La exactitud de la cifra se nos va a quedar clavada mucho tiempo: 2020. Donde otros años comenzaba el resumen musical anual con un par de generalidades, éste nadie sabría por dónde empezar. Pero como esto va sobre música y nada más, me ceñiré a lo que ha sucedido en los últimos doce meses en un panorama que, como todo lo demás, se ha visto sacudido y puesto patas arriba a la espera de que vuelva una normalidad que parece asombrosamente lejana.
La red
Hoy en día no basta dar con la tecla de lo vendible para conquistar la popularidad, sino realizar un arduo y continuo trabajo de imagen en cuantas más redes y plataformas mejor, sin perder ojo porque en cualquier momento surge un nuevo canal que desbanca a los anteriores. No pocas figuras dominan esta técnica y son ahora mismo los reyes del mercado, desde los ya globalmente expandidos grupos de K-Pop (BLACKPINK, BTS) a una interminable ristra de traperos y reggaetoneros que, no nos engañemos, se ven obligados a lanzar singles sin pausa porque la vida útil de sus canciones es muy limitada.
No obstante, siempre hay algún nombre que consigue dar un paso más allá y sobresalir. Es el caso de Cardi B y Megan Thee Stallion, quienes han unido fuerzas en WAP, trallazo más allá de lo explícito que estuvo en boca de todos durante el paréntesis del verano. También omnipresentes están Travis Scott, rey de las colaboraciones como FRANCHISE (junto a M.I.A. y Young Thug), TKN (con Rosalía) o THE SCOTTS (con Kid Cudi); y The Weeknd, que sigue encontrando el balance entre los singles de cabecera potentes y la integración de éstos en álbumes con un buen acabado como el de After hours. En su escala, tampoco se queda corto C.Tangana, preparando el terreno para su futuro álbum con movimientos siempre imprevisibles y colaboraciones variopintas, como la de Natti Natasha en Viene y va o la de Niño de Elche y la Húngara en Tú me dejaste de querer, entre muchas otras.
Y, por supuesto, está Bad Bunny, que ha conseguido llevar elreggaetonhasta las portadas y reseñas de los medios musicales más reticentes encadenando un éxito tras otro y llegando a reunir material suficiente para llenar tres discos: YHLQMDLG, LAS QUE NO IBAN A SALIR y EL ÚLTIMO TOUR DEL MUNDO. Como consecuencia, se ha llevado también el cetro de artista más escuchado a nivel global durante este año.
Hay además un núcleo de resistencia en el pop donde divas como Ariana Grande, con su nuevo (y bastante plano) disco Positions bajo el brazo, o Katy Perry (quien ha lanzado Smile) buscan mantener su hegemonía con resultados dispares, mirando de reojo a sucesoras que llevan un paso tan firme como la Billie Eilish de Therefore I am.
Bola de espejos
Era difícil de predecir, pero 2020 nos tenía preparado un explosivo revival de música disco perfectamente diseñada para romper unas pistas de baile que han quedado desiertas y silenciosas a lo largo y ancho del mundo. Por la puerta grande ha regresado al género Lady Gaga, aparcando sus devaneos con el country para recuperar el gancho de sus inicios en Chromatica. Con un tono menos grandilocuente pero mucho más sofisticado, Jessie Ware ha reunido en What’s your pleasure una exquisita colección de gemas de baile. Hacia una vertiente mucho más suave y eurodance se van The Yearning y Luci Ashbourne en Only when I´m dancing, que podría pasar perfectamente por un disco de ABBA. El espíritu retro contagia igualmente Róisín Machine, concebido por Róisín Murphy como una sesión continua que podría haber tenido lugar en 1979. Y resumiendo toda su propuesta en el título, Kylie Minogue revalida su estatus de diva veterana en Disco.
Intimidad
La vida de gran parte de los músicos actuales consistía en publicar un álbum cada 3 o 4 años y presentarlo en extenuantes giras entre medias, dado que los conciertos son el único medio de subsistencia real con el que cuentan. La sangría provocada por el parón de este año ha sido dramática, desde luego, pero también ha propiciado un hecho inusual, y es que ha dejado a los artistas con todo el tiempo por delante para dedicarse a su mejor labor: crear. Y de ahí han salido los discos de la pandemia, muchos de los cuales tienen necesariamente un carácter íntimo e introspectivo.
El más evidente de ellos es el folklore de Taylor Swift, con el que termina de introducirse en su registro adulto ofreciendo aroma clásico en sus melodías más depuradas. Tan sobrada ha ido de inspiración y tiempo que en la recta final del año ha dejado caer una continuación tan extensa como igualmente acertada, evermore.
Otro caso sonado ha sido el de Charlie XCX, que apenas digerido su disco de 2019 lo ha dejado atrás con la urgencia de How I´m feeling right now.
