Los tuve manuscritos, pero me deshice de ellos. Era una letra bonita, miniada, ahora que va a ir desapareciendo la caligrafía, al menos en Occidente. Pero los fui pasando a limpio, o sea, a homogeneizado, y tiré los originales como si no tuvieran más valor que el del mercado, o sea, ninguno. Mario Rodríguez, que fue amigo mío casi hasta el día que murió tontamente, allá por 2007, solía recitármelos de memoria entre una estación de metro y otra y luego a continuación en un bar cualquiera pasaba a pergeñármelos en una cuartilla mientras que yo pedía las cañas. Era un excelente sonetista, pero todavía mejor conversador. Uno escucha hoy los audios de excomisario Villarejo y te preguntas cómo esa gentucilla que hemos puesto al mando del aspecto más maquinal de nuestras vidas puede hablar tan mal y expresarse con tan poca gracia y mucho balbuceo. Mario no es que fuera un Castelar, todo lo contrario, su estilo era el mismo que el de los conspiradores, y su catadura la de un auténtico mafiosillo, pero, coño, terminando las frases con filigrana y ensartando a su víctima en un álbum de cucarachas con destreza envidiable. Uno, o sea yo en el presente caso (pero igualmente cuando estábamos más, entre los que sabía repartir zalemas y dardos como el más habilidoso maestro de ceremonias…), podía fumarse una cajetilla de trujas entera –“derrótate un truja”, decía él con encanto para gorrear- y beberse cien cervezas sin salir de su asombro. Hay personas, pocas, cuya inteligencia es un prodigio de amenidad…
Ni siquiera recuerdo su segundo apellido. Sólo sé decir que fue profesor de filosofía en un tugurio llamado New Éfeso School, que por lo visto sigue en pie –debe ser como esos pobres árboles completamente podridos por dentro, pero que aún aguantan por la “estructura portante” de su corteza; no lo toquéis, que se cae. Delgado, no muy alto, tantos pelos como Filemón, faz enjuta y flexible como un lagarto, casi un reptil de no ser por sus ojos vivísimos. Van sus ingeniosísimas creaciones, ignoro si todas, pero desde luego las únicas que verán la luz, y no precisamente en el más sencillo de los metros…
De todas las pasiones que envilecen,
la más desconocida es la pereza,
su frío fuego engaña la cabeza
y ocultos sus estragos permanecen.
Estudio minucioso se merecen
los signos de su inmensa fortaleza,
por ella la ambición de la grandeza
y el más resuelto empeño desvanecen.
Es rémora que arrastra sordamente,
presente en mil ausencias ya en la escuela;
hechizo que adormece lentamente
dejando la estulticia por secuela;
maligna santidad que, beatamente,
de todo lo que pierdes te consuela.
(A la memoria de F. de La Rochefoucauld)
A favor de Gil de Biedma
De qué me sirve, quisiera yo saber,
de casa y negro sótano mudar,
si tú (más negro ser que aquel lugar)
habrás de acompañar cuanto he de hacer.
Tu rostro (ante el espejo) veo temer
(herido -por la zarpa de algún bar-
de vértigo beber y desbarrar),
histérico llorar y enloquecer.
Ridículo negarte a envejecer
(contigo hasta morir he de cargar),
patético vivir tu perecer.
Innoble servidumbre es el amar,
y más innoble aún si es el querer
al propio ser, que advierte declinar .
La muerte, Meneceo he de decirte,
no debe estremecerte ni angustiarte;
es vano por lo vano preocuparte:
¿acaso puede nada en algo herirte?
El cese del sentir, eso es morirte;
la sola sensación deja guiarte:
placer, dolor, del vivo forman parte;
¿qué puede, al no sentir, daño inflingirte?
La muerte en el vivir no halla cabida,
la vida, ante el morir, halla igual suerte.
“Morir desapegado de la vida,
vivir despreocupado de la muerte”,
el sabio juzga ser justa medida
del arte de la vida y de la muerte.
Las tres negaciones de Gorgias más apostilla y silogismo final
No existe aquello que llamamos ser
(substancia independiente del pensar,
sentir, querer, soñar o imaginar);
decimos existir cuando es creer.
Es imposible conocer el ser
(distinto aun si es la causa del sentir,
el ser va más allá del percibir
y agota el percibir su conocer).
No cabe su saber comunicar:
en caso de poderse presentir
(a un tiempo no pensar y comprender),
no puede formularse en el hablar.
No cabe conocer un no existir,
ni puede transmitirse un no saber.
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Lo mismo son decir, saber y ser:
palabras (con poder de persuadir
¡de un ser cuyo saber cabe contar!).
Sostiene su existir nuestro creer,
creemos en el aire al respirar,
se funda en el creer nuestro existir.
Soneto desafiante
Si en modo deshonesto te ofendiere,
partido de tu parte fiel me hago;
no encuentro merecer mayor halago
que hacer propio el honor de quien te quiere.
Pero escucha, noble amigo, si tú eres
de la herida que muestras vil la daga,
permite me ría de esa llaga
y me marche a cumplir con mis deberes.
Si de mi lengua la espada tú leíste
que desnudo tu pecho laceraba,
o no mediste bien lo que bebiste
ni el golpe que tu lengua me asestaba,
o no previste el fin que te aguardaba
por no medir con quien tú te mediste.
El filósofo
Aquel que no convive en sociedad,
ajeno a comerciar con la palabra,
sin ley ni hogar, ni tierra en que se labra,
no es hombre, sino bestia o bien deidad.
O acaso adorador de la verdad,
extraño a profanar sacra palabra,
apátrida, sin puerta que le abra,
filósofo, bestial divinidad.
Ausente su presencia en la ciudad,
distante ante el mundano movimiento,
a un tiempo en multitud y en soledad;
cual bestia, sin humano sentimiento,
razón común, más no comunidad,
cual dios, aspira al puro entendimiento.
Next to the highway
Vivir junto a una curva en la autopista
mi blando corazón ha endurecido;
no hay noche sin que un coche distraído
o choque o bien se salga de la pista.
Y no es que la piedad en mí no exista
si ruego a Dios mejor muerto que herido;
el vivo entre los hierros retorcido
a gritos clama al cielo que lo asista.
De histéricas sirenas el pitido
no existe sueño humano que resista;
de envidia me consumo al fallecido,
que el sueño indefinido reconquista,
pues toda vez que alcanzo estar dormido
el ruido hace mi sueño que desista.
Soñar concéntrico soñar
Soñando que soñaba estar soñando,
soñé soñando en sueños que soñaba
un sueño, en que, soñando que soñaba,
soñé soñar soñando estar soñando.
Soñando así soñar, soñé soñando,
en sueños, que soñaba que soñaba
un sueño en que, al soñar, soñar soñaba,
soñando así soñar estar soñando.
Soñando que soñaba estar soñando,
soñaba que, soñando que soñaba,
soñé soñar soñando que soñaba,
soñando que soñaba estar soñando.
Soñando así soñando estar soñando,
soñaba que soñaba que soñaba…