Rabelais, el gigante dormido de la literatura moderna

Grabado de Gustave Doré

Sin menospreciar a Miguel de Cervantes y la genialidad creativa que encierra el Quijote, François de Rabelais se adelantó al escritor español cerca de un siglo. Su época, con todavía mayor vigor que la de Cervantes, estuvo presidida por la inestabilidad. Aragón había derrotado a otomanos y franceses, la expedición de Cristóbal Colón hacia el oeste había descubierto prometedoras tierras y, décadas antes, Constantinopla había caído bajo el yugo del sultán Mehmet II, acabando así con el último vestigio del Imperio Romano. Mientras Europa dejaba atrás lo que hoy llamamos Edad Media, la peste y el cólera, entre otras enfermedades, proliferaban por doquier.

Ante el quebradizo orden que parecía despampanarse sobre el viejo mundo, la filosofía, la literatura y la ciencia vivían una revolución esperanzadora. El humanismo impulsado por autores como Dante y Boccaccio habían sentado las bases de un periodo de recuperación del saber clásico de occidente, en parte gracias a los esfuerzos bizantinos, como el de Manuel Crisoloras, y antes mediante el de reyes como Alfonso X el Sabio al desarrollar la Escuela de Traductores de Toledo, para traducir a las lenguas vernáculas el escaso legado antiguo que había sobrevivido a siglos de colapso civilizatorio.

Francois Rabelais

La vida como bofetón o la literatura como refugio. Ante la vicisitud, Rabelais decidió tomar el camino de en medio: escribir por placer y para proporcionar placer, para despertar la imaginación, para parodiar el patetismo existente y conseguir plantear así nuevos caminos mentales. Fruto de este afán surgieron las cinco novelas que hoy constituyen uno de los principales cánones de la literatura universal y, en particular, de la francesa: Gargantúa y Pantagruel.

Poco se puede añadir a la miríada de estudios y pareceres que se han escrito sobre la obra de François de Rabelais. Sí conviene recordar, creo yo, las virtudes del trabajo del renacentista. El galeno francés inicia su periplo apoyándose en el mito, en la literatura bizantina y en la de la Edad Media, donde bestias, dragones, gigantes, caballeros y doncellas pueblan un orbe humano en eterna danza hacia ninguna parte. Sin embargo, el asentamiento de la racionalidad y la filosofía, conductoras del método científico, habían convertido en mera invención aquellos relatos que se perdían en el horizonte del recuerdo transgeneracional. Así que Rabelais hizo algo muy moderno: huyó de la seriedad reflexiva y se asentó en el humor como elemento para vertebrar la narración.

Gargantúa y Pantagruel recoge la herencia cultural occidental desde una perspectiva muy actual, tan inspiradora que inició una nueva manera de enfocar la literatura que posteriormente se haría definitivamente universal con el Quijote. Si al clásico de Cervantes se le puede imputar grandes dosis de crítica social y de ingenio, a la obra de Rabelais tampoco se le pueden restar. Francia entera, convertida en territorio misterioso y familiar a la vez, se presenta ante el lector bajo un estilo fresco, agradable y muy jovial. Una vez que se comienza el primer libro de Gargantúa y Pantagruel no apetece que la saga termine en ningún momento.

Acantilado ha editado esta obra cumbre de la literatura universal, reflejo y ejemplo para posteriores autores, en un bello tomo en tapa dura, de gran calidad. El prefacio corre a cuenta de Guy Demerson y la traducción y las notas de la de Gabriel Hormaechea. Ante ustedes se despliega una edición soberbia, tan gigante que ya ha devorado los suficientes lectores como para alcanzar la tercera edición desde que llegó a las librerías por primera vez en 2011. Cuando los libros se editaban de bastantes más en bastantes más que se suelen editar ahora en cada reimpresión. De cuando todavía era frecuente pronunciar con cierto pudor «nueva edición» como atajo rimbombante a reimprimir ejemplares de una misma edición. Los buenos libros, al igual que sucede con los mejores vinos, deben ser recomendado hasta la saciedad. No se lo pierdan.

La ficha:

Gargantúa y Pantagruel (Los cinco libros)
François de Rabelais
Prefacio de Guy Demerson
Traducción y notas de presentación de Gabriel Hormaechea
Acantilado, Barcelona, 2011. Tercera edición. 1520 páginas. 49 €.

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