En el extremo de lo desnudo, Adrianne Lenker prescinde de su banda (Big Thief) y se recluye para entregar dos visiones complementarias de la introspección en forma de canciones (songs) y paisajes ambientales (instrumentals), ambas de una delicadeza y profundidad admirables. A esta clase de minimalismo ya nos tenía acostumbrados Phil Elverum, quien ha decidido recuperar su antiguo alias para repasar el álbum de fotos de su vida en una sola e intensa letanía de 44 minutos llamada The Microphones in 2020.
En la recta final del año ha llegado McCartney III, cocinado en su totalidad por Paul McCartney al igual que las anteriores y ya muy pretéritas entregas firmadas con su apellido.
Aunque se compusieron antes de sucederse los confinamientos, el carácter recogido y personal de discos como el atrevido Fetch the bolt cutters de Fiona Apple, el luminoso The Neon Skyline de Andy Shauf, el preciosista A Quickening de Orlando Weeks o los modélicos Saint Cloud de Waxahatchee y Countless Branches de Bill Fay, los hace encajar bien en este bloque.
Es de suponer que durante las próximas temporadas recibamos los frutos del trabajo creativo en cuarentena de muchos otros nombres, y que la libertad de haberlos fraguado sin ataduras de agenda redunde en calidad. Al menos sería una buena noticia.
Expansividad
No pocos grupos también se las han apañado para sortear el distanciamiento y completar obras a base de montar las contribuciones individuales de cada miembro. En el caso de los 5EPs lanzados por Dirty Projectors a lo largo del año (y reunidos después como todo unitario) conceptualmente se busca hacer hincapié en la dispersión, pero discos como los nuevos de Cloud Nothigs (The Black Hole Understands) o Unwed Sailor (Look Alive) suenan tan compenetrados como si hubieran sido grabados con normalidad. Y qué decir de los incombustibles King Gizzard and the Lizard Wizard, ahondando en su querida psicodelia de Anatolia para rematar una de sus mejores entregas, K.G. Ya que hablamos de psicodelia, no hay que pasar por alto el muy agradecido Polysomn de Kairon; IRSE!
No deja de ser llamativo que también en 2020 los discos ya terminados de muchos otros nombres tuvieran un carácter tan expansivo, quizá pensando en una puesta de largo en los escenarios que no fue posible. El ejemplo más paradigmático, los Killers de Imploding the Mirage. O su referente más claro, Bruce Springsteen, de vuelta con toda la maquinaria de la E Street Band para Letter to you. O los Pearl Jam de Gigaton (el título lo dice todo).
Pero bandas de menor tamaño y diverso pelaje también han optado por abrir su abanico sonoro, desde los post-punk IDLES (Ultramono), Fontaines D.C (A Hero´s Death) y Shopping (All or nothing) a los rockeros Songhoy Blues de Optimisme, de los catárticos Run the Jewels (RTJ4) con su hip-hop incendiario (en la misma línea que God has nothing to do with this leave him out of it, de Blackxwash), a la enérgica acometida de Sallie Ford al frente de Talkin´ to Johnny (y su EP homónimo), de los veteranísimos del glam Sparks, en A steady drip, drip, drip a sus mejores alumnos, los Lemon Twigs del excelente Songs for the general public. También El Columpio Asesino deciden redoblar su apuesta por lo inquietante en su magnífico regreso con Ataque Celeste. Y Elder aparcan su lado más pesado en Omens pero se refinan en el post-rock progresivo sin perder potencia.
Finalmente, un buen puñado de estandartes del indie han tomado a su vez estos derroteros, desde Braids con Shadow Offering a Marsicans con Ursa Major, pasando por nombres consagrados hace tiempo como los Psychedelic Furs (de vuelta en el muy meritorio Made of Rain) o Doves (rompiendo también un prolongado silencio con The Universal Want), aunque los más celebrados han sido The Strokes, que han logrado vencer la pereza creativa de sus últimos trabajos para recuperar su antiguo encanto y ofrecer una versión madurada del mismo en The new abnormal (título perfecto para el momento en que el disco vio la luz).
Pero los que han tocado el cielo han sido Fleet Foxes, con un disco luminoso y brillante, cuidado hasta el extremo, donde fluyen como nunca sus armonías cristalinas y sus melodías preciosas, que se extiende hasta los 15 temas pero es de esos donde cada nueva escucha revela detalles inesperados en prácticamente cualquiera de ellos. El milagro se llama Shore.
Personalidad
A medio camino entre el minimalismo y el maximalismo están los discos de otros artistas que dejan bien marcada su huella en todo lo que hacen. Grandísima expectación había por recibir la primera obra post-Nobel de Bob Dylan, y grandísimo entusiasmo fue el que despertó Rough and Rowdy Ways, viajes del pasado al presente y un numeroso plantel de personajes que se pasean por canciones exquisitamente planteadas y ejecutadas, donde se despliegan con elegancia toda la sabiduría y experiencia acumulada por Dylan a lo largo de los años.
No tan legendarios, pero casi, los británicos Paul Weller (On sunset) y Jarvis Cocker (Jarv is) han ampliado sus nutridos catálogos con trabajos propios de quien no tiene nada que demostrar. Se les nota muy cómodos disfrutando tanto su libertad creativa como su talento que no decae. Lo mismo puede decirse de Elvis Costello, quien ha publicado Hey Clockface, y de Dominique A, delicado y auténtico como siempre, en Vie étrange.
Un muy notable trabajo solista es asimismo el del portugués Pedro de Tróia en Depois Logo se vê, que bien puede complementarse con el exquisito pop rock de sus compatriotas Evols (III). Para oídos selectos, al igual que la nueva incursión en el soul retro y psicodélico por parte de Monophonics, It´s only us.
Cuando parecía que el declive de los suecos Mando Diao era ya imparable, su nuevo EP All the people, aunque no les haya hecho recuperar popularidad, sí les ha devuelto a su mejor forma. La forma es lo que nunca ha perdido el matrimonio formado por Alaina Moore y Patrick Rile, es decir, Tennis, quienes han entregado su álbum más delicioso e inspirado con Swimmer. Aunque si hay que hablar de delicias, hay que rendirse otra vez ante Woods, cuyo Strange to explain es efectivamente difícil de explicar. Cómo un disco que se presenta tan discreto puede resultar tan arrebatador, tan completo y tan maravilloso.
En la estela del indie cálido se mueven también solistas como Basia Bulat (Are you in love?) y grupos como The magic gang (Death of the party), Travis (10 songs), Rush Week (Past Lives) o Widowspeak (Plum), en un delicado equilibrio entre las guitarras y los sintetizadores. Precisamente en el campo de lo electrónico y sintetizado es donde cristalizan las propuestas de Cut Copy (que hace tiempo dejaron de buscar el hit inmediato y ahora se mueven en campos más experimentales jugando con las texturas, pero que siguen manteniendo un envidiable atractivo en Freeze, melt), I Break Horses (que parecían desaparecidos pero han vuelto como si nada con el ambicioso Warnings), Helena Deland (en su debut Someone new) y Kelly Lee Owens, compleja y emocionante en Inner Song.
Un habitual de la electrónica poliédrica es Nicolas Jaar, lleno de tantas ideas que tiene que volcarlas en varios proyectos. Este año ha dado continuidad a Against all logic, con una vibrante sesión llamada 2017-2019, y ha firmado con su nombre 2 discos poéticos y oscuros: Cenizas y Telas. Menos conocido, pero desde luego no menos interesante es lo que en una línea similar propone El búho, modernizando toda clase de sonidos de Latinoamérica en Ramas. También digno de mención en este campo es el segundo disco de LA Priest, GENE.
Y no podemos olvidar la ingeniería sonora marca de la casa de The Avalanches, que despliegan muy sabiamente a lo largo del generoso minutaje de We will always love you.
Quien todavía parece estar inmerso en un proceso de transformación sonora es Kevin Parker, que continúa despojando Tame Impala de psicodelia para transformarlo en un proyecto de pop electrónico envolvente y sofisticado, pero que en The Slow Rush aún nos deja con la duda de saber cuándo conseguirá sacarle a esta nueva apariencia el brillo y la potencia de sus primeros discos.
La reina del pop
Cierro el resumen reservando el último lugar, como siempre, al disco más destacado de la temporada, que esta ocasión resulta además especialmente paradigmático. Future Nostalgia apela a ese sentimiento tan actual de tratar la nostalgia como un ente ideal que sirve de base sobre la que construir nuevas obras, y con ellas nuevas nostalgias. Y lo consigue del todo. Porque mira directamente a la escena dance de los 80 y 90 para actualizarla con una producción muy inteligente, ni demasiado conservadora ni demasiado moderna, en el punto preciso para resultar atractiva ahora y dentro de 30 años. Dua Lipa se ha coronado con un álbum de pop inapelable, que funciona tanto cuando se escuchan sus canciones sueltas como en el una-tras-otra de su secuencia completa, puesto que no da respiro, te atrapa un single, y luego otro, y otro, y el siguiente. Don´t start now, Physical, Levitating, Hallucinate o Love again son clásicos inmediatos, que por supuesto han gozado de unos cuantiosos números de streaming y habrían roto todas las pistas si hubieran podido. Y es que el disco se publicó el 27 de marzo, justo en el momento en que asistíamos incrédulos (y encerrados) al crecimiento imparable del coronavirus y albergábamos aún un rayito de esperanza de que no tardaría en pasar. Mientras tanto, Future Nostalgia (mano a mano con Agapimú, por supuesto) sirvió como terapia de choque para mantener el ánimo, a la espera de poder gozarlo en su plenitud en el medio para que estaba destinado. Que a Dua Lipa no le quepa ninguna duda, cuando todo esto acabe, el primer baile será en su honor.