistémicos son aquellos que se refieren al contenido informativo o de conocimiento de las creencias y que nos informan del estado del mundo. Pero las creencias tienen efectos más allá de simplemente informar nuestras deliberaciones. Por ejemplo, tienen un importante impacto emocional, nos hacen felices, orgullosos, avergonzados o deprimidos. Y también influyen en que seamos aceptados o no por el grupo. Así que la cognición motivada es aquella que ocurre cuando los individuos están motivados para llegar a ciertas creencias por razones independientes de su verdad o falsedad. Las creencias adaptativas socialmente serían un tipo de razonamiento motivado, en este caso por razones del efecto de las creencias sobre nuestra integración y éxito en el grupo.

Fotografía Leonard Freed

Según Williams, habría tres características de la vida social humana que socavan la conexión entre creencias verdaderas y éxito práctico. La primera es que los demás tienen acceso a nuestras creencias. Aunque de una manera imperfecta, somos capaces de leer la mente de los demás a partir de lo que dicen, de su lenguaje corporal y de cómo se comportan. Esta capacidad no es infalible pero existe.  En segundo lugar, a los demás les importa lo que creamos y responden de diferente manera según lo que creamos y esto tiene efectos dramáticos sobre nuestro bienestar. Nuestro éxito en la vida depende de la impresión que hagamos en los demás y las creencias que tengamos son muy relevantes para esta impresión. Finalmente, no ocurre solamente que nuestras creencias tengan efectos determinantes sobre nuestro éxito social sino que el tipo de creencias que tienen efectos positivos sociales son muy diferentes del tipo de creencias que tendríamos si no existieran esos efectos sociales de las creencias. Más en concreto, creencias sin fundamento pueden dar lugar a respuestas deseables por parte de los demás y creencias razonables pueden dar lugar a efectos no deseables. El ejemplo más obvio es el fenómeno por el que individuos son condenados al ostracismo o incluso asesinados  por no creer los mitos religiosos o políticos de las comunidades que les rodean.

Fotografía Leonard Freed

Formar creencias que son sensibles a las recompensas y castigos sociales conducen al éxito en la vida, los que lo hagan van a tener más éxito que los que no lo hagan. Pero también es una cuestión de costes y beneficios y esto depende del contexto social concreto en el que nos encontremos. Los beneficios de tener creencias adaptativas socialmente aumentan en proporción al escrutinio social de las creencias, es decir, sólo en ambientes en los que a los demás les importan mucho nuestras creencias es muy importante tenerlas. También, cuanto más se recompense socialmente las creencias irracionales, más beneficio tendrá sostenerlas. En este sentido, mi percepción es que vivimos en un ambiente asfixiante en el que cada vez hay un mayor escrutinio social de las creencias, pero igual estoy equivocado.

Antes de seguir habría que aclarar un par de objeciones. En primer lugar, podríamos pensar que sería más práctico sencillamente engañar a los demás: hacer como que tenemos unas creencias pero no tenerlas realmente…fingir que las tenemos. Esta sería la jugada perfecta porque tenemos las ventajas sociales pero a la vez tenemos las ventajas de seguir dentro de la realidad y saber cómo son las cosas realmente. Esto es evidente que ocurre y la gente miente y engaña acerca de sus creencias, pero hacerlo tiene un coste y en determinados ambientes el coste puede ser letal si te descubren. Así que Williams sostiene que hay casos en los que tener creencias genuinamente irracionales compensa y que pueden existir mecanismo psicológicos para formarlas. También hay que decir  claramente que el artículo deja en el aire cuáles serían los mecanismos por los que se forman esas creencias socialmente adaptativas lo que me parece un punto débil del artículo aunque es algo que puede ser estudiado en el futuro.

Fotografía Leonard Freed

La segunda objeción es que estamos hablando todo el rato de formar creencias (yo estoy usando esa expresión siguiendo a Williams) y esto puede dar la impresión de que Williams sugiere que podemos elegir nuestras creencias a voluntad. Por supuesto, hay que aclarar que no es eso los que Williams piensa sino que es una forma de hablar (aquí hablamos de que no elegimos nuestras creencias). El individuo no razona: “si creo P voy a tener grandes ventajas sociales y voy a triunfar, por lo tanto voy a creer P”. Williams plantea que las CSA son un tipo de cognición motivada y la cognición motivada es algo de lo que no somos conscientes, es decir, el origen de las CSA sería inconsciente.

Bien, para acabar voy poner un ejemplo de creencia socialmente adaptativa. Williams pone tres: las confabulaciones, las ilusiones positivas (de Shelley Taylor, de las que hemos hablado) y la Cognición Protectora de la Identidad (CPI), a la que me voy a referir.  La Cognición protectora de la identidad es la tendencia de los individuos a elegir y procesar información de maneras destinadas a proteger su estatus  como miembros de un grupo o subcultura deseable. La CPI aparece cuando ciertas creencias se asocian fuertemente con coaliciones a las que los individuos quieren pertenecer (ver Instintos Coalicionales). En muchas coaliciones religiosas o políticas tener ciertas creencias es parte de los criterios de pertenencia y la disensión lleva a la exclusión, el ostracismo o la muerte. Cuando estas creencias no coinciden con los datos y la evidencia, el individuo tiene el fuerte incentivo de procesar la información de manera que no le lleve a la verdad sino a las creencias más convenientes para su admisión e inclusión en el grupo. 
Esto quiere decir que las creencias se convierten en señales de pertenencia social y aquí Williams se solapa con una abundante literatura que contempla a las creencias como señales. Dados los altos niveles de escrutinio social, hay que creer lo que señala al grupo nuestra pertenencia, es decir, los alicientes son mayores para tener creencias que nos integren en el grupo que tener creencias que se correspondan con la evidencia científica.

Fotografía Leonard Freed

Bueno, hasta aquí un pequeño resumen de lo que serían las creencias socialmente adaptativas. Quedan muchos puntos oscuros y el propio Williams acepta que no cree que haya demostrado suficientemente su existencia sino que su objetivo es argumentar que es un concepto plausible y que se necesita más investigación. Como he comentado, no sabemos nada de los mecanismos psicológicos que las originan y también podrían existir explicaciones alternativas de las mismas, así que quedamos pendientes de nuevos hallazgos.

Pero si Williams y otros tienen razón, una moraleja clara de este planteamiento es que, como dice Swift, combatir con razones algo que no tiene su origen en las razones (sino en las motivaciones sociales y coalicionales del individuo) es absolutamente estéril y a donde tenemos que mirar es al mundo social y a la dinámica de grupos en la que el individuo se encuentra inmerso. Como es fácil sospechar, intervenciones que puedan conseguir cambios a ese nivel es evidente que van a ser muy difíciles de implementar.

En cualquier caso, les sugiero que se pongas las gafas que incorporen el concepto de creencia socialmente adaptativa y miren a su alrededor…ya me dirán si entienden mejor todo lo que ocurre…

Referencia:
Daniel Williams. Socially Adaptive Belief

